El Consejo Nacional Electoral aterrizará la sentencia sobre el plebiscito. Estas son las principales preguntas que resolverá.
El CNE, la última palabra del plebiscito
Ayer el Consejo Nacional Electoral hizo una audiencia pública para que los interesados presentaran sus propuestas sobre la reglamentación del plebiscito. Con una convocatoria que sumó figuras como el ex presidente César Gaviria, el ex candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, la senadora verde Claudia López o el copresidente de La U Armando Benedetti, las presentaciones mostraron cuáles son los grandes interrogantes que despejará el CNE, y que pueden definir la campaña por la refrendación e incluso el resultado.
La mayoría de las intervenciones giraron alrededor de cuatro asuntos, que preocupan a todos: cómo se van a repartir los espacios institucionales para las campañas por el Sí y por el No en radio y televisión, cuáles van a ser las reglas para hacer campaña en redes sociales,exactamente hasta dónde y cómo podrán participar los funcionarios públicos en la campaña, y dónde se traza la raya para cumplir con la prohibición de usar logos de partidos.
Algunas intervenciones fueron a puntos más polémicos. Por ejemplo, Benedetti pidió que las campañas no tengan topes de financiación porque “esa es una mentira que las campañas no cumplen”. A cambio, propuso que sea obligatorio que reporten en línea, en tiempo real y en en una plataforma pública sus ingresos y gastos.
Esa propuesta, de ser acogida por el CNE, promete dar pie a una gran polémica: mientras del lado del Sí está la fundación Todo por la Paz, que maneja Fabio Villegas y en la que están en su junta directiva las cabezas de todos los grandes grupos (excepto la Organización Ardila Lülle), el No no tiene cacaos a bordo.
Además, en las demás elecciones hay topes de financiación y una parte de la campaña la paga el Estado, para evitar que el dinero juegue un papel tan preponderante (por lo menos oficialmente) en los resultados.
Por eso, levantarla solo para este plebiscito puede dar pie a otra crítica del uribismo de que se trata de una campaña sin garantías.
Otra propuesta polémica del Senador tiene que ver con quién podría liderar las campañas por el Sí o el No.
Aunque ya está claro que en cada una habrá más de un comité promotor (el grupo que lidera los plebiscitos o referendos, como el que impulsó el referendo por el agua o el que lidera Viviane Morales), el CNE debe definir si hay límite a la cantidad o requisitos para constituirse en comité, y Benedetti propuso que se cree un “piso”, como que solo puedan serlo organizaciones con personería jurídica, y que hubiera un solo vocero por el Sí y por el No.
Lo mismo propuso Héctor Olimpo Espinosa, el secretario general del Partido Liberal.
Esa propuesta puede tener algo de sentido, pues si hay muchos comités con diferentes mensajes y propuestas, es muy fácil que los ciudadanos terminen más confundidos. Además, si se pone un piso hace más fácil la distribución de los espacios en radio y televisión, que irían a los voceros y no a decenas de comités, de diferente tamaño, capacidad y visibilidad.
El problema es que eso significaría quitarle casi toda la relevancia a comités diferentes a los que pertenezca el vocero, así representen a otro grupo: los que quieren votar No y no son uribistas, o los que apoyan el Sí sin ser santistas quedarían sin esa visibilidad.
Curiosamente, esta propuesta terminaría favoreciendo al No, que tiene en Álvaro Uribe a un líder que arrastra; y sería mucho más difícil de digerir en la colación variopinta del Sí, que tiene varios líderes ansiosos de visibilidad y con mensajes que van desde lo más oficial de la U hasta los del Polo.
La verde Claudia López, en cambio, defendió que debe haber la cantidad de comités que quieran los ciudadanos, para así ampliar la democracia y la participación.
Benedetti también propuso que los medios revelen periódicamente cuánta pauta le han vendido a las campañas y que no puedan venderle desproporcionadamente más a una de las dos campañas, y que haya una regulación de quién puede hacer encuestas y qué mínimo de características técnicas deban tener (como que sean presenciales y mínimo 1.500 encuestados).
En contraste con esas propuestas generales, Zuluaga presentó 37 preguntas detalladas no sólo sobre la campaña (que es lo que regula el CNE e incluye asuntos como financiación estatal o cantidad de comités promotores) sino sobre el día de las elecciones, dirigidas a otras entidades.
Por ejemplo, a la Registraduría le preguntó cómo va a escoger los jurados, si se permitirá votar en el exterior durante más de un día o si habrá incentivos para votar como hay en las elecciones ordinarias; y al Ministerio del Interior si va a sacar un decreto haciendo gratis el transporte público el día de la votación.
Con esas preguntas, mostró que al uribismo le preocupa tanto la regulación de la campaña en general como la ejecución el día de las elecciones.
Por ahora esas preguntas y propuestas son solo eso. Pero según dijo a La Silla Alexander Vega, el presidente del CNE, también es un insumo para Consejo Nacional que, aunque tiene que esperar a la sentencia de la Corte Constitucional para definir muchos detalles de la reglamentación, ya están trabajando en algunos asuntos generales, como los plazos para votar en el exterior, la posible creación de un nuevo período de inscripciones para votar o el tope de financiación.
Falta ver qué tan fácil es llegar a acuerdos en un tribunal que acaba de salir de una dura pelea interna.
La nueva armonía en el CNE
Como contó La Silla en 2014 , los nueve magistrados del CNE fueron elegido en medio de una dura puja entre la coalición santista y la izquierda, que se saldó con una derrota del Gobierno, que no tiene mayoría en él (aunque puso a 5 de los 9 magistrados, las decisiones se toman con 6 votos).
Esa falta de mayorías ha llevado a una inestabilidad institucional que se ha notado a leguas, y que curiosamente no ha seguido líneas partidistas.
La primera prueba fue que elegir presidente tardó más mes, cuando suele ser algo inmediato.
Luego, el año pasado, se armó una pelea interna muy fuerte cuando su presidente de entonces, el liberal Emiliano Rivera, y su vicepresidente, el uribista Felipe García, presentaron con el Ministro de Interior Juan Fernando Cristo un proyecto de ley que independizaba a este órgano de la Registraduría, dándole patrimonio y presupuesto propio.
Pero como lo hicieron sin discutirlo con sus compañeros, hubo varias salas plenas muy duras y los magistrados de La U Bernardo Franco y Alexander Vega, y Armando Novoa (del Polo, el Mira y la Alianza Verde) presentaron una proposición para quitarle oficialmente el apoyo al proyecto de ley.
Hay heridas que no se superan tan facilmente
Magistrado del CNE
En julio del año pasado, en plena campaña para las elecciones regionales, de nuevo hubo una división: Franco, Vega, Novoa y la conservadora Ángela Hernández sacaron un comunicado desmintiendo unas declaraciones del Ministro de Interior (quien había dicho que se habían anulado inscripciones irregulares, una decisión que puede tomar el CNE y no el Gobierno), pero sus compañeros no lo firmaron.
Y la tercera prueba la dio la demora de nueve meses para elegir presidente, entre fines del año pasado y mediados de julio. Como contó La Silla, la división de un grupo de 5 magistrados y otro de 4 fue tan fuerte que no se pudo superar ni cuando el grupo mayoritario aceptó apoyar a una candidata del minoritario (la guajira de Cambio Yolima Carrillo) que no fuera el que quería ser presidente (el conservador cordobés Carlos Camargo).
Al final, según le dijeron a La Silla tres altas fuentes del CNE, eso solo se resolvió cuando Juan Manuel Santos llamó a Carrillo para pedirle que permitiera resolver el impasse. La magistrada le negó esa versión a La Silla y explicó que no recibió ninguna llamada pero sí ayudó a superar el impasse.
“Estábamos en Sala Plena, con ese debate, cuando vi un titular de Caracol Radio que decía “plebiscito sí, CNE no”. Se los leí a mis compañeros y decidí que había que superar el bloque”, explica. Y argumenta que por eso el resultado final no fue que su voto se sumó al grupo mayoritario, sino que hubo un acuerdo general: todos los presentes votaron por elegir a Vega (de La U) como presidente y a al conservador Camargo de vicepresidente.
En cambio, según las otras tres fuentes Carrillo y Rivera se fueron acercando al grupo mayoritario. Pero todos coinciden en que ahora todos están trabajando en armonía.
La pregunta es qué tan sólida es esa paz en un tribunal compuesto de magistrados que son elegidos a nombre de partidos políticos y que por lo tanto representan posiciones claras frente al plebiscito.
En principio no debería haber problemas: hay 6 que representan a partidos que están por el Sí (los dos de La U, los dos liberales, que son Rivera y el ex senador Héctor Helí Rojas, Novoa y Carrillo) y 2 que estarían con sectores del No (García y la conservadora Ángela Hernández, de la rosca del Procurador Alejandro Ordóñez).
El noveno, el conservador Camargo, es del grupo de la senadora Nora García,que votó por el uribismo en las presidenciales pero ahora apoya a Santos.
Por eso es que las propuestas de Benedetti u otras de la Unidad Nacional tienen posibilidades de ser acogidas.
Según cuatro fuentes del CNE, se está armando un borrador de resolución a punta de reuniones de asesores por fuera de la Sala Plena, que es en la que se encuentran y toman decisiones los magistrados dos o tres veces por semana.
Pero eso no quiere decir que la reglamentación, que es necesaria para que haya campaña por el plebiscito, vaya a salir tan rápido.
Esa velocidad es esencial para Santos porque, como contamos, el Gobierno quiere votar el plebiscito antes de presentar la reforma tributaria, para lo que tiene plazo hasta el 2 de octubre. Y Vega le explicó a La Silla que solo la pueden sacar después de que haya un Acuerdo Final con las Farc (quizás “antefirmado”), que Santos se lo presente al Congreso y que éste le de luz verde para convocar un plebiscito.
Como los tiempos están tan cortos y la campaña no puede arrancar sin reglamentación, una demora del CNE puede cambiar todo el panorama.
Esa demora no es imposible: las peleas pasadas muestran que no son imposibles las alianzas con magistrados de diferentes partidos, sean de la Unidad Nacional o no, y los seis que representan a partidos que están con el Sí han estado en orillas opuestas en todo este tiempo.
“Hay heridas que no se superan tan facilmente”, explica un magistrado. Esas heridas pueden enredar la decisión y sumarse a las normales diferencias de criterio para prolongar el debate, lo que sería un golpe para el Gobierno y quienes impulsan el Sí.