Detrás de dos asesinatos está el choque por el control del territorio y del negocio de la marihuana.
Los indígenas del norte del Cauca están en la mira de las disidencias
Entierro del líder indígena Gersaín Yatacue el pasado 5 de agosto. Foto: Twitter Acin
El fin de semana pasado asesinaron a dos indígenas del norte del Cauca, un guardia y un médico tradicional y alguacil; también un campesino que no hacía parte del movimiento indígena.
Detrás de los asesinatos está el recrudecimiento de la guerra de las disidencias de las Farc contra los pueblos indígenas que reclaman el control de su territorio, rechazan la presencia de grupos armados y el negocio del narcotráfico.
Los choques entre armados e indígenas
El primero de agosto asesinaron al guardia indígena Gersaín Yatacué, que estaba encargado de coordinar la guardia de la vereda San Julián de Toribío, Cauca, en la vía que conduce de Toribío a Caloto. Yatacué es el tercer guardia asesinado este año.
Tres días después, el cuatro de agosto, hombres armados en una moto asesinaron en la madrugada al médico ancestral y alguacil, Enrique Guejia Meza, en el corregimiento de Tacueyó, en Toribío.
Ellos se suman a los 33 indígenas del norte del Cauca asesinados este año, según le dijo a La Silla el delegado de derechos humanos de la organización indígena Cric, Jhoe Sauca.
Aunque se ha dicho en medios que individualmente no tenían amenazas, días atrás circuló en el norte del Cauca un panfleto firmado por el Cartel de Sinaloa, que amenaza con masacrar a la guardia indígena. Van más de 15 este año.
“Creemos que los asesinatos fueron la materialización de esas amenazas”, le dijo a La Silla la lideresa nasa Aida Quilcué.
Si bien el panfleto está a nombre del Cartel, una fuente militar que conoce del tema le dijo a La Silla que este grupo no hace presencia directa en el norte del Cauca, no suele enviar panfletos, maneja bajo perfil y compra la marihuana a través de intermediarios. Por eso, tanto la Gobernación del Cauca como los militares de la zona, creen que las amenazas y atentados son de las disidencias.
De hecho, el 25 de julio hubo un atentado con armas y explosivos que dejó heridos a los guardias Giovany Vitoncó, Fabias Camayo, Arcadio Tróchez y Jorge Ulcué. El hecho se dio cuando los guardias transportaban un carro que, al parecer, había sido robado días antes por las disidencias, en la vía que conduce del corregimiento del Palo hacia Toribio.
Según una fuente gubernamental del Cauca, que pidió no ser citado porque no es vocero, y una fuente militar de Cauca que tampoco lo es, detrás de estas amenazas y asesinatos estarían las disidencias del sexto frente de las Farc, que la Fuerza Pública acusó de haber infiltrado la Minga de este año, llamadas Jaime Martínez liderada por alias Mayimbú (quien reemplazó a alias Mordisco) y Dagoberto Ramos liderada por alias el Indio, que tienen cada una unos 140 hombres armados y que usan diversos nombres para camuflarse.
Las causas son varias, aunque la de raíz es la presencia de cultivos ilegales. “Si no hubiera cultivos de coca y marihuana los armados no estarían aquí”, le dijo a La Silla el líder Sauca.
Por un lado, desde su nacimiento en 2001 la guardia han luchado porque no haya hombres armados en sus territorios, ni cultivos ilícitos y la seguridad en general.
Desde que se fueron las Farc y llegaron las disidencias y otros grupos como los Pelusos, la guardia ha decomisado por lo menos 6 toneladas de marihuana, ha capturado varios disidentes, ha destruido armamento, recuperado carros robados, y recientemente acompañaron a la empresa de energía CEO a hacer los cortes a los cultivadores de marihuana que se roban la energía y que, como contamos, podían generar un riesgo adicional a las comunidades.
Eso afecta directamente a las disidencias que se lucran del negocio de la marihuana al cobrar impuestos por la siembra, cosecha y comercialización, por lo que la guardia se les convierte en una talanquera.
Además de eso, según supo La Silla por una fuente gubernamental, hay otra hipótesis que podría explicar el reciente recrudecimiento de la violencia, pero que las autoridades no han podido confirmar aún.
Al parecer, la guardia indígena habría capturado el mes pasado a alias el Indio, el cabecilla de la columna Dagoberto Ramos, y las muertes buscarían presionar su liberación.
Los indígenas no han confirmado a las autoridades si lo tienen, y La Silla tampoco pudo confirmarlo por aparte.
En todo caso las dos muertes parecen ser el comienzo del recrudecimiento de la violencia contra los indígenas en el norte del Cauca.
Una bomba que no para de crecer
Si bien las disidencias demostraron con los recientes asesinatos y ataques que aumentarán la presión hacia los indígenas, la respuesta ha sido fortalecer su discurso y su presencia en el territorio, lo que puede acrecentar la violencia aún más.
De hecho, la Gobernación tiene prendidas todas las alertas porque cree que esta población indígena del norte del Cauca está en grave riesgo de ser masacrada.
“Aunque ser guardia es un riesgo permanente, esa es la única forma de permanecer en el territorio, si no nos organizamos ya nos hubieran matado y despojado a todos, nosotros resistimos para no ser desplazados”, explica la lideresa Aida Quilcué sobre su defensa del territorio.
Una muestra de eso es que el pasado domingo los indígenas capturaron a dos presuntos asesinos del alguacil y médico Enrique Guejia y que la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acin, que agrupa a 19 cabildos, sacó un comunicado en el que dijeron cómo refuerzan su control.
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Ordenan la salida de todos los grupos armados de sus territorios, y anuncian que van impedir que se asienten en cualquier vereda.
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Dicen que van a seguir respondiendo ante todas las amenazas y ataques unificadamente entre todas las autoridades indígenas
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Prohíben que cualquier persona porte armas.
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Anuncian que decomisarán carros robados y liberarán secuestrados, con la colaboración de la Defensoría del Pueblo como único enlace institucional
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Informan que crearán un Plan Autónomo para acabar con los cultivos ilícitos, empezando por sacar a personas no indígenas que tengan cultivos ilícitos.
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Avisan que seguirán los decomisos.
El conflicto tiende a agravarse porque, a diferencia del que había cuando estaban las Farc, los indígenas hoy no tienen plena seguridad de quiénes están detrás de los ataques.
“Nos llegan amenazas de todo lado. Lo complejo es el sinnúmero de actores armados que hay, antes con las Farc y ELN sabíamos a quiénes hacerle frente, pero hoy no lo sabemos”, explica el líder de Derechos Humanos, Sauca.
Para los indígenas la solución está en que el Gobierno les dé más herramientas para organizarse y protegerse, acelerar los planes de protección colectiva y sobre todo acelerar los planes de sustitución de cultivos para atacar los cultivos ilícitos que es el problema de fondo.
Mientras tanto la violencia en el norte del Cauca seguirá al acecho de los indígenas.