Pese a Aída Merlano, Arturo Char tendrá su coronita

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Hace una semana, los senadores de Cambio Radical y su jefe, Germán Vargas, ratificaron como su carta a la Presidencia del Congreso al Senador, salpicado en corrupción electoral.

Se acabaron las dudas. La escogencia del senador Arturo Char como nuevo presidente del Congreso, que había quedado en expectativa tras la investigación previa que le abrió la Corte Suprema dentro del escándalo de compra de votos de la excongresista prófuga Aída Merlano, se definió a su favor.

Así lo decidió la bancada de su partido, Cambio Radical, en una reunión virtual con su jefe político, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, hace una semana.

Exactamente, lo hicieron dos días antes de que la Corte Suprema ratificara la sentencia condenatoria por corrupción al sufragante, concierto para delinquir y porte ilegal de armas contra Merlano, quien en su proceso y en entrevistas ha asegurado que el senador Char compró votos con ella en las pasadas elecciones legislativas y le ayudó a fugarse.

La reunión de los senadores vargaslleristas se realizó el pasado lunes festivo 25 de mayo, vía la aplicación Zoom.

Estaban los 16 senadores con el objeto principal de cuadrar la agenda legislativa del partido para el siguiente semestre: reforma a la salud, reforma a la Justicia, la política de cielos abiertos y la reglamentación de las consultas previas.

Además de Vargas, estaba el secretario general de Cambio, Germán Córdoba.

Según cuatro políticos que estuvieron presentes y nos hablaron por aparte, en algún momento en las tres horas que duró el encuentro (de 3 a 6 de la tarde), se aprovechó para tocar el tema de la Presidencia del Congreso que, por acuerdos políticos, en la próxima legislatura le corresponde a Cambio Radical.

Debido al escándalo que causó Aída Merlano con su condena y sus declaraciones, y también por la indagación de la Corte en su contra, no se sabía con certeza si Arturo Char seguía en firme con su intención de llegar a esa silla.

Congresistas de la oposición habían dicho que se negarían a elegirlo, e incluso algunos de su propio partido creyeron que esto no llegaría a concretarse, como contamos en esta historia.  

Por ser el mayor elector de la colectividad, Char estaba llamado a ser el elegido por sus copartidarios para postularse.

Ese día, él manifestó su deseo de seguir adelante y, según nuestras fuentes que lo oyeron, ninguno de los presentes se opuso. Incluyendo a Germán Vargas. 

“Desde enero el apoyo a Arturo Char es irrestricto”, nos dijo al respecto el senador de Cambio Richard Aguilar.

Así las cosas, es prácticamente un hecho que el cuestionado Char sería el nuevo presidente del legislativo, no sólo porque esa dignidad le corresponda a su partido, sino porque en varias otras colectividades no piensan incumplir los acuerdos, incluso tratándose de alguien salpicado en un escándalo como él.

Así lo dejó entrever, por ejemplo, la senadora uribista Paloma Valencia, quien nos dijo que, aunque su bancada no se ha reunido para hablar del tema, se acogerán a los acuerdos.

Lo mismo nos dijo un senador liberal que nos habló por fuera de micrófonos, pues no es el vocero oficial del partido.

Con esto, Arturo Char ya tendría 49 de los 55 votos que necesitaría. Sin contar con los del Partido Conservador, que seguramente lo respaldaría para no incumplir los acuerdos y poner en riesgo la Presidencia que les toca en 2021, y además porque los godos están, como Char, alineados con el Gobierno.

Precisamente, con Char el gobierno Duque se anotaría un aliado en la mesa directiva, en un Congreso que le ha sido adverso y en el que se va a medir con varias iniciativas en los próximos meses.

Un aliado para Duque

Ser la cabeza del Senado no es poca cosa.

El presidente define el orden del día para debatir los proyectos de ley, da y quita la palabra en los debates de moción de censura, tiene un margen de maniobra para citar las sesiones, tiene visibilidad grande en medios para poner temas en la agenda pública, puede engavetar proyectos, y últimamente puede hasta interpretar cuando los votos para aprobar un proyecto constituyente son una mayoría constitucional.

Por eso, su papel será definitivo en un Congreso que, tras caer en la irrelevancia en esta legislatura por la llegada del coronavirus, cobrará importancia en la siguiente.

No sólo porque ya tendrá lineamientos más claros para legislar virtualmente (algo que ya se está terminando de concretar), sino porque el siguiente semestre se tramitarán proyectos que serán clave para el futuro del país, tras el covid.

Por ejemplo, tendrá a su cargo la revisión de los decretos de la emergencia económica del Gobierno, que empezará esta semana, y, entre otros, el proyecto de renta básica que fue radicado la semana pasada y, por tiempos, no alcanzará a votarse en esta legislatura. Quedará, entonces, para la próxima.

También podrían estar las sonadas reformas laboral y pensional que, ahora, son más urgentes. Incluso podría liderar los debates de una posible reforma tributaria que, aunque el Gobierno ha negado, muchos ven como necesaria para sopesar el enorme gasto que está haciendo el Estado en medio de la pandemia.

No es difícil imaginar en estos escenarios para dónde se movería Arturo Char, teniendo en cuenta que el clan que representa (los poderosos Char de Barranquilla, liderados por su hermano y su padre: el exalcalde Álex Char y el exsenador Fuad Char, respectivamente) tiene representación en el alto Gobierno.

Los Char no sólo tienen al viceministro de Salud, Luis  Alexánder Moscoso, sino también una línea directa con la nueva ministra TIC Karen Abudinen, quien cuenta con la particularidad de ser amiga personal del presidente Duque y ser cercana al clan barranquillero.

A menos de que algo pase de aquí al próximo 20 de julio -día en que comienza la nueva legislatura-, ahora el grupo contará con la silla más importante del Congreso.

Lo hará en cabeza de un senador investigado que hasta ahora se ha destacado más por ser un gran cantante y por haber dicho el año pasado, en la campaña de las locales, que la descentralización regional que contempla la Constitución del 91 era una “marihuana”.

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