Feliz día del campesino a nuestros héroes ignorados

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El campo envejece pues cada vez es menor el relevo generacional. El índice de envejecimiento rural incrementó significativamente, pasando de 26,45 en 2008 a 37,68 en 2018. Los jóvenes no van a seguir luchando contra la adversidad, sin la recompensa de ingresos dignos.

Desde 1965 cada primer domingo de junio se celebra el día del campesino en Colombia. Un día para recordar las condiciones en que trabajan la mayoría de pequeños campesinos: Acceso limitado a educación y salud; Poca tierra para tener un cultivo sostenible a nivel de ingresos; Capital incipiente y con escasas posibilidades de financiamiento; Poca infraestructura o nula, con vías terciarias en condiciones paupérrimas; Baja inversión pública y privada en innovación e investigación; Escasa transferencia de conocimiento; Enfrentados a fenómenos naturales y a la volatilidad de los precios. A pesar de esto, producen 70 por ciento de los alimentos que consumimos los colombianos segun un estudio del MADR en 2016. Son nuestros héroes ignorados.

Además de lo anterior, el campo está envejeciendo y cada vez es menor el relevo generacional. Los más jóvenes no quieren seguir luchando contra la adversidad sin recibir la recompensa de poder obtener ingresos dignos. Prefieren migrar a la ciudad, pues no ven en el campo ni rentabilidad ni oportunidad. La situación me recuerda una frase del cuento Alga Marina Roja de Alice Munro “Cada cual hace lo que puede antes de confiar en la agricultura”.

Los datos hablan por sí solos: En 1938 el total de la población rural Colombiana era del 69.1 por ciento, en 1985 fue 32.8 por ciento y en 2019 disminuyó hasta 22.2 por ciento segun reportes del Dane. La edad promedio en el campo subió de 27.5 años en 2008 a 30 años en 2018. Sin embargo, se estimó que la edad promedio de los agricultores familiares  es de 44 años en 2011 (ver). Pero más significativo que lo anterior es que el índice de envejecimiento rural se incrementó de manera significativa, pasando de 26,45 en 2008 a 37,68. El índice para 2018 significa que por cada 100 menores de 15 años, hay 38 mayores de 60 años segun cifras del Dane/Geih.

El Departamento Nacional de Planeación (DNP), estimó que para 2050 habrá una reducción del 28 por ciento de la población rural en los municipios cafeteros de acuerdo con el DNP/DDRS  para el 2016. Roberto Vélez, Gerente de la Federación Colombiana de Cafeteros, declaró en diciembre de 2019 que aunque no hay cifras oficiales, hay fincas cafeteras en que 9 de cada 10 recolectores son venezolanos.

Aunque esto es tema para otro artículo, a nivel mundial se han perdido cosechas a causa de la escases de mano de obra en la recolección, en particular por el cierre de fronteras que impide a los migrantes trabajar como temporales. Por este motivo, se estima que la región de Puglia (Italia) tendría pérdidas de €500 millones. Así mismo, el gobierno Alemán en plena pandemia permitió el ingreso de 40,000 trabajadores temporales de Europa Oriental para recoger las cosechas, y así evitar un desastre agrícola segun Euronews.

Esto muestra que cada vez son menos los que eligen trabajar en el campo, pues bien es sabido que los migrantes realizan el trabajo que nadie quiere hacer. Esto se explica en que el trabajo en el campo se hace en condiciones difíciles, tiene una gran exigencia física y la remuneración tiende a ser baja.

En Colombia, el ingreso promedio de las personas que se dedican a actividades agropecuarias es es el 65.8 por ciento de un salario mínimo segun del Dane/Geih. De hecho, en el primer semestre de 2019 el promedio de ingresos mensuales de un trabajador agropecuario fue de $584,000. Esto tal vez sirva para explicar un anécdota, la novia de un campesino lo condicionó que solo se casaría con él si aceptaba trabajar como celador en el casco municipal de Pandi.

Como consecuencia de lo anterior,  la pobreza en el campo es mucho mayor que en los cascos urbanos: De cada 1.000 personas que viven en la zona rural 154 son pobres extremos, es decir, sus ingresos no alcanzan para obtener la canasta mínima alimenticia. La cifra es  tres veces mayor que en la zona urbana donde la pobreza extrema es de 4.9 por ciento por ciento. En cuanto a la pobreza multidimensional también las brechas son significativas 39,9 por ciento rural, 13,8 por ciento urbana segun Dane/Geih/Encv  para el 2018.

El problema del por qué no hay relevo generacional es que no se ve un cambio estructural en el corto ni en el largo plazo. Como bien lo señaló la Misión para la Transformación del Campo, “La desigualdad de oportunidades y el bajo desarrollo en capital humano tienen como consecuencia efectos de mediano y largo plazo, se trata de generaciones que actualmente no cuentan con las capacidades necesarias para superar la condición de pobreza en el corto plazo y tampoco están adquiriendo las herramientas para superarla en un plazo más largo”. Sin  ilusión, ni condiciones de mejoría, no hay otra opción que migrar.

Las soluciones son las mismas que están escritas desde hace años, incluso muchas de las soluciones son leyes.  Sin embargo, no llegan, no se plasman, no se implementan. La posesión del tamaño de la tierra es insuficiente, la transferencia de conocimiento no llega o es de baja calidad. Las vías terciarias están en pésimas condiciones. Así podemos seguir, todos los años repitiendo la misma lista. Repitiendo las mismas consecuencias: fallas estructurales de producción y comercialización, y por ende ingresos precarios.   

Cómo cambiaría la situación del campo si se implementaran por ejemplo la Ley 811 de 2003 (Sobre mejoras en la competitividad y productividad de las distintas cadenas agropecuarias) y la Ley 1876 de 2017 SNIA (Sobre transferencia de conocimiento y optimización de recursos en ciencia y tecnología). Por cierto al implementarse estas leyes, se cumpliría gran parte del punto 1 del acuerdo de paz. Si a esto le sumamos, replicar buenas prácticas internacionales como las de compras públicas de agricultura familiar para el Programa de Alimentación Escolar, solo así estaremos hablando de grandes cambios, solo así habrá relevo generacional en el campo.

Pero los años siguen pasando sin que estas soluciones estructurales lleguen. El riesgo está en que el campo envejece, y de manera paulatina se queda sin mano de obra. Ningún sector sobrevive sin este factor de producción. Cada año que pasa son menos los campesinos que podemos felicitar en su día, pues nadie aspira a ser un héroe con hambre.

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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