Silla Pacífico

Así se hundió la propuesta del gran Pacto Político Nacional. Lo que sucedió anoche es una muy mala noticia para el nuevo Acuerdo con las Farc.

 

Tras seis horas de reunión entre el Gobierno y los voceros del No, la última posibilidad de un pacto político nacional que permitiera que el nuevo acuerdo fuera refirmado con las Farc y refrendado en el Congreso con el aval del los del No, quedó cerrada. Salvo el improbable caso de que las Farc decidan darse la pela y negociar directamente con Álvaro Uribe.

El encuentro, que arrancó una hora más tarde de lo acordado y al que, según el Gobierno, llegaron más delegados del No de los que habían citado, siempre fue tensionante, dijeron a La Silla, por aparte, tres miembros del No y otros tres del Gobierno.

 

Al Gobierno le molestó que a la reunión el No llegara con más representantes, además de los citados (en principio estaban Álvaro Uribe, Iván Duque, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordoñez, un representante de víctimas y un representante de los cristianos).

Al final, por los del No estuvieron tres voceros de las víctimas (Herbin Hoyos, Diana Sofía Giraldo y la senadora Sofía Gaviria), dos voceros cristianos (Claudia Wilches y Claudia Rodríguez de Castellanos) y asesores como Rafael Guarín y Rafael Nieto.

Por el Gobierno estuvieron el jefe negociador Humberto de la Calle, el comisionado Sergio Jaramillo, el ministro del Interior Juan Fernando Cristo, el negociador Frank Pearl, y el consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo.

“No se cumplieron las formas”, dijo en un momento del encuentro el expresidente Uribe. A esta posición se sumó la ex ministra Ramírez, en referencia a que el Gobierno firmó los acuerdos con las Farc en Cuba antes de compartirlos con los del No, una promesa que, según Uribe, el Gobierno tenía con ellos.

En respuesta, el jefe negociador Humberto de la Calle reiteró que la renegociación se hizo con las Farc, y recordó que antes de anunciar un nuevo Acuerdo, el presidente Juan Manuel Santos habló con cada líder del No, y sostuvo una reunión con Uribe en Rionegro.

El principal punto de tensión entre las partes radicó en la concepción que tienen sobre el Pacto Nacional: mientras el uribismo y los demás sectores del No insistieron durante la reunión en que el Pacto se podía lograr ya, reformando sus inamovibles con las Farc, como la elegibilidad política y la conexidad entre el narcotráfico y el delito político, el Gobierno propuso que el Pacto se diera sobre la implementación.

En concreto, que durante la implementación del Acuerdo, el No ayudara a redactar las reformas constitucionales y las normas para reglamentar 10 puntos que ya están consignados en el nuevo Acuerdo.

En esos puntos están lo que el Gobierno considera que fueron incluidos en las propuestas que presentó el No, en torno al proceso de dejación de armas, participación de la oposición en el seguimiento a la implementación de los acuerdos, el derecho a la propiedad privada, reparación a víctimas, el programa de sustitución de cultivos, pactos regionales para la lucha contra nuevas formas de violencia, y demás reformas “necesarias para la construcción de la paz”.

Sin embargo, las posiciones no lograron acercarse. Al punto de que el ministro del Interior, según dijo uno de los asistentes a La Silla, les dijo que no se podía seguir perdiendo tiempo explicando diferencias que, al parecer, no podían solucionarse.

En esta discusión gastaron gran parte de la jornada.

De La Calle, Jaramillo, Pearl, Cristo y Pardo reiteraron la debilidad del cese bilateral, recordaron el episodio del sur del Bolívar donde la semana pasada murieron dos guerrilleros, e insistieron en una refrendación en la que pudieran participar todas las fuerzas políticas y que fuera lo más rápida posible para arrancar la implementación.

