Las firmas les sirvieron más a los partidos que a los ciudadanos

Silla Paisa

Para capitales y gobernaciones, más de la mitad de los inscritos por grupos significativos tienen lazos o van coavalados por los partidos tradicionales.

Para postularse a Alcaldías capitales y Gobernaciones, 160 aspirantes arrancaron a recoger firmas para convertirse en candidatos. Al final sólo 91 se inscribieron, 57 de ellos en alianza o con aval de los partidos, lo que evidencia que había cercanía y al final, para estas elecciones locales, las firmas les sirvieron más a los políticos que a los grupos ciudadanos.

Así lo concluimos luego de revisar esos 160 casos en los departamentos de las seis regiones que cubrimos (Bogotá y Cundinamarca, Caribe, Pacífico, Santanderes, Antioquia y el Eje Cafetero y el sur del país).

Con el mecanismo de las firmas había toda una expectativa porque, en los últimos años, para regionales el número de movimientos ciudadanos que se inscriben para recolectar y poder postularse sin tener un partido ha aumentado notablemente.

Mientras en 2011 se inscribieron 213 comités promotores, en 2015 se inscribieron 810 y este año la cuenta, al 27 de junio, terminó en 1.253 comités; es decir que, como cuenta un reciente informe de la Misión de Observación Electoral (MOE), en estos ocho años este fenómeno se incrementó en un 488 por ciento.

Una explicación a esta alza es que, pese a que el espíritu de la ley es que personas que no militen en partidos puedan aspirar a cargos de elección popular, los políticos que están en esos partidos han empezado a usar el mecanismo ya sea para posar de independientes, para hacer campaña anticipada, porque están peleados en sus partidos o para asegurar su aval y comenzar a sumar respaldos de colectividades.

La ley permite que los candidatos a las elecciones regionales puedan hacer campaña, con anuncios publicitarios y eventos públicos, desde los tres meses antes de las elecciones. En cambio, la norma no estipula los tiempos en que una persona aspirando a un cargo de elección popular por fuera de los partidos tradicionales empiece a recoger firmas. Este vacío legal permite que, incluso desde el año pasado, aspirantes en proceso de recolección de firmas estén recorriendo las calles en modo campaña en búsqueda de apoyos.

Una evidencia de que este aumento en el número de comités se debe al aterrizaje de políticos tradicionales en la recolección de firmas es que, mientras sólo un tercio de los grupos ciudadanos inscritos alrededor de aspirantes sin partido que revisamos logró consolidar una candidatura, más del 85 por ciento de los políticos disfrazados, o que quieren asegurar un aval, se inscribió para ser candidato.

De los 160 aspirantes que miramos, 91 eran propuestas más ciudadanas y 69 tenían vínculos con estructuras políticas tradicionales.

De esos 91 aspirantes ciudadanos sólo 32 llegaron a postularse como candidatos, mientras que de los 69 aspirantes vinculados con partidos y recolectaron firmas 59 se inscribieron.

De políticos disfrazados de ciudadanos hay varios casos.

Dos casos son son el contratista Óscar Durán en Arauca y el exdirector de Corpocesar Kaleb Villalobos en Cesar.

Durán es un poderoso contratista de Arauca que aunque ha respaldado campañas de muchos políticos tradicionales en esa región, se lanzó a la Alcaldía por firmas para posar de independiente. Con las firmas ha cimentado su discurso de ser una alternativa diferente a la de la clase política. 

Villalobos, como contamos en nuestro especial de cuotas políticas, llegó a la dirección de la principal autoridad ambiental del Cesar como cuota del senador barranquillero de La U José David Name. Sin embargo, ahora aspira como independiente, con un movimiento llamado ‘Kaleb Villalobos por un Kambio verdadero para el Cesar', a la Gobernación cesarense. 

También existen casos de políticos que se lanzaron por firmas para sortear las peleas que tenían sus respectivos partidos y que tenían en veremos sus avales.

Este es el caso del exsecretario de Gobierno de Montería, Salin Ghisays, quien se lanzó por firmas, pese a ser parte del grupo de la senadora conservadora Nora García y su hijo el alcalde monteriano Marcos Daniel Pineda (en juicio por irregularidades en la contratación del Coliseo Happy Lora).

