El movimiento cocalero, que ha sido tradicionalmente la base social de las Farc y podría ser uno de los fortines de su futuro partido, quiere poner candidatos a competir por las circunscripciones de paz.
Los cocaleros le apuestan al 2018
El movimiento cocalero, que ha sido tradicionalmente la base social de las Farc y podría ser uno de los fortines de su futuro partido, quiere poner candidatos a competir para llegar al Congreso en el 2018.
Los cocaleros al Congreso
La apuesta de los cocaleros por las circunscripciones de paz, creadas en el Acuerdo de Paz para darle representatividad en el Congreso a los municipios más afectados por la guerra y que entra esta semana a tercer debate en la Cámara de Representantes, arranca por la Coccam, la Coordinadora de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana.
Aunque aún no se han terminado de definir las reglas de juego que tendrán los movimientos sociales para llegar al Congreso, La Silla supo que desde ya, el movimiento que según sus propios cálculos agrupa a 80 mil cultivadores de coca de 17 departamentos del país, quiere poner candidatos en alianza con otras organizaciones sociales a competir por esas curules extra en 2018 y 2022.
La organización, que fue creada en enero de este año, no nació con fines electorales sino para “ser los interlocutores de la sustitución de cultivos con el Gobierno y las Farc”, como le dijo en ese momento a La Silla César Jerez, uno de los líderes del movimiento de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina, Anzorc, que fue la que promovió la creación de los comités cocaleros que se agrupan en la Coccam.
Eso lo lograron. Al punto de que, como contamos, otras organizaciones sociales que no están en la Coccam decían que ellos habían monopolizado la interlocución con el Gobierno en la firma de los acuerdos de sustitución de cultivos.
De un tiempo para acá, además, los líderes de la Coccam están buscando acuerdos con otras organizaciones sociales campesinas para lanzar candidatos que tengan arraigo entre los cultivadores de coca en los municipios más afectados por el conflicto. Y que son, a la vez movimientos afines a las Farc que por años dominaron la mayoría de esos territorios.
“Para nosotros es muy importante llegar al Congreso porque nos va permitir llegar a donde nunca habíamos llegado: donde se definen las reglas que nos aplican a todos”, dijo a La Silla Luz Perly Córdoba, coordinadora de la Coccam. “Queremos ver cómo logramos una gran convergencia con el movimiento campesino, indígena y negro porque los problemas estructurales del campo, que son los que buscamos resolver, no son exclusivos de la Coccam”.
Por ejemplo, esas alianzas serían con la Asociación Campesina Ambiental Losada Guayabero, Ascal-G en Meta y Caquetá o la Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, en Norte de Santander, la Mesa Regional de Organizaciones Sociales del Putumayo, Meros, la Asociación de Juntas de Acción Comunal en Caquetá y los consejos comunitarios afros en el Pacífico caucano y nariñense. Todas esas tienen en común que son organizaciones campesinas de izquierda que ayudaron a promover los comités cocaleros que conforman a la Coccam.
Según sus cálculos, su fuerza electoral se concentra sobre todo en Cauca, Nariño, Putumayo, Meta, Guaviare y Caquetá. Es decir, departamentos donde no sólo se cultiva el 70 por ciento de la coca del país según el último informe del Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de las Naciones Unidas, Simci.
También todos estos departamentos tienen municipios que quedaron cobijados con las nuevas circunscripciones especiales de paz que creó el Acuerdo de La Habana: una -la más grande- que incluye municipios del sur del Valle, el Cauca y el norte de Nariño; otra para el Pacífico caucano y la Buenaventura rural, otra para el Pacífico nariñense, otra para Caquetá, una en Putumayo y una más para Guaviare y sur del Meta.
“Ahí es donde somos más fuertes porque es donde hay más densidad de cultivo y por lo tanto más familias cocaleras”, nos explicó Córdoba.
“En este momento el movimiento cocalero es el más dinámico del campesinado colono. No solo porque estamos hablando de miles de familias cocaleras, sino también por la capacidad de movilización y por el papel que están jugando justo ahora haciéndole resistencia a la erradicación y promocionando la implementación del acuerdo”, nos dijo Jerez.
Por ahora, según Luz Perly Córdoba no han definido candidatos ni tampoco si se van a lanzar a nombre de la Coccam o de otra organización social. Más bien, por ahora están mapeando con sus coordinadores regionales qué propuestas van a representar como organización cocalera.
Aún así, tanto La Silla Sur y La Silla Pacífico encontramos casos de miembros de la Coccam que ya se están moviendo en los territorios para promover sus aspiraciones al Congreso por las circunscripciones de paz.
Los casos
En Caquetá, según dijo a La Silla Edusmildo Ríos, uno de los coordinadores departamentales, el candidato de ellos va ser Balvino Polo, un miembro de la Coccam, líder del municipio de La Montañita y excandidato en 2015 a la asamblea departamental por la Unión Patriótica.
“Me aventuro a decir que Balvino va a ser nuestra carta. Vamos a apoyarlo todos los de la Coccam”, dijo Ríos.
La Coccam en Caquetá agrupa a los comités veredales de 8 de los 16 municipios con alrededor de cinco mil cultivadores.
