Aunque fue magistrado de La U en el CNE, tiene buenas relaciones con varias orillas. También llega con dos escándalos a cuestas.
Alexander Vega, un registrador amigo de los políticos
Anoche los presidentes de las tres Altas Cortes eligieron como Registrador Nacional a quien más sonaba, el exmagistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE) Alexander Vega Rocha.
Con eso dejaron las futuras elecciones -no las que se harán en menos de tres semanas- en cabeza de un abogado conocido por su capacidad de tener buenas relaciones con políticos pero sin una tendencia política particular, un corte similar al del Contralor General, Felipe Córdoba, pero con sombras en su pasado y escándalos a su alrededor.
Los orígenes
Vega nació en el Guaviare y, siendo niño, llegó a Chía, municipio vecino a Bogotá donde se crió. Hijo de llaneros de clase media, estudió derecho en la Universidad Libre de Bogotá, conocida por su tendencia liberal y su fortaleza en formar futuros funcionarios de la Rama Judicial y litigantes, especialmente de derecho penal.
En 2004, recién graduado de la Universidad y sin trayectoria política ni experiencia laboral, presentó su hoja de vida para ser personero de Chía.
Aunque, según recuerda una persona que conoce la política de ese municipio, en su hoja de vida básicamente solo aparecía su título de abogado, y el haber sido personero del colegio y director del cineclub de la Universidad, ganó en el Concejo.
A eso le ayudó el recién posesionado alcalde, Fernando Sánchez Gutiérrez, en ese entonces conservador (hoy está en Centro Democrático, por el que fue candidato a la Cámara en 2018 en tercer renglón de la lista que logró dos curules), y el Concejo lo eligió. Durante su período como personero, entre marzo de 2004 y marzo de 2008, fue muy cercano al Alcalde.
Luego empezó a acercarse a algunos magistrados del CNE, y lo contrató Clara López, secretaria de Gobierno de Samuel Moreno, como contratista para asesorar del Distrito en asuntos electorales. Estuvo en ese cargo pocos meses, de mayo a noviembre de 2008, y hacia ese tiempo terminó una especialización en derecho electoral, área en la que desde entonces se concentró.
Salió a ejercer como litigante y asesor, en lo que trabajó entre en 2009 y 2014 en la oficina de Rodrigo Escobar Gil, exmagistrado de la Corte Constitucional condenado en 2018 por el escándalo de Fidupetrol.
En esos años se fue acercando a otros políticos, particularmente de La U, y por ejemplo fue el apoderado del candidato de ese partido a la Alcaldía de Puerto Gaitán (Meta), Edgar Humberto Silva, para tratar de tumbar una resolución del CNE que sancionaba a ese partido por violación de topes electorales.
A la vez, según la fuente conocedora de la política local, ayudó a que el alcalde de Chía elegido en 2011, Guillermo Varela, nombrara a su hermano secretario municipal de Salud.
Para las elecciones de 2010 ocurrió un hecho que en esta breve campaña a la Registraduría revivió, y puede ser un dolor de cabeza para Vega como Registrador, con más reflectores encima.
Según el hoy candidato uribista a la Gobernación de Antioquia, Andrés Guerra Hoyos, Vega fue el mensajero del entonces magistrado del CNE, Marco Emilio Hincapié, para pedirle 1.200 millones de pesos a cambio de revisar unos escrutinios que Guerra estaba denunciando habían llevado a que perdiera una curul en el Senado por La U. Es decir, lo acusó de un delito, algo que ha mantenido hasta hoy.
Vega niega haber pedido ese dinero, pero ha dicho que el padre de Guerra, el antiguo cacique liberal de Antioquia, Bernardo Guerra Serna, lo buscó para que lo ayudara con la pelea por la curul, porque ya era conocido en el derecho electoral. Hincapié lo ha respaldado e incluso ha dicho que denunció penalmente a Guerra Hoyos por las acusaciones.
Más allá de la gravedad de la denuncia, ese hecho muestra que Vega ya se movía con políticos. De hecho, Hincapié dijo más adelante que en ese entonces Vega era "abogado en el tema electoral, con los candidatos de La U", una relación que cultivó y dio frutos más adelante.
El candidato
La cercanía con políticos le permitió candidatizarse como posible magistrado de La U para el CNE que, como está formado por representantes de los partidos que eligen los congresistas, es cada cuatro años una de las primeras pujas políticas de los Congresos nuevos.
