En Putumayo, el Pacífico y Catatumbo, regiones que fueron claves para las Farc, sus habitantes seguirán yendo a las urnas en medio del conflicto, y ahora con un fortalecido matrimonio entre narcos, guerrillas o disidencias con la política.
La sombra de armados y narcos en las elecciones regionales
Tras el Acuerdo de La Habana y el debut de Farc en política, las zonas que habían dominado ya no tienen encima sus ‘orientaciones’ electorales. Pero sí las de otros grupos que aprovecharon el vacío que dejaron y están metiendo la mano para las locales de octubre.
Por lo menos en Putumayo, el Pacífico y Catatumbo, sus habitantes seguirán yendo a las urnas en medio del conflicto, y ahora con un fortalecido matrimonio entre narcos, guerrillas o disidencias con la política.
La sombra narco y de disidencias
La incidencia de grupos armados y narcotraficantes se está sintiendo con fuerza en Putumayo.
La Misión de Observación Electoral, MOE, ha recibido denuncias ciudadanas sobre nexos de casas políticas con la banda narcotraficante ‘La Constru’, que nació en 2006 tras la desmovilización de los paramilitares, y que, como contamos en La Silla Sur, reemplazó al frente 48 de las Farc por la disidencia de ese mismo frente para seguir en el negocio del narcotráfico.
‘La Constru’ ha metido la mano por lo menos desde las elecciones regionales de 2015; según nos detallaron tres fuentes (dos candidatos de ese entonces y un político), lo hace citando a los candidatos que ven más opcionados y poniéndoles plata a todos para ganar con cara o sello.
“Se juegan sus cartas y apuestan buscando contratación pública para lavar la plata”, nos dijo un político de Putumayo que lleva años acompañando varias campañas. “Se inventan empresas ficticias que cumplan con el objeto del contrato, subcontratan porque las obras se terminan haciendo y lavan su plata”, agregó.
“A mi me citó ‘La Constru’ en las elecciones pasadas. Me enviaron razón que iban a financiar a los candidatos más fuertes y que dentro de esos estaba yo”, nos contó una fuente que se lanzó a una alcaldía de un municipio en Putumayo. “No fui y luego de eso no me volvieron a buscar”, agregó.
En esa campaña de 2015 el candidato conservador Jorge Coral, fue capturado una semana antes de las elecciones por presuntos nexos con ‘La Constru’ . Aunque quedó en libertad hace dos años, su proceso sigue vivo en la justicia.
“Yo soy el que está presionando que se hagan las audiencias para que el juez de su fallo. Estoy seguro que voy a salir limpio, porque lo del 2015 fue todo un montaje para quitarme la Gobernación”, nos dijo Coral.
A pesar de esa sombra, se reencauchó para estas elecciones: aunque fracasó en conseguir el aval conservador, a última hora logró el de Alianza Democrática Afrocolombiana, ADA, que nació como movimiento afro en Cauca en las elecciones a Congreso y que se volvió el escampadero de varias de las cabezas del viejo PIN.
Esa sombra narco también se ve en el Pacífico, donde hubo cinco candidatos amenazados y cuatro asesinados en el primer semestre de este año.
En Tumaco, el municipio con más coca del país, las Farc y Los Rastrojos “obligaban a la población a votar por determinadas campañas”, según nos dijo un funcionario en el puerto. Para él, ese fenómeno puede repetirse ahora con disidencias y narcos, pero se sabrá “cuando entre en calor todo”, entre septiembre y octubre.
En todo caso, desde ya se ve que los ilegales exigen permisos para que los candidatos entren a hacer proselitismo. Así nos lo contaron cuatro candidatos en Tumaco, Cauca, Buenaventura y Jamundí, quienes nos dijeron que toman precauciones para entrar a hacer campaña a zonas rurales o incluso, barrios en cascos urbanos.
Por ejemplo, un aspirante nos dijo que no ha podido ir por seguridad en las últimas semanas a Llorente, enclave de una guerra narco en Tumaco entre liderados alias Contador y las disidencias GUP y FOS. “Preferí ir antes de que se calentara (la campaña). Los amigos me dicen que mejor no aparezca por allá”, nos dijo.
Un político nos dijo que en zonas rurales la disidencia FOS estaría comenzando a hacer reuniones para ese fin; mientras que la gente de Contador habría dicho a líderes que "si hacen acuerdos con los políticos que primero les garanticen obras", según esa fuente.
En Buenaventura, donde se rompió el pacto entre las bandas criminales La Local y La Empresa en la zona urbana, el ELN en la zona rural del norte y grupos disidentes hacia el sur, a un candidato que es líder social en uno de los barrios más calientes, ya lo llamaron para darle permiso para hacer campaña en ciertas zonas rurales.
“Recibí una llamada de un número equis y me dijeron que entrara a todos los lugares que quisiera, que trabajara tranquilo y que no me pasaría nada”, nos dijo. Quien le habló no se identificó, pero “blanco es, gallina lo pone, era evidente que me llamaron de la zona rural”, nos dijo.
