En los medios de comunicación y en el discurso del presidente Duque, el enemigo número uno del país en el mundo del narcotráfico y de la violencia tiene nombre propio.
Guacho no es tan poderoso como lo pintan
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En los medios de comunicación y en el discurso del presidente Duque, el enemigo número uno del país en el mundo del narcotráfico y de la violencia tiene nombre propio: Guacho.
El comandante del Frente Oliver Sinisterra (FOS) fue responsable del asesinato de los tres periodistas ecuatorianos, que llevó a un enfriamiento de la relación entre Colombia y su vecino al sur, y fue fuertemente repudiado en los dos países.
Adicionalmente, en septiembre, en la gran operación en la cual la Fuerza Pública buscó darle de baja con un anillo de más de 4.000 hombres. Hasta el General Mejía, Comandante General de las Fuerzas Militares, fue a la zona para “participar” en la operación, la cual tuvo un desenlace vergonzoso en que se reveló que nunca le habían disparado a Guacho, sino a su jefe de seguridad. El comandante de la disidencia logró escaparse fácilmente para estar sano y salvo. El enemigo más grande parecía haberse burlado del Estado, implicando que su poder era enorme.
El problema con el enfoque mediático sobre Guacho es que realmente no tiene el poder que se dice en Bogotá: con Guacho es más fama que fuerza.
El FOS tiene la tarea de prestar la seguridad para traficantes de droga a través del control territorial en la zona rural. En la zona urbana, los miembros del grupo disidente Gente del Orden, quienes trabajan con y para Guacho, sí logran traficar lo que parecen ser pequeñas cantidades de droga. En las palabras de un traficante de químicos precursores que trabaja en la zona de Alto Mira y Frontera, entre otras, “Guacho no tiene cocinas. Y si tiene, tendrá poquitas”. Es decir, Guacho en general, según numerosas fuentes de distinto índole en la región, no es el dueño de la cocaína que sale de su territorio. Es más, el más poderoso de la zona, sin dudas, fue alias David, comandante de las Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP), grupo también disidente que está en una guerra contra FOS en la zona, y ahora liderado por alias Borojó.
Pero el hecho de que Guacho tiene menos poder es solo la primera mitad de la historia. También está perdiendo poder y rápidamente. Esta disminución de poder se ve reflejada en tres aspectos gruesos: en el territorio, en la plata y en sus enemigos.
Guacho ha venido perdiendo territorio más o menos desde poco después del asesinato de los tres periodistas. Esto ha ocurrido principalmente en tres zonas: la carretera, la zona de Bajo Mira y Frontera y en la cabecera de Tumaco.
En la zona de la carretera, el asesinato de su comandante de La Guayacana, alias David, en julio de este año era el momento más claro del proceso de pérdida de poder. Ese pueblo y Llorente, otro pueblo extremadamente importante para el tráfico de drogas, ya está en manos de alias Contador, un narcotraficante histórico y poderoso de la zona. El control que Guacho había llegado a tener allá – por ejemplo en que pudo arreglar el tráfico de vehículos sobre la carretera que pasa por Llorente con un sistema de multas – ya no lo tiene.
Guacho además controlaba todo el río Mira, el cual va desde la frontera con Ecuador hasta el mar. Sin embargo, ha perdido control de la zona del bajo Mira, donde ha entrado en disputa con las GUP, quienes han avanzado en quitarle el control. Eso significa que ya no tiene capacidad de proteger la ruta completa del río Mira hasta el mar, lo cual puede explicarse en parte porque se ha movido al norte de la carretera donde, trabajando con Cardona de la GO, tiene acceso al mar por los ríos Mejicano, Rosario y Chagüí.
Finalmente, en la cabecera de Tumaco, la guerra la van ganando las GUP, contra la gente que trabaja con Guacho. Constantemente las GUP, en alianza con otros actores, atacan al FOS en la ciudad. Del barrio 11 de Noviembre, por ejemplo, las GUP han tomado control total , sacando el FOS y asesinado a algunas personas relacionadas con el grupo de Guacho, u obligándolas a cambiar de grupo. Además es claro, según entrevistas con varios líderes comunitarios, que el control político de las GUP, reflejado en la resolución de disputas y ofertas de protección, es notablemente más fuerte que el de Guacho.
Guacho está perdiendo poder también por ver afectadas sus finanzas del narcotráfico, lo cual podría también ayudar a explicar porque el FOS se ha movido hacia Barbacoas y el río Telembí, donde la minería ilegal de oro es notoria. Sus ingresos han disminuido por dos razones principales: el accionar de la Fuerza Pública y el empeoramiento de su relación con el Cartel de Sinaloa.
La Fuerza Pública, desde el asesinato de los tres periodistas, ha enfocado la mayoría de sus esfuerzos en atacar al FOS. Esto ha implicado la incautación de grandes cantidades de cocaína de cuya seguridad estaba encargada Guacho. Esto incluye dos toneladas de cocaína incautadas en junio; casi una tonelada en octubre; y otras dos toneladas a comienzos de noviembre, aunque estas fueran incautadas en el mar. El General Hoyos, comandante de la Fuerza de Tarea Hércules, dijo a finales de septiembre que ya se habían incautado 79 toneladas de cocaína en 2018 a los grupos armados en la zona, la gran mayoría a FOS.
Esa incapacidad por parte de Guacho de garantizar el control de las zonas y proveer la seguridad a los cargamentos de drogas le habría causado un conflicto con el Cartel de Sinaloa, quien le daba un apoyo financiero clave al FOS. A raíz de ello, el Cartel ha aumentado su financiación a otros actores en la zona, quienes están enfrentándose con Guacho. Incluso alias Contador, quien, a su vez, parece estar cada vez más cerca de las GUP. Ese apoyo de Sinaloa a Contador existe desde hace varios años, pero ahora el apoyo sería para luchar contra Guacho.
En la actualidad, realmente se está dando una guerra de todos contra Guacho. Y en este enfrentamiento han entrado nuevos actores y otros han cambiado, lo cual ha contribuido al debilitamiento del FOS.
En primer lugar, según varias fuentes en la zona, el cambio de miembros de la Fuerza Pública ecuatoriana sobre la frontera ha significado que los contactos que habría tenido Guacho ya no están, y los que llegaron han tenido la idea de sí atacarlo. La llegada de los nuevos militares ha dificultado su uso de Ecuador como ruta para sacar cocaína.
Al mismo tiempo, en el mundo ilegal, han aparecido o fortalecido tres otros actores en el enfrentamiento.
El primero es Contador, de quién se ha hecho referencia ya varias veces. El segundo, y el más importante, es Mario Lata, un ex integrante de Los Rastrojos, quien pasó a hacer parte de las Farc en 2009. Mario Lata estuvo encarcelado, acusado de homicidio, pero este año fue dejado en libertad por vencimiento de términos. Desde ese momento, volvió a Tumaco y ha hecho varias movidas para posicionarse en el negocio del narcotráfico, y el control territorial incluso. Según varias fuentes, está aliado con alias Contador, y lo más probable es que con las GUP también. Ha contribuido a sacar a Guacho de Llorente, y se ha enfrentado con los de la GO y FOS en la cabecera.
Al mismo tiempo, Mario Lata está trabajando con el tercer actor, alias el Calvo, quien previamente se quedó controlando Candelillas, pueblo de entrada en la zona del Alto Mira durante la dejación de armas de las Farc, hasta que Guacho en efecto lo sacó de la zona. Según entrevistados en el área, el Calvo habría vuelto, y con Mario Lata y Contador tienen planeado retomar el control de la zona. Varios asesinatos en Candelillas y alrededor en los últimos dos meses serían el indicador de que ese plan ya va en marcha.
En este momento, el escenario a futuro más probable es que en la consolidación de control de los actores armados ilegales en la costa pacífica Nariñense, Guacho sea el gran perdedor. Su territorio y su plata son cada vez menos, y los actores en su contra cada vez más, y están más fuertes.
Puede parece un éxito para la Fuerza Pública, por ejemplo, que el FOS se debilitara o eventualmente dejara de existir, y lo es pero también es uno limitado. La cantidad de actores en la zona y las condiciones estructurales que permiten la existencia del narcotráfico, la minería ilegal y la presencia de actores armados ilegales, no habrán cambiado.
Guacho puede perder del todo el poder que tiene, pero ahí estarán otros para tomar su lugar, y con mucho más poder.
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