La U, que era fuerte en 2014, tenía la posibilidad de elegir dos magistrados, y Vega entró a una puja interna que no era fácil.
Por un lado, algunos de sus ocho competidores dentro del partido tenían peso, como la actual representante chocoana Astrid Sánchez Montes de Oca, quien venía de ser senadora y de quemarse buscando la reelección; Ciro Muñoz Oñate, exmagistrado del CNE por Alas Equipo Colombia; y el exrepresentante atlanticense Tarquino Pacheco.
Por otro lado, tenía una dificultad legal: el Consejo Disciplinario y el Veedor del partido rechazaron su candidatura, pues encontraron que no certificó los diez años de experiencia como abogado que se necesitan para el cargo, y que había sido sancionado disciplinariamente con cuatro meses de suspensión de su antiguo cargo de personero, en 2012.
Vega dio la pelea. Reclamó internamente y perdió, por lo que no estaba en la postulación oficial de candidatos de La U. Sin embargo, con una tutela logró que el partido tuviera que incluirlo, con lo cual pudo dar una pelea política.
La ganó gracias al apoyo de varios senadores, especialmente los llamados 'Ñoños', los entonces muy poderosos senadores cordobeses Musa Besaile y Bernardo Miguel 'Ñoño' Elías, que venían de sacar las dos mayores votaciones a Senado y por eso pesaban mucho en la bancada.
Finalmente él y Luis Bernardo Franco se convirtieron en los candidatos de La U y luego en parte de una gran plancha de toda la Unidad Nacional, por lo que logró ser elegido.
No tenía 40 años y ya era magistrado del CNE, así como recién graduado logró ser personero de su municipio, todo gracias a su reconocida habilidad para hacer buenas relaciones.
El magistrado
En el CNE Vega se alineó rápidamente con los magistrados que apoyaban el Acuerdo y que venían de la plancha que impulsaron la Unidad Nacional y la oposición de izquierda, que tenía una mayoría justa de seis de los nueve magistrados (en el CNE se requieren seis y no cinco votos para decidir).
Pero no empezó fácil: el veedor Pablo Bustos demandó su elección argumentando, entre otras, que la denuncia de Guerra Hoyos y la vieja sanción disciplinaria mostraban que no había ejercido la profesión por diez años "con buen crédito", lo que era un requisito.
La consejera de Estado Lucy Jeannette Bermúdez estudió su caso, y tras un año largo, desestimó la demanda porque encontró que la denuncia de Guerra no había prosperado (citó a Guerra como testigo a una dirección vieja, él no fue, y no lo volvieron a llamar) y la sanción porque el entonces Procurador General, Alejandro Ordóñez, la había revocado pocos días después de que el Congreso eligió a Vega como magistrado. Sus colegas apoyaron a Bermúdez y Vega se salvó.
Sin esa sombra, el magistrado empezó a tomar más vuelo; por ejemplo, a inicios de 2015 solo él y el conservador Carlos Camargo votaron a favor de mantener la personería del partido de Yahir Acuña (aliado de los políticos cordobeses que impulsaron a ambos), Cien por Ciento por Colombia, una muestra de que no necesariamente estaba alineado con sus aliados de la Unidad Nacional.
Luego mostró su capacidad de relacionarse y ser componedor: en una nueva división intestina el CNE duró nueve meses sin presidente hasta que logró ser elegido presidente en julio de 2016.
Faltaban menos de tres meses para el plebiscito de octubre y el CNE debía reglamentar su campaña, para definir cómo se iba a poder hacer campaña en redes sociales, exactamente hasta dónde y cómo podrían participar los funcionarios públicos y dónde se trazaría la raya para cumplir con la prohibición de usar logos de partidos.
Luego le tocó otro chicharrón: el entonces Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, dijo públicamente que tenía certeza de que había entrado plata de la corrupta multinacional Odebrecht a la campaña reeleccionista de Santos de 2014, pero dijo que solo el CNE podía investigarlo.
Vega fue quien recibió esa carta, y antes otras del exsenador y lobista de Odebrecht, Otto Bula, cercano y paisano de los Ñoños, y quien aceptaba haber recibido plata de la corrupta multinacional.
Meses después, justamente en ese tema, surgió la segunda nube que acompaña a Vega: su relación con Bula. Cuando la magistrada ordoñista Ángela Hernández iba a presentar su ponencia para investigar a Santos, dijo que al investigar para ella encontró llamadas de 2016 por más de cuatro horas entre Vega y Bula, basada en un informe de la Corte Suprema.
