Desde hace dos semanas está caliente el debate sobre el fracking, una tecnología que permitirá liberar los hidrocarburos que están atrapados en zonas geológicas de difícil acceso y que antes no podían ser explotados. Y cuyo marco regulatorio, que lanzó el Gobierno en julio, tiene tan nerviosos a muchos científicos del sector ambiental que varios de ellos le están pidiendo al presidente Juan Manuel Santos una moratoria hasta que se resuelvan sus dudas y temores sobre la tecnología.
Así nació la hoja de ruta para el fracking
Desde hace dos semanas está caliente el debate sobre el fracking, una tecnología que permitirá liberar los hidrocarburos que están atrapados en zonas geológicas de difícil acceso y que antes no podían ser explotados. Y cuyo marco regulatorio, que lanzó el Gobierno en julio, tiene tan nerviosos a muchos científicos del sector ambiental que varios de ellos le están pidiendo al presidente Juan Manuel Santos una moratoria hasta que se resuelvan sus dudas y temores sobre la tecnología.
Hasta ahora los que la trazaron -los ministros de Minas y Ambiente y el vice de Hidrocarburos- han insistido en que el proceso fue técnicamente muy riguroso y en que se consultaron muchos expertos internacionales. Y que, como le dijo el viceministro de hidrocarburos Orlando Cabrales a La Silla, “es atípico” porque pocos países han regulado antes de arrancar y que incluso es más exigente que las ‘reglas de oro’ que sacó la Agencia Internacional de Energía.
Pero es poco lo que ellos mismos han contado sobre cómo fue exactamente ese proceso. Con el ánimo de que esa información nutra el debate público, La Silla documentó el proceso que llevó a que naciera el marco regulatorio para el fracking que hizo Minas y las normas ambientales para la exploración de estos minerales que hizo Ambiente.
Los expertos en fracking
El proceso para llegar a la hoja de ruta para el fracking, tanto la energética como la ambiental, arrancó a finales de 2012, después de que el presidente Juan Manuel Santos pidiera evaluar si sería benéfico para Colombia traerla.
Al fin y al cabo, se trata de una tecnología que cambió la ecuación energética en países como Estados Unidos -que pasó de ser comprador neto de crudo a casi autosuficiente en unos años- pero que es muy resistida en el sector ambiental. Tanto que en algunos países como Francia está prohibida y en otros, como Gran Bretaña, se impuso una moratoria que solo se levantó tras años de estudio.
En total fueron dos años en los que, a pesar de la altísima rotación de funcionarios en Minas y Ambiente, el equipo tuvo más o menos las mismas caras. Al frente de Minas y Ambiente estuvieron los ministros Federico Renjifo y Juan Gabriel Uribe, luego reemplazados por Amylkar Acosta y Luz Helena Sarmiento. Tomás González, hoy ministro de Minas, era entonces el viceministro de Hidrocarburos y Orlando Cabrales, que hoy es ese vice, presidía la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Sarmiento, que fue ministra durante la mitad del proceso, estuvo la otra mitad como directora de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla). Nubia Orozco, que dirigió la Anla hasta hace unos días, ya había sido su número dos. Y Germán Arce y Javier Betancourt se turnaron la presidencia de la ANH.
Fueron cuatro las fases. Arrancaron identificando a los expertos internacionales en yacimientos no convencionales y en los temas que saldrían durante el proceso de esbozar la regulación, invitándolos a una serie de talleres (que están grabados y colgados en la página de la ANH) para funcionarios de las cinco entidades que tendrán que lidiar con el fracking.
En uno abordaron los retos sociales y ambientales del fracking, en otro las preguntas claves a la hora de hacer la regulación técnica y una planeación que requiere, en otro más las buenas prácticas de la industria y en uno último, que donó el Departamento de Estado gringo, otros temas que se habían quedado en el tintero como el manejo de las emisiones de gas o cómo hacer pedagogía con las comunidades locales para ganarse la llamada ‘licencia social’ de éstas para operar.
