Literatura
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Los discursos de funcionarios públicos están cargados de literatura, ante un enemigo microscópico soldados armados con fusiles de asalto reparten comida en barriadas pobres, mientras queda al descubierto que los médicos no cuentan con las condiciones para atender la emergencia, esto es Colombia, es macondiano.
Llenos de mitos sobre el Estado seguimos caminando ciegos a la peor recesión conocida por la economía colombiana, de hecho, es tan grave el asunto que el Gobierno Nacional inició esta guerra con sus capacidad fiscal a mediano plazo comprometida - sin plata-, con un precio internacional del petróleo en mínimos históricos y con un recaudo tributario impactado por el freno a la economía.
Con un lenguaje trasnochado, el lector debería entender que no se trata solamente de un problema de Colombia. El comercio internacional está frenado, las pérdidas y el desempleo obligarán a los países a proteger sus industrias nacionales y éste frenado en seco del capitalismo tendrá consecuencias que no se pueden atender simplemente a través de medidas de intervención ortodoxas en la economía, a punta de más endeudamiento será imposible superar este desafío.
La variación del PIB en porcentaje será de -4,6 según datos del Banco Mundial, y aunque se plantea un resurgir más rápido en países andinos como Perú (6,6 por ciento) y Colombia con un (3,4 por ciento), sin embargo algo es claro, aún los muertos no se terminan de contar y las proyecciones son eso, ideas bien formadas pero sin validación previa, porque nunca antes el mundo estuvo tan conectado e interdependiente como ahora.
Mientras tanto en países como el nuestro detrás de un discurso de Estado de Derecho que tiene por basamento el clientelismo y la violencia se usa hábilmente la visión civilista y legalista para justificar toda decisión. Unos días atrás, un funcionario de la Alcaldía de Bucaramanga publicaba orgulloso la portada del “plan de activación económica” pero al ser preguntado dijo que estaba en construcción, que tenía unas gráficas, pero que aún no se tenía listo, y es que de eso se trata, de un poéma, de un saludo a la bandera, de un discurso sin sustento práctico en la realidad, una novela de ficción de mala impronta.
Mientras tanto, nuestras mayorías mestizas que viven en la miseria económica, cultural y el analfabetismo sienten el miedo de sus desgracias pero desconocen lo que se avecina. A menos de un mes de iniciado este caos, el Gobierno Nacional ya acudió a la facilidad de liquidez por 11 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional. Imaginen ustedes ese recursos en manos de un gobierno acusado de dar plata a cambio de votos, y en un país que hasta la fecha ya se han perdido 80 mil millones de pesos en sobre costos, según datos de la Contraloría General de la República.
En esta fea realidad debemos aceptar que estamos en una sociedad donde no tenemos una experiencia previa para tomarla como referencia, entramos a un túnel lleno de dudas, y en un escenario en que ya teníamos un desempleo superior al 13%, una informalidad del 60% y una incapacidad de encontrar el verdadero camino al desarrollo, pues se complica porque además cada entrega de mercados por parte de autoridades públicas toca grabarla como una película de Hollywood.
Ayer el periódico "El País" publicó un artículo titulado “Para qué sirven las malas noticias”, donde comentaban las malas condiciones del sistema de salud en países centroamericanos para afrontar el virus. Acá tenemos el mejor ejemplo en el sistema de contratación de profesionales de la salud a través de intermediarios, la falta de equipos médicos, la dependencia de suministros foráneos, y los juegos de abogaditos hampones siempre listos a salir con alguna regla para dejar sin protección a los profesionales del sector salud.
No sabemos en qué punto volveremos paulatinamente a nuestras actividades cotidianas, ese regreso será tortuoso porque muchos puestos de trabajo ya no existirán, muchas empresas estarán cerrando sus puertas, y muchos comercios definitivamente no podrán abrir. En medio de todo debemos aceptar algo, no hay respuestas para todos, y en sociedades frágiles como la nuestra tenemos serias dificultades para seguir el rumbo.
Miles de personas volverán a la pobreza, mientras aquellos que estén en pobreza extrema quedarán desarmados ante la realidad. Profesionales autónomos de estratos altos pero de cuentas reventadas y alacenas vacías volverán a casas de sus padres convertidos en una carga más.
Necesitaremos más que discursos poéticos y el concurso de elogios mutuos, este reto implica ir más allá de la literatura y del cuento sobre el progreso en una sociedad que ha sido pobre siempre, porque en esta república macondiana necesitaremos más que un cura en un helicóptero de la Policía, o mucho más que la misa del Papa transmitida por el canal institucional.
Ante la pérdida de capacidad crítica de los medios de comunicación locales es tiempo de hacer un llamado a la alarma, vienen malos tiempos, perdón por ser el portador de las malas noticias.
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