Tumaco sin homicidios o la paz mafiosa

Silla Pacífico

Foto: La Silla Vacía

La ausencia de muertos en el principal cultivador de coca del mundo es resultado de un pacto entre ilegales, impulsado por líderes sociales para salvar sus vidas. En el área rural la guerra sigue.

El casco urbano de Tumaco vive momentos históricos. Terminó el año con la baja de Walter Arizala, alias Guacho, fundador del Frente Oliver Sinisterra (FOS) y el disidente de las Farc más famoso -aunque no el más poderoso- del país; y desde hace más de cuarenta días las autoridades no registran homicidios en el puerto, que es el principal cultivador de coca del mundo.

 

Ese panorama contrasta con lo que padecieron los tumaqueños en los principios de 2017 y 2018 cuando hubo 14 y 12 homicidios, respectivamente.

Aunque las autoridades atribuyen el inicio de año más tranquilo de la historia reciente de Tumaco a la caída de Guacho y de David, el líder de las Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP), otra disidencia de Farc, en septiembre; a las acciones de la Fuerza de Tarea Hércules y a un plan de seguridad en la Alcaldía, lo que más pesa en esa calma es el acuerdo de no agresión que el 13 de diciembre pactaron los disidentes del FOS y las GUP.

El pacto fue impulsado en sus inicios por un pequeño grupo de líderes sociales del municipio y contó con el apoyo y la mediación de la Iglesia.

Eso revela, primero, que la baja de homicidios es resultado de una paz “mafiosa”, es decir, aquella impuesta por uno o varios actores armados ilegales y no por las instituciones oficiales. Como por ejemplo, la famosa ‘Donbernabilidad’ en Medellín.

Segundo, dado el papel de los líderes sociales como impulsores del acuerdo, el hecho evidencia que, ante los asesinatos de los que están siendo víctimas en todo el país y la ineficiencia del Estado para protegerlos, estos actores de la sociedad están empezando a buscar en los territorios soluciones a sus riesgos.

La pregunta es si esto que les salva la vida ahora, no terminará por limitar o desaparecer los procesos de liderazgos que vienen desarrollando.

La paz “mafiosa”, además, genera una tensa calma, al tiempo que permite que los disidentes manejen con más tranquilidad sus negocios del narcotráfico.

Asimismo, la guerra en la zona rural, que comprende más de 300 veredas, selva, ríos y donde están las 19 mil hectáreas de coca sembrada, continúa.

El FOS y las GUP pelean allí territorio con alias Contador y Mario Lata, dos narcotraficantes que crecieron mientras la fuerza pública persiguió a Guacho.

Por esa pelea de territorio y de contención a Contador, en cuya estructura habría al menos 150 personas, hace una semana hubo un desplazamiento de al menos 700 personas por el río Rosario, una ruta narco.

Y al parecer según denunció la red de consejos comunitarios, por oponerse a que continúe la siembra ilegal murió el 24 de enero Maritza Ramírez, líder de Aguaclara, en zona rural, luego de ser atacada a piedra diez días atrás (a su entierro fueron pocos por miedo).

El pacto

La mayoría de las 15 fuentes consultadas en terreno para esta historia, entre ellas líderes comunales y rurales, autoridades, organismos humanitarios, políticos e investigadores del conflicto en la zona, coinciden en que el acuerdo fue pactado gracias a la iniciativa que tuvieron cuatro líderes de Juntas de Acción Comunal de los barrios más calientes en Tumaco.

Comenzaron a moverse el año pasado cuando David y Guacho seguían vivos y perseguidos por el Ejército.

”Hace 15 años no se podía pasar así por la zona rural”

Líder social en Tumaco

Al parecer, Guacho, asediado por el Ejército y con el cartel de Sinaloa pidiendo su cabeza porque no estaba cumpliendo las cuotas de coca exportada y tenía al Ejército encima, sí quería esa tregua y así se lo dijo a uno de esos líderes con el que tuvo comunicación directa, según nos contó ese comunal.

Con David, la cosa era distinta. “Se intentó hablar con David pero no se logró, estaba muy radicalizado”, nos cuenta a su turno el padre Arnulfo Mina, quien fue garante por la Iglesia de lo que pasó después.

Cuando cayó David de las GUP, en septiembre, fue más fácil hablar con su reemplazo, alias Borojó, un joven de 26 años que es el tercer líder de esa disidencia en menos de dos años y medio.

“David controlaba todo movimiento de las GUP. Borojó es un tipo más pensante y se asesora con otros seis hombres”, nos dijo un líder rural que lo conoce.

El contacto con ellos, además, habría estado mediado por Jose Jaiden Castro, alias El Doctor, un desmovilizado de la Columna Móvil Daniel Aldana de las Farc, capturado en 2014 y acogido al proceso de paz y la JEP.

Según uno de los presidentes de esas JAC y el líder rural que también estuvo en el proceso, El Doctor habló con Borojó y con Guacho.

