Los trapos rojos pintan el drama por las ayudas que aún no llegan en Bogotá

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Trapos rojo en una casa de la localidad de Santa Fe. Foto: Cortesía Marlon Cruz.

Unas 238 mil familias pobres y vulnerables de la ciudad aún no reciben subsidios o mercados después de 20 días de confinamiento, a pesar de los avances de la Alcaldía y la Nación. Ya comenzaron a protestar.

 

“Estos ya parecen barrios liberales”. El edil del Polo Christian Robayo describe así su localidad, Ciudad Bolívar, que por estos días se llenó de trapos rojos en las puertas y ventanas de muchas casas en donde la gente manda la señal de que, sin poder salir a trabajar, necesita un mercado o un subsidio para comprar comida después de 20 días de cuarentena.

Los trapos rojos, que para muchas personas se han hecho familiares a través de fotos en redes sociales (vea aquí y aquí), no sólo se han visto en el Sur, sino en el centro de Bogotá, así como en otras partes del país. No es claro en qué momento nació la idea de ponerlos, ni ndónde, pero en esta ciudad pintan el drama de al menos 238 mil de las 500 mil familias a las que la alcaldesa Claudia López les prometió una ayuda en dinero o en especie, de la Alcaldía o del Gobierno Nacional, para llevar sin hambre el aislamiento que la ciudad comenzó el 20 de marzo para evitar la propagación del coronavirus.

López puso como plazo inicial la semana pasada para llegarles a las 350 mil familias más pobres de estratos 0, 1 y 2, con ayudas de alrededor de 423 mil pesos.

Sin embargo, esta mañana dijo en rueda de prensa que esa meta se cumplirá el próximo domingo, y que a los 150 mil restantes les entregarán bonos o mercados de aquí al 27 de abril, cuando termina la extensión de la cuarentena.

Hasta ahora les ha llegado a 262 mil familias, un logro muy grande teniendo en cuenta que tan sólo un día antes llevaban 185 mil.

El problema es que la gente que hasta ahora no ha sido atendida comenzó a salir a protestar o, como le dijeron algunos a La Silla Vacía, simplemente no sabe qué hacer.

Voces del desespero

Además de los trapos rojos, ayer en la ciudad hubo otras tres muestras del desespero y descontento de mucha gente que siente que necesita ayuda mientras no puede trabajar, pero no la ha recibido.

En Suba y en Bosa, grupos de obreros de la construcción salieron a protestar porque son trabajadores que viven a jornal y en la cuarentena no han podido trabajar ni recibido ayudas. 

Los de Suba, de hecho, habían salido la semana pasada y habían llegado a un acuerdo con la Alcaldía de seguir discutiendo por medio de un grupo de whatsapp para evitar que se volvieran a juntar tantas personas. La Alcaldía quedó de evaluar si aplicaban para recibir alguna ayuda o subsidio.

Ayer también hubo un grupo de vecinos del barrio Arborizadora Alta, en Ciudad Bolívar, que salió a protestar porque la Alcaldía instalará allá durante la cuarentena un albergue para gente que no tiene vivienda. Uno de los protestantes le dijo a RCN Radio que no lo permitirían mientras ellos no recibieran ayudas también. 

La Silla Vacía habló con personas de cuatro localidades que contaron cómo han vivido sin ayuda hasta ahora a pesar de que la necesitan:

Tracy Torres Murcia. Barrio San Isidro (San Cristóbal): “Tengo 27 años y vivo con mis hijos de nueve y dos años. Mi trabajo era vender tinto por la calle, en la zona de mecánicos de San Isidro, pero los talleres están cerrados. 

Nunca he aplicado a nada de Familias en Acción, nunca fui a averiguar. Hasta ahora que está pasando esto fue que pregunté por eso, pero igual en mi casa no tengo acceso a internet ni a computador. 

Le pedí a mi mamá que me metiera en el listado que está haciendo la Alcaldía de vendedores informales a ver si por ahí logro una ayuda. 