Uno de los puntos más álgidos fue cuando ante el rechazo del ex Procurador anulado sobre el enfoque de género, De la Calle y Jaramillo le leyeron un documento escrito de su puño y letra en la Procuraduría en la que proponía que hubiera un “enfoque de género transversal” en todos los programas de la institución. Esto enfureció a Ordóñez quien consideró que lo habían sacado de contexto, según le contó a La Silla uno de los asistentes.

Durante el encuentro, Uribe dominó la reunión, dándole juego a todos menos a sus propios candidatos, quienes en una reunión por la mañana habían estado discutiendo cómo sería el Pacto sobre la Implementación.

Varias veces -cinco, según una fuente del Gobierno- Uribe mencionó que al vicepresidente Vargas Lleras diciendo que él también quería cambiar el Tribunal de Paz, recogiendo sus objeciones públicas a la justicia transicional.

A la quinta hora del encuentro, más de las 9 de la noche, los renegociadores del No y el Gobierno pidieron consultar, por separado, los próximos pasos a seguir, ante la inminencia de que no habría un acuerdo sobre los nuevos textos, ni el Pacto Nacional.

Mientras el Gobierno revisaba últimas posibilidades, como la propuesta por De la Calle para un nuevo encuentro hoy con solo tres delegados de los del No, lo que fue descartado de inmediato, en una sala de juntas contigua, el grupo liderado por Uribe redactaba una declaración en la que incluía la solicitud de una reunión con las Farc “aprovechando su presencia en Bogotá”.

La propuesta, que según un asistente nació de Francisco Santos y fue avalada con Uribe, busca quitar la presión del Gobierno sobre la necesidad de lograr un Pacto de inmediato y corregir el texto negociando directamente con la guerrilla, y no con el Gobierno, sus puntos de honor.

“Que podamos reunirnos con ellos (las Farc) dos días y hablar con ellos”, dijo a La Silla la fuente del No al explicar la propuesta leída minutos después a los periodistas.

La propuesta, que el Gobierno no conocía, fue descalificada por tres miembros del equipo negociador con los que habló La Silla, quienes dijeron, por aparte, que “la negociación ya se cerró”.

Además, recordaron que es facultad del presidente Santos avalar los encuentros de civiles con guerrilleros. Al fin y al cabo, la guerrilla no se ha desmovilizado.

Hoy, en la mañana, mientras el No espera un encuentro con las Farc, los negociadores se reunirán con Santos para darle un resumen de la reunión y en la tarde hablarán con la guerrilla. Durante el día el Gobierno rechazará la propuesta de un encuentro entre Uribe y el Secretariado, nos dijo un asesor del equipo negociador.

Los puntos del No para decir No

Al final de la reunión, Uribe, flanqueado por todos los demás voceros del No (incluyendo a Ramírez, Ordóñez y Gaviria), leyó un comunicado en el que explicó la posición y dejó claros los siete temas que los llevaron a rechazar el nuevo acuerdo.

El primero lo llamaron “normas de impunidad y órganos de justicia”, que por su redacción es tan amplio que incluye toda la justicia transicional. Por eso es particularmente difícil de renegociar, pues implica reabrir en su totalidad uno de los ejes del Acuerdo con las Farc.

El segundo es la “No elegibilidad mientras se cumplen penas”, justamente el que según dijo Santos en su alocución tras el cierre de la renegociación, fue el único en el que no cedieron las Farc.

El tercero es “eliminar el narcotráfico como conexo al delito político”, una propuesta que va en contravía de la jurisprudencia actual de la Corte Suprema  (que según el nuevo acuerdo será fuente para el Tribunal Especial) y que, además, iría en contra de la lógica de los delitos conexos al delito político, pues no es claro por qué robar bancos o casas para financiarse sí sería conexo pero exportar drogas no.  En todo caso, en el nuevo acuerdo queda explícito que esta conexidad la tendrá que establecer el Tribunal en cada caso.

El cuarto es “Asegurar que no haya interpretaciones de Bloque de Constitucionalidad o de Supraconstitucionalidad, esto es, que el Acuerdo no entre a la Constitución”.

