Los cacaos de la salud, en pronóstico reservado

Silla Santandereana

Virgilio Galvis y Víctor Raúl Castillo.

Las fallas estructurales del sistema tienen en plan de recorte a las dos zonas francas de la salud en Santander.

La crisis de la salud nunca había tocado tanto como ahora a Víctor Raúl Castillo y a Virgilio Galvis Ramírez, dos cacaos de Santander que hoy lideran dos de las siete zonas francas médicas del país y que hacen parte de la lista de los superpoderosos del sistema. 

Las fallas estructurales del modelo de la salud ya les llegaron al cuello y los tiene recortando gastos, con serios problemas de flujo de caja y hasta con dificultades para pagar la nómina, justo en momentos en los que están en plena expansión.

La licitación que está adelantando la Fiduprevisora para la prestación del servicio de salud de los maestros, un contrato que en el oriente del país vale $600 mil millones, es la bocanada de aire que los dos necesitan. Ambos se la están disputando.

La puja

La prestación del servicio de salud de los profesores, es la joya de la corona de los contratos de ese sistema en el país. 

 

Desde el año pasado, el Fondo de Prestaciones Sociales del Magisterio, Fomag, está intentando adjudicarlo a través de la Fiduprevisora, pero a casi un año de haber iniciado el proceso, aún no lo ha logrado. 

Por un lado, el primer proceso que lanzó -en octubre de 2016- lo declaró desierto porque aunque se presentaron 28 proponentes ninguno cumplió con los requisitos técnicos; y por otro, el segundo, que arrancó en febrero de este año, ha estado envuelto en varias denuncias sobre presunta corrupción, y hasta la Procuraduría tuvo que intervenir y suspendió el proceso por varios días para que se modificaran varios apartes de las condiciones porque se estaban vulnerando principios de transparencia.

Aún así las denuncias han continuado, y por ejemplo la veeduría Recursos Sagrados, ha dicho que las condiciones están hechas para favorecer en su mayoría a los prestadores actuales y ya denunció a la Fiduprevisora ante la Procuraduría y la Superintendencia de Industria y Comercio por promover presunta competencia desleal.

El contrato es jugoso para los prestadores de servicios por varias razones. La primera porque está dividido en diez regiones y la más barata significa la administración de $330 mil millones de la salud de los maestros.

La segunda, porque tal y como están estipuladas las condiciones del contrato, el Fomag desembolsará los primeros cinco días de cada mes lo facturado por los pacientes (en todo el país son 324 mil docentes activos,140 mil pensionados y sus familiares), y eso hará que quien lo gane por lo menos en este caso deje de lidiar con el eterno problema del sistema: los atrasos en los pagos.

Y la tercera, porque el pago por paciente es mucho mayor que en el resto del país. Mientras que en el régimen contributivo el valor asciende a los $779 mil en promedio, en el del magisterio supera los $1,2 millones, eso debido a varias de las peleas que se ha dado la Federación Colombiana de Educación, Fecode, -el sindicato de profesores más grande del país- con el Gobierno. 

En el caso específico del oriente del país, regional que conforman Santander, Norte de Santander, César y Arauca, el contrato asciende a los $647 mil millones e incluye la atención de 102 mil usuarios. 

Para esta regional, se presentaron tres proponentes: una promesa de sociedad futura que se llamó  Futuro Salud Familiar y que está integrada por la Clínica Chicamocha y Umbral Oncológicos; la Fundación Oftalmológica de Santander, Foscal (actualmente tiene el contrato en la región); y la Fundación Cardiovascular de Colombia, FCV.

Las dos últimas empresas -la primera dirigida por Virgilio Galvis, y la segunda por Víctor Raúl Castillo- hacen parte de las siete más grandes de la salud en el país, y necesitan como nunca antes el contrato para hacerle frente a la crisis que les tocó a la puerta este año, en parte, por los ambiciosos procesos de expansión que emprendieron y que sobredimensionaron la oferta VIP de la salud en un departamento en el que la mayor demanda es la del régimen contributivo (la pagan los empleados junto a los empleadores) y subsidiado (lo paga el Estado por la población más pobre).

