Sin mermelada no hay paraíso

Silla Sur

Tres hechos de ayer muestran lo difícil que lo tendrá Iván Duque en el Congreso si sigue sin darle juego burocrático a otros partidos.

Ayer pasaron tres cosas que, sumadas, muestran que el presidente  Iván Duque no le está jugando a la política burocrática, que algunos de sus aliados en el Congreso lo están resintiendo y que por eso no va a resultar tan sencillo sacar adelante en el Congreso las reformas que ha propuesto.

Por un lado, Cambio Radical y el Partido de La U hicieron público su apoyo al candidato a la Contraloría Carlos Felipe Córdoba. Como se sumaron al liberalismo, que ya lo había anunciado, y así Córdoba oficialmente amasó 135 de los 140 votos que necesita para asegurar su victoria, quedaron prácticamente muertos el uribista José Félix Lafaurie y al conservador Wilson Ruiz.

Por otro, aunque Duque había convocado a todas las bancadas de su coalición legislativa a Palacio, los liberales sencillamente no llegaron, lo que deja un mensaje claro de distanciamiento. Eso a pesar de que los rojos, liderados por César Gaviria, lo apoyaron para segunda vuelta - incluso desde antes dejaron solo a su candidato presidencial, Humberto de La Calle y con uribistas y godos son miembros Clase A de la coalición.

En tercer lugar, los tres partidos que apoyan a Córdoba están cerca de declararse independientes y no gobiernistas, un anuncio que es obligatorio hacer antes del 7 de septiembre por el nuevo estatuto de la oposición.

En el caso del liberalismo, un congresista se lo dijo a La Silla y lo mismo anunciaron Blu Radio y Caracol Radio; en el de Cambio, el senador Armando Zabaraín ya dijo que “asume actitud de bancada independiente”; en el de La U, el senador Armando Benedetti ha abogado por la misma opción, aunque la decisión no está clara.

Hacerlo tiene algunas consecuencias, como que sus directivos y excandidatos quemados al Congreso no podrán ser nombrados por el Gobierno en “cargos de autoridad política, civil o administrativa”, a menos que renuncien al partido y esperen un año.

Además, por lo simbólico de no declararse gobiernista, remarca la distancia de esas tres bancadas frente al Gobierno.

Una distancia que probablemente se sellará este lunes cuando el Congreso en pleno elija a Córdoba como Contralor General y, al no ungir a Lafaurie, le propinaría una derrota anunciada del uribismo a pesar de haber puesto Presidente.

Una coalición desarmada, una Contraloría perdida

Ayer los expresidentes César Gaviria (liberal), Álvaro Uribe (uribista) y Andrés Pastrana (conservador) se reunieron y anunciaron que apoyarán los proyectos de Duque en el Congreso.

Cada uno de ellos llegó acompañado por una ficha importante del Congreso: Pastrana con Camilo Gómez y el senador cordobés David Barguil; Uribe junto al senador Carlos Felipe Mejía; y César Gaviria junto al senador liberal Mauricio Gómez Amín.

Ese anuncio ocupó titulares y la atención mediática, en parte debido a que los presidentes y sus acompañantes se encargaron de difundir vía Twitter, pero demostró sus limitaciones porque no salió humo blanco de la decisión de la Contraloría, que es la discusión política del momento.

De hecho, los reporteros presentes le preguntaron a Uribe, y éste dijo que se habían tratado temas sobre lucha contra la corrupción y economía,  lo que muestra la dificultad de llegar a un acuerdo.

Las reuniones siguieron durante toda la tarde e inicios de la noche, incluyendo un encuentro de Vargas, Gaviria, Aurelio Iragorri, Camilo Gómez, Uribe, los presidentes de la Cámara y del Senado y congresistas de todos los partidos menos los de oposición, que entraron y salieron de la oficina de la presidencia del Senado.

Por allí también pasaron Lafaurie y Ruiz, con lo que quedó claro que esa elección era el eje de lo que se discutía adentro.

Aunque no salió humo blanco, La Silla presenció el momento en el que Ruiz, que había arrancado con la fuerza del apoyo público de los conservadores este miércoles, abandonó la reunión tan cabizbajo que varios periodistas de otros medios le preguntaron por qué salía tan triste. Aunque no respondió le dijo a La Silla “sigo en la lucha”.

Cuando terminó la reunión dos congresistas conservadores que estuvieron en ella afirmaron que de pronto hoy se tomará una decisión unificada de la coalición para la elección y que lo más seguro es que fuera alrededor de Córdoba.

Por el lado uribista, aunque nunca se pronunciaron oficialmente sobre quién era su candidato, muy temprano ayer el ex presidente Uribe dejó claro su impulso al ex magistrado Marco Velilla y a Lafaurie.

Pero, sin el apoyo conservador, liberal, de Cambio o de La U, esa candidatura no tiene opciones.

Lo llamativo de ese panorama es que Lafaurie es copartidario del presidente Duque y la práctica usual (y criticada) es que los gobiernos busquen incidir en la elecciones de quienes los controlan.

