Los ciclistas estamos solos en Colombia

Apr 07, 2021

Diego Moreno

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El panorama actual para el ciclismo urbano y el recreativo da pie para pensar que la intención del Estado en promover el uso de la bicicleta no se queda ni en el discurso.

El Gobierno solamente nos ve cuando triunfamos, pero ni Coldeportes, ni la Federación, ni el Ministerio de Transporte, absolutamente nadie ha hecho una campaña de prevención, una campaña verdadera, una campaña real.

Nairo Quintana

Montar bicicleta en Colombia se está convirtiendo en un deporte extremo. Día a día el aumento de robo de bicicletas crece en todas las ciudades (solamente en Bogotá se roban en promedio 22 bicicletas cada día), así como el número de ciclistas involucrados en siniestros viales —de acuerdo con Medicina Legal, en Colombia pierde la vida un ciclista cada día—. sta realidad pareciera importarle nada o muy poco a un Estado que se proclama "probici".

Quizás por esto se está volviendo cada vez más común ver a pequeños grupos de ciclistas aficionados siendo escoltados por vehículos acompañantes. Una práctica que en carreteras nacionales está justificada y tiene sentido, pero que si se llegase a replicar en un contexto urbano sería absurda, pues la bicicleta dejaría de ser solución para convertirse en problema.

Bien por quienes tienen la capacidad logística de hacerlo. Pero, ¿quién protege a quienes no la tienen?

La compañía de un automotor no garantiza el respeto de la vida: ¿no estaban Triana, Mora y Patiño acompañados del carro del equipo cuando se presentó su trágico deceso en 1995?. En un caso más reciente, el de Danna Balentina Méndez, promesa del ciclismo nacional, sus padres describieron con dolor cómo le habían pitado al conductor del camión que cegó su vida metros más adelante. O podemos sumar el del ciclista atropellado por un Porsche en medio de una competencia kamikaze en una vía de Santander el año pasado. Son solo los casos más sonados de una realidad que sigue disparando las estadísticas y manchando el pavimento con sangre.

Nadie desea morir bajo las llantas de un camión, pero en cualquier momento la imprudencia puede aparecer en el camino. Le pasó a José Antonio Duarte cuando Iván Darío Buitrago lo lanzó desde un puente en Chía, Cundinamarca. El conductor del furgón goza de libertad mientras que a José Antonio lo sigue llorando su familia.

Aunque no es algo novedoso, también se ha vuelto frecuente la oferta de seguridad personal para quienes practican ciclismo. En Bucaramanga, escoltas ofrecen este servicio; su publicidad se puede encontrar colgada en las paredes de algunas bicicleterías. Y aunque la Policía en bicicleta ha aumentado y se esfuerzan por hacer un servicio de valor para la comunidad, el número de efectivos sigue siendo insuficiente para acompañar a la multitud de pedalistas que ocupan diariamente las calles.

Pero la solución no pasa solamente por el aumento de la fuerza policial; se requieren acciones conjuntas por parte de todos los actores involucrados en el fomento y desarrollo de la movilidad sostenible.

La ministra de los transportadores

El ya oscuro panorama ciclista se ensombrece aún más tras las recientes declaraciones de la ministra de Transporte, Ángela María Orozco Gómez, en un evento de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (Ansv) en Barranquilla el pasado 19 de marzo. La ministra asegura que "el ciclista no tiene derecho prioritario de la vía ni el peatón sobre los demás", yendo totalmente en contravía de lo que estipula la Ley 1811 de 2016 ("ley probici") y lo dispuesto en un concepto —aceptado mundialmente— relacionado con la prioridad en la vía de los diferentes actores viales, como es la pirámide invertida de la movilidad.

Sus desafortunadas declaraciones causaron, desde luego, escozor en la comunidad ciclista, especialmente en la Bici Red Colombia, donde algunos miembros especularon que las palabras de la ministra no eran más que un guiño a los empresarios del transporte de carga y pasajeros, quienes se creen "los dueños" de la vía.

Cierto o no, las palabras de Orozco Gómez son gravísimas porque no ayudan en nada a proteger la vida de peatones y ciclistas, que son los más vulnerables en la vía, sino todo lo contrario: de alguna manera validan la conducta peligrosa que algunos conductores de automotores asumen en la vía, que mantiene e incluso puede acrecentar las hostilidades hacia los actores no motorizados.

Hasta el momento de la publicación de esta columna, ni el Ministerio ni la ministra han emitido una rectificación sobre sus declaraciones.

Bucaramanga: ¿cómo vamos?

Pasando al plano local, en la capital santandereana, la administración municipal brilla por su ausencia y su falta de compromiso y voluntad a la hora de afrontar la promoción del uso de la bicicleta como medio de transporte: en el acompañamiento al ciclista urbano, en la vigilancia y el salvaguardado de la infraestructura para el ciclismo, en la penalización a los invasores (principalmente motociclistas) y a quienes la han vandalizado. Esto ha demostrado que, para el alcalde, la bicicleta no es una prioridad en su agenda, quizás como sí lo fue para su predecesor y mentor.

Juan Carlos Cárdenas Rey no está muy lejos de la ministra Orozco, aunque no ha dicho mucho y ha hecho menos, o más bien nada. Ni siquiera le ha entregado a la ciudad los 20 kilómetros de ciclorrutas que se habían anunciado para el pasado 15 de diciembre, y tampoco se le ve mucho interés a su administración en concretar los 15 kilómetros que el Concejo aprobó para su periodo.

Alcalde, aún está a tiempo de corregir el rumbo y dejar un legado importante para las generaciones actuales y venideras.

Así las cosas, conciudadanos, ¿quién se querrá subir a la sostenibilidad, por más que Nairo, Egan, Mariana y compañía ganen carreras y con ello motiven a que más personas usen la bicicleta?