Los venezolanos, entre el dilema de retornar a la miseria o permanecer en la precariedad

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A raíz de la emergencia del covid muchos migrantes venezolanos se enfrentan a la decisión de quedarse en Colombia o regresar a su país ya que no han encontrado la estabilidad que tanto buscaban. Este nuevo desafió para la región requiere una respuesta coordinada con un enfoque de derechos humanos.

La mayor parte de la población migrante en el mundo vive un permanente dilema que consiste, de un lado, en abandonar su lugar de origen o residencia habitual a cambio de la búsqueda de mejores oportunidades y, del otro, permanecer en su país en situación de precariedad. Este tipo de decisiones suelen ser catalogadas como conductas voluntarias por la mayoría de los países e incluso por la propia comunidad internacional. Por esta razón, los migrantes deben llevar a cuestas el peso de su decisión sin que puedan llegar a considerarse el verdadero móvil que motivó esta situación.  

Lo cierto es que estas determinaciones están llenas de razones que estimulan la necesidad de dejarlo todo atrás y, por lo general, el deseo de buscar una vida mejor tiene como antecedente la escasez de oportunidades, la inestabilidad política y económica de los estados de origen, la pobreza, la exclusión, la discriminación y en muchos casos, las barreras para acceder a los derechos y a las necesidades más básicas. Esta es la realidad casi común de los migrantes y naturalmente los ciudadanos venezolanas que han llegado a Colombia pueden dar buena cuenta de ello.

Según los informes de la OIM, un importante porcentaje de inmigrantes que llegan desde Venezuela huyen de este tipo de situaciones, lo que ha generado un éxodo masivo que según la ONU hoy supera los 5 millones de personas. Los migrantes emprenden su viaje por varias vías y su principal objetivo es llegar a un lugar que les brinde una vida más digna.

Si bien en Colombia no se tiene una caracterización clara sobre las actividades que desempeñan los migrantes venezolanos que han llegado con fuertes necesidades humanitarias, según la OIT muchos de ellos se han desempeñado en la economía informal. Esta situación hace que con la aparición del covid-19 y a raíz de la adopción de medidas de contención para evitar la rápida propagación del virus, este sector productivo se haya visto afectado de manera lamentable.

Derivado de ello, muchos de los venezolanos que desempañaban estas actividades en nuestro país se sienten inducidos a regresar a su país y manifiestan su deseo de hacerlo, dado que desapareció su fuente principal de ingresos. Según las cifras de Migración Colombia, entre marzo y mayo de 2020 han regresado cerca de 56.000 venezolanos a su país.

Según una investigación reciente de la revista Semana, el retorno de los venezolanos se está produciendo por la falta de ingresos derivados de la economía sumergida, así como por los numerosos desalojos de los que están siendo víctimas al carecer de los ingresos mínimos para costear el pago de sus alojamientos, junto a la situación de hambre y desprotección en que está sumergida esta población.

En este sentido, es oportuno preguntarse si en realidad la migración y el retorno de los migrantes venezolanos se produce por auténtica voluntariedad o si por el contrario lo que hay detrás de todo esto es un circulo interminable de vulneraciones a derechos y una endémica y crítica situación en la cual la falta de oportunidades es el elemento común y al parecer el triste destino de los migrantes será continuar iterando por la región y persiguiendo la utopía de tener una vida mejor.

¿Qué les espera a los venezolanos al regreso? Además de reencontrarse con sus seres queridos –lo que podría es una respuesta evidente-, lo cierto es que llegan a un país en el que la salud, el empleo y las oportunidades continúan con un saldo en rojo que se ha visto incrementado por la actual coyuntura de salud pública.

¿Qué hacer entonces con los migrantes? Es importante que los países de la región -dentro de los cuales está incluido Colombia- y que tienen en su territorio migrantes venezolanos, puedan comprender a plenitud que se trata de personas y no sólo de cifras y registros. Entre ellos, hay un sin número de poblaciones vulnerables que deberían ser tratados como sujetos de especial protección para el ordenamiento jurídico.

Lo anterior supone que se puedan construir respuestas humanitarias regionales coordinadas en las que las personas no queden desprotegidas a su propia suerte y donde lo determinante no sea solamente brindar herramientas imperfectas para el aparente retorno voluntario.

Los migrantes están regresando porque simplemente su ciclo de vulnerabilidad parece no terminar y en estos momentos deben decidir entre dos panoramas desoladores, de un lado, en permanecer en un país que no los reconoce como destinatarios de derechos, pues no hacen parte de comunidad política y, del otro, en regresar a su lugar de origen con la incertidumbre de seguir sumidos en la miseria.

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Venezuela

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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