Aprovechando esa base, Balvino quiere lanzarse como candidato de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de Caquetá, una organización súper poderosa del sur del país a través de la cual las Farc aspiran a influir en la escogencia de un candidato porque así se lo confirmó a La Silla una persona que pertenece a la exguerrilla. “En muchas partes las Juntas han aprendido a trabajar de la mano con el movimiento (Farc) y hemos tenido una muy buena relación y por eso esperamos incidir en esas elecciones”, dijo esa fuente.
En Putumayo, aunque como habíamos contado suena el nombre de Yule Anzueta, que es miembro de la Coccam, Anzueta dijo a La Silla que “eso todavía no está confirmado. Hay quienes han postulado mi nombre pero todavía no hemos tomado una decisión”.
Aparte de la Coccam, Anzueta también está en la Mesa Regional de Organizaciones Sociales del Putumayo conocida como Meros, que fue justamente la organización que convocó al famoso paro cocalero de ese departamento en 2013.
En Cauca pasa algo parecido. Desde hace unos meses se viene ventilando entre los líderes de los consejos comunitarios que uno de los candidatos a la circunscripción de paz que incluye a la Buenaventura rural y a los tres municipios del pacífico caucano (Guapi, Timbiquí y López de Micay) es Jesús Orlando Grueso Obregón, mejor conocido en la región como Cujar y que es el coordinador de la Coccam para esta región.
Aunque su nombre suena bien entre varios líderes de consejos comunitarios de esta región consultados por La Silla, su caso es llamativo porque está vinculado a una investigación abierta en la Fiscalía que lo acusa de ser miembro de las Farc y responsable al atentado de la isla de Gorgona en agosto del 2014 que dejó un policía muerto y tres heridos en plena crisis de los diálogos de paz en La Habana.
En ese momento, Cujar fue capturado por la Policía junto con su papá, Plutarco Grueso, de 75 años, y otros cinco jóvenes de Guapi que fueron sindicados de ser milicianos del frente 29 de las Farc y los supuestos responsables de los atentados de esa guerrilla contra la Fuerza Pública en esa región.
Un año más tarde, en agosto del 2015, su hermano Marino Grueso fue capturado también por la Policía sindicado de ser guerrillero del frente 29 de las Farc en Guapi. Su captura se dio, según él, justo después de haber inscrito en la registraduría su candidatura a la Alcaldía de Guapi para las elecciones regionales de 2015 con el aval de la UP.
Ambos le dijeron a La Silla que su proceso fue un montaje para dañar su candidatura que en Guapi sonaba con mucha fuerza. Tanto así que a pesar de que Marino estuvo preso durante los meses claves de la campaña, sacó la segunda votación (2.090 votos). En todo caso, hoy ambos están libres por vencimiento de términos, pero su proceso en la justicia sigue andando.
Aún así, la apuesta de los Grueso es que Cujar llegue a la Cámara de Representantes en el 2018 y Marino vuelva a buscar la Alcaldía en 2019. Y ambos dicen estar convencidos de que la justicia no tiene pruebas para demostrar que ellos son guerrilleros y la Fiscalía tampoco ha podido probarlo. Por eso, están haciendo campaña y reuniones con los consejos comunitarios de la región apoyados en el trabajo que adelanta la Coccam para promover acuerdos de sustitución de cultivos donde aunque muchos viven de cultivar la coca, no se ha firmado ninguno.
A eso se suma que ambos vienen de trabajar con organizaciones sociales campesinas de izquierda, son muy fuertes en Guapi bajo movimientos como Marcha Patriótica y el Movimiento Étnico Popular del Pacífico, Moep, una organización que según Marino Grueso, tiene una apuesta política por reivindicar las luchas étnicas en el Pacífico y que de hecho, ya tiene un diputado en la Asamblea de Nariño, Heriberto Campaz.
Aunque como contó La Silla, dos fuentes que conocen las movidas de los consejos comunitarios afros en el pacífico sur dicen que la MOEP tiene afinidades ideológicas con las Farc, Marino Grueso lo niega.
“Yo no soy de las Farc. Si la gente estuviera preocupada porque fuera de las Farc no habría sacado la votación que saqué. La gente en Guapi sabe que yo nunca he tenido un arma, ni una navaja”, le dijo a La Silla.
Por ahora, ninguno sabe si su candidatura contará con el sello de la Coccam o si contarán con el respaldo de las otras organizaciones de las que hacen parte. Pero, según un líder de los consejos comunitarios del pacífico caucano, su trabajo político se ha concentrado sobre todo en promover las banderas que defienden los cocaleros en contra de la erradicación forzada y de buscar un desarrollo económico alternativo para estas comunidades. Así han hecho numerosas reuniones en los tres municipios del pacífico caucano donde han aprovechado para promover la candidatura de Cujar a las circunscripciones de paz.
Su preocupación, sin embargo, es que su proceso en la justicia reviva. “Nosotros nos vamos a meter pero son capaces de volvernos a coger”, le dijo a La Silla Marino Grueso.
Aunque hoy las reglas de juego para aspirar a las circunscripciones especiales de paz no han terminado de definirse, estas aspiraciones son el germen de una eventual bancada cocalera en el Congreso.