El viernes pude recoger el bono que dan por los refrigerios de mi hijo en el colegio y con esos 50 mil pesos compré seis artículos: pollo, habichuelas... Gracias a Dios todavía tengo mercado, aunque no tengo mucha plata y ahora que extendieron la cuarentena no sé cómo hacer. 

La gente intenta rebuscarse. Ayer, por ejemplo, me encontré a una colega que llevaba dos termos escondidos y vendió dos tintos en una droguería. Son 1.200 pesos que sirven para un pan, pero la Policía la ha visto varias veces y le ha dicho que se vaya para la casa”.

Jorge Ariza. Asentamiento en la vía a la vereda Quiba (Ciudad Bolívar): “Esto no es un barrio. Es un asentamiento recostado a lo que antes se conocía como Bella Flor. Somos unas 60 familias que desde el 2009 llegamos como víctimas de desplazamiento del Tolima y Córdoba. Hicimos las casas en madera. La mayoría somos campesinos que aprendimos el rebusque y nos dedicamos al reciclaje, la construcción y al trabajo informal. Hemos sacado los trapos, pero nada.

A unos sí les ha llegado lo de Familias en Acción, a los de la tercera edad les han llegado sus bonos y las mamitas han podido ir a reclamar el bono que les dan por los refrigerios de sus hijos. Pero a los que vivimos del rebusque no nos ha llegado nada para la alimentación de la familia. 

Hasta ahora hemos vivido con las reservas que cada uno tiene, y como vivimos del reciclaje, a veces sale uno por familia a ver qué consigue. 

También hemos tratado de autogestionarnos porque como algunos tienen huertas, siembran ahí lo que pueden y compran los huevos o la carne. Pero esta semana estamos preocupados porque no llega nada y ahora que la cuarentena se extendió nos preocupa”.

Pilar Moreno. Barrio Dorado Bajo (Santa Fe): “Esta es una casa familiar estrato 2. Aquí vivo con mis tres hermanos discapacitados que son adultos mayores. Ellos no pueden trabajar y por eso reciben un bono de discapacidad de la Alcaldía con el que uno reclama un mercado, pero estamos con lo que recibieron el mes pasado y yo, que trabajo haciendo aseo en apartamentos, no he podido volver a salir.

A mí me hicieron la encuesta del Sisbén, pero hasta ahora no me ha llegado nada por eso. Tampoco he ido a pedir nada a ningún lado porque como dicen que uno no puede salir”.

Dolfi Rubiano. Barrio San José sur (Rafael Uribe Uribe): "Tengo 42 años. Este es un barrio estrato 3. Soy ama de casa, tengo un niño de 11 años y vivo con mi esposo y mis suegros, que son adultos mayores. Yo no puedo trabajar porque sufro del corazón y mi esposo se dedica a hacer estampados, pero paró con la cuarentena.

Antes de que comenzara todo esto yo estaba en el programa Bogotá te nutre, de la Alcaldía, en el que me llamaban para llevar a mi hijo a que lo pesaran y verificaran si se estaba alimentando bien. Ahí nos daban un mercado mensual, pero este mes no han llamado. Y yo estoy registrada en el Sisbén, pero hasta ahora tampoco he recibido ayudas por eso. Tengo una vecina que nos ha ayudado con mercado. Por ejemplo, ahora me trajo un pollo”.

El lío para llegarle a la gente

Hace dos semanas, cuando Claudia López lanzó el programa Bogotá Solidaria en Casa, dijo que como entre las 500 mil familias que tienen como objetivo también entraban aquellas que generalmente no reciben subsidios del Estado y por lo tanto no están en las bases de datos de Familias en Acción, Jóvenes en Acción o del programa de Adulto Mayor, las buscarían para entregarles las ayudas.

Inicialmente hubo facilidades, como que las empresas de telefonía celular, gracias a una orden de la Superintendencia de Industria y Comercio, les pasaron sus bases de datos al Gobierno Nacional (que en esto trabaja de la mano con la Alcaldía) para poder ampliar las bases de datos de personas a las que pudieran llegarles, y tener el contacto para avisarles de los giros, por ejemplo.

Pero también ha habido inconvenientes técnicos para agilizar el proceso. 