La crisis

La Foscal y la FCV son los dos emporios de la salud con más fortaleza financiera en Santander y su historia inicia de la mano. 

La primera inició como un proyecto del oftalmólogo Virgilio Galvis Ramírez, hijo del fundador de Vanguardia Liberal, Alejandro Galvis Galvis.  

A inicios de la década de los 90, tras consolidar su consultorio como especialista, decidió expandirse e inició la construcción de la Clínica Carlos Ardila Lulle, un proyecto que aunque contó con el apoyo del magnate santandereano y que por eso lleva su nombre, tuvo que rodearse de los mejores médicos de la época en la región para crecer .  

Uno de esos, el que se encargaría de la unidad de cardiología, fue Víctor Raúl Castillo, quien para ese entonces ya llevaba algo de terreno avanzado y desde hacía algunos años venía labrando el terreno para expandirse.

Aunque iniciaron juntos, y de hecho la Cardiovascular empezó a operar en la Clínica de Galvis, con el tiempo se distanciaron. 

La principal razón estuvo en que Castillo, para lograr sostenibilidad dentro de su proyecto, que solo con la oferta de cardiología no era tan rentable, empezó a copar otras especialidades y con ello a competirle espacios, personal y contratos a su otrora aliado.

Así que con el crecimiento de cada uno de los proyectos, Castillo y Galvis, ambos conocidos por ser cacaos que también han apoyado políticos locales y nacionales, terminaron en orillas opuestas.

Aún así, la expansión de cada uno de los emporios de la salud que dirigen ha ido ciertamente a la par en Santander. 

Luego de consolidar las respectivas clínicas, ambos anunciaron que tenían dentro de sus planes la constitución de dos zonas francas de salud, y prometieron revolucionar la prestación de los servicios usando la atención más especializada y moderna con una inversión que -sumados los dos proyectos- bordeó el billón de pesos.

Si bien lo lograron -Galvis fundó la Foscal Internacional y Castillo el Hospital Internacional de Colombia-, y efectivamente llevaron a un nuevo nivel la prestación de la salud en el país, con esos dos proyectos también coparon un mercado que aunque se necesita no es tan rentable para ellos debido a que la inversión fue muy alta. 

“Ahora tenemos un poco de camas dotadas con servicios VIP, pero el problema es que la mayoría de pacientes que las usan vienen de las EPS con las que negocian precios de atención. Entonces lo que facturan es muy poco comparado con lo que deberían recibir”, le dijo a La Silla una fuente que conoce por dentro el manejo de las dos clínicas. “Eso hace que sea insostenible el modelo, o que empiecen a generar atenciones y hospitalizaciones innecesarias para facturar”.

Aunque las zonas francas están funcionando, y por ejemplo, en Santander ya se atienden pacientes que llegan de Aruba, Curaçao, San Martín, Surinam, Ecuador y Panamá,  aún no representan lo suficiente.

En  el caso de la Cardiovascular, según le dijo a La Silla Víctor Raúl Castillo, el turismo de salud representa el 22 por ciento de la facturación del Hospital Internacional de Colombia.

“Estos son proyectos muy grandes y necesitan un músculo demasiado fuerte para mantener el punto de equilibrio”, le dijo a La Silla otra fuente del sistema en Santander que también conoce de cerca las dos clínicas. 

La demora en el despegue de los proyectos de zonas francas, que era algo previsible, debido a que están en etapa de consolidación, hizo que el cáncer de la crisis de la salud hiciera metástasis en los emporios de los dos superpoderosos. 

