¿Migrantes o refugiados?

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Hoy se celebra el día mundial del refugiado y desde hace cinco años Colombia tiene mucho que ver con esta fecha. Sin embargo, todavía llamamos “migrantes” a los 1,8 millones de venezolanos que hay acá, como si todos hubieran emigrado porque sí.

Hace un par de días la Acnur (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados) hizo un llamado a los países de todo el mundo para que se esfuercen más en encontrar un hogar para los millones de refugiados y otras personas desplazadas por conflictos, persecuciones o eventos que perturban gravemente el orden público.

La agencia humanitaria resaltó que el desplazamiento forzado ahora afecta a una de cada 97 personas en el mundo y que para estas personas es cada vez menos posible regresar a casa. Mientras que en los años 90 un promedio de 1,5 millones de refugiados pudo retornar a sus países cada año, en la última década 385.000 personas ha sido el promedio anual.

Los venezolanos que han llegado masivamente a Colombia desde 2015 hacen parte de ese grupo. Y ahora, cuando los vemos a través de las noticias tratando de regresar a su país aun cuando la situación en Venezuela no ha mejorado, más de uno ha pensado “¿cuándo se van a ir?, ¿será que la pandemia nos ayuda a aligerar esa carga?”

No. La mayoría de personas que han emigrado de Venezuela hacia Colombia no van a volver pronto allá. Y no es porque estemos en pandemia, Maduro los considere virus ambulantes y no los deje entrar. O porque a Migración Colombia le dé pánico juntarlos para montarlos a un bus y llevarlos hasta la frontera. Es porque las condiciones para que retornen no están dadas. Un refugiado vuelve cuando lo que lo hizo salir de su país cambió, mejoró, y en Venezuela eso no ha pasado.

Por ahora, los venezolanos no pueden -y no deben- regresar a su país. Y la respuesta, aunque no le guste mucho al gobierno colombiano, es simple: porque muchos de ellos no son migrantes, son refugiados. Ya es hora de llamarlos así.

Así no estén huyendo de un conflicto armado como el de Siria, o no estén siendo perseguidos por motivos étnicos y religiosos como los rohingya, reúnen muchas otras características de la condición de refugiado.

No basta ser experto en migración venezolana para saberlo. Todo aquel que esté al tanto de las noticias -desde las más xenófobas y ligeras hasta las mejor construidas- o que en un momento de empatía callejera se haya topado con un venezolano y le haya preguntado su historia, sabe que muchos de los que han llegado cumplen estas condiciones:

  1. Temen ser perseguidos por pertenecer a determinado grupo social o por tener determinada opinión política en su país de origen. (¿Oponerse al régimen de Maduro, por ejemplo?)
  2. Se vieron obligados a salir de su país porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por violación masiva a los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público. ¿La vida de uno no está en riesgo cuando no tiene qué comer? ¿Cuándo el sueldo le alcanza para 4 huevos? ¿Qué pasa con los abusos a los que son sometidos los venezolanos que salen a protestar contra la dictadura? ¿O lo que les hacen a los opositores que están presos en El Helicoide, esa prisión tenebrosa de la que se oyen cuentos horribles?
  3. Tienen razones suficientes para creer que si vuelven a casa están en peligro de ser sometidos a tortura y a otros tratos inhumanos. ¿Qué tan inhumano es tener que hacer filas por días para comprar comida y que cada vez haya menos qué comer? ¿Vivir de la basura en descomposición como se ha vuelto común en Caracas, Maracaibo y otras ciudades? ¿Tener que andar más de 8 horas en bus para cruzar la frontera con Colombia, alimentarse de la caridad en un comedor comunitario en Villa del Rosario y luego regresar otras 8 horas a dormir en tu país?

¿Todavía no nos queda claro que nadie coge a su bebé, a su hermano discapacitado, a sus otros tres hijos y estando embarazada decide caminar semanas enteras para sobrevivir? ¿Qué nadie viene por gusto a otro país y se prostituye por 20.000 pesos por “rato” mientras un proxeneta colombiano le retiene los papeles hasta que no pague el examen de VIH? ¿Qué solo alguien absolutamente desesperado cambiaría las cuatro paredes de su casa por un cartón en un pagadiario donde duermen otros 50 desconocidos?

¿Qué hace falta para que el gobierno colombiano comience a llamar al millón ochocientos mil de venezolanos que han llegado migrantes Y refugiados y no solo migrantes? ¿Qué implica? ¿Por qué tanto miedo? ¿O es que a los venezolanos que cumplen estas condiciones no les conviene y no todo es responsabilidad del gobierno?

¿No nos serviría para que la comunidad internacional asuma más la responsabilidad compartida que esta crisis migratoria representa y así done más plata? O entonces, ¿por qué otros refugiados del mundo reciben 1.800 dólares más al año que los venezolanos que están en Colombia?

Hablemos de este tema, evaluemos las implicaciones, pero no lo demos por sentado. Una palabra puede cambiarlo todo.

 


*Foto: Esteban Vega La-Rotta

Nota: La familia de la imagen comenzaba ese día su travesía a pie de Cúcuta a Cali. Era la segunda vez que varios de ellos la hacían. La primera vez, el destino final era Ecuador pero terminaron en Cali por una serie de inconvenientes. En esta nueva travesía, se habían devuelto a Venezuela a recoger al chico en silla de ruedas y a su mascota. Ambos tendrían ahora que caminar casi mil kilómetros para empezar una nueva vida.

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Venezuela

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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