El Secretario de Hacienda, Juan Mauricio Ramírez, le dijo a La Silla Vacía que cuando le pasaron una base de datos a Davivienda, los sistemas de ese banco no procesaron los números de cédula correctamente.

Además, la búsqueda en terreno de la gente que no está en bases de datos comenzó el sábado pasado (dos semanas después de que empezó el aislamiento en Bogotá), cuando funcionarios de la Alcaldía fueron a recoger información de familias que también tienen derecho a las ayudas. 

Empezaron en Chapinero y en estos días han ido a Santa Fe, Los Mártires y La Candelaria.

De esa forma, comenzaron a tomar los datos, ahora sí, de las familias que viven en pagadiarios, un problema que le estalló en la cara a la Alcaldía porque a la gente que vive en esos sitios comenzaron a desalojarla desde el fin de semana del simulacro, hace ya 15 días, y en su mayoría es gente pobre que vive del diario, como contamos hace una semana.

Este trabajo en terreno no ha estado al margen de críticas. 

Marlon Cruz, edil liberal de Santa Fe, le dijo a La Silla que él acompañó el recorrido de los funcionarios en esa localidad y que no entiende por qué dejaron por fuera unos 20 barrios agrupados en una UPZ (Unidad de Planeación Zonal, grupo de barrios en los que  la Alcaldía divide las localidades) llamada Lourdes, donde dice que hay gente que también necesita ayuda.

Esta mañana, en la Secretaría de Hábitat, que coordina este proceso, le dijeron a La Silla Vacía que aún no tienen un consolidado de cuántas familias llevan hasta el momento censadas de esta forma.

El caso es que eso le ayudará a la Alcaldía a tener un mayor alcance, y a incluir a personas como Tracy Torres, la vendedora de tintos de San Cristóbal que nos habló para esta historia. O a muchos venezolanos, pues de los 453 mil que hay en Bogotá, sólo 43 mil han sido encuestados para el Sisbén, de acuerdo con la Secretaría de Planeación.

Eso se suma a que desde ayer, el Gobierno Nacional comenzó a girarle 160 mil pesos a 3 millones de personas en todo el país que tampoco están en los programas convencionales de subsidios ni serán beneficiarias de la devolución del IVA, pero se consideran población vulnerable en medio de esta emergencia.

Ese programa se llama Ingreso Solidario, lo echó a andar Planeación Nacional y la Alcaldía lo metió dentro de su paquete de Bogotá Solidaria. De hecho, fue lo que logró que entre lunes y martes el programa de la Alcaldía pasara de 185 mil a 262 mil familias beneficiadas.

No se construyó con trabajo de campo (como está haciendo la Alcaldía), sino cruzando bases de datos del Sisbén, el Departamento de Prosperidad Social y los ministerios de Trabajo, Salud y Hacienda.

Ahí, en todo caso, se corre el riesgo de girarle plata a quien no lo necesita.

La Silla Vacía conoció ayer gracias a uno de nuestros usuarios el caso de un hombre en Medellín que vive en estrato cinco al que le llegó el giro (nos mandó pantallazo) a una cuenta que ya no usa.

Y desde ayer también se volvió viral el trino de un usuario de Twitter en Neiva que muestra el pantallazo de la consignación para quejarse de que no la necesita.

Aunque aún no es claro cuál sea la magnitud de esos errores porque los giros apenas comenzaron, Planeación Nacional prevé que las bases de datos puedan modificarse sobre la marcha, para incluir o sacar gente.

Por otra parte, como lo habían advertido los expertos de Blogoeconomía en La Silla, si la premura de la emergencia hace imposible hacer una buena focalización de las ayudas, es necesario primero garantizar el mínimo vital para todo el mundo “aún cuando pueda llegar a familias en condiciones más favorables”.

Hasta ahora los programas de la Alcaldía y del Gobierno Nacional están enfocados en los más necesitados.

Y hay avances, pero los trapos rojos mandan la señal de que, tras 19 días de cuarentena en Bogotá, todavía hay mucha gente esperando.

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