En total fueron 14 investigadores y expertos internacionales los que vinieron en esa primera fase. El grupo lo lideró John Deutch, el profesor de MIT en temas energéticos y ex director de la CIA de Bill Clinton que presidió el comité de Barack Obama para el desarrollo de no convencionales (que fue cuestionado por otros científicos gringos por la cercanía de muchos de sus integrantes a la industria).
El propio Santos se reunió con Deutch hace un año. “Él me decía: ustedes, Presidente Santos, no han logrado entender, creo que no han captado, que Colombia es de los países que más potencial del mundo entero tiene en este sentido”, contó el presidente en su discurso al inaugurar Congreso Internacional de Minería y Petróleo, cuando prometió que el Gobierno sopesaría caso por caso los beneficios de corto plazo con los impactos de largo plazo.
Estos son los expertos internacionales a los que consultó el Gobierno. (Haga clic sobre el nombre para ver su perfil).
Este químico, que ha sido durante tres décadas profesor en el Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT) e hizo casi toda su carrera en el gobierno gringo, fue uno de los expertos que más asesoró a Colombia en qué temas abordar en la regulación. Tanto que llegó a reunirse con Santos el año pasado para hablar del tema.
Fue director de investigación energética y subsecretario de energía durante el gobierno de Jimmy Carter, además de subsecretario de compras y tecnología en defensa y director de la CIA de Bill Clinton. También fue vicerrector y decano de ciencias de MIT. En los últimos años presidió el comité para el desarrollo de no convencionales del Secretario de Energía de Barack Obama, que fue cuestionado por la cercanía de muchos de sus integrantes a la industria. Además, ha escrito sobre los beneficios del fracking en publicaciones influyentes como Foreign Affairs o el New York Review of Books.
Ha estado en la junta directiva de Schlumberger, la mayor compañía de servicios petroleros; la empresa de gas líquido Cheniere Energy; Cummins, la fabricante de maquinaria industrial energética; y Raytheon, la contratista de defensa que fabrica misiles. También integra la Comisión Trilateral de cooperación entre Estados Unidos, Europa y Japón que fundó David Rockefeller. Es ingeniero químico de MIT e historiador de Amherst College, con un doctorado en química de MIT.
Este geofísico, que es profesor desde hace tres décadas de la Universidad de Stanford y cuya especialidad es la geomecánica del fracking, fue consultado para temas de cómo monitorear los flujos de agua para controlar el potencial de sismicidad a la hora de la reinyección de aguas residuales (que es uno de los riesgos del proceso).
Es uno de los investigadores principales del Instituto Precourt de Energía de esa universidad, que concentra sus investigaciones en innovación energética. Fue integrante del comité para el desarrollo de no convencionales del Secretario de Energía de Barack Obama, de un panel investigativo similar del Consejo Canadiense de Académicos y de una comisión que investigó el accidente de Deepwater Horizon en el Golfo de México, el mayor derrame petrolero en la historia gringa. Dentro de la industria es consultor de Baker Hughes, una de las compañías más grandes del mundo de servicio a petroleras y vendió su propia consultora en temas petroleros -GeoMechanics International- a Baker Hughes. Es geofísico de la Universidad de Arizona, con doctorado en la misma área de Stanford.
Este abogado gringo, que no sólo fue conferencista invitado sino que luego fue contratado para asesorar al Gobierno de Santos durante el proceso de redacción del marco regulatorio, lideró la entidad reguladora para gas y petróleo en el estado gringo de Colorado durante cuatro años. Durante su período en la comisión, se endureció la regulación estatal para esas industrias -que ha sido modelo para otros estados- y la producción petrolera creció en un estado donde el gas -su negocio tradicional- venía disminuyendo.
Desde entonces es socio de la firma legal Davis Graham & Stubbs LLP, especializada en derecho energético y con clientes en el sector (que La Silla no pudo identificar). De hecho, su renuncia a la comisión de regulación para sumarse a la firma despertó críticas de la existencia de una puerta giratoria. Hace un año le dio una entrevista a Portafolio, hablando sobre el proceso.
