La llegada del general retirado a la Vicepresidencia calma las aguas en la Unidad Nacional, muestra a un Santos agradecido y le da una cabeza a la seguridad ciudadana en tiempos de posacuerdo.
Con Naranjo de vice, Santos hace una jugada a varias bandas
El 8 de mayo de 2014 en la localidad de Engativá (Bogotá), El general Oscar Naranjo presidió el discurso de cierre de la campa?a presidencial de Juan Manuel Santos. Foto: Daniel Morelo.
Con el anuncio que dio Juan Manuel Santos esta mañana en Caracol Radio, de proponer al general retirado Óscar Naranjo como vicepresidente cuando se produzca la anunciada renuncia de Germán Vargas Lleras, el Presidente evita que la sucesión vicepresidencial se convierta en una pelea política, manda un mensaje de neutralidad ante la Unidad Nacional frente al 2018, y le da un tardío agradecimiento a un policía muy prestigioso que se la ha jugado por él.
La jugada de Santos
Santos venía haciendo sondeos internos desde principios de noviembre sobre el nombre de Naranjo, y con esta decisión manda varias señales.
Según una alta fuente de Palacio, la idea de nombrar a Naranjo, que no pertenece a ningún partido político (aunque en la U algunas voces están pidiendo entregarle un carnet en estos días), es que Presidencia sea claramente neutral frente a la campaña de 2018.
Sobre todo porque en esa carrera estarán varios amigos y aliados del Gobierno, empezando por los ministros que renunciarán para ser candidatos, como el de Interior, el liberal Juan Fernando Cristo; la de trabajo, la polista Clara López; y el embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón, que está armando campaña en La U.
Además, posiblemente se lancen el de Agricultura, Aurelio Iragorri, también por La U, y el de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
Aunque esta decisión está en duda, porque no es fácil pasar de ser el impulsor de una reforma tributaria que sube impuestos a convertirse en candidato presidencial, en el Gobierno varios apoyan la idea de que se lance porque quieren que haya por lo menos un precandidato conservador santista, para por lo menos hacer más difícil que el partido azul se vaya con el uribismo.
Sin importar quienes se lancen finalmente, designar a Naranjo evita que la Vicepresidencia se convierta en un motivo de roces en la Unidad Nacional, que el Gobierno necesita para sacar adelante todas las reformas para aplicar el Acuerdo con las Farc. Por eso es previsible que el Congreso lo acepte como reemplazo de Vargas cuando éste renuncie, probablemente hacia finales de febrero, en un trámite que no debería tener mayores dificultades.
Como duró más de 4 años como negociador de las Farc, su nombramiento también ofrece garantías a la guerrilla en trance de desarmarse, y da una señal de que el Gobierno se la sigue jugando toda por el proceso.
Además, Naranjo le aporta al gobierno varias cosas: una trayectoria larga y fructífera, una excelente imagen (aunque la Gallup no lo mide desde 2012, en ese entonces su favorabilidad era del 81 por ciento, superior a la de Santos y a la de Álvaro Uribe) y un conocimiento específico en asuntos de seguridad urbana y rural, que es uno de los grandes retos de la aplicación del acuerdo con las Farc.
El nuevo vice
Naranjo duró 34 años en la Policía, fue su director durante un período largo de 5 años (los directores suelen durar 2 o 3 años), estrenó el grado más alto de esa institución como general de cuatro soles y representa la transformación de la entidad hacia una institución más moderna y más centrada en la información y la inteligencia.
Como director de la Policía fue una de las cabezas de operaciones exitosas como la muerte de Raúl Reyes en Ecuador, y fue el encargado de manejar los computadores de ese jefe guerrillero y de solicitar a expertos de la Interpol su dictamen forense sobre la información que estaba contenida en ellos. También fue una de las cabezas del operativo que condujo a la muerte del 'Mono Jojoy'.
Su carrera creció a la sombra de la del general Rosso José Serrano, tan conocido y poderoso como él en los años noventa, y como el oficial de mostrar en la renovada inteligencia de la Policía. Luego su carrera retomó fuerza de la mano de Uribe en 2002, cuando el entonces presidente trajo del retiro al general Teodoro Campo para comandar la Policía y el nuevo director llamó a Naranjo de un cargo diplomático en Londres (que suele ser la antesala del retiro) a comandar la Policía Metropolitana de Cali.
Después, en 2007, Uribe lo nombró director de la Policía.
Su poder y su influencia en los medios era tal que, como contó La Silla en 2010, el entonces presidente Álvaro Uribe lo llamaba para enfrentar muchos de los grandes escándalos, como cuando lo puso a identificar a las cabezas de las pirámides en 2008, lo puso de comsionado de paz ad hoc para coordinara la liberación del diputado Sigifredo López ante un amague de renuncia de Luis Carlos Restrepo o lo puso a manejar los equipos de interceptación cuando se revelaron las chuzadas del DAS.
Esa cercanía con Uribe creció en paralelo con una con Santos, quien era Ministro de Defensa cuando Naranjo llegó a la dirección.
En 2010 y recién posesionado en la Presidencia, Santos tenía la perspectiva de buscarle reemplazo a Naranjo en la dirección, porque por antigüedad ya debía salir de su cargo para que los demás generales ascendieran. Pero el Presidente dio una muestra de su aprecio por Naranjo: creó un grado nuevo y más alto, lo ascendió a ese nuevo escalón y así permitió que siguiera de director y que los demás generales también ascendieran.
En 2012, cuando era inevitable su salida, Santos lo nombró como uno de los negociadores con las Farc y puso a un sucesor de su cuerda, el general León Riaño.
Eso lo acercó más a Santos y lo distanció, por primera vez, de Uribe. Pero igual mantuvo tal cercanía con el uribismo (por ejemplo, asumiendo parte de la responsabilidad en el caso del general Santoyo sin señalar a Uribe) que sonó como posible candidato presidencial del expresidente.
Pero Naranjo terminó definitivamente alineado con Santos, quien primero lo metió en su equipó para la reelección de la Fundación Buen Gobierno, lo sedujo con la propuesta de un Ministerio de Seguridad Ciudadana, que nunca se concretó, y finalmente lo puso a sonar como fórmula vicepresidencial hasta el punto de que Naranjo dijo que aceptaría esa nominación y abandonó un lucrativo trabajo en México.
Aunque terminó no siendo candidato vicepresidencial ni Ministro, apoyó a Santos en la primera línea en la campaña, incluso en actos de plaza pública. Al final, el Presidente lo nombró de algo así como un ministro sin ministerio: fue el único “Ministro consejero para el posconflicto”, una función que nunca despegó porque no tenía presupuesto ni equipo y sus funciones entraban en conflicto con el ministerio de Defensa, por lo que Naranjo estaba listo para renunciar a mediados de 2015 y lo hizo en septiembre de ese año.
Todo eso sin dejar de participar en la mesa de negociación con las Farc.
Ahora, con la designación como vicepresidente, Santos finalmente le da un cargo de primer nivel y mucha visibilidad al general que lo acompañó en todo el proceso con las Farc y en su reelección.
Además, como la vicepresidencia es un cargo que no tiene funciones más allá de reemplazar al Presidente, pueden no hacer nada o acordar con el Presidente que se encargue de algún área. En este caso, según dijo Santos esta mañana, Naranjo se encargará de los temas que más sabe.
“La lucha contra las bandas criminales, si hay alguien que haya sido efectivo en esa lucha ha sido el General Naranjo. Me consta porque cuando fui Ministro de Defensa él todos los días me presentaba resultados y unos resultados muy importantes. O sea que esa va a ser una labor, sin duda alguna, fundamental del general Naranjo”, dijo en Caracol. (En realidad, las bandas criminales crecieron durante su período como director de la Policía, como lo contó La Silla en esta historia).
Aunque falta por ver exactamente cuál sería su función y cómo se coordinará con el Ministerio de Defensa, su simple presencia encabezando los asuntos de seguridad interna puede ayudar a aplacar los temores de quienes esperan un aumento en la inseguridad con la desmovilización de las Farc.
A pesar de esa ventaja, y de todos los puntos positivos en política, su llegada y la salida de Vargas también pueden tener costos.
No todo es perfecto
Si algo ha caracterizado la vicepresidencia de Vargas es su impulso al sector de la infraestructura, que Santos le delegó de forma casi total. Ese papel va a salir de vicepresidencia con la llegada de Naranjo y no es claro quién puede reemplazarlo.
Vargas era muy importante porque con sus conexiones y su poder tenía la posibilidad de alinear a varios poderosos para sacar adelante proyectos.
Por ejemplo, cuando un gobernador tenía críticas a un proyecto que lideraba el Vicepresidente, debía enfrentarse a quien muchos creen que es el próximo presidente, lo que le quitaba incentivos para montar una pelea fuerte.
También tenía la personalidad y el poder para enfrentarse con firmeza a los concesionarios y sus abogados cuando había problemas en los proyectos, o la capacidad de armar reuniones para alinear a poderosos del sector financiero o de la construcción.
Todo ese empujón se sentía en el sector; como le dijo hace unos meses un funcionario a La Silla, “con el apoyo del Vice las cosas salen más rápido, porque los contratistas saben a quién se enfrentan”
Como Naranjo no se va a dedicar al sector, y en todo caso no tiene ni la personalidad dura de Vargas ni el mismo peso político, ese impulso puede decaer en uno de los sectores que más necesita el país en este momento.
La otra dificultad es más remota, pero puede aparecer: si Naranjo toma un papel muy protagónico en asuntos de seguridad, puede crear roces con el Ejército.
Históricamente los militares han tenido el poder en la Fuerza Pública: cuando los ministros de defensa eran uniformados siempre eran del Ejército, no han permitido que la Policía salga del Ministerio de Defensa y se han opuesto a ideas como la de crear un ministerio de seguridad ciudadana al que se vaya la policía.
Eso puede cambiar con Naranjo de vicepresidente, hasta el punto de que según Sergio Guarín, experto en asuntos de seguridad, la designación de Naranjo “muestra que la policía está cada vez más cerca de salir del Ministerio de Defensa”.
Si eso ocurre, o por lo menos la seguridad ciudadana tiene una cabeza estratégica, la designación de Naranjo podrá no solo ser beneficiosa en lo político para Santos sino ayudar a preparar el país para los retos de seguridad que ya se ven con la paz con las Farc.