Una propuesta de diseño inspirada en el Caribe colombiano que busca promover la cultura popular y defender el patrimonio de Barranquilla.
Todomono, los camelladores que reivindican lo costeño
Tomada de Todomono
Una camiseta estampada con la palabra “corroncho” (que algunos usan para intentar ofender a los costeños), una charla en la piscina del emblemático Hotel del Prado para hablar sobre el patrimonio sumergido en el Caribe o una exposición de los diseños que están en las fachadas de los buses antiguos de Barranquilla.
Estos son algunos de los proyectos que realiza Todomono, una propuesta de diseño inspirada en el Caribe colombiano, que busca recopilar y dar a conocer diversos aspectos de las ciudades de la región, en especial de Barranquilla.
El 30 de noviembre de 2006 el comunicador social Johnny Insignares concretó parte de la idea, que lo perseguía desde hacía ocho años tras haber leído el libro Barranquilla de cabo a rabo de Alfredo de la Espriella, de montar una tienda online de camisetas estampadas con nombres de buses, platos típicos y dichos costeños. Poco después se sumó al proyecto su socio, también comunicador social, Fernando Vengoechea.
El proyecto se ha ampliado a tal punto que hoy gozan de un amplio reconocimiento en la ciudad y tienen tiendas físicas de sus productos, hace cuatro años abrieron el tomadero La Popular inspirado en las tiendas de barrio, hace tres el museo-bar El Tropical donde tienen reliquias de músicos del Caribe, realizan actividades y recorridos por la ciudad fomentando lo local y organizan el Festival No Conocí el Palma, en honor al emblemático edificio demolido en 1955.
Desde un principio, con sus camisetas, Todomono ha intentado resignificar y amplificar la cultura popular costeña. En ellas se pueden ver estampados con el dicho popular “cógela suave” o con el dibujo de La Novia de Puerto, una leyenda urbana que cuenta la historia de una mujer que murió en un accidente en la carretera de Puerto Colombia después de haber rumbeado con su novio, y que, según cuentan en Barranquilla y en los pueblos del Atlántico, se les aparece a los conductores que van por esa ruta en horas de la madrugada.
Su trabajo tuvo un impulso en el año 2009 cuando ganó el premio nacional de diseño gráfico Lápiz de Acero y en el 2010 cuando su diseño de La Danza de los Coyongos fue el Logosímbolo del Carnaval de Barranquilla 2010.
La Danza de los Coyongos nació en 1812 y es un homenaje al pájaro del mismo nombre. La danza recrea los movimientos que hace el coyongo para capturar a un bocachico y también está presente un cazador que ataca a los pájaros. La situación es, según cuentan los líderes de la danza, una representación de la época colonial: el cazador representa a los españoles, los coyongos a los indígenas y el bocachico a la tierra.
Johnny y Fernando recuerdan con orgullo su participación en el colectivo ‘Alas pa’ los Coyongos’, que ayudó a visibilizar la danza y en el que participaron el estudio de diseño Bololó Lab, la diseñadora de modas Judy Hazbún, psicólogos de Inpsicon y el director de La Danza de los Coyongos Baltasar Sosa.
“Hablar de Los Coyongos era exponerse a quedar hablando solo y por eso en un principio nuestra propuesta no fue del todo bien recibida porque la gente no se identificaba con Los Coyongos, pero hicimos un trabajo de comunicación con el colectivo ‘Alas pa’ los Coyongos’ y hoy la gente no concibe un carnaval o una publicidad de carnaval donde no salga un coyongo”, dice Fernando Vengoechea al respecto.
Con el crecimiento de Todomono, lograron abrir en 2016 La Popular, una tomadero que recrea las tiendas de barrio barranquilleras donde hay avisos con el precio de víveres como arvejas o aceite y otros elementos inconfundibles como los almanaques de los cigarrillos Piel Roja, las canastas para los envases de gaseosa o una balanza colgando.
“Uno a veces iba a la tienda de la esquina y se detenía a mirar un par de detalles, pero no se daba cuenta del valor que hay detrás de todo lo que está de manera empírica ahí. Nosotros lo que hicimos fue utilizar estrategias del diseño, como la repetición, y aplicarlos a La Popular”, prosigue Fernando.
