Un Conpes no se le niega a nadie
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La frase del título es un chiste entre funcionarios públicos, y aunque no es gracioso si evidencia una práctica frecuente de los gobiernos de turno. Es recurrente que los gobiernos muestren como resultado de gestión la aprobación de un Conpes, el desarrollo de una Misión o incluso la sanción de una ley. Cuando estos documentos solo son un punto de partida, una ruta de implementación para cumplir los objetivos, para así alcanzar el resultado que mejoraría la vida de los colombianos.
Los Conpes son documentos de mucho valor, en parte por ser elaborados de manera colectiva, con diagnósticos basados en datos y benchmarking, con propuestas de acciones que recogen las mejores prácticas internacionales, y otras que son innovadoras. El problema es que se aprueban sin que muchas veces se garantice el presupuesto para ejecutar su plan de acción. Son varios los ejemplos de Conpes aprobados que buscan impulsar el desarrollo rural, pero que su implementación fue incipiente por la falta de recursos.
Un ejemplo es lo ocurrido con el Conpes 3857 de 2016, “Lineamientos de política para la gestión de la red terciaria”. Una de sus principales objetivos era tener un inventario total de la red terciaria para 2019. Es decir, conocer con precisión las condiciones de los 142.284 kilómetros de vías que conectan a las veredas con las cabezas municipales. Sin embargo, revisando el PAS (Plan de Acción y Seguimiento) con corte a junio de 2020, apenas se ha hecho el inventario del 18,8 por ciento de las vías terciarias. Seis meses más tarde de lo que se estimaba cumplir con este objetivo, desconocemos el estado de 115.534 kilómetros de vías terciarias.
Lo que si sabemos es que el rezago en las vías terciaras es alarmante. No existe diagnóstico de desarrollo rural en el que no se señale el deplorable estado de las vías terciarias como uno de los grandes problemas por resolver. Según la SAC, solo 10 por ciento de las vías terciarias están en buen estado (ellos estiman un total de 175 mil kilómetros de vías terciarias). Las vías terciarias son vitales para la competitividad agropecuaria, tanto para reducir los costos de transporte a la hora de comercializar los productos, como para que entren con mayor facilidad los insumos y la asistencia técnica.
Juan Camilo Restrepo, un conocedor de las problemáticas el país, declaró que para el campo las vías terciarias son incluso más importante que las vías 4G. Así mismo, Germán Cardona, exministro de Transporte, en un artículo escrito en la Revista No. 45 de Ingeniería de Uniandes concluyó, "las vías terciarias son absolutamente necesarias para lograr la presencia institucional en todo el país, y así poder implementar programas sociales efectivos en vivienda, salud y educación, entre otros; para desarrollar proyectos productivos y, sobre todo, contribuir a la equidad y la convivencia pacífica".
Perú es un ejemplo de inversión en infraestructura de vías terciarias y desarrollo rural. Perú es un país con un ingreso per cápita similar al de Colombia, pero ellos, a diferencia de nosotros invirtieron en mejorar estas vías (para darnos una idea, en 2010 invirtieron aproximadamente tres veces más). En gran parte, gracias a las inversiones de 2001 a 2011 se redujo en un 50 por ciento el tiempo promedio de viaje, el jornal aumentó en un 73 por ciento, el valor de las tierras en 88 por ciento y el valor de una casa en 166 por ciento. Adicionalmente, la pobreza extrema rural cayó de 41,6 por ciento a 23,8 por ciento. De 2004 a 2007, el Índice de Desarrollo Humano -IDH- aumentó en un 16 por ciento, de los 227 distritos beneficiados con mejoras en las vías, superando tres veces el aumento en el IDH del promedio nacional (acá el estudio de Webb).
El Conpes 3857 busca en cierta medida replicar la experiencia de Perú, en particular en ayudar a los municipios en asistencia técnica para realizar estas construcciones e incluso confinanciar los proyectos. De ese modo, superar el cuello de botella donde los municipios son responsables de las vías terciarias (100.748 kms están bajo su responsabilidad), pero en la mayoría de los casos no cuentan con la capacidad financiera ni humana para desarrollar estos proyectos (el 88 por ciento de los municipios son de sexta categoría, es decir, municipios con limitado presupuesto). También es cierto que muchas veces el problema no ha sido sólo la falta de presupuesto, sino que los entes territoriales han fallado en la estructuración de los proyectos y en blindar bien los contratos. En parte por falta de capacidades, y en otra parte por corrupción.
Por eso es importante destacar el programa Colombia Rural de Invias. Donde de manera conjunta con las entidades territoriales se busca priorizar corredores de 5 kms a 50 kms, con proyectos que serán estructurados por Invias y el DNP, y cofinanciados con el gobierno nacional.
En esta coyuntura, es vital ejecutar el Plan de Acción del Conpes 3857, robustecer el programa de Colombia Rural. De ese modo, volver realidad estas vías. La inversión no se puede quedar en un papel. Es el mejor momento. Según un estudio de Fedesarrollo, un aumento de 10 por ciento de kilómetros por kilometro cuadrado de área rural, reduce la tasa de pobreza en 5 por ciento. Además, la construcción de vías tiene un impacto inmediato en la generación de empleo. Jorge Bedoya, Presidente de la SAC, estima que con mil millones de pesos se puede construir 5 kilómetros de placa huella, generando 290 empleos (Tomado de Revista Semana). A lo anterior hay que sumarle los ingresos no agropecuarios que podrían ganar las comunidades rurales en cuanto a mantenimiento vial.
Ya el Conpes ha identificado el estado de 26.750 kilómetros. Ya hay un programa institucional. Ya Perú nos mostró el camino. Es hora que las inversiones rurales trasciendan el papel. Es hora de convertir las inversiones en bienes públicos. Es hora de cambiar de chiste, a uno que diga: una vía terciaria no se le niega a nadie.
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