Los primeros choques en el piloto de fracking son por el empleo local

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Mientras la discusión nacional del fracking es ambiental, en Puerto Wilches, lugar del primer piloto, la tensión gira en torno a los beneficios económicos que deja el petróleo. 

En medio del debate nacional por el fracking, ya arrancó el trabajo de campo de Ecopetrol para el primer piloto de fracturamiento hidráulico. Así llaman los expertos a esta controversial técnica de explotación de hidrocarburos no convencional. 

Como contamos, el fracking está siendo evaluado por el gobierno de Iván Duque a través de estos pilotos, para determinar si es una técnica viable de explotación petrolera en otras zonas del país. 

El proyecto fue bautizado Kalé y queda en Puerto Wilches, Santander, un municipio clavado en el magdalena medio, de alrededor de 30 mil habitantes. Además de la palma de aceite, en Puerto Wilches hay una tradición petrolera que se remonta a la década de los años cincuenta. 

Sobre el fracking, la comunidad aún no se ha manifestado decididamente a favor o en contra. Sin embargo, los líderes comunales y los de asociaciones de trabajadores ya tienen una exigencia clara: que la petrolera, desde la etapa previa a la explotación, contrate mano de obra local. Y están presionando por eso. 

Así, mientras la discusión nacional gira en torno al impacto ambiental del fracking, el inicio de las actividades para el piloto pone en el centro del debate un reclamo social que viene de años atrás: que las actividades de extracción en el municipio promuevan el desarrollo económico y social. 

La Silla Vacía ha hecho dos visitas a Puerto Wilches. Un municipio bañado por el río Magdalena y sus ciénagas, vecino de Barrancabermeja, donde está la segunda refinería más grande del país, y en el que el debate del fracking se juega un capítulo crucial.   

El pulso

Hace dos semanas una caravana de camionetas 4x4 llegó a Wilches. Es una imagen frecuente en la zona, pues Ecopetrol tiene 173 pozos activos y una producción de 20 mil barriles diarios. Muchas empresas subcontratistas entran y salen de la región para hacer trabajos temporales.

Pero cuando llega gente de afuera, todo el mundo se entera. Wilches es lo suficientemente pequeño como para recorrerlo en 40 minutos. Desde las 50 mil hectáreas de palma que rodean la carretera para llegar al casco urbano, hasta el borde del río Magdalena, contenido por un dique que se destruye y reconstruye con cada temporada de lluvias. 

En esta ocasión, la fila de camionetas parqueadas en una de las calles del centro de Wilches, donde están los hoteles, alertó a varios líderes sobre la llegada de profesionales foráneos en medio de la discusión del piloto de fracking. Se corrió la voz y supieron que eran trabajadores de SGI SAS, la empresa encargada de elaborar el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto Kalé. 

Los líderes de Wilches armaron un plantón frente al hotel y en redes sociales denunciaron que eran cerca de 40 trabajadores de SGI y ninguno era de Puerto Wilches. 

Eso es clave porque la contratación de mano de obra local y la intermediación laboral son el principal conflicto social entre las comunidades y la industria petrolera en el Magdalena Medio, según el Diagnóstico de Conflictividad Social de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, de 2016. 

Es decir, el reclamo histórico de la gente es que las empresas llegan a su territorio, sacan el petróleo y se van sin generar beneficios para las comunidades en materia de empleo. Sin embargo, según las cifras de Ecopetrol, en 2020 hubo 399 trabajadores de empresas contratistas en Puerto Wilches y 352 fueron de mano de obra local. 

También les preguntamos sobre la caravana y aunque no nos precisaron cuántos llegaron ese día, sí nos dijeron que habían contratado 21 personas foráneas de perfiles muy específicos, como especialistas en hidrogeología o geotecnia, puestos para los que nadie del municipio se había presentado para participar luego de siete convocatorias. 

Sin embargo, lo que denunció la gente en el plantón fue que nunca se enteraron de esas convocatorias. Además, Ricardo Cortés, quien estuvo allí y es representante de Fedempleo, una de las 14 asociaciones de trabajadores de mano de obra calificada y no calificada de Puerto Wilches, nos dijo que entre los trabajadores que llegaron en la caravana de camionetas encontraron a un auxiliar administrativo, un perfil nada especializado. 

 “Cómo es que Ecopetrol nos viene a proponer un proyecto de esta magnitud, un proyecto que es riesgoso para todos, que no sabemos a dónde nos va a llevar, y, sin embargo, lo primero que hacen es actuar de la misma manera: seguir contratando personal sin sacar vacantes en lo local, sin saber si en Wilches, en Barranca, en Cantagallo (municipios vecinos) hay o no hay”, dijo Cortés. 

Ecopetrol nos dijo que ya tiene 37 vacantes para contratar personal exclusivamente de Puerto Wilches. 

En todo caso, en su momento el episodio del personal foráneo cayó mal porque una semana antes cuatro representantes de SGI se habían reunido con líderes comunales para socializar su plan de contratación de personal, y nunca mencionaron que ya había personal contratado de afuera.

El reclamo laboral

La Silla estuvo en esa reunión, el 9 de marzo, en lo que resultó ser un microcosmos del conflicto que podría seguir entre las comunidades y Ecopetrol.

 

Fue en la sala de juntas donde sesiona el Concejo del municipio. Además de la gente de la contratista SGI, y el secretario de Gobierno como mediador, había unos 25 líderes de la comunidad. Otros líderes, e incluso personal directo de Ecopetrol, siguieron la reunión por videollamada. 

