¿Los deportes tienen sexo?

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Podríamos tomar deporte por deporte “de los que no son para mujeres” y encontraríamos que aquellas que se atreven a practicarlos deben asumir las consecuencias de querer practicar un deporte reservado para hombres.

Históricamente, así como hay labores y trabajos que se supone solo pueden realizar hombres, hay deportes que se considera que las mujeres no pueden –ni deben practicar-.

El rugby es muy fuerte, el boxeo es muy agresivo, las pesas masculinizan el cuerpo. Así como estos, estereotipos relacionados con la orientación sexual de mujeres que deciden practicar ciertos deportes, no se hacen esperar.

Para casi cada deporte, hay un contra para las mujeres, excepto, claro está, esos deportes “femeninos” como el valet, nado sincronizado, gimnasia rítmica, esos que resaltan la feminidad y “donde se ven bien bonitas”

Se ha querido que estas “asignaciones” sean entendidas por las mujeres a las buenas o a las malas.

Para ello, se ha optado por menospreciar muchísimo su trabajo y sus logros si se comparan con los de los hombres.

No es solo desconocer sino también tratar de manera diferente y hasta ofender de manera ridícula a las mujeres. Miremos la situación en algunos deportes.

Si les digo Messi, Cristiano, James, Neymar, Mbappé, de una los ubican.

Si les digo, Regnier, Hegerberg, Veira De Silva o Alex Morgan ¿les suena algo? Justo eso es lo que pasa.

El fútbol, como muchos otros deportes, es un deporte que no brinda las mismas posibilidades ni el mismo trato para hombres y mujeres.

Según datos del año pasado de la Federación Internacional de Fútbol (Fifa), en todo el mundo 265 millones de personas juegan fútbol; sin embargo, la participación de las mujeres se reduce a  30 millones de jugadoras.

Si hablamos de salarios, la encuesta Global Sports Salaries survey 2017, realizada por Sporting Intelligence, concluyó que el sueldo de Neymar en el París Saint-Germain de 43.8 millones de dólares, equivale a la suma del salario de 1,693 futbolistas mujeres de las ligas más importantes del mundo: Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, Suecia, Australia y México.

Si hablamos de premios, 5 balones de oro ha conseguido Cristiano y otros 5 tiene Messi. Se podría decir que estos dos jugadores se intercalaron el galardón desde 2008, hasta que Modric rompió el ciclo el año pasado.

En contraste, Marta Veira De Silva, logró ganar el FIFA World Player 5 veces consecutivas (2006200720082009 y 2010) y el Premio The Best FIFA en el año 2018. También es la máxima Goleadora histórica de la Selección Brasileña y de la Copa Mundial Femenina con 15 goles. Sin embargo, estos logros parecen no ser suficientes para ubicarla en una de las posiciones más importantes del fútbol.

El año pasado, la noruega Ada Hegerberg hizo historia. Ganó con su equipo, el Lyon, el título de la liga francesa y luego se coronaron, por tercera vez consecutiva, en la Champions League Femenina.

Fue la máxima goleadora del certamen con 15 anotaciones (con lo que llega a 157 en su carrera profesional a nivel de clubes). Ha sido elegida mejor futbolista del año por la BBC y mejor futbolista europea por la UEFA. Adicional a todo esto, ha sido la primera mujer que recibe el prestigioso premio Balón de Oro (2018).

Desafortunadamente y a pesar de todos estos logros, algunas personas no son capaces todavía de entender que el fútbol no es solo de hombres.

Imagínese estar en el momento cúspide de su carrera como futbolista –hombre o mujer-. Acaba de levantar el gran balón de oro como recompensa, no solo por su gran año o temporada, sino también por todo el esfuerzo realizado a lo largo de su carrera.

Justo en ese momento, en el que siente estar en lo más alto, Martin Solveig - el animador de la gala- le pregunta, no por sus 155 goles a nivel profesional, las 66 anotaciones con la selección mayor de Noruega o los 41 goles en la historia de la Champions League femenina, sino si sabe hacer twerking.

Es vergonzoso.

En el fútbol, uno de los deportes más limitados a hombres, las mujeres luchan por un espacio no solo en la cancha sino también en las mesas de decisión.

El camino que no ha sido fácil pero, poco a poco, se han ido abriendo grandes mujeres. Fatma Samoura, hoy es la primera mujer secretaria general de la FIFA. Lydia Nsekera es la primera mujer elegida miembro del comité ejecutivo de la FIFA. Marina Granovskaia  directora del Chelsea, club de la Liga Premier de Inglaterra, solo por destacar algunas.

El panorama en otros deportes no es más alentador.

La corredora africana, Caster, quien posee hiperandrogenismo, ha sido sancionada por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) acorde con las regulaciones de la Federación Internacional de Atletismo (Iaaf).

Estas regulaciones obligan a las atletas con hiperandrogenismo (altos niveles de testosterona en sangre) a medicarse si quieren seguir compitiendo en las pruebas femeninas de medio fondo, o bien correr junto a los hombres.

Esta “ventaja biológica” ha sido comparada con la de otros deportistas de élite como el ya retirado nadador estadounidense Michael Phelps, cuyo cuerpo produce la mitad del ácido láctico que un atleta típico, lo que le hace sentirse menos fatigado que sus contrincantes.

El caso de Phelps, fue visto como algo natural, y, por lo tanto, que no fue sancionado ni tratado de manera diferente.

El último escándalo sobre tratos discriminatorios y vergonzosos a los que son expuestos mujeres que se dedican a practicar deportes “que no son para ellas” fue aquel en que se vieron involucradas las ganadoras del campeonato de Asturias de squash.

El equipo recibió, junto a los correspondientes trofeos, un kit que contenía un vibrador, dos packs de depilación con cera y una lima eléctrica para pies.

Este acto se suma a la lista de comportamientos sexistas y discriminatorios que han sufrido por parte de las directivas y por los que ya han denunciado en múltiples ocasiones a la federación.

Si estas le parecen situaciones pequeñas y hasta jocosas, piense en las innumerables situaciones de abuso y acoso sexual y laboral de las que han sido víctimas las jugadoras de muchos equipos.

Vale la pena recordar que entre dichos equipos, se encuentran “nuestras chicas superpoderosas”. La selección colombiana de fútbol de mayores e incluso en el equipo sub-17, cuyas denuncias, pese a haber llegado a instancias legales, han sido ignoradas en reiteradas oportunidades por las directivas de la federación.

Como estos casos, podríamos tomar deporte por deporte “de los que no son para mujeres” y encontraríamos que aquellas que se atreven a practicarlos deben asumir las consecuencias de querer practicar un deporte reservado para hombres.

Hay muchas “10” no solo en el fútbol.

Las mujeres han ido luchando y ganándose espacio y lugar no solo en el mercado laboral o en la política sino también en escenarios deportivos. Pese a los logros que muchas han conseguido y que han abierto camino para generaciones de grandes deportistas, parece que todavía no tuviéramos derechos a practicar esos “deportes de hombres”.

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Mujeres

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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