Aún con fumigación, se disparan los cultivos de coca

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El año pasado los cultivos de coca, que venían a la baja en los últimos años, se dispararon. Esa idea -que era un rumor a voces entre la gente trabaja en la lucha antidrogas- se confirmó el martes pasado cuando el embajador en Washington Luis Carlos Villegas le mandó una carta al presidente Juan Manuel Santos advirtiéndole que Estados Unidos detectó un alza del 39 por ciento en la coca sembrada en el 2014. Eso demuestra, como han venido señalando muchos críticos de la política antidrogas, que -aún fumigando- Colombia tiene casi tanta coca como hace cuatro años.

El año pasado los cultivos de coca, que venían a la baja en los últimos años, se dispararon. Esa idea -que era un rumor a voces entre la gente trabaja en la lucha antidrogas- se confirmó el martes pasado cuando el embajador en Washington Luis Carlos Villegas le mandó una carta al presidente Juan Manuel Santos advirtiéndole que Estados Unidos detectó un alza del 39 por ciento en la coca sembrada en el 2014. Eso demuestra, como han venido señalando muchos críticos de la política antidrogas, que -aún fumigando- Colombia tiene casi tanta coca como hace cuatro años.

En la carta, cuyo contenido La Silla hace público, la embajada le detalla al Presidente las conclusiones a las que llegó la Oficina de Drogas de la Casa Blanca en su monitoreo de los cultivos de coca en el país.

Memo Informe Cultivos 2014 ONDCP

Los datos de esa oficina ratifican no solo que aumentó la coca en todo el país, sino que creció en los tres departamentos más afectados (Nariño, Putumayo y Norte de Santander) y se sigue concentrando en las zonas fronterizas y territorios étnicos (resguardos indígenas y consejos comunitarios afro) de esas regiones donde es más difícil hacer operativos antidrogas. Y eso ocurrió justo el año en el que se redujo drásticamente la erradicación manual forzosa de la coca y el peso de la erradicaicón recayó en las avionetas fumigadoras.

Estos datos seguramente le subirán el voltaje a la discusión de la próximo reunión del Consejo Nacional de Estupefacientes, el 14 de mayo, que ya se anticipa bastante tenso: el lunes pasado el ministro de Salud Alejandro Gaviria le envió una carta el Consejo, pidiéndole suspender la fumigación con glifosato a raíz de que un organismo adscrito a la Organización Mundial de la Salud determinó que el glifosato (el ingrediente que se asperja mezclado con agua y un fijador llamado Cosmoflux) es 'probablemente cancerígeno'.

Dos pares suyos, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y la Canciller María Ángela Holguín, y también el Procurador Alejandro Ordóñez, -todos con asiento en el Consejo- ya le salieron al paso a Gaviria, respondiendo que esa decisión no se tomará aún. Y el gobierno de Estados Unidos, a través de su ex embajador y actual subsecretario de Asuntos Narcóticos William Brownfield, mandó un mensaje de cautela para que no se abandone.

Todo esto a pesar de que son cada vez más las voces colombianas y extranjeras que advierten que la lucha contra los cultivos de coca no es la más efectiva para acabar con el mercado de la cocaína y que convendría asignarle esos millonarios recursos -cuyo monto, contratación ni sus metas son públicas -a atacar a los eslabones más rentables del narcotráfico.

El dato del Gobierno de Barack Obama confirma una tendencia para el 2014 que era un rumor a voces. La fuente de los gringos es el Centro de Crímenes y Narcóticos de la CIA, que todos los años hace una estimación muestral a partir de imágenes satelitales. Según los expertos, esa metodología les permite calcular correctamente la tendencia de aumento o disminución de los cultivos, aunque no tanto el número exacto de hectáreas porque el reconocimiento de qué es coca y qué selva lo hace una máquina. De ahí que su estimativo de que el 31 de diciembre de 2014 había 112 mil hectáreas con cultivos de coca no sea necesariamente preciso, aunque sí la tendencia ya que el aparato de la CIA identifica todos los años las mismas áreas.

Este alza seguramente se verá confirmada, como le contaron tres fuentes a La Silla, cuando en junio salga la medición más precisa de todas, que es la que hace la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (Unodc) a través de su Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci). Ese censo de cultivos ilícitos se hace tras analizar las fotos satelitales y hacer visitas a terreno, por lo que es más demorado que el gringo y todavía está en la fase de procesamiento de datos (y solo refleja la foto al 31 de diciembre anterior, un período en el que el Gobierno justamente ha agendado buena parte de los operativos de aspersión, y no alcanza a medir la resiembra de coca que puede ser hasta del 50 por ciento).

Sin embargo, La Silla supo que el pequeño estudio que hicieron a mediados del año pasado para calcular cuánta coca se ha resembrado -una medición que se suele hacer para no quedarse solo con la foto al 31 de diciembre anterior- ya indicaba que había un salto.

Ese aumento podría deberse a varios factores, incluyendo que se redujo al mínimo la erradicación manual forzosa, que hay una aparente migración en varias regiones del oro ilegal de vuelta hacia la coca (tras dos años de malos precios en ese sector), que la coca se disparó en el Catatumbo tras el paro campesino de hace dos años y -según le dijeron a La Silla cuatro fuentes- que parece haber un afán entre las comunidades cocaleras por tener coca sembrada para poder ser partícipe eventualmente de los programas sociales que traerá el aterrizaje de los acuerdos de La Habana entre las Farc y el Gobierno.

Como el censo oficial no estará listo hasta junio, el Consejo Nacional de Estupefacientes tendrá que comenzar el debate sobre si continuar o no con la fumigación con el dato de los gringos. Que la coca haya aumentado tanto a pesar de que continuamos asperjando lanza un campanazo de alerta sobre la relación costo-beneficio de ese programa y, en últimas, sobre si ha sido el método más eficaz a la hora de reducir la oferta de cocaína que sale del país.

Pero ya las posiciones se han visto: para el Procurador y el Ministro de Defensa el problema es que no se puede asperjar tanto ni en todos los lugares, mientras que para sus críticos la fumigación es una herramienta que no soluciona el problema. Habrá que ver si este nuevo dato pesa en la discusión.

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