Para 2018 aspira mantener sus dos curules en la Cámara, pero no ha definido su discurso ni ha comenzado a armar la lista para lograrlo.
La U en Bogotá se resigna a sobrevivir
Foto: rtve.es
Después de tres años de un declive constante en Bogotá, el Partido de la U le apuesta en 2018 a, por lo menos, mantener lo poco que le queda, encarnado en dos representantes a la Cámara. Sin embargo, aún no define una estrategia clara para hacerlo, y corre el riesgo de seguir en caída debido a la impopularidad del presidente Juan Manuel Santos y a la falta de candidatos fuertes en la lista de Cámara.
Lejos de Uribe, pero sin discurso claro
La mengua del partido en la ciudad puede explicarse, en un primer momento, por “el factor Uribe”.
En las elecciones a Congreso de 2010, cuando Álvaro Uribe aún era presidente y La U defendía sus ideas, la lista a la Cámara fue la primera en la ciudad con 402 mil votos y siete curules.
Pero en 2014, cuando el presidente ya era Santos y se había distanciado de Uribe, que puso a competir al Centro Democrático, la lista a la Cámara de La U en Bogotá bajó a 160 mil votos, pasó a ser la cuarta más votada y solo alcanzó dos curules. El uribismo le arrebató las otras cinco.
En la base también es evidente el debilitamiento.
En 2011, la lista de La U fue la más votada al Concejo de Bogotá con 302 mil votos y logró ocho curules, mientras que en las JAL metió 44 ediles.
Pero en 2015 el partido, ya no solo lejos de Uribe sino golpeado en la opinión local por el carrusel de la contratación, pasó a ser el sexto más votado para Concejo con 200 mil votos. Su representación se redujo a la mitad: bajó a cuatro curules, mientras que los ediles pasaron a ser 22.
“Esto no puede bajar más”, le dijo a La Silla Cachaca el senador Ángel Custodio Cabrera, director de La U en Bogotá.
De ahí la intención de al menos mantener su fuerza en las legislativas del año entrante y así ayudar a apalancar desde Bogotá al candidato presidencial que termine apoyando el partido.
Pero hasta ahora no está clara la estrategia, nos dijeron el senador, un representante y tres concejales.
A diferencia de Cambio Radical, por ejemplo, donde los candidatos a la Cámara y las bases pretenden plegarse a la figura que dejó Germán Vargas Lleras como ejecutor, La U todavía no tiene un candidato presidencial definido y su principal líder nacional, el presidente Juan Manuel Santos, está caído en popularidad y no tiene la suficiente aceptación entre las bases.
“No lo sentimos a él como jefe natural del partido porque no se ha acercado a nosotros”, le dijo a La Silla Cachaca un concejal que para referirse a este punto pidió la reserva de su nombre.
Y por eso, agregó la concejal Nelly Patricia Mosquera, esperan que el candidato presidencial que definan cambie esa tónica para que las bases se muevan a hacerle campaña.
Porque un edil, por más que mantenga su respaldo al concejal con el que trabaja, también puede decidir no apoyar a un candidato presidencial que no le guste, advirtió el concejal David Ballén.
De ahí que la definición de un aspirante entre el senador Roy Barreras y el exministro Juan Carlos Pinzón (que en últimas dependerá de Santos) también sea clave para determinar cómo se moverán las bases: mientras Roy respalda la paz sin mayores cuestionamientos y tiene un perfil político, Pinzón ha manifestado más reservas frente al proceso y no tiene trayectoria electoral.
Lo otro que sigue pendiente es la construcción de una lista a la Cámara de Representantes, pero en eso el partido también está crudo.
Una lista por hacer
A diferencia de otros partidos fuertes en Bogotá como Cambio Radical, el Liberal o la Alianza Verde, donde la baraja de posibles candidatos a la Cámara viene sonando desde hace meses, en La U aún no hay mayores definiciones.
Los dos senadores con votación importante en Bogotá, Ángel Custodio Cabrera y Armando Benedetti, aspirarán a la reelección, así como los dos representantes a la Cámara: Efraín Torres y Carlos Correa.
Torres es la fórmula de Benedetti y tiene el respaldo de los concejales David Ballén y Rubén Torrado.
Correa es hermano del concejal Ricardo Correa, a quienes les pone los votos su padre, el exconcejal Severo Correa.
De resto, no hay nadie más fijo, aunque Torres nos dijo que es posible que en la lista incluyan al exrepresentante y exconcejal liberal Francisco Pareja, que se quemó hace cuatro años en la lista de La U a la Cámara con 11 mil 400 votos. En ese momento fue fórmula de Jorge Eduardo Géchem y esta vez iría con Benedetti.
Otro nombre es el del exconcejal Javier Palacio, que se quemó en las locales de 2015. Él nos confirmó que ha estado en conversaciones con el senador Cabrera para ser su fórmula, pero tampoco es fijo y, como nos dijo Cabrera, aún no se ha definido ningún candidato diferente a los dos representantes a la Cámara que quieren repetir.
Pero como ellos dos solos no pueden impulsar la lista, hace falta definir quiénes más aportarán votos.
El concejal Ballén da una pista de lo que podría ser la táctica para atraer candidatos: “En Cambio Radical y el Partido Liberal ya van llegando al tope de aspirantes, mientras que en el Centro Democrático tienen un discurso muy definido y todo dependerá de lo que diga Uribe. Lo que puede hacer La U es recibir políticos que tengan votos pero que ya no quepan en otros partidos, para recoger esas maquinarias”.
Eso implicaría, por un lado, que mantengan la lista abierta como en elecciones anteriores, para permitir que cada aspirante pelee por lo suyo.
Pero por otra parte, también haría que el partido termine dependiendo más de los votos amarrados y que el discurso de defensa del proceso de paz, que en teoría es del partido por ser su líder Santos, pase a un segundo plano.
Eso es posible porque, de acuerdo con los concejales Ricardo Correa y Nelly Patricia Mosquera, ese discurso no genera un optimismo fuerte entre sus votantes, sea porque “en la ciudad, a pesar de ser muy pro paz, la gente no se siente tan identificada con el proceso”, como dice ella, o porque, agrega él, “la gente espera más hechos del gobierno y de la guerrilla que generen confianza”.
Y como eso es un riesgo para un gobierno que pretende que los votantes elijan a un sucesor que garantice la implementación de los acuerdos de paz, de lo que decida La U, el partido de Santos, no solo depende su supervivencia en Bogotá, sino la posibilidad de apalancar un candidato que haga eso posible.