Diplomático gringo que fue hasta hace dos años coordinador para asuntos energéticos internacionales del Departamento de Estado gringo, nombrado por Hillary Clinton. Antes y después de eso ha dirigido Goldwyn International Strategies, una consultora en temas energéticos que asesoró al gobierno de Nigeria en su proceso de implementación del programa EITI, el estándar de transparencia en la industria extractiva al que Colombia, como contó La Silla, aspira entrar.
Aunque su tema es la energía, ha trabajado sobre todo en el sector público gringo y de la mano del político demócrata -y latino- Bill Richardson, siendo su asesor de cabecera cuando estaba en la embajada ante la ONU y su subsecretario de asuntos internacionales en la Secretaría de Energía (siempre durante el gobierno de Bill Clinton). Ha sido director de la Iniciativa Global de Energía y Ambiente de la Universidad Johns Hopkins, profesor del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (Csis), integrante del equipo de trabajo del Consejo de Relaciones Exteriores sobre las consecuencias de seguridad de la dependencia petrolera de Estados Unidos y fue uno de los pares que evaluó las 'reglas doradas' del fracking que sacó la Agencia Internacional de Energía. Es abogado de Georgetown, con maestría en derecho de NYU y en desarrollo de Princeton.
Esta profesora, que lleva dos décadas enseñando en el Centro de Derecho de Recursos Naturales de la Universidad de Colorado, habló en Colombia sobre la huella ambiental del fracking y la gestión de ecosistemas. Según dos personas que la oyeron hablar, no es muy amiga del fracking y su trabajo parte de las críticas que tiene sobre la técnica.
Anteriormente había trabajado en la entidad reguladora de la industria petrolera en el estado gringo de Utah, sobre todo en evaluaciones de impacto ambiental y monitoreo de minas de carbón. Es geógrafa de la Universidad de Chicago, con maestría en biología de Utah State y en derecho de Colorado.
Este abogado y consultor, que fue hasta hace poco el Secretario de Protección Ambiental -la máxima autoridad ambiental- de Pensilvania, habló sobre la experiencia de su estado -que tiene una de las mayores industrias de gas actualmente- de haber comenzado a hacer fracking y sólo trazar una regulación después.
Antes de eso había trabajado durante una década en una Ong ambientalista -Ciudadanos por el Futuro de Pensilvania- y estuvo muy activo, desde la sociedad civil, en procesos de regulación de energías renovables, reciclaje y adaptación al cambio climático. Alcanzó a ser brevemente candidato demócrata a gobernador para las elecciones de noviembre de este año, retirándose a mitad de la carrera.
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Este hidrogeólogo, que es investigador del centro para estudios ambientales de la Universidad de Penn State, fue uno de los consultados sobre qué componentes tiene el agua que se inyecta y qué hacer con las aguas residuales que deja el fracking.
Su trabajo ha girado en torno sobre todo a problemas de tratamiento de aguas residuales y conservación ambiental ligados al fracking en el esquisto de Marcellus, una formación geológica rica en yacimientos no convencionales que atraviesa toda la cordillera de los Apalaches, en el oriente de Estados Unidos. Tan fundamental resulta en el estado de Pensilvania que el centro de investigación donde trabaja Yoxtheimer se llama el Centro de Investigación Marcellus. Antes de eso trabajó en ARM Oil & Gas Solutions, una consultora para el sector energético. Su colega Thomas Murphy también fue consultor del gobierno.
Este hidrogeólogo caldense, que lleva una década trabajando en la industria energética entre Inglaterra y Canadá, habló en Colombia sobre el manejo de acuíferos.