Eso implica que los cambios que hizo la renegociación en este punto, y que limitan el alcance constitucional a los puntos sobre DIH, derechos fundamentales y sus conexos en aplicación del Acuerdo, resultaron insuficientes para los del No.

En este punto el problema es que sin esa fuerza, el Acuerdo puede ser desconocido con más facilidad por futuros gobiernos, lo que deja a las Farc sin esa garantía jurídica.

El quinto es “encontrar una solución humanitaria a los familiares de los secuestrados, y garantizar la liberación de los niños”, dos asuntos humanitarios de gran importancia y que reflejan sobre todo las preocupaciones de Fevcol el primero y de Ramírez el segundo.

Sobre los niños, ya desde hace meses las Farc se comprometieron a sacarlos de sus filas, como una de las medidas para crear confianza entre las partes pero al parecer no han logrado sacarlos a todos.

Sobre los secuestrados, hay una discusión larga respecto de cuántos hay: Fevcol habla de más de 400 y las Farc de ninguno. Como aparentemente se trata de personas secuestradas por otros grupos o que murieron en manos de las Farc, la solución humanitaria es que las Farc cuenten la verdad y, en dado caso, ayuden a encontrar los cuerpos. Es decir, algo a lo que apunta el Acuerdo desde septiembre.

El sexto punto es “Garantizar los derechos de la mujer sin confusiones derivadas del enfoque de género”, algo sobre lo que trabajó profusamente la mesa de La Habana en la renegociación y que es especial bandera del anulado ex procurador y de los sectores católicos y cristianos más conservadores.

Como mostró La Silla, uno de cada cinco cambios en el nuevo texto buscaba justamente extirpar cualquier cosa que pareciera ideología de género, por lo que no es muy claro en qué más se podría avanzar.

Por último, el séptimo punto muestra la bandera de muchos militares, que ya estaban en bloque detrás del Acuerdo y que en el último momento -según supo La Silla- Acore se volteó y ahora rechaza lo pactado: “Atender las preocupaciones de los integrantes de las Fuerzas Armadas, que requieren la más próxima libertad y el derecho de buscar la restitución de la honra”.

La primera parte, sobre la libertad de muchos militares encarcelados, es paradójica: el Acuerdo de hecho tendría como efecto esa libertad en casi mil casos, según fuentes del Ministerio de Defensa, y normas y protocolos para implementarlo están listas desde antes del plebiscito.

Sobre la restitución de la honra, el debate parece referirse a echar para atrás condenas ya existentes - algo que podría darse con la justicia transicional del Acuerdo actual, que en la renegociación incluyó explícitamente el principio de favorabilidad y la revisión de sentencias actuales.

En conclusión, los del No conservaron sus objeciones iniciales, salvo las referidas a las tierras, la propiedad privada y el rol de las organizaciones sociales.

El desenlace político

Con esta posición de los del No, el balón ahora queda en manos del Gobierno, y sobre todo de las Farc.

Aunque una fuente oficial le dijo a La Silla que el Gobierno mañana anunciará que no pueden reunirse los del No con las Farc, al final esta reunión dependerá de la evaluación que haga la guerrilla.

Si concluyen que les vale más la pena ceder en un punto de honor y aceptar recluirse en una colonia durante unos años antes de participar en política en aras de un acuerdo más estable en el tiempo, la reunión terminará dándose más allá de lo que diga el gobierno. Pero dos fuentes que los conocen lo ven muy improbable.

Si eso no sucede, entonces el Presidente y Timochenko refirmarán el acuerdo renegociado en los próximos días para que el Congreso lo refrende, sin ningún tipo de pacto nacional. De poco sirve un pacto entre los que ya están de acuerdo.

En este escenario, el Centro Democrático se opondrá a la refrendación pero con las mayorías del Presidente en el Congreso, el Acuerdo podría volverse una realidad jurídica.

