El viernes pasado el vicepresidente Germán Vargas Lleras sumó otro encargo que le da más poder y lo pone en primera línea en los megaproyectos urbanísticos del Gobierno: va a ser el delegado de Presidencia en la junta directiva de la empresa Virgilio Barco, la encargada de la renovación del Centro Administrativo Nacional, CAN; del proyecto de construir nuevos edificios de ministerios en el Centro de Bogotá; y del posible trasteo de la base naval de Cartagena a la isla de Tierrabomba.
Vargas Lleras, el chico del CAN
El viernes pasado el vicepresidente Germán Vargas Lleras sumó otro encargo que le da más poder y lo pone en primera línea en los megaproyectos urbanísticos del Gobierno: va a ser el delegado de Presidencia en la junta directiva de la empresa Virgilio Barco, la encargada de la renovación del Centro Administrativo Nacional, CAN; del proyecto de construir nuevos edificios de ministerios en el Centro de Bogotá; y del posible trasteo de la base naval de Cartagena a la isla de Tierrabomba.
En esa junta normalmente están sentados cinco ministros, el director de Planeación y el director del Departamento Administrativo de Presidencia (Dapre). Este último puesto es clave porque aunque los siete miembros son funcionarios que nombra el presidente, éste está en Palacio y es el que le reporta directamente al Presidente. Por eso es el presidente de la junta directiva.
En un decreto del viernes pasado Néstor Humberto Martínez, director del Dapre y aliado político del vicepresidente, le delegó esa función a Vargas Lleras.
Esa es otra decisión que pone a Vargas en el centro de toda la política de infraestructura, pues se suma a que tiene dos ministros de su grupo político (los de Vivienda y Transporte) y el encargo de coordinar los proyectos estratégicos (Pines). Lo nuevo es que si hasta ahora no tenía proyectos en Bogotá, donde no hay grandes iniciativas de la Nación en infraestructura ni ha podido construir viviendas gratis, con la presidencia de esa junta queda con un pie firme en la capital.