La cifra de 171 mil hectáreas de coca sembradas el año pasado no es tan alarmante como la de la Casa Blanca, pero sí muestra los costos de no llenar el vacío que dejaron las Farc.
La coca llegó a su máximo histórico pero está creciendo más lento
Ayer, luego de meses de espera, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Unodc, dijo que el año pasado se sembraron 171 mil hectáreas de coca en el país, la cifra más alta desde 1999, que es cuando empezó a medirlas.
Aunque no es una cifra tan alarmante como las 209 mil que contó la Casa Blanca para ese mismo año, es usual que la cifra de la Unodc sea menor (además es más precisa, porque usa imágenes satelitales para medir todo el territorio, mientras la gringa es un muestreo) y muestra que los cultivos de coca crecieron el año pasado.
Lo grave es que crecieron justo cuando el Gobierno puso en marcha, con mucha lentitud, el programa de sustitución de cultivos que nació del Acuerdo con las Farc y el vacío que dejó la exguerrilla lo llenaron otros.
La buena noticia es que el aumento no es una disparada como la del año anterior, que es una de las cinco conclusiones que deja el resumen ejecutivo que publicó la Unodc ayer, y que seguramente serán más cuando revele los datos detallados.
Estas son:
Siguen creciendo los sembrados, pero no tan rápido
La disparada en el crecimiento del área sembrada de coca fue en 2016. Ese año se sembraron 50 mil hectáreas más que en 2015. En cambio el año pasado se sembraron 25 mil hectáreas más que en 2016.
Eso muestra que aunque sí ha crecido el número de hectáreas, estaba creciendo mucho más rápido hace dos años, que fue justo cuando se firmó el Acuerdo y las Farc estaban llegando a las zonas veredales a dejar las armas.
La coca y los actores armados coinciden
Los actores armados post Farc están donde la coca está creciendo
El caso más llamativo es Arauca, que si bien tiene pocos cultivos, fue el que más creció proporcionalmente, pues pasó de tener apenas nueve hectáreas a 121 y el área sembrada está justo entre Tame y Arauquita, donde está la disidencia del frente 10.
Luego sigue el sur de Córdoba, que pasó de tener 2.668 hectáreas en 2016 a 4.780 a diciembre del año pasado. Esa zona, como lo contó La Silla Caribe, es donde más líderes han matado este año y donde impera el fuego de los narcos del Clan del Golfo.
El tercer departamento donde más están creciendo los cultivos es al norte del Valle, donde hay presencia del ELN (vea el análisis regional aquí); sigue el norte de Antioquia donde hay disidencia, Clan del Golfo y ELN (aquí puede ver el análisis regional); luego están Bolívar y Chocó donde también está el ELN y después Cauca, donde además de esa guerrilla también hay disidencias.
Además, lo actores también están en lugares donde hay mucha coca pero está creciendo poco o nada.
Por ejemplo en Nariño, que es el que más coca tiene en todo el país y además es el epicentro de las disidencia de Guacho y del difunto alias David, los cultivos crecieron relativamente poco.
Algo similar ocurre al sur del país (vea el análisis regional aquí). En el Meta solo subieron un 2 por ciento, a pesar de que es uno de los departamentos claves de la disidencia de Gentil Duarte.
Y un caso muy curioso es Guaviare: a pesar de que está la disidencia del frente primero, es el departamento con la mayor reducción de coca en todo el país, con 1.915 hectáreas menos que en 2016.
Se nota un “efecto globo” en las zonas con más coca
Los lugares donde se logró avanzar más en reducción como partes del Catatumbo (vea el análisis regional aquí), regiones de Putumayo y zonas de Tumaco, están al lado de sitios donde aumentó la siembra.
Eso podría ser un “efecto globo” porque así como el aire de una bomba termina saliendo para otro lado si la pinchan, igual pudo pasar con la coca, como se ha documentado en la producción entre Perú, Bolivia y Colombia. Si la policía antinarcóticos llega a erradicar a la fuerza a un municipio o las familias cultivadoras firman un acuerdo de sustitución allí, igual los que quieran seguir cultivando podrían irse a un municipio vecino.
O, como también lo explica la Fundación Ideas para la Paz, FIP, en su último informe: “una parte importante de las veredas donde se realiza la sustitución están circundadas o próximas a zonas en donde todavía hay cultivos de coca, lo que aumenta el riesgo de resiembra”.
Las excepciones están en Guaviare y el Meta, donde la reducción no tuvo ese efecto.
Al Nudo de Paramillo hay que pararle bolas
En ese punto de la Cordillera Occidental, en el límite entre Antioquia y Córdoba, hay siete mil hectáreas nuevas de coca. Suman casi el 30 por ciento del aumento de 25 mil hectáreas y ha pasado a convertirse en una de las zonas cocaleras del país.
Como lo explicó hace una semana el experto en seguridad Hugo Acero en La Red Paisa, hoy se disputan ese territorio el ELN, disidencias de las Farc y el Clan del Golfo.
Por cuenta de esa guerra, dice Acero, las cifras de la Policía muestran que en los diez municipios que están en esta región del lado antioqueño, se concentra el 56 por ciento del total de homicidios del departamento en lo que va de 2018.
El Programa de Sustitución o es la luz o es un fracaso
Aunque el informe dice que no puede concluir sobre el funcionamiento del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, Pnis, sí muestra una tendencia inicial: donde ha entrado, los cultivos bajaron en un 11 por ciento, aunque eso sólo se había logrado en el 14 por ciento del territorio con coca.
Es decir, en todo el 2017 solo empezó a llegar a las zonas cocaleras. Sin embargo, como lo muestra este informe de la FIP, el Pnis ha ido entrando justo a las zonas con más cultivos, como Putumayo, Norte de Santander y Nariño.
Además, en esos mismos sitios las imágenes satelitales que usa la Unodc muestran una reducción en algunos puntos. Eso significa que si el Pnis se ejecuta mejor y más rápido puede ser una solución efectiva para frenar el crecimiento del cultivo.
El lío es que si sigue tan lento como viene y las familias cocaleras se cansan de esperar los pagos y la asistencia técnica, puede ser el caldo de cultivo perfecto para que los cocaleros resiembren, se debilite aún más la confianza en el Estado y lo más grave: que ante la falta de alternativas se acerquen a las disidencias y otros grupos criminales que ya están haciendo presencia en esas zonas, y se conviertan en su base de apoyo.
La ñapa: El informe no está listo y cada vez sale más tarde
Como lo contó Pacifista ayer, aunque todos los medios estaban esperando el informe completo de la Unodc porque tradicionalmente lo liberan el mismo día que revelan la cifra, no lo publicaron.
Ayer entregaron apenas un resumen ejecutivo de 15 páginas, no un informe detallado que es clave porque de sus datos dependen decisiones de política pública.
Encima, hasta el 2015 el informe salía todos los años entre mayo y junio, cuando los datos todavía eran relativamente recientes y servía para ajustar las políticas. Lo más tarde que había salido fue el año pasado, que salió en julio.
Que este año salga tan tarde hará más difícil para el Gobierno, que financia el informe y lo usa como sus datos oficiales, tomar decisiones correctas, pues la información tiene más de 9 meses de antigüedad y en el entretanto pueden haber cambiado muchas cosas.