En Gran Bretaña trabajó con la entidad reguladora ambiental de la región de los Midlands y con el Centro de Investigación de Agua de Swindon y con Scott Wilson Ltd, una importante consultora para proyectos de ingeniería. En Canadá trabaja con WorleyParsons, una importante consultora australiana del sector energético, con clientes como la minera peruana Milpo (en la mina de Cerro de Pasco)
En Colombia trabajó durante cuatro años como hidrogeólogo del extinto Ingeominas y luego fue brevemente asesor en el Ideam, siendo parte del estudio ambiental para ordenar las cuencas de los ríos Magdalena y Cauca. Es geólogo de la Universidad de Caldas, con maestría en hidrogeología de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Este geólogo y profesor del Instituto de Energía de la Universidad de Texas trabajó casi toda su vida cerca del sector energético en gestión ambiental de proyectos de petróleo, gas y minas, sobre todo con el extinto Grupo Shaw que desarrollaba proyectos energéticos y de infraestructura.
Esta economista ucraniana, que es investigadora en temas energéticos en la Universidad de Cleveland State, habló en Bogotá sobre los aspectos socioeconómicos de la explotación de no convencionales. Su trabajo se ha entrado en la política energética y en la gestión del agua, sobre todo en yacimientos no convencionales del estado de Ohio y en Ucrania. Asesora también al Banco Mundial y al Instituto RTI de Carolina del Norte que une a universidades con el sector privado en temas de tecnología. Es economista del Instituto Ivano-Frankvisk de Petróleo y Gas, con doctorado tanto de la Academia Ucraniana de Ciencias como de la Universidad de Cleveland State.
Este economista, que es profesor de la Universidad de Penn State y codirector de su centro de investigación sobre yacimientos no convencionales, ha trabajado sobre todo en torno a la “licencia social”. O, en otras palabras, el visto bueno de las comunidades locales a los proyectos energéticos, incluyendo temas de propiedad de tierra y pedagogía social. Todo esto en Pensilvania, donde se encuentra el esquisto de Marcellus, una formación geológica rica en yacimientos no convencionales que atraviesa toda la cordillera de los Apalaches, en el oriente de Estados Unidos. De ahí que el centro que dirige se llame Centro de Investigación Marcellus.
Este investigador israelí, ahora con el centro de estudios rusos de Harvard, habló en Colombia sobre la política en torno a los no convencionales. Aunque su trayectoria está toda en temas de filosofía y teoría política, en los últimos años fue investigador del centro de investigaciones energéticas de la Universidad de Texas en Austin en un proyecto sobre geopolítica y aceptación social de nuevas tecnologías. Es historiador de la Universidad de Tel Aviv, con doctorado en filosofía de la de Maryland.
Esta ingeniera ambiental, que es investigadora sobre energías renovables de la Universidad de Texas A&M, habló en Bogotá sobre el manejo de gases como el metano en el proceso de fracking y cómo enfrentarlos desde el punto de vista regulatorio. Casi todo su trabajo con fracking tiene que ver con emisiones de gases y aguas residuales en los yacimientos cercanos al río Mississippi y en Eagle Ford (el que visitaron los ministros colombianos). Es bióloga de la Universidad Central de Missouri, con doctorado en ingeniería ambiental de la Universidad de Texas – San Antonio.
Durante el proceso el Gobierno también consultó a varios expertos del sector petrolero. En el primer taller invitaron a dos personas de la industria -José Francisco Mota de Shell y Kris Nygaard de Exxon- para que explicaran cómo hacían sus empresas la estimulación hidráulica.
Luego, en el taller de buenas prácticas empresariales consultaron a Roy Swystun y Dale Leckie de la empresa canadiense Nexen -ahora propiedad de los chinos de Cnooc- sobre cómo utilizan aguas residuales municipales y aguas residuales en el proceso de fracturamiento. Así como a otros empleados de Shell, ExxonMobil y Equion.
Las reglas de juego para el fracking
Luego todo el equipo 'de alto nivel' -los ministros, vices y presidentes de agencias- hizo una serie de visitas de campo para ver cómo era in situ.