Esta vez no ocurrió y quedó claro que en la coalición legislativa no mandan ni el presidente que no se ha inmiscuido en ella, como sí hicieron sus antecesores, ni el expresidente Uribe, que como jefe político de Duque parecía llegar al Congreso con la fuerza para organizarla.

Sin embargo, Uribe sí logró una victoria ayer.

Una salida digna, un rival que no gana

Al organizar las reuniones políticas de ayer, Uribe avanzó en tener una derrota digna y en evitar que Germán Vargas, quien ha sido su rival, saliera ganando.

Una salida digna porque, como el Centro Democrático oficialmente no ha cantado un apoyo a la Contraloría, tiene margen para decir que decidió apoyar a Córdoba porque internamente decidieron que era el mejor.

Además, como el ex Auditor inició su vida política en las juventudes uribistas, hay un argumento de cercanía política para hacerlo.

También le da una salida digna porque logró que otros dos ex presidentes, incluyendo a Gaviria que encabeza el Partido Liberal, anunciaran su apoyo a Duque y puede ayudar a matizar el golpe.

Además, logró evitar que Vargas aprovechara el papayazo de aparecer como el que definió el Contralor. Al armar la reunión de ex presidentes, le quitó protagonismo a los anuncios de La U y de Cambio de apoyar a Córdoba y relegó a Vargas a un segundo plano

Eso porque pues aunque se reunieron lo hicieron después del sonado anuncio y porque, si el uribismo termina apoyando a Córdoba, con el argumento de la unidad de los expresidentes, quien estuvo en ella fue Gaviria y el liberalismo, no Vargas.

Encima de todo eso, Uribe logró evitar que los liberales armaran una alianza con la oposición de izquierda para elegir a Córdoba.

Aunque era apenas una posibilidad, un congresista liberal le contó a La Silla que ya había acercamientos iniciales para ello. Tendría sentido que la oposición buscara propinarle un golpe político al uribismo y evitar que éste se quedara con el órgano que debe controlar cómo gasta la plata su propio gobierno.

Todavía faltan tres días para la elección y hay margen para que Uribe o Vargas hagan otras movidas, y para que esta pequeña victoria del primero sea mayor o menor.

Pero lograr ese tipo de pequeñas victorias políticas mientras pierde las batallas más jugosas como las de la Contraloría, muestran que mientras Duque no le de juego burocrático a otros partidos (solo lo ha hecho con el viceministerio de Trabajo para el Mira), es difícil que la coalición le camine.

Lo que viene y lo que falta

Como contó La Silla Vacía, sin Cambio y La U el Gobierno tiene muy apretadas las mayorías para sacar adelante sus reformas.

La elección de Contralor es una primera alerta de que ese margen estrecho sí puede ser un instrumento para que otros partidos derroten al uribismo, y más si las mayorías de La U y de Cambio Radical sienten que es mejor unirse para presionarlo -que parece ser la apuesta de Vargas- que apoyarlo a cambio de nada.

La siguiente prueba es la elección de los nueve magistrados del Consejo Nacional Electoral, que será en un mes.

Es una elección clave para los partidos porque esos magistrados toman decisiones electorales clave, desde conceder personerías jurídicas hasta definir las reglas de las revocatorias de mandato, pasando por anular inscripciones de votantes que parezcan irregulares, definir qué candidatos están inhabilitados o investigar las cuentas de las campañas.

Como sus magistrados son elegidos en representación de los partidos políticos, y la cantidad de puestos de cada uno depende de los congresistas que tenga, hay muchas opciones de alianzas para definir quién logra poner más candidatos. Por ejemplo, Cambio y La U difícilmente lograrían más de uno cada uno, pero si se unen podrían sumar tres.

Para ese cargo ya suenan con fuerza nombres como el del ex representante caldense de La U, Hernán Penagos, el ex representante cundinamarqués de Cambio, Jorge Enrique Rozo, aunque falta trecho para que se aclare el panorama.

En esa elección el uribismo se juega la posibilidad de tener uno o dos magistrados, y los partidos que hoy parecen independientes podrían intentar bloquearlo.

Más allá de esa elección, el Gobierno necesita mayorías para sacar adelante sus reformas, especialmente para empujar su inminente reforma tributaria.

Aunque ésta no existe ya tiene encima el lastre de que el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, dio ayer unas declaraciones que los medios han leído como un aumento de impuestos (aunque también propone algunas reducciones), algo que nunca es popular y que encima contradice la promesa de campaña de Duque de reducirlos.

También lo necesitaría para otras reformas, como las políticas que presentó, y no es seguro que lo consiga por la falta de aplanadora.

La distancia que manifiestan los demás partidos de la coalición frente al Gobierno es menor, pero a medida que pase el tiempo la distancia puede crecer como ya se nota con la posibilidad de que los liberales se declaren en independencia.

Más frente a reformas impopulares, a ajustes al Acuerdo de La Habana o a asuntos que dividan a los miembros de la coalición, como cuestiones morales.

Por eso la duda es si con Duque se inaugura una nueva forma de hacer política, en la que el Gobierno solo le da juego burocrático a su partido a pesar de que tiene menos de una cuarta parte del Congreso, o si el presidente cambiará su estrategia y empezará a dar mermelada con los puestos que todavía no ha repartido.

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