La Primera Guerra Viral Global
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Nunca he sido amigo de las teorías de la conspiración y siempre he sido muy escéptico sobre qué tan reales y profundos son los cambios de la humanidad. Pero justamente por eso mismo creo que no debemos taparnos los ojos ante lo evidente en esta crisis mundial por la pandemia de coronavirus.
Está comenzando una guerra
La gente puede creer que es una exageración todo lo que está ocurriendo con el coronavirus. Que las medidas tomadas son desproporcionadas al nivel de la amenaza sanitaria. Que no hay por qué alarmarse tanto ni preocuparse. Ya hasta debe haber chistes en la calle en Colombia.
El chiste y el negar la realidad es un mecanismo de defensa normal. Todos lo usamos. Se trata de un arma psicológica contra el miedo, para poder seguir viviendo.
Pero detrás de la sensación de desproporción hay algo: una verdad. En efecto es exagerado lo que ocurre. ¿Pero por qué?
Claramente no es por torpeza. Es intencional. Esa desproporción entre la amenaza y las reacciones de los gobiernos es lo que produce el miedo. De eso se trata.
La amenaza no es el virus. El virus es peligroso. Como cualquier otro, por supuesto. Pero lo más peligroso, la verdadera amenaza es que está siendo usado como un arma de guerra.
Estamos asistiendo al comienzo de la Primera Guerra Viral Global
Era algo que se venía venir desde hace rato. Todos lo presentíamos y todo lo que estaba ocurriendo eran indicadores alarmantes: el auge del nacionalismo, la xenofobia, el populismo. La batalla comercial EEUU-China. El nuevo desorden mundial. El poder de internet.
Nuevas armas, nuevos motivos, nuevas fuerzas. Pero la misma guerra de siempre al fin de al cabo que termina afectando es a la gente común.
No hay ahora causas ideológicas solamente. Por supuesto muchos países del primer mundo han estado buscando la justificación para el cierre de fronteras y “protegerse” de los inmigrantes. Pero los motivos de fondo son otros: es el capitalismo.
Una guerra entre estados, sí, entre EEUU, China, Rusia y todos los demás que se verán obligadamente involucrados en múltiples bandos. Pero también y sobre todo una guerra entre fuerzas y poderes económicos. Entre los poderosos acumuladores de capital que necesitan construir un mundo nuevo, sin democracia, usando los aparatos estatales como armas, dominando totalitariamente a la población con el miedo y la dispersión ideológica y confusión mental en las redes sociales.
Un mundo de mafiosos como Putin o Trump, o la plutocracia China que quiere controlar sus feudos con internet, armas biológicas y pánico, para seguir enriqueciéndose sin control alguno, ni moral, ni político, ni legal.
Es una guerra de los muy ricos contra el resto. Contra las instituciones del Estado de derecho, contra la cultura, contra la modernidad. Se avecina un neofeudalismo, administrado virtualmente con una nueva división del trabajo: los que trabajan por internet y los que no. El mundo virtual y el mundo del esfuerzo físico de los nuevos esclavos.
Habrá crisis económica, o mejor, ya la hay. Habrá desórdenes por doquier: en medio del río revuelto EEUU, que introdujo claramente el virus en China, llevará ejércitos a Europa, o ya las está llevando. Es la ocasión ideal, para invadir Venezuela. Tras soltar cepas del virus en los países enemigos de EEUU, donde se originó la pandemia: China, Corea, Irán, la Unión Europea.
China no tardará en responder sembrando un nuevo virus en EEUU. Como todo va a depender de internet, o mejor, como todo ya está dependiendo de internet, los ataques también serán a la red. A las instalaciones físicas de internet a nivel global para generar caos, pero también usando el sistema mismo de comunicación.
Ya ha estado ocurriendo: difusión masiva de mentiras en redes sociales. Un nuevo sistema de propaganda política generador de caos, confusión y miedo, que sonrojaría a Goebbles.
Ni siquiera hay que convencer a la gente de nada. Basta que se asuste sola. Que los gobiernos tomen medidas de excepción basadas en lo que manda la ciencia médica (y quién la discute).
Estamos en la tercera década de un nuevo siglo y los ciclos históricos se reanudan. También como en los siglos previos la guerra reaparece trasformando la sociedad y la cultura. Ya no es con ballonetas, o tanques, es con virus e internet. Cambian las armas, el contexto, las fuerzas. Pero sigue siendo guerra. Sigue siendo la historia humana. Es el tránsito, ahora sí obligado, a una nueva época.
Debemos armarnos de valor. Y de valores. Es lo más importante. Para poder combatir. Para resistir. Pero sobretodo para aprovechar el escenario volátil, incierto y de crisis como una oportunidad de cambio creativo que sea positivo para los seres humanos.
Los que defendemos que se acabe la crueldad y que se proteja y cuide la vida y la cultura tenemos una tarea importante por delante: ayudar a crear un mundo nuevo. No utópico. Real. Pero que aproveche la crisis global para el beneficio del ser humano.
Esta es la ocasión para impulsar un nuevo sistema económico. Usemos al mal en nuestro provecho: que armen la crisis y que el sistema capitalista actual llegue a su límite, para que se quiebre, y se abra a algo nuevo, a un sistema social, económico y político que permita cuidar el planeta que es nuestro único hogar.
Si hemos de vivir un neofeudalismo apoyado en una globalización puramente virtual, busquemos la forma de producir recursos de vida sin lastimarla.
Los poderosos tienen muchas armas: la estupidez, las emociones humanas, dinero, tecnología biológica, internet, los Estados a su servicio. Pero nosotros también. Porque esas armas son ambiguas y pueden volverse en su contra.
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