Como contamos en La Silla Caribe, el grupo del Alcalde y la Senadora perdió el aval conservador a la Alcaldía frente al senador conservador David Barguil, quien tiene un grupo propio y le dio el respaldo a su candidato Carlos Ordosgoitia. Debido a esto, Ghisays tuvo que salir a recoger firmas para poder lanzarse. Luego, recibió el coaval de Cambio Radical.

Del mismo modo, para la Alcaldía de Pereira, el exrepresentante godo Mauricio Salazar recolectó firmas, pues peleó con la principal cabeza de los conservadores en el departamento: el senador Samy Merheg. Luego tuvo el aval de ASI y Mais. 

También existen casos de políticos que crearon comités promotores con el objetivo de mostrar que tenían apoyos y así sumar más avales.

Por ejemplo, el exsecretario de Gobierno de Bogotá, Miguel Uribe Turbay, quien, pese a que podía contar con el aval del liberalismo por haber sido concejal por ese partido, recogió 400 mil firmas con un movimiento llamado ‘Avancemos’.Al final recibió los avales del Centro Democrático, del Partido Liberal, del Partido Conservador, del Mira y de ASI.

Parecido lo hizo el exgobernador Luis Miguel ‘el Mello’ Cotes, cabeza de Cambio Radical en Magdalena, para lanzarse de nuevo a la Gobernación de ese departamento. Más tarde, fue avalado por los partidos Liberal, de La U, Conservador, Centro Democrático y Cambio Radical.

También lo hicieron el exrepresentante liberal Luis Enrique Dussán, del grupo del senador rojo Rodrigo Villalba, para ir por la Gobernación del Huila (terminó avalado por los partidos Liberal, Mais, Aico, UP y el Polo; y el exgerente de la campaña de Germán Vargas Lleras en Nariño, Jhon Rojas, quien se lanzó por firmas pero tuvo el aval de La U, Cambio Radical, Aico y Colombia Renaciente.

En esta categoría entra, por ejemplo, el exsenador Mauricio Aguilar (hijo del parapolítico Hugo Aguilar), quien, luego de recolectar firmas, obtuvo el aval del Partido Conservador e intentó tener (sin éxito) el de Cambio Radical.

Esta estrategia de recoger firmas tradicionalmente la ha usado su familia para llegar a la Gobernación de Santander. 

Asimismo, hay ejemplos de aspirantes con trayectoria política que empezaron a recoger firmas para negociar y luego, sin ser candidatos, terminar en las toldas de otra campaña.

Ese es el caso del empresario y exgerente de Aguas y Aguas Francisco Valencia que aspiraba, por firmas, a la Gobernación de Risaralda y terminó como jefe de debate del liberal Carlos Maya, candidato a la Alcaldía de Pereira.

Otro ejemplo de esto es la exsecretaria General de la Alcaldía de Cúcuta Martha María Reyes (del grupo del condenado exalcalde Ramiro Suárez), quien aprovechó las firmas para arrancar campaña desde temprano. Las presentó, pero se midió en una encuesta con el excandidato a la Cámara Jorge Acevedo y como él ganó terminó adhiriéndose a la campaña por orden de su padrino Suárez.

Aunque son menos, por supuesto, también hay ejemplos de aspirantes que realmente no tienen vínculos con partidos que sí lograron recoger sus firmas e inscribirse.

Por ejemplo, los candidatos fajardistas Claudia Fadul en Cartagena y Alejandro Éder en Cali, o el exviceministro Daniel Quintero en Medellín.

Es así como en estas regionales las firmas sirvieron más como una alternativa de los políticos tradicionales de forjar una candidatura.

El hecho de que tan sólo el 15 por ciento de aspirantes independientes que revisamos que empezaron a recoger firmas lograran ser candidatos es una muestra más de que, como lo contamos, las maquinarias no van a entrar en jaque, sino que seguirán manteniendo el poder local.

Lo mantendrán habiéndose lanzado con el aval de un partido o recogiendo firmas y teniendo el beneficio de unos meses extra de campaña.

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