Un exfuncionario local que maneja una campaña a la Alcaldía nos dijo que para La Local o La Empresa dejar entrar a un aspirante es un arma de doble filo, y por eso tienen un motivo para evitarlas.
“Su temor es que en esas caravanas políticas haya gente de inteligencia que los identifique. Si alguien se da cuenta de la ubicación de ciertos personajes puede ir a decirle a la Policía y cogerlos”, nos dijo.
Situaciones similares nos contaron un funcionario de Riosucio (Chocó), un candidato en Jamundí (Valle) y un aspirante en el norte del Cauca.
“Nos hacen atentados para decir ‘estamos aquí’”, nos dijo el candidato del norte del Cauca.
En el Catatumbo, en Norte de Santander, ha circulado un panfleto firmado por la disidencia del Frente 33 de Farc advirtiendo sobre prácticas electorales irregulares.
Aunque generó zozobra en la campaña, se desconoce la autenticidad, porque no guarda el mismo patrón de los que habitualmente son publicados por ese grupo.
Además de narcos y disidencias, también se ve la mano del ELN.
La sombra del ELN
En Samaniego, Nariño, donde es histórica la incidencia del ELN, dos fuentes políticas nos indicaron, por aparte, que la guerrilla se mueve desde la zona rural presionando pobladores y en lo urbana citando candidatos para ofrecer apoyo a cambio de burocracia.
“En las últimas campañas hubo un tema delicado de rumores de participación, que eran del mismo estilo, de pedir apoyos burocráticos”, nos dijo una de las fuentes, que está en campaña para un puesto local.
En Buenaventura y Jamundí, en Valle, escuchamos una versión muy similar.
Eso, de acuerdo con dos políticos de Buenaventura y otro de Samaniego, hace que las campañas sean más caras porque si los ilegales financian a unos con plata para eventos, comida y votos, los competidores no tienen la plata para hacerle frente a eso.
Uno de ellos nos habló que para votos, logística y eventos un candidato en el puerto del Pacífico se podía gastar 8 mil millones de pesos; en Samaniego la suma era de 2 mil millones.
“No hay como competir con esa plata”, nos dijo el político de Samaniego.
En el Catatumbo se prevé que con el aumento de poder del ELN, el que más copó los territorios que la entonces guerrilla de Timochenko dejó libres, ese grupo le apunte a expandir su injerencia política.
Por ahora hay dos versiones sobre lo que está pasando en los 11 municipios de la subregión.
Por una parte, una fuente oficial que nos pidió la reserva de su nombre por no estar autorizada a dar declaraciones, nos contó que hay reportes que señalan que el ELN ya está moviéndose para decir por quién no votar.
“Hay un claro señalamiento a los que ellos consideran que no son partidos alternativos como La U, el Centro Democrático y Cambio Radical”, nos dijo.
Por otro lado, ocho versiones que recopilamos en terreno en Convención, La Playa, Hacarí, El Tarra, Teorama y San Calixto, (los últimos cuatro sufrieron interferencias de grupos armados interfirieron en la campaña de 2015) coinciden en que por ahora ningún grupo ha impedido que hagan proselitismo.
Dos de esas fuentes, y otras tres que conocen al detalle el Catatumbo nos dieron dos posibles explicaciones.
Una es que no es común que se pronuncien con tanta anticipación e incluso esperan hasta el día electoral para maniobrar, cuando según nos detallaron dos políticos, la intimidación viene por cuenta de los testigos electorales.
“Usted no los tiene que ver de fusil y uniformados. En las veredas todos se conocen y saben quién es quién. Verlos intimida”, nos contó una de esas fuentes.
La segunda está ligada con que una guerrilla cuando se define por algún candidato, no necesariamente proviene de sus bases.
“En el Catatumbo ha pasado que hay candidatos de un partido tradicional que terminan respaldados por ellos”, dijo a La Silla un político que nos habló bajo la condición de no ser citado.
Eso obedece a que los acercamientos no son necesariamente los mismos en todos los casos, y hay unos que se limitan a autorizaciones para llegar a zonas apartadas, otros a que simplemente los conozcan, otros en los que hay contraprestación pero mínima, y otros en los que sí hay acuerdos de fondo.
“Nosotros hemos conocido que hay acuerdos poco importantes como la entrega de cinco computadores portátiles, o cosas similares”, dijo a La Silla Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar.
Sin embargo, dentro de las posibilidades también se está contemplando que dentro del Catatumbo se marginen los grupos armados de esta campaña.
La principal razón está en que al tener tanto poder, el ELN no tendría que presionar sino definir el acuerdo con el ganador. “Igual el que llegue va a tener que sentarse con ellos porque su dominio es mucho”, nos dijo una fuente que conoce la política al detalle en el Catatumbo.
Además, pesa en esa balanza el hecho de que el EPL, justamente por la replegada que ha tenido en los últimos dos años tras el enfrentamiento con el ELN, también está mermado políticamente.
Así que aunque ahora la Farc saldrá en el tarjetón, el miedo de que otros grupos se metan en estas regiones sigue idéntico.