En la sesión en la que lo reveló se armó una pelea en la que los dos amanazaron con denuncias y Vega aceptó las llamadas, pero alegó que el número era del senador Elías, quien aún estaba libre y sin denuncias por Odebrecht.
El CNE finalmente archivó el proceso contra Santos, igual que el de Zuluaga, con lo que evitó chocar con los políticos, mientras su decisión de endurecer las reglas para las revocatorias de los alcaldes lo acercó a ellos.
Mientras tanto, iba entrando a las altas ligas de la política: estuvo en la parranda del clan Gnecco en el Festival Vallenato de 2017 y en una polémica reunión con la bancada de La U y Juan Manuel Santos, que puede convertirse en su tercera nube.
Una persona que lo conoció de cerca en ese entonces recuerda que Vega hacía fiestas generosas en su casa, con mariachis y whisky, que era muy bueno haciendo amigos y no escatimaba en gastos.
Al año siguiente, y mientras preparaba su salida del CNE, Vega tomó más decisiones que lo congraciaron con políticos, como salvar la candidatura del conservador Quinto Guerra a la alcaldía de Cartagena.
La salida incluía la búsqueda de dejar un reemplazo por La U, el entonces procurador delegado Virgilio Almanza, como reveló La Silla Caribe, pero el plan se dañó por pujas de poder entre Germán Vargas y los Char en Cambio Radical, que rompieron la alianza con La U que habría asegurado la elección de Almanza.
A pesar de esa derrota, Vega no salió sin un plan, el que logró ayer de ser Registrador.
El camino a la Registraduría
Desde su salida del CNE, Vega trabajó como consultor internacional y director en Colombia de Transparencia Electoral, mientras los presidentes de las tres Altas Cortes, que este año son Gloria Stella Ortiz en la Constitucional, Lucy Jeannete Bermúdez (la ponente del fallo que salvó la magistratura de Vega en 2015) en el Consejo de Estado, y Álvaro García en la Suprema, armaban el proceso para definir Registrador.
En junio lo arrancaron con un nuevo reglamento para el concurso de méritos, con el que la experiencia pesaría menos y los exámenes de conocimiento y competencias más, lo que de entrada despertó algunas críticas. Los presidentes hicieron algunos ajustes pero rápidamente abrieron el proceso, pues el período del actual registrador, Juan Carlos Galindo, vence a inicios de diciembre.
Se inscribieron 54 abogados, los presidentes anunciaron el 29 de julio que admitían a 31 y allí arrancó en forma la carrera, con dos grandes favoritos: Vega y su antiguo colega en el CNE y director de la Federación de Departamentos, Carlos Camargo.
Los días siguientes hubo una lluvia de críticas a Camargo por presuntamente haber usado la contratación de la Federación para hacer campaña entre los magistrados, y terminó renunciando el 9 de agosto. Con eso, el camino parecía despejado para Vega, quien también enfrentó la resurrección de los escándalos de Guerra Hoyos y Otto Bula.
En las pruebas de conocimientos y de competencia, que se hicieron el 24 de agosto y daban el 50 por ciento del puntaje total le fue bien, pues fue el mejor en la de conocimientos y sumó 412 puntos de 500 posibles.
Pero en la hoja de vida mal: sacó apenas 40 de 200 puntos y el puesto 15 entre 16 por su poca experiencia profesional, lo que muestra que de no haber cambiado el reglamento no habría sido elegido.
En todo caso, quedó entre los diez más altos y pasó a la entrevista de ayer, que con 300 puntos en juego era definitiva. Vega sumaba 453 puntos, pero había cuatro aspirantes con mejor puntaje.
En la entrevista tuvo el segundo mejor puntaje, 285, y con eso quedó de primero.
Uno de los presidentes le explicó a La Silla que les gustó sus propuestas tecnológicas para ahorrar papel y recursos (la Registraduría invierte mucho en papel para el registro civil, la cedulación y las elecciones), modernizar el registro civil o que la Registraduría sea dueña del software de las bases de datos de identificación, que hoy son de los contratistas de Thomas Greg.
Con eso, logró su meta. Aunque no era el único candidato amigo de políticos, y estaba cantado que quien llegara tendría esas conexiones, ninguno tenía tantas, tan fuertes y variadas como Vega. Y quizás tampoco había ninguno que llegara con cuestionamientos como el nuevo Registrador.