Si bien, la Foscal es la que menos ha sentido el embate, entre otras porque inauguró la zona franca primero y porque actualmente tiene el contrato del magisterio y eso le garantiza una entrada de dinero ciertamente puntual, hoy acumula una cartera de $180 mil millones en deudas de EPS.

“Esto crea una iliquidez que ha hecho que cada vez sea más difícil el cumplimiento a proveedores, al pago de nómina, médicos, de costos financieros. Nos ha llevado a tomar medidas drásticas y en algunos casos hemos tenido que optar por cerrar servicios a algunas EPS”, le explicó a La Silla Jorge Franco, director administrativo de la Foscal.

El año pasado la Foscal decidió dejarle prestar servicios a Cafesalud porque en palabras de Franco, los “estaba llevando a una crisis económica”, y hoy están tocando con pinzas el tema de los atrasos porque si en cualquier momento liquidan otra EPS, el hueco de la cartera no recuperada seguirá creciendo.

En el caso de la Cardiovascular, la crisis ha sido más mediática. Hace dos meses varios de sus empleados empezaron a protestar en redes sociales por la falta de pagos.

Una vez los medios centraron su atención sobre las protestas, Castillo salió a responder y explicó que las deudas de las EPS, en su caso también rodean los $180 mil millones, eran las causantes del retraso y que estaban trabajando para solucionarlo. 

Sin embargo, en una entrevista que le dio a Blu también anunció que vendrían recortes de personal porque tal y como estaba la situación del sistema, que incluso ya cuenta con EPS que dejaron de contestar para buscar acuerdos de pago, tienen que buscar la manera de ajustarse. 

Tres fuentes que han trabajado con la clínica, también le dijeron a La Silla que en el caso de la Cardiovascular la crisis también se ha agravado porque los créditos con la banca para construir el Hospital Internacional se hicieron cuando el dólar estaba por alrededor de $2 mil, y ahora que está por los $3 mil cambió el equilibrio financiero. 

Castillo le dijo a La Silla que en el fondo ese no era un factor porque las deudas rodean los $180 mil millones y si las EPS pagaran lo que le deben tendría las cuentas a par.

Debido a la falta de liquidez hoy la Cardiovascular aún debe la nómina de agosto.

Tanto Castillo como Franco coincidieron en decir que el problema, más allá de la recuperación de la cartera, está en el que sistema de intermediación de las EPS ha sido un fracaso, y los salvavidas que ha lanzado el Gobierno solo están alargando la agonía. 

Lo que viene

Con ese telón de fondo, es que actualmente las dos clínicas se disputan el contrato de la Fiduprevisora para la prestación del servicio de la salud de los maestros. 

“Eso sería lo que les daría el flujo de caja suficiente para solventarse mientras las EPS responden”, le dijo a La Silla una de las fuentes. “De lo contrario pueden entrar les va a tocar apretarse mucho para atender la crisis”.

Aunque se esperaba que el contrato se adjudicara los primeros días de septiembre, la semana pasada el proceso fue suspendido. 

Esta vez fue por una tutela que interpuso la Cardiovascular, debido a que la Fiduprevisora calificó su propuesta a última hora y no le dio tiempo para enmendar los errores, cuando los demás participantes en todo el país sí tuvieron esa posibilidad.

Como la suspensión es una medida cautelar, y la fiduciaria está argumentando que si eso pasó fue porque esa entidad no presentó los documentos en el formato que solicitaron originalmente y solo lo allegó mucho después, falta ver si el juez hace que recalifiquen la propuesta teniendo en cuenta las correcciones.

Si lo hace, la Cardiovascular entraría a disputarle directamente el contrato a la Foscal, que fue la que quedó en primer lugar de elegibilidad. La otra Unión Temporal no pasó la evaluación técnica. 

La otra semana se conocerá la respuesta del juez, y de paso, cuál de los dos emporios se queda con el respiro que necesita para evitar aún más recortes mientras las zonas francas terminan despegar o al menos parte de las EPS se ponen al día.
 

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