Primero fueron, en marzo del año pasado, a las operaciones de gas de esquisto que tiene Talisman Energy en Farrell Creek, en el norte de la provincia canadiense de Columbia Británica. Allí observaron las piscinas de almacenamiento de aguas residuales -que al final Colombia decidió prohibir- y otras cuestiones ambientales, ya que -al estar los minerales de Canadá en medio de la tundra y en zonas donde casi no hay población- es un caso distinto al colombiano.
Luego visitaron la zona de Eagle Ford, la mayor región productora de Texas -y una de las más importantes de Estados Unidos- para ver desde cómo se hace exactamente un fracturamiento y qué fluidos se inyectan hasta cómo se maneja el ruido en una zona relativamente poblada, como las del Magdalena Medio en donde están buena parte de los yacimientos colombianos.
Esas visitas coincidieron con una tercera fase, de reuniones con reguladores y técnicos del sector público en Canadá y Estados Unidos para entender qué reglas de juego han funcionado y cuáles no. Especialmente con los reguladores de las provincias canadienses de Alberta y British Columbia y los estados gringos de Pensilvania, Texas, Colorado y Nueva York (que todavía tiene moratoria sobre el fracking), además de las agencias nacionales gringas de energía, gestión ambiental y tierras públicas.
Colorado, por ser un estado montañoso y con una de las regulaciones más estrictas a nivel gringo, terminó siendo el modelo que más siguió Colombia. De hecho, el experto al que contrató el Gobierno para ayudar a escribir la regulación -David Neslin- era la más alta autoridad de regulación del sector en Colorado.
Además intentaron contactar en Francia, cuyo Congreso prohibió el fracking en 2011 y que -después de que Gran Bretaña levantara su moratoria- es el único país de la Unión Europea, con Bulgaria, en limitarlo. En particular habían acordado traer a Colombia a la ex ministra Corinne Lepage -que fue parte del gobierno conservador de Jacques Chirac y es una de las críticas más vocales del fracking - para entender el escepticismo francés, pero ella se terminó echando para atrás después de haberles dado el sí. No obtuvieron respuesta de los otros expertos franceses que trataron de traer, al parecer porque les escribieron en inglés y nunca en francés.
Esos fueron los insumos que, explican Cabrales y González, les permitieron tomar decisiones técnicas que ponen a Colombia por encima de otros países en cuestión de restricciones ambientales. Por ejemplo, defienden, se prohibió el almacenamiento de las aguas residuales del fracking en piscinas -como sí ocurre en muchos países- y exige hacerlo mediante una técnica más costosa llamada reinyección.
Algo similar hicieron, defiende el Gobierno, con el manejo de los gases como el metano que pueden salir al hacer las pruebas de yacimientos en la etapa de exploración o después de la estimulación hidráulica. Al final se prohibió el venteo del gas -que también está permitido en otros países- y se exigió quemarlo con combustión completa y hacerle monitoreo ambiental.
“Claro que hay riesgos. El tema es qué acciones tomamos para mitigar y prevenirlos. Todas las lecciones aprendidas en Norteamérica, que es donde más actividad ha habido, se incorporaron a nuestra regulación y tomamos lo más exigente de cada uno de los estados”, dice Cabrales, añadiendo que el proceso no ha sido secreto -como señalan algunos detractores- y que los dos marcos regulatorios, el de Minas y el de Ambiente, incluyeron una etapa de recoger preguntas de la gente.
Por eso, aunque organizaciones como Dejusticia, el World Wildlife Fund y el ex ministro Manuel Rodríguez Becerra pidieron frenar el fracking hasta que haya certezas sobre sus potenciales impacto y sobre la capacidad del Gobierno de supervisarlo, en Minas y Ambiente se sienten tranquilos. Y aseguran que están dispuestos a dar el debate público y a hacer ajustes a lo largo del camino.
“La regulación es suficientemente adecuada para iniciar la actividad, pero durante la exploración de pronto surja información adicional que nos lleve a ajustarla. Eso hace parte del proceso”, dice Cabrales.