Aunque los comunales dicen que El Doctor intercedió porque “le preocupaban las muertes” y después de la dejación de armas se volvió campesino, la versión de las autoridades es muy distinta.

El Doctor fue capturado el pasado 14 de enero en un bus en el centro de Tumaco y está pedido en extradición por narcotráfico, según dijo ese día el ministro de Defensa, Guillermo Botero.

Así que si continuaba en el negocio, esa alianza entre las disidencias lo beneficiaba para seguir exportando.

Un mes antes de su captura, el 13 de diciembre, El Doctor, alias Borojó y El Gringo (un joven de 24 años que era segundo al mando del FOS y quien tras la caída de Guacho es el nuevo líder) y al menos otros 30 disidentes se reunieron con los líderes comunales, el padre Mina, otro cura y líderes de zonas rurales para cerrar el pacto en El Bajito, una zona del casco urbano sobre el río Rosario.

El encuentro arrancó con una oración. Básicamente los líderes les pidieron que no mataran más civiles, que cuando entraran al territorio de otros vayan desarmados, que avisen que van para que los cuiden y que bajaran las extorsiones.

Según tres fuentes, del pacto hacen parte cerca de 700 disidentes. Al menos 450 serían del FOS y el resto de las GUP.

Y así lo han cumplido.

“Tres días después ya se veía gente que hace rato no venía, la gente podía salir a otros barrios”, nos dijo un funcionario de una ONG que trabaja en Viento Libre, uno de los barrios más calientes del Puerto.

“Uy esto es la gloria ahora”, nos dice un taxista; “Esto de caminar por estos barrios no se podía hacer hace dos o tres meses”, nos dice otro hombre mientras caminamos por Humberto Manzi, otro barrio con ‘dueño’ y donde en una de sus entradas vimos policías y no campaneros; “Yo hace 15 años no iba tan tranquilamente a la zona rural”, dice un líder de Alto Mira.

Y eso mismo nos repitieron cinco personas que trabajan en labores humanitarias y sociales en barrios como Viento Libre, Ciudad 2000, La Ciudadela o Panamá, donde GUP o FOS tenían a su gente o subcontratados.

De hecho, después de la tregua se unieron otros barrios que en inicio no estaban convencidos, según nos dijo una de las fuentes que lo supo de primera mano.

Si bien el alcalde encargado de Tumaco, John Jairo Preciado (el actual, Julio Rivera ,está preso desde diciembre por presunta corrupción en un caso que contamos en detalle), reconoce los “buenos esfuerzos de la comunidad” para lograr la calma del puerto, le da crédito a lo que han hecho las autoridades.

“Acá no había ni dios ni ley y el Plan Tumaco Seguro frenó todo eso. Lo importante no es quien saque pecho, sino que esta gobernanza de Alcaldía, fuerzas militares, líderes e Iglesia es la que se lleva el mérito de estos días sin violencia”, nos dice en su despacho.

”Acá no había ni dios ni ley”

John Jairo Preciado, alcalde (e) de Tumaco

“Puede que la gente no hable por miedo”, nos dijo un funcionario humanitario, en relación a que desde hace una semana sí han aparecido cuerpos de personas dadas por desaparecidas. Aparecen flotando en los ríos, como ocurrió en La Playa hace cinco días.

Durante nuestra estadía en Tumaco a la Morgue de Medicina Legal no llegaron cuerpos.

Catorce días después de esa primera reunión, habría existido otro encuentro en la zona rural con consejos comunitarios de Roberto Payán, delegados de los comunales y las disidencias para pactar un acuerdo similar, esta vez en las veredas donde FOS y GUP tienen injerencia.

En eso coinciden una tercera fuente humanitaria y un líder comunal que lo supieron de primera mano, además de otro líder juvenil que lo supo en su momento.

”(FOS y GUP) peleando no podían vender la pasta (de coca)”

Gestor de paz en Tumaco

Mantener en calma el área rural sirve en la lógica del narcotráfico porque es desde allí donde se mantiene el cultivo, la producción y exportación de la pasta de coca.

“La unión les beneficia porque tiene que ver con la cantidad de cargamento que ellos tienen que sacar para cumplir la cuota a los mexicanos”, nos dijo un investigador del conflicto en terreno; “El trasfondo de todo es que peleando no podían vender la pasta”, nos dijo un gestor de paz que tuvo que conocer del negocio para poder realizar su labor humanitaria.

Además porque lograr y mantener el pacto influye directamente en los intereses narco de las disidencias, y de su contención contra su nuevo enemigo: alias Contador.

La guerra es contra Contador en los campos

“Si bien la intención de los líderes era esa (que cesaran las muertes), los bloques querían era unirse contra Contador”, nos dijo una fuente humanitaria que siguió el proceso; “una de las razones de la unión es por la llegada de esos dos”, nos dijo un funcionario que conoce del tema, en relación a Contador y su nuevo socio, Mario Lata.

”Los bloques querían era unirse contra Contador”

Investigador en Tumaco

De Contador las autoridades no saben su nombre, pero conocen sus movimientos. En abril del año pasado, el fiscal General, Néstor Humberto Martínez, lo señaló de ser “el gran financiador del narcotráfico en el Pacífico”.

Según un informe de inteligencia que reveló El Tiempo en ese momento, Contador nació hace 29 años en Medellín, se mueve en Llorente en camionetas de alta gama con 14 escoltas y todos los capturados para esa época lo llamaban el patrón detrás de cada envío de coca.

Es poderoso porque desde hace años viene trabajando con el cartel de Sinaloa, en un punto habría financiado a las GUP, sería el principal comprador de pasta a Gentil Duarte, el disidente más poderoso con sede en el Sur del país; y fue, además del asedio del Ejército, una de las causas por las que Guacho comenzó a decaer.

Eso porque además de ir tras su cabeza luego de que Sinaloa rompió lazos con el disidente Guacho, le ganó la disputa por Llorente, un enclave muy importante en la ruta narco.

El aliado de Contador, según las fuentes, es Mario Lata, un exparamilitar, exrastrojo y exfariano, pero sobre todo, un narco puro con tres juicios por narcotráfico encima que, como hemos venido contando desde el año pasado, también le ganaba espacio a Guacho en el área urbana.

“Es muy sanguinario. No tiene ideología. Es muy estratega militar, eso lo aprendió de andar con esos grupos. Estuvo en zona veredal y llegó a Tumaco a punta de habeas corpus”, nos dijo un funcionario judicial que conoce de su pasado penal.

Ese grupo tendría entre 150 y 400 miembros, según nos dijo el líder comunal que estuvo detrás del pacto.

Se mueve, según las fuentes, desde el sector de la cárcel de Buchelli hasta Llorente. No necesita ir al puerto porque tendría su propia salida por el Río Rosario, donde estaría su campamento, según una persona que lo conoce.

Es tal el nivel de la confrontación que en la reunión del 13 de diciembre El Gringo habría sentenciado esa guerra.

“A Contador solo muerto”, habría dicho el nuevo líder del FOS en ese encuentro, según nos dijo esa fuente.

”A Contador solo muerto”

alias El Gringo

Y posiblemente por esa guerra es que ocurrió el desplazamiento de la semana pasada, sobre el cual el Alcalde nos dijo que había sido “por narcos y cultivos. Grupos que tienen brazos armados”.

Que haya sucedido eso en la zona rural muestra que la paz mafiosa no es completa. Y es muy frágil.

Una paz a medias

Mantener la tregua entre las disidencias, pero que éstas al mismo tiempo sostengan una pelea con narcotraficantes de las características de Contador y Mario Lata no hace segura la paz que hay ahora, principalmente por razones de logística y de negocio.

”Toca comprar al comprador que Contador deja en la zona”

Gestor de paz en Tumaco

La logística es que, al acabar las fronteras invisibles del Tumaco rural entre FOS y GUP, están territorialmente más cerca a los de Contador, lo que haría constantes los enfrentamientos y que la población esté en peligro.

“La gente le tiene que comprar (armas y pasta) al comprador que Contador dejó allá; pero más hacia abajo hay otro comprador de las disidencias que da las cosas más baratas. Si Contador lo sabe, los mata”, nos dijo el gestor de paz.

La segunda es el negocio del narcotráfico en sí mismo, la gasolina que mueve el conflicto en Tumaco.

Según los tres líderes comunales, dos fuentes humanitarias y la de la Iglesia que hablaron para la historia, la paz que hoy vive Tumaco es frágil porque está mediada por cumplir cuotas de cargamentos, por lo que si hay inconvenientes, puede irse a pique en cualquier momento.

“Esto sigue porque los narcos siguen comprando, porque no hay alternativas que ofrezca el Gobierno para la gente. No estamos dispuestos a seguir poniendo los muertos”, nos dijo el padre Mina.

¿Cómo logra usted desmovilizar si no hay inversión social?

padre Arnulfo Mina

Y es que como hemos venido contando con historias en terreno, lo denunciaron organizaciones internacionales como Human Rights Watch y es una constante en informes de investigación de organismos multilaterales, la acción del Estado en Tumaco implica más que la presencia militar.

“¿Cómo logra usted desmovilizar o sacar a la gente de esta situación si no hay inversión social? Por un pedazo de pan entran a trabajar”, continúa Mina.

Para el Alcalde encargado, además de inversión, debe haber pie de fuerza porque el territorio rural es enorme.

“Hay que generar dispositivos similares a los que tenemos en el casco urbano en la zona rural. Este es el cuarto municipio más grande del país en extensión. Se hace un poco inmanejable, es un reto”, nos dijo el mandatario Preciado.

Por ahora, la tregua sigue. Vienen los carnavales del puerto y en la Alcaldía esperan que lo que sea que mantenga la paz ayude a incentivar el comercio y el turismo.

Detrás, la olla a presión sigue encendida.

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