Allí, la contratista contó que había abierto 15 vacantes para mano de obra local y ya había preseleccionados. La oferta principal era para el rol de baquianos, gente que conoce bien la zona y sirve de guía para los expertos ambientales. Luego, cuando fue el turno de los líderes, las inconformidades y exigencias salieron a flote.

Según ellos esas convocatorias no se socializaron. De modo que la mayoría de los wilchenses, sobre todo los de zonas apartadas, no se enteraron de que existían.

“Si ustedes van a entrar a hacer una investigación, porque aún no está aprobado eso, por lo menos subsanen el conflicto laboral. Den trabajo en las zonas, que también hay gente profesional”, dijo Miladis Ayala, la presidente de Asojuntas de Puerto Wilches.

En ese momento, una representante de Ecopetrol argumentó que las socializaciones de ofertas laborales se habían hecho desde octubre pasado. El ambiente se tensionó y los líderes reviraron. 

Dijeron que no era cierto, y que en todo caso, para octubre del año pasado aún no era oficial el piloto de fracking Kalé. Incluso el secretario de Gobierno de la Alcaldía, que participa en las reuniones como garante, se mostró inconforme, y apoyó a los líderes.  

Al final de la reunión, tanto SGI como la misma Ecopetrol reconocieron que no habían socializado de manera suficiente la apertura de esas vacantes. Y llegaron al acuerdo de suspender el proceso de contratación de los 15 preseleccionados y reabrir las convocatorias. Lo avanzado en casi seis meses volverá a empezar de ceros. 

Un funcionario público de la región que sigue de cerca el tema, pero que nos pidió no ser citado para evitarse problemas, dijo que desde ya prevén que el conflicto en torno a la contratación va a aumentar. 

“Lo que vemos es que, por un lado, las comunidades de los corregimientos, del centro, las asociaciones, todos se están uniendo más para exigir. Y por el otro lado, Ecopetrol ha manifestado que en esta etapa no va a haber tanta oferta laboral. Eso va a ser muy difícil de conciliar”, nos dijo. 

El antecedente

A mediados del año pasado, en plena pandemia y cuando aún se desconocía que el piloto de fracking iba a ser en Puerto Wilches, las asociaciones de trabajadores hicieron un paro de 18 días exigiendo mejores condiciones laborales. 

La petición central era la misma que alrededor del fracking: que las empresas contratistas de Ecopetrol no emplean suficiente mano de obra local. Y que los que sí contratan, son para actividades temporales de contados meses, semanas y a veces apenas tres días. 

Esa inconformidad lleva décadas, pero justo en julio del año pasado, en plena pandemia, escaló. Cerca de 500 personas de asociaciones de trabajadores se organizaron para protestar. Hicieron turnos de a 100 o 150 personas cada día para impedir la entrada y salida de los trabajadores de las instalaciones de la petrolera estatal. 

El paro finalmente se levantó con la conformación de mesas de trabajo entre representantes de esas asociaciones y líderes comunales, Ecopetrol y el Ministerio de Trabajo, la Procuraduría y la Alcaldía como garantes. Se han reunido periódicamente, pero según tres líderes de la zona y una fuente de la Alcaldía que pidió no ser citada, nada cambió.

Le preguntamos al Ministerio de Trabajo qué sucedió, y aunque nos respondieron que continúan haciendo seguimiento, no nos dijeron qué avances o compromisos hubo en concreto. 

Por eso la tensión sigue viva. Desde anoche grupos de trabajadores iniciaron una protesta en las instalaciones de Ecopetrol en Puerto Wilches, Cantagallo, Yondó, Barrancabermeja y Sabana de Torres, todos municipios del magdalena medio. 

Aunque puede ser cosa de un día, tres líderes comunales, una fuente de la Alcaldía, dos representantes de asociaciones, y un concejal nos mencionaron por aparte que está corriendo el rumor de un paro regional reclamando por empleo e inversión social. El tema desbordó las fronteras de Wilches y participarían personas de Barrancabermeja, Sabana de Torres, Puerto Wilches, Cantagallo y Yondó. 

Si bien no hay fecha concreta, la idea que se está ambientando da cuenta del nivel de presión que las comunidades están buscando ejercer. 

Eso es clave porque la ong Crudo Transparente registró 23 huelgas y protestas de trabajadores de Ecopetrol entre 2017 y 2020, todas motivadas por “incumplimientos en las condiciones laborales”. Una de esas fue la de Puerto Wilches.

Estos antecedentes son importantes para Kalé, el primer piloto de fracking de Colombia, que toma el nombre de una de las lunas de Júpiter, en alusión a la formación de roca porosa La Luna. Ahí se calcula que podría haber entre 2.000 y 7.000 millones de barriles de petróleo aprovechables con fracking, lo que, en el rango más bajo, duplicaría las reservas probadas de crudo que tiene Colombia.   

Pero para llegar ahí falta bajar de Júpiter al Magdalena Medio. Al arranque la gente demostró que tiene la capacidad de parar por periodos de tiempo considerables. Eso podría minar las cuentas de la petrolera, que espera presentar el estudio de impacto ambiental a la Anla en el segundo semestre de este año para avanzar con el piloto que busca averiguar si se puede hacer fracking en Colombia. 

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