Sin embargo, vendría una espera casi tan angustiosa como la de la respuesta de los del No, y es la decisión de la Corte Constitucional sobre el fast-track.

En el Gobierno confían en que la Corte, al analizar la demanda por inconstitucionalidad del Acto Legislativo para la Paz interpuesta por Jesús Pérez, decida tumbar el artículo que dice que el fast-track solo se activaba con el triunfo del Sí en el plebiscito.

La Corte tiene hasta el 12 de marzo para fallar esa demanda pero dos magistrados le dijeron a La Silla que lo más probable es que lo decidan antes de salir a vacaciones en diciembre, aunque por lo menos para esos dos no era evidente en qué dirección saldría el fallo.

Si se salva el fast-track, arrancaría entonces la fase de implementación de los acuerdos.

Una implementación que dada la posición de los del No revelada anoche será mucho más difícil por dos razones.

Por un lado, porque como lo mostró La Silla hace unos meses, varios de los puntos del Acuerdo requieren del concurso de las élites locales para implementarse o por lo menos de que éstas activamente no se propongan bloquear esos cambios. Comenzando por permitir matar a los líderes políticos del nuevo partido que creen las Farc, como sucedió cuando la Unión Patriótica.

Por ejemplo, sin el apoyo de ellas es muy difícil implementar los planes de desarrollo especiales para las zonas más marginadas, los llamados Pdets, pues en el acuerdo quedó establecido que estos deben articularse con las decisiones de las “autoridades competentes”, que incluyen a alcaldes y concejos.

Por otro, porque sin un pacto con Álvaro Uribe, que ya ha demostrado que tiene la capacidad de vencer a la coalición pro-acuerdo de paz en el 2018, lo firmado tendrá una espada de Damocles hasta las elecciones del 2018.

Porque una cosa que queda clara a partir de hoy es que el tema del Acuerdo con las Farc seguramente volverá a ser el que defina las próximas elecciones presidenciales, para desgracia del vicepresidente Germán Vargas Lleras, cuya apuesta de pasar de agache frente a la negociación de paz le podría resultar cara.

En la eventualidad de que el candidato uribista ganara en el 2018, en el Acuerdo quedó la obligación del Estado de cumplir con lo pactado. Pero en la práctica, bastaría con que se quedara quieto frente a los acuerdos y decidiera darle prioridad y presupuesto a otros temas para que éstos quedaran en el papel.

De ahí la importancia, especialmente para las Farc, de que se llegara a un gran Pacto Nacional.

El otro camino para darle más estabilidad al Acuerdo sería convocar otro plebiscito con la esperanza de que esta vez el Sí sí logre la mayoría. Al fin y al cabo, ya no cabría la oferta del ‘mejor acuerdo’ de Uribe porque ya se conocen los límites de esa promesa y en todo caso, por lo menos los católicos que votaron para objetar la supuesta ‘ideología de género’ podrían ahora seguir a sus curas (que ahora sí lo apoyan) y refrendarlo.

El plebiscito también despejaría el problema del fast-track porque si se gana se activaría inmediatamente.

Pero como contó La Silla, al Presidente le da mucho miedo volver a perder porque las encuestas le muestran que la gente no lo quiere y que su impopularidad arrastraría el voto final.

Así las cosas, lo que sucedió anoche es una muy mala noticia para el Acuerdo con las Farc.

Con este desenlace y si las Farc no aceptan negociar con ellos directamente, este período de renegociación sólo habría servido para agudizar la polarización del país, resucitar a personajes que estaban muertos políticamente como el ex presidente Andrés Pastrana y el ex procurador anulado Alejandro Ordóñez; para darle un protagonismo inusitado a los sectores religiosos más conservadores y homofóbicos; para reforzar el ala de las víctimas más interesada en la representación política; y para unir a la derecha alrededor de Uribe y garantizarle su lugar en la segunda vuelta del 2018.

 
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