Y en el 2017 surgió El Tropical (actualmente no está funcionando, pero tienen pensado reabrirlo) un museo-bar que recrea los grandes salones de baile de los 50 y 60, en el que la gente puede ir a tomar y observar reliquias de la historia de Barranquilla, como algunas de las partituras originales del músico Francisco ‘Pacho’ Galán y las famosas gafas oscuras de la cantante y compositora Emilia Herrera, conocida como “La niña Emilia”.
Cada producto de Todomono tiene un proceso riguroso de investigación que va desde leer bibliografía sobre el tema a desarrollar hasta trasladarse a los contextos que quieren replicar en sus productos.
En una de esas investigaciones se les ocurrió que a algunos barranquilleros les interesaría trasladarse a esos contextos y vivir nuevas experiencias de ciudad. Entonces se inventaron Las Rutas.
Entre Las Rutas de Todomono está la Ruta pal Mercado que se realiza en el marco de Sabor Barranquilla, una de las ferias gastronómicas más importantes del país. La Ruta Fantasma, que se hace en el mes de agosto y visitan cementerios y lugares de donde surgieron leyendas urbanas. Y los Masters del Vacile, una ruta que se hace en precarnavales y donde, entre otras actividades, visitan las casas de los dueños de picós de la ciudad.
En concreto, los “todomono” (como les llaman a Fernando y a Johnny ) llevan a las personas que se inscriben tras pagar un costo, que varía según la actividad, y les dan un recorrido que depende de la temática de La Ruta y que generalmente tiene un componente de diversión.
Todomono también realizó actividades en la icónica edificación del siglo XIX Nube Blanca, ubicada en el popular Barrio Abajo, antes de que fuera derribada para hacer el par vial de la carrera 50. La casa es recordada por su actividad comercial y por ser sede de las verbenas ‘Mama Cumbia’.
“En vez de hacer una protesta afuera con cadenas, hicimos una rumba de 15 días en la que habilitamos la casa como rumbeadero; fue mucha gente que jamás había estado en Barrio Abajo y, además, estuvieron artistas como Jorge Drexler y Bomba Estéreo. Creamos sentido con pertenencia con una casa que muchas personas no conocían”, nos contó Johnny sobre el proyecto.
Y, desde hace cuatro años, Todomono también lleva adelante el Festival No Conocí el Palma, un edificio construido en 1928 bajo encargo del comerciante Ángel Palma y que, pese a ser considerado una joya arquitectónica de la ciudad, fue demolido en 1955 tras varios años de abandono.
El festival se realiza durante el mes de septiembre y, en alianza con el Museo Arqueológico de Pueblos Karib (Mapuka) de la Universidad del Norte, realizan alrededor de 22 actividades gratuitas alrededor del patrimonio en Barranquilla con un estilo divertido.
Fernando Vengoechea nos detalló una de las actividades que han realizado: “Hablar de patrimonio sumergido, que es todo lo que se encuentra debajo del nivel del mar, puede sonar aburrido para mucha gente, pero nosotros los invitamos a que asistan con un vestido de baño porque íbamos a hablar de patrimonio sumergido, sumergidos dentro de la piscina del Hotel del Prado, que es un patrimonio arquitectónico”.
Además de las personas que participan del festival para tener una experiencia diferente con la ciudad, Todomono también abre convocatorias para ponentes que tengan algo que aportar sobre el patrimonio de Barranquilla.
Y, más allá del festival, en general Todomono está dispuesto a hacer llave con las personas o colectivos que busquen resaltar lo popular y el patrimonio.
Han trabajado, por ejemplo, en llave con los pintores William Gutiérrez y Ricardo Martínez temas de la gráfica picotera y la gráfica de los buses, respectivamente. William y Ricardo vienen de la cultura popular y con Todomono tienen la posibilidad de sacar sus trabajos de sus contextos y darse a conocer por fuera de ellos.
Con Ricardo hicieron una exposición en la que dieron a conocer su trabajo y, luego, trasladaron sus dibujos en vinilo a algunos productos de Todomono.
Y, de hecho, en un futuro, además de mantener lo que han hecho, Johnny Insignares y Fernando Vengoechea quieren apostarle a la creación colaborativa a través de un gran espacio cultural donde se reúnan los creativos de la ciudad a trabajar en equipo y a exponer su trabajo.