La Marcha del Silencio en Cali puede convertirse en la primera reacción masiva y ciudadana a los bloqueos que ya llevan casi un mes en varias regiones del país, y que en la capital del Valle se han sentido con mayor intensidad.
La Marcha del Silencio en Cali puede convertirse en la primera reacción masiva y ciudadana a los bloqueos que ya llevan casi un mes en varias regiones del país, y que en la capital del Valle se han sentido con mayor intensidad.
La marcha arrancó a las 10 de la mañana por el boulevard de Cali, ubicado en el centro de la ciudad. Unas diez mil personas, la mayoría con camisas blancas, atendieron la convocatoria que se hizo en redes con dos banderas principales: no más bloqueos y sí al diálogo con el fin de unir a la ciudad y construir una nueva Cali.
La primera bandera fue la que más caló entre los manifestantes y la primera que nos nombraron 19 de las 20 personas con las que hablamos durante la marcha.
Esta transcurrió por el sendero peatonal que conduce hasta la Plazoleta Jairo Varela y que pasa por el edificio de la Alcaldía de Cali.
Los tres lugares son claves: el boulevard está ubicado en el centro de la ciudad y empieza desde la iglesia La Ermita, un lugar icónico para la caleñidad y sitio turístico. Alrededor de este convergen espacios culturales, empresariales y bancarios y se vuelve un punto de encuentro los viernes y sábados en la noche; la Plazoleta Jairo Varela es donde se realizan actos culturales, en especial de salsa; y en la Alcaldía está Jorge Iván Ospina, que parecía inspirar en este diverso grupo que marchó hoy tanto rechazo como entre los manifestantes que llevan protestando un mes.
Ser visibles ante la Administración era importante porque, como nos dijo Gustavo Orozco, experto en seguridad, representante del movimiento Objetivo Cero y uno de los organizadores de la marcha, querían enviar “un mensaje a las autoridades (de la ciudad) para pedirles que resuelvan los bloqueos”.
Como contamos, Ospina ha logrado poner en contra suya a quienes están a favor del paro y se sienten reprimidos por la Policía, y a quienes sienten que ha dejado la ciudad a la deriva de los “vándalos”.
Uno de los señores que marchaban exhibía un cartel que evocaba más de una sonrisa: “Cali sin Ospina, sería divina”.
El comité de revocatoria contra Ospina Cali Primero aprovechó para recolectar las cerca de 6 mil firmas que les hacen falta para completar las primeras 20 mil de las 90 mil que necesita para lograr la revocatoria. Durante más de tres horas, en el punto no dejaron de fluir las personas que firmaban.
Su rechazo al manejo que Ospina le ha dado a la protesta en la ciudad y su rechazo a los bloqueos era el común denominador entre todos los que marcharon hoy. Fuera de ese, había cientos de matices, según pudo corroborar La Silla que estuvo presente en la marcha entrevistando a los manifestantes.
El rechazo a los bloqueos
Los bloqueos comienzan a convertirse en la mancha de un paro que, como lo muestra la Invamer Poll de ayer, cuenta con un apoyo mayoritario de los colombianos. Mientras que el 98 por ciento apoya la protesta pacífica, seis de cada diez rechazan que los manifestantes cierren vías o carreteras.
En Cali los bloqueos han sido particularmente agudos. Van 28 días en los que la ciudad siempre ha tenido bloqueos en puntos como Puerto Rellena, que ahora se conoce como Puerto Resistencia y que queda ubicado al oriente de la ciudad por la autopista Simón Bolívar. Hoy, hasta antes de las cinco de la tarde la Alcaldía reportaba ocho bloqueos al norte, sur, centro y oriente de la ciudad, un cierre parcial al oeste y un cierre intermitente al norte.
“Llevamos un mes en que uno no sabe si va a poder salir del barrio. No es fácil encontrar leche en Cali. Está amenazado el trabajo de la gente porque trataron de aniquilar la industria bloqueando la entrada a los ingenios, cerrando la vía a Buenaventura, las obras de construcción están paralizadas”, dice Ramiro Guerrero, decano de economía del Icesi. “Se volvió tan asfixiante y agresivo que en el plano emocional le doy a esta marcha un significado parecido a las del No Más”.
“Aquí no se trata de izquierda ni de derecha”, nos dijo Leidy Espinosa, de 29 años, que trabaja en una empresa de insumos médicos de la que no quiso dar detalles.
Entre sus razones para salir a marchar está que la empresa no ha podido sacar nada del departamento por los bloqueos y que ha visto cómo algunos de sus amigos de trabajo han perdido el empleo o los enviaron de vacaciones debido al paro. “Los que están en el paro piden empleo, pero con la protesta nos están afectando”, comentó
La exlíder de la Ola Verde, Mapi Velasco también estuvo en la marcha y nos dijo que su presencia era para decirle a los promotores de la manifestación que si "querían el desbloque, lo primero que hay que hacer, es reconocer a quienes están en el bloqueo, escucharlos y realmente dialogar y no seguir estigmatizandolos como bandidos o vándalos. El primer paso, es reconocer a sus muertos". Por esta razón, los tres estaban de luto y vestían camisas negras. En estas, con letras blancas, exigían garantías, diálogo y la visita del presidente Iván Duque.
Por su parte, Jesús Zuluaga de 36 años, quien alzaba un cartel con la frase “¿Y mis derechos qué?”, nos dijo que estaba de acuerdo con cambiar el país, pero no como lo proponen los que protestan en el marco del paro nacional. “Manifiéstense, pero dentro de la Constitución, ¿para qué exigir derechos de una Constitución que no respetan?”, dijo a modo de reproche y aclaró que no se trataba de una marcha en contra del paro, sino en contra de los bloqueos.
Sin embargo, para el director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Icesi, Juan Pablo Milanese, protestar en contra de los bloqueos también es protestar en contra de algunos aspectos esenciales del paro.
“Los actores que están al frente del paro piensan que si no tienen bloqueos es poco probable que mantengan una carta de negociación y materialización de los intereses que están peleando”, dice.
En eso coinciden dos de las manifestantes con las que hablamos en uno de los bloqueos. “Es que es nuestra forma de presionar al Gobierno, sin eso no hubiéramos logrado todo lo que logramos”, nos dijo uno de los líderes de un punto al sur de la ciudad que prefirió no ser nombrado y que se refería como logros al retiro de la reforma tributaria y el hundimiento de la reforma a la salud.