La doctrina militar bolivariana de Chávez: “La defensa integral de la nación”.

La doctrina militar bolivariana de Chávez: “La defensa integral de la nación”.

Hace diecinueve años, el 11 de abril de 2002, en la república hermana de Venezuela, un grupo de militares corajudos, respaldados por empresarios y líderes gremiales, antepusieron los intereses supremos de la patria por encima de comodidades y prebendas, y se alzaron contra el régimen tiránico que los gobernaba. Tomaron decisiones históricas y cumplieron su sagrado deber de soldados, como lo mandaba su constitución en el artículo 328. Como respuesta, se ejecutó el “plan Ávila”: el Gobierno chavista ordenó al Ejército atacar al pueblo que protestaba por la crisis económica y social, en franca progresión, propiciada por la autodenominada “revolución bolivariana”.

Fue así como lograron poner a buen recaudo durante 36 horas, primero en fuerte Tiuna y posteriormente en la geoestratégica Isla de la Orchila, al teniente coronel Hugo Chávez Frías, quien fungía como presidente desde diciembre de 1998. También fueron presos sus adláteres, que avanzaban en el proceso de cubanización y tenían nexos con las Farc y extremismos islámicos. 

Desafortunadamente, hubo errores en la ejecución del plan, sumados a la inacción y lentitud en la toma de decisiones de algunos líderes militares y políticos. Esta situación fue hábilmente aprovechada por oficiales y unidades militares leales a Chávez, y lograron revertir una acción que hubiese salvado a Venezuela de la ignominia al cambiar el destino trágico por el que atraviesa esa gran nación, que hoy está capturada por un régimen autoritario y corrupto. 

Ya el libertador Simón Bolívar lo había sentenciado en una de sus frases: “Bogotá es una universidad; Quito, un convento; y Caracas, un cuartel”. De 200 años de vida republicana en Venezuela, los militares han gobernado por 140 años frente a 51 de los civiles; los nueve años restantes son los de Maduro, un dictador respaldado por los militares. 

Venezuela ha tenido una historia marcada por los golpes de Estado y, quién lo creyera, también por el combate a las guerrillas con doctrinas comunistas marxistas leninistas. Durante la década de los sesenta, siendo presidente Raúl Leoni (elegido en el año de 1964), se ejecutó una estrategia militar sin precedentes cuyo centro de gravedad lo constituyeron los "teatros de operaciones". En total eran seis, ubicados en todo el territorio y con plenas facultades legales que les permitían a los militares ejercer el control de manera armónica con las autoridades civiles, garantizando la seguridad en regiones donde la guerrilla venezolana se encontraba enraizada. Hoy, la guerrilla colombiana es protegida por el régimen y se convirtió, tomando análogamente el ejemplo, en el inquilino que no paga arriendo y, además, hace daños y vocifera. 

Los hechos recientes en el estado fronterizo de Apure son muy confusos; es una historia de traiciones, desconfianza y caos, y en donde ha quedado en evidencia la ausencia de profesionalismo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) y la pugna entre las diferentes facciones disidentes de las Farc y el ELN por las rutas del narcotráfico. La supuesta muerte de “Santrich”, aún no plenamente confirmada, ha enrarecido más el ambiente. 

La ofensiva gubernamental venezolana contra la insurgencia a mediados del siglo XX logró determinantes victorias producto de una Fuerza Armada Nacional cohesionada a partir de la doctrina, principios, valores y, claro está, una alta dosis de voluntad política; sin ella, jamás se hubiese logrado avanzar tanto.

Poco o nada queda de esas Fuerzas Militares profesionales, toda vez que su doctrina militar fue politizada y destruida. El 24 de julio del año pasado, el ministro de Defensa venezolano, publicó en su cuenta de twitter el siguiente texto: “nuestra doctrina militar emana del pensamiento revolucionario y antiimperialista del padre Bolívar, que con las ideas de mi Cmdte Chávez, propias de nuestros tiempos, pudimos moldear para hacerla autóctona, propia y eminentemente popular, bajo el mandato del CJ Nicolás Maduro”.

La llegada de estos gallardos militares al país, quienes participaron en los hechos del 11 de abril de 2002, huyendo del régimen chavista, me recuerda (guardadas proporciones) que, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, varios generales alemanes que comandaron las Fuerzas Armadas nazis y que se opusieron al desvarío estratégico operacional de Hitler, fueron empleados por los aliados como asesores claves en el diseño de las nuevas fuerzas militares posguerra y sus doctrinas. Ellos eran quienes verdaderamente conocían la naturaleza de la amenaza y cómo contrarrestarla. “La primera y más importante evaluación y precisión que tiene que hacer un comandante es determinar qué tipo de guerra está emprendiendo”, decía Clausewitz.       

Recordamos hoy a estos valientes soldados profesionales venezolanos, de todos los grados, de las extintas Fuerzas Armadas Nacionales que fueron acogidos por el Gobierno nacional desde los años 2003 y 2004 en calidad de refugiados políticos, y que hoy tienen la nacionalidad colombiana; y también, por supuesto, a los centenares que están dispersos por todo el mundo, a la espera de retornar a una Venezuela libre, democrática y en paz. Lo dijo Bolívar: “Dios concede la victoria a la constancia”.

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Venezuela

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