El sistema funciona de manera que el Presidente pueda poner amigos en los órganos de control. A Duque le ayudó jugársela con candidatos que no dependían de su capacidad de conseguirles los votos.
Coalición y candidatos con lazos políticos, clave de Duque para quedar “con todo”
Tras la elección, ayer en el Senado, de la exministra de Justicia Margarita Cabello como nueva procuradora general, quedó aún más fuerte este contraste: el presidente Iván Duque pasó de no tener peso en el Congreso, de que le hundieran ahí su anhelado proyecto de objeciones a la Jurisdicción Especial de Paz JEP y prácticamente le tumbaran a su Ministro de Defensa; a tener aliados en tres de los órganos de control más importantes del Estado.
Se quedó “con todo”, como se leía ayer en las redes, para destacar que el Presidente cuenta con su mejor amigo, Francisco Barbosa, en la Fiscalía General; su aliado Carlos Camargo en la Defensoría del Pueblo y, ahora, su exalta funcionaria Cabello en la Procuraduría.
Eso sin contar que la elección del Contralor, Felipe Córdoba, también fue bien vista en Palacio.
La situación es claramente cierta y encuentra explicación en el sistema que, en estos momentos, le permite al Presidente poner la terna completa para Fiscal (que elige la Corte Suprema) y Defensor del Pueblo (elige la Cámara de Representantes) y postular a uno de los tres candidatos a la Procuraduría (que elige el Senado).
Por ello, aunque algunos digan que nos volvimos Venezuela, lo que está pasando no dista demasiado de lo que sucedió en el pasado gobierno de Juan Manuel Santos, quien tuvo de fiscal a su exsuperministro Néstor Humberto Martínez y, aunque no ganó su ternado, dio el guiño para la elección del Procurador que quedó y también para la del Defensor.
Otra parte de la explicación en el caso de Duque es que se la jugó con candidatos que no son fichas de su bolsillo y dependían de la capacidad de arrastre de Palacio, sino que ya contaban con un recorrido político y contactos, por lo que sus triunfos no obedecieron necesariamente a grandes repartijas burocráticas desde el alto Gobierno.
Como sea, que un Presidente tenga amigos de tal nivel en los órganos de control más importantes del Estado, que con independencia podrían efectivamente vigilar y castigar cualquier acto eventualmente sancionable, le pega a la institucionalidad porque pone bajo expectativa de entrada las actuaciones en estas entidades.
En el caso de Duque, por ejemplo, quien está investigando la llamada “Ñeñepolítica” (la posible compra de votos a la elección presidencial por parte de un cuestionado y asesinado ganadero, llamado José ‘Ñeñe’ Hernández en dos departamentos) es la Fiscalía de su amigo Barbosa.
Quien va a vigilar disciplinariamente a los funcionarios del Estado, incluyendo al gabinete ministerial, es su exsubalterna Cabello, a cuyo despacho podrían terminar llegando las fallas del Gobierno en la solicitud de extradición del paramilitar Salvatore Mancuso, en cuyo trámite tuvo que ver la Exministra.
Y quien va a estar al frente de las alertas tempranas sobre violencia en los territorios es su amigo Camargo desde la Defensoría del Pueblo, un puesto al que el Presidente no quería que llegara alguien opositor al Gobierno, como lo contamos.
“Las facultades de nominación del Presidente deberían repensarse, porque está mal nominar a la Procuraduría a un Ministro en ejercicio. No hay incompatibilidad, pero desde el punto de vista ético sí hay debate”, nos dijo respecto a la elección de ayer el experto de La Silla Llena y doctor en Derecho, Esteban Hoyos, para quien las actuales elecciones abren un debate ético sobre el poder que recae en el Jefe de Estado.
El gana-gana de Duque
En menos de quince días el presidente Duque se anotó dos goles con sus candidatos a la Defensoría y la Procuraduría. Allí, según nos dijeron las 18 fuentes consultadas para esta historia, entre funcionarios y exfuncionarios de Palacio, altos mandos de las ías y congresistas de cinco bancadas, mediaron principalmente dos factores.
El primero es que Duque ternó aspirantes con recorrido político y cercanía con los partidos, que no dependían de la capacidad del Presidente de conseguirles los votos (algo que, de haber sucedido, los hubiera puesto en duda, dada la poca fuerza que Duque ha demostrado tener en el Congreso).
Tanto la nueva procuradora Margarita Cabello, como el nuevo defensor Carlos Camargo, tienen estrechas relaciones con los partidos y políticos tradicionales, especialmente del Caribe.
Cabello, como contamos en su perfil de ayer, ha combinado su carrera pública en la Rama Judicial con una cercana amistad con la élite del Atlántico, incluyendo al poderoso clan Char, lo que fue clave en su elección.
“Yo a ella personalmente le dije que si quedaba postulada la apoyaba y cuando salió en la terna le mandé un mensajito y me devolvió la llamada”, nos dijo un Senador costeño que efectivamente votó por ella ayer, no porque Duque se lo ordenara sino porque es amigo de Cabello.
Eso contrastaba con los otros dos aspirantes, Juan Carlos Cortés (quien perdió con 16 votos de la oposición) y Wilson Ruiz (quien no obtuvo votos), que si bien tenían aliados y recorrido político con liberales y conservadores, respectivamente, pronto se quedaron sin oxígeno político.
Y antes de la elección Cabello ya tenía cantados los votos de casi todos los partidos en el Congreso.
@CeDemocratico (19 votos)
— La Silla Vacía (@lasillavacia) August 27, 2020
@PCambioRadical (16)
@PartidoLiberal (14)
@partidodelaucol (Todos menos @RoyBarreras=13)
@soyconservador (13)
@LibresOficial (3)
@PartidoMIRA (3)
@jonatantamayop (1)
Una situación similar ocurrió con Carlos Camargo, el actual Defensor del Pueblo, quien venía de tener puestos en entidades gracias a sus alianzas políticas y familiares.
Como contamos, desde que arrancó a moverse su aspiración hizo lobby con la Cámara de Representantes que lo eligió; antes de ser ternado ya llevaba más de 60 reuniones virtuales con los congresistas, tenía el respaldo de su partido, el Conservador, y se venía acercando a la Casa de Nariño como director de la Federación de Departamentos.
El Presidente buscaba una terna que le garantizara un Defensor del Pueblo aliado y no enemigo del Gobierno, como quedó claro en la conversación que revelamos entre el mandatario y el jefe de La U, Aurelio Iragorri, que buscaba retener esa entidad.
El segundo factor es que, con la coalición que armó a inicios de año vía puestos en los ministerios, Duque ha podido mantener alianzas con colectividades que hasta el año pasado fueron esquivas a él, como La U y Cambio Radical.
Aunque esa situación por ahora le ha servido solamente para que sus candidatos ganen y no para poner una agenda legislativa, que en el actual año legislativo aún no arranca y que tampoco es ambiciosa.
“El Presidente ha elegido gente que le gusta al Congreso, que se saben mover”, nos dijo un congresista de La U que ayer votó por Cabello y en el mismo sentido nos hablaron casi todos los entrevistados para esta historia: del uribismo, conservatismo, Cambio Radical y el partido Verde.
En Palacio también nos dieron una versión en un sentido parecido:
“Duque ha ternado candidatos que yo llamo politécnicos: tienen un recorrido político, y tienen trayectoria específica en el cargo que van a ocupar (...) Gente que tiene cómo moverse sin que él les haga el ‘trabajo sucio’”, nos dijo un alto funcionario de Palacio en referencia a que no ha tenido que lanzar un guiño de última hora a los partidos, como ocurrió con mandatarios anteriores, porque los aspirantes ya han hecho ese trabajo político.
“Él lo que ha hecho es mandar unos candidatos que saben hacer el trabajo en el Congreso sin necesidad de él estar llamando ‘mira vota por éste’. Ha sido muy hábil porque así evita que lo extorsionen”, nos contó un congresista de Cambio Radical.
Un gana-gana al que se suma que el Presidente, previo a este nuevo momento de respaldos políticos más cuajados en el Congreso, ya tenía a su mejor amigo de la universidad, Francisco Barbosa, como Fiscal General, en una elección en la que no tiene que ver el Legislativo igual, sino que elige la Corte Suprema.
Ahí el Presidente tenía la sartén por el mango porque fue él quien armó toda la terna a la alta Corte, por lo que sí o sí, quien quedara sería afín a él, y que en ese tribunal, como contamos en su momento, Barbosa fue el más votado desde el principio.
Justamente el diseño institucional que le permitió eso fue otro asunto que jugó fuertemente para que la situación de hoy se haya dado.
Un diseño a favor
El camino para que Duque tuviera aliados en las ías pasa porque así la Constitución se lo permite. Como Presidente no sólo pudo armar las ternas de Defensoría y Fiscalía, y poner un candidato a procurador, sino que también puede armar ternas para magistrados de la Corte Constitucional (como ocurrirá con la vacante que dejará Carlos Bernal).
“Desde la Constitución del 91, desde Cesar Gaviria, los órganos de control han sido afines al gobierno de turno (…) En la práctica siempre ha ocurrido, la coyuntura política hace más relevancia al tema. Aunque un Procurador y Contralor que le esté poniendo palos al gobierno también puede ser contrapoducente para el Estado”, nos dijo al respecto el constitucionalista Juan Manuel Charry.
Eso hace que Duque no sea el primer Presidente que influya en esas elecciones, como Santos con Néstor Humberto Martínez y también su guiño para Fernando Carrillo, actual Procurador y exministro del Interior suyo.
Una situación que hoy a Duque le juega a su favor y lo reactiva políticamente, como dicen en su propia bancada uribista. “Dicen que Duque se quedó con todo y sí. Pero no le echen la culpa al Presidente, sino a los constituyentes del 91. ¿Quién terna al Defensor? ¿Al Fiscal? El Presidente y eso dice la Constitución. Si el papa Francisco fuera presidente tampoco ternaría a sus enemigos”, nos dijo un uribista aliado.
Un gana gana que, con la elección de Cabello, deja contentos a los congresistas y al Presidente, pero cuyas consecuencias para la institucionalidad y el equilibrio de poderes se verán en la gestión de estos altos funcionarios.