Carlos Enrique Moreno deja la presidencia de Corona para ser un súper consejero presidencial.
El cuñado de Uribe, prueba de la apuesta empresarial de Duque
Esta semana se supo que Carlos Enrique Moreno, hasta hoy presidente del Grupo Corona, pasará a convertirse en un súper consejero presidencial.
Estará encargado de hacerle seguimiento a lo que hagan los ministros y otros altos funcionarios para lograr las metas del gobierno de Iván Duque, según le confirmaron a La Silla dos empresarios uribistas, un político del Centro Democrático y dos personas muy cercanas al Presidente electo.
“Va a ser el hombre más importante de la Presidencia. La mano derecha de Duque, a quien llamen para temas grandes”, nos dijo uno de ellos. “Va a ser un súper consejero, como fue Fabio Echeverri para Uribe, y un control para los ministros como María Lorena Gutiérrez con Santos”, explicó otro.
Además del poder que tendrá por esas funciones, cuyos detalles están por conocerse, al ser el cuñado de Álvaro Uribe (es hermano de Lina Moreno, esposa del expresidente), todo indica que será uno de los hombres fuertes del gobierno Duque.
Ocho de las diez fuentes que consultamos para este perfil coinciden en que, aunque ha trabajado en lo público y su cuñado es el político más influyente del país, esta es la primera vez que se mete en política, porque ya está “por encima del bien y del mal”.
“Ha tomado una decisión que no debió ser menor”, dice un dirigente gremial que prefiere no revelar su identidad para no parecer lagarto. “Sacrificar ese cargo para tratar de mover el Estado es muy valiente”.
De la élite empresarial de Medellín
Moreno lleva toda la vida en cargos de poder, especialmente empresarial, como parte del grupo de antioqueños que sin dejar el sector privado de lado, están pendientes de lo público.
Graduado de ingeniero mecánico de la universidad Pontificia Bolivariana y con una maestría en economía de Notre Dame, hizo carrera en Suramericana de Seguros (hoy Sura), donde llegó a ser gerente de planeación a inicios de la década de los 80.
En ese sentido, viene del corazón del entonces llamado Sindicato Antioqueño (hoy Grupo Empresarial Antioqueño), un conjunto de empresas del departamento que no tiene una sola cabeza pero actúa como bloque e incluye hoy a Argos, Nutresa, Sura, Bancolombia y un porcentaje grande del Grupo Éxito, entre otras.
De allí Moreno pasó a lo público, pues cuando el presidente Belisario Betancur nombró al conservador Alberto Vásquez Restrepo como Gobernador de Antioquia, este lo nombró su asistente.
Esa decisión fue un enroque. Moreno reemplazó al empresario José Alberto Vélez, quien había hecho carrera en el GEA y llegó a ser presidente del Grupo Argos, mientras Vélez reemplazó a Moreno como gerente de planeación de Suramericana.
Esa impronta del GEA se nota también en que el gobernador saliente era Nicanor Restrepo, quien llegó a ser el decano del Grupo hasta su muerte en 2015.
Como asistente del Gobernador, un cargo equivalente a ser secretario general, a Moreno le tocó liderar la operación Urabá, cuando esa subregión estaba invadida de guerrillas. Su tarea era llevarle proyectos pequeños que los campesinos le manifestaban a través de cartas: puentes en las veredas, baños en las escuelas, nos contó.
Claro que, como es usual, dice que los diputados de entonces se llevaron los créditos. “Ahí perdí mi virginidad en la política”, le resumió a La Silla.
Desde la gobernación, les ayudó a algunos desmovilizados individuales que conoció en Urabá a conseguir empleo. Cuenta que luego se enteró de que uno de ellos siguió poniendo bombas, algo que probablemente ayudó a marcar su postura poco amiga de las negociaciones.
Cuando salió Vásquez de la Gobernación, Moreno aterrizó en la vicepresidencia de Hojalata y Laminados S.A., una empresa que estaba embarcada en un proyecto de crecimiento muy grande, que fracasó por la violencia del narcotráfico.
Eran tiempos de la guerra del gobierno de Virgilio Barco con los llamados Extraditables, liderados por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha. La idea de la empresa era montar una planta de laminado en Barranquilla con cofinanciación de japoneses.
Cuando el proyecto estaba a punto de cocinarse, sicarios acribillaron al presidente la compañía y exalcalde de Medellín, Pablo Peláez, en el carro de la empresa, en El Poblado. Hasta ahí les llegaron a los japoneses las ganas de invertir.
De ahí, Moreno salió a apagar su primer incendio.
Por invitación de Nicanor Restrepo entró a lo que éste solía llamar “pagar el servicio militar” entre los ejecutivos del Sindicato Antioqueño.
La misión era revivir la empresa de calzado Grulla, que estaba dando pérdidas del 30 por ciento, tenía máquinas obsoletas y una cartera de más de tres años, cuenta Moreno. Recuerda que montó un taller de diseño con el que Grulla revivió porque repuntaron sus ventas. Lo hizo sin contratar diseñador, porque no había plata para eso, sino pegando afiches de zapatos de moda para que los obreros se inspiraran.
Esa capacidad creativa ayudó a su segundo cargo público, de corte netamente empresarial.
El alcalde liberal de Medellín Omar Flórez Vélez -quien hizo campaña cerca de los empresarios, y a quien Moreno conoció en reuniones de campaña- le ofreció la gerencia de EPM, en acuerdo con el GEA.
Ese cargo marcó su carrera porque tuvo que hacerle frente a la sequía y al apagón que decretó el gobierno de César Gaviria, con el ingrediente de que el entonces Presidente lo señaló, junto con otros gerentes de empresas del sector, como responsable de la crisis energética.
Aunque a Moreno no le encontraron pruebas de ello, lo golpeó y desengañó del sector público, según le dijo a La Silla. El primer barrio al que le empezó a racionar la energía fue El Poblado, donde vivía, y se recorría las comunas explicando qué estaba pasando. Por eso le ofendió tanto que Gaviria lo acusara y ha pasado un cuarto de siglo en el que no ha trabajado en el sector público.
Moreno renunció a EPM y se fue con Santiago Mejía Olarte, el papá Manuel Santiago Mejía, a su fortín Corbeta, en ese entonces una empresa comercializadora de alcance regional, y hoy un gran conglomerado dueño de los hipermercados Alkosto, las motos AKT, los electrodomésticos Kalley y los almacenes Ktronix.
Moreno fue uno de los que montó el Alkosto de la Avenida 68 en Bogotá, una movida clave en la expansión del grupo, que le dio además su primera gran experiencia en grandes superficies comerciales.
De ahí pasó a la gerencia de Homecenter, donde ayudó a aterrizar y expandir esa marca de grandes superficies, de propiedad de los chilenos de Sodimac, y la familia Echavarría y sus socios del Grupo Corona. Moreno estuvo allí diez años, en los que logró aumentar las ventas entre un 17 y un 22 por ciento anual.
Salió de allí a presidir Corona, de donde desde hace un año está haciendo amagos para irse, y vinculándose poco a poco al proyecto Duque, en un regreso paulatino a sus viejos coqueteos con lo público.
El sabio ‘nerdo’
En toda esa carrera Moreno ha demostrado una gran pasión por el trabajo y por mantenerse actualizado en técnicas gerenciales.
“Es una persona muy estructurada y muy moderna”, dice el presidente de la ANDI, Bruce MacMaster. “Gran estudioso de las tendencias, de las mejores prácticas, es un obsesionado por el cumplimiento, las metas y los resultados”.
Esa dedicación se nota en una anécdota de hace muchos años y otra más reciente.
La vieja es que, cuando llegó a EPM, entraba a trabajar antes de las siete de la mañana y terminaba a las cuatro, para tomar clases hasta las ocho de la noche con ingenieros que le explicaban cómo funcionaban en detalle los servicios públicos y la energía, los negocios de la empresa y en los que él no había trabajado antes.
La reciente es que en 2010 le dio cáncer de colon y pulmones, cuando ya ajustaba los diez años en la gerencia de Homecenter. Aún así, en plena quimioterapia y radioterapia, no dejaba de faltar a las juntas, hasta el punto de que sus subalternos le llegaron a decir que solo empezaban las reuniones si él se iba a su casa.
Dedicado a sus tratamientos, le llegó la oferta de presidir Corona, que aceptó “por el reto y por cambiar el país”, dice. A las citas de empalme iba con un aparato conectado a la clavícula que parecía un inflador de bicicleta.
En esa misma línea, el presidente de Distrihogar, Ricardo Sierra, lo describe como un ‘nerdo’. Sierra, que lo conoció recién salido de la universidad y creció con él bajo el ala de Nicanor Restrepo y el Sindicato Antioqueño, lo recuerda en las juntas directivas como un miembro atento, que toma nota y participa. “Es duro en la forma de preguntar, muy crítico y muy bueno” dice MacMaster. “Es muy respetado y muy líder”.
“Él es el símbolo de lo que en el colegio llaman el nerdo. Es muy difícil seguirlo porque las cosas las estudia previamente”, dice Sierra. “Le lleva a uno la ventaja de conocer las cosas con mucho detalle. Carlos es el nerdo del empresariado colombiano, el exitoso nerdo”.
Los empresarios con los que conversamos coinciden en que Moreno es de los que no faltan a las juntas directivas, y que es estricto y radical.
Una de las anécdotas que cuenta cuando va a charlas con gremios es la de un jefe de tienda en Homecenter al que tuvo que despedir. “Tenía unos resultados increíbles. Cuando quisimos averiguar a qué se debía, nos dimos cuenta de que maltrataba a los subalternos. Pa’ fuera, viejito”, dice.
Esa radicalidad y disciplina ha hecho que algunos empresarios, que han trabajado en los gobiernos de Uribe, lo cojan de consejero personal, el rol que más lo ha vinculado con el gobierno de su cuñado, según las fuentes que consultamos.
A Darío Montoya, director del Sena durante los dos gobiernos de Uribe, lo sentó a explicarle lo que el empresariado esperaba del instituto, y luego le ayudó a él y a su cuñado a pensarse la universidad uribista Élite, de la cual fue el primer presidente.
Lo mismo nos contó Isaac Yanovich, el presidente de Ecopetrol de Uribe, quien tenía un equipo de consejeros que le decían cómo llevar la empresa. Entre ellos estaba Moreno. Era el que se sentaba con el exdirector a ponerle soluciones en la mesa.
Aunque es duro, premia a la gente que valora, como nos contó Montoya. “Un día me invitó a una reunión, a un almuerzo en Homecenter. Cuando llegué eso estaba lleno de empresarios. Era una fiesta de agradecimiento porque hice la tarea en el Sena”, cuenta. “Ya me lo imagino encima del presidente y de su equipo de trabajo con esa convicción y exigencia que acostumbra”, añadió.
Político por jubilación
Un empresario cercano a Álvaro Uribe y un excongresista del Centro Democrático nos dijeron que la entrada de Moreno al Gobierno es un guiño, “un homenaje”, al Expresidente.
Pero, aunque sea su cuñado y lo conozca desde hace 40 años -cuando, de novio de Lina Moreno, Uribe le llevaba regalos como un bulto de panela para una burra que ella tenía en Rionegro- Moreno insiste en que no es su consejero ni su confidente. Solo es uribista.
“Me encanta como gobernante, y me parece que le montaron una persecución miserable, pero saldrá la verdad”, afirma.
Ese uribismo también se ve en que cuando le preguntamos por Santos, se reservó la respuesta, pero resalta la época del plebiscito.
Moreno apoyó Soy Capaz, la iniciativa empresarial que apoyaba la idea de la paz y que se leyó como impulso al Sí. Además, en un grupo de empresarios incluyendo a Mac Master y Manuel Santiago Mejía, se reunió varias veces con el Gobierno para presentarle sus propuestas sobre los Acuerdos con las Farc, y luego hizo parte de los 400 empresarios que firmaron una carta pidiéndole al Gobierno Nacional, la oposición y la exguerrilla que llegaran a un acuerdo pronto, y ofrecieron su respaldo para alcanzarlo.
Igual se queja de que el Presidente desestimó todo lo que propusieron, exactamente la misma crítica del uribismