Finagro: un banco de fomento sin llegada al productor primario
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El Gobierno Nacional en respuesta a la pandemia creó la línea especial de crédito con tasa subsidiada Colombia Agro-produce, pero esta ayuda financiera poco ha beneficiado a los pequeños productores primarios. Así lo alertó la Contraloría el 17 de abril, y desde entonces los medios de comunicación le han venido haciendo seguimiento. Sin embargo, esto no es algo reciente, ni de esta coyuntura, es un tema estructural. Si bien el crédito de fomento se creó para el pequeño productor, el camino fácil y seguro que tradicionalmente se ha tomado es prestarle al grande.
Por el covid 19 se han puesto los ojos en el financiamiento agropecuario. Resulta evidente que se presta dinero siguiendo la lógica de la banca privada. En esa lógica prevalece disminuir el riesgo prestándole al grande e ignorando al pequeño. Esto es consistente al ver los datos que dio el Ministro de Agricultura en entrevista con El Tiempo, refiriéndose a la línea de crédito Colombia Agro-produce, “Para el 21 de abril iba en 12.264 millones para pequeños que corresponden a 1.177 créditos. En medianos es de 48.000 millones (cerca de 300 créditos) y en grandes, 213.000 millones, de 77 créditos”. En resumen se prestó el 78 por ciento de los recursos a los grandes, pero sólo suman 5 por ciento de las operaciones crediticias.
Otra evidencia de que la línea ha favorecido a los grandes, es que después de la alerta de la Controlaría, grandes empresas devolvieron créditos por 33 mil millones de pesos, argumentando temor por daño reputacional. Se puede inferir que si devolvieron el dinero es por qué no tenían una emergencia, pues primero va la supervivencia que la reputación.
Acá volvemos al mismo meollo, la colocación del crédito se rige por la lógica de la banca privada. Precisamente la rentabilidad de un banco consiste en prestar grandes cantidades en pocas operaciones de bajo riesgo. La lógica está bien para transacciones entre grandes, pero este comportamiento va en detrimento de los recursos de fomento agropecuario pues excluye al productor primario. Así lo hizo saber Diego Trujillo, Procurador delegado para asuntos agropecuarios, “El esquema de Finagro es fallido para llegarle al productor primario”.
Lo que resulta paradójico es que Finagro coloca el dinero pero se deja imponer las condiciones de la banca privada, que a su vez tiene un sesgo urbano-empresarial, y que desconocen la realidad y la dinámica de la Colombia rural. En una reunión que estuve en Finagro, un representante de Usaid preguntó sobre un posible préstamo a una organización campesina, el funcionario de Finagro con candidez respondió, “Nosotros no podemos garantizar que accedan al préstamo, pues eso es potestad del banco. Nuestro trabajo es sensibilizar al banco sobre las condiciones del campo. Eso si sería buenísimo si la organización tiene las normas contables en Niif”. Su respuesta explica por qué apenas el 10.7 por ciento de las Unidades Productoras Agrícolas solicitó crédito formal.
Finagro a lo largo de su existencia ha hecho poco por sacudirse de esta lógica impuesta por la banca privada. Desde su creación en 1990, la entidad no tiene un objetivo de fomento claramente definido mas allá de ser una banco de segundo piso que ofrece redescuentos. Al revisar la Ley 16 de 1990 y sus modificaciones, Finagro ha cumplido diversos fines: es una banca habilitada para realizar algunas operaciones de primer piso, funciona como negocio fiduciario, administra fondos de capital de riesgo, así mismo incentivos forestales.
En un periodo incluso fue habilitado para operar los incentivos a la asistencia técnica, así como también la construcción y rehabilitación de distritos de riego. En resumen, su institucionalidad sirve para ejecutar cualquier programa a discreción del ministro de agricultura de turno. Lo que resulta extraño es que a pesar de las múltiples actividades que realizan, en cuanto a llegar al pequeño productor se limitan a sus alianzas estratégicas con el Banco Agrario.
Lo anterior fue validado en una entrevista radial que dio Dairo Estrada, presidente Finagro, “Nosotros como banco de segundo piso nos es muy difícil llegarle a los pequeños productores”. El mismo presidente de Finagro dio la solución en la misma entrevista al decir que con su gran aliado del Banco Agrario es como llegan al pequeño productor.
Acá no hay mala intención por parte de Finagro o de su presidente. Es un problema estructural, su solución es fácil de escribir pero compleja de realizar. Pero por ser compleja no resulta descabellada. Propongo que Finagro, que cuenta con una muy buena retención de talento humano debido a sus salarios competitivos, se fusione con el Banco Agrario, y que esta nueva institución robustecida se concentre de manera exclusiva en la inclusión financiera de los pequeños productores. Adicionalmente, que ese crédito venga condicionado y acompañado con asistencia técnica, ya que las pocas veces que lo visita el intermediario financiero o Finagro, es para verificar que haya ejecutado la inversión (control de inversiones), pero no para asesorarlo o acompañarlo en su labor como microempresario del campo.
Esta propuesta no implica satanizar los créditos a los grandes productores. Al ser un segmento de clientes formales, generadores de empleo, clientes y aliados de pequeños productores, (Además, con normas contables Niif). Este tipo de compañías necesitan seguir accediendo a crédito, pero ahora a través del redescuento de Bancoldex. Esta crisis es la oportunidad de empezar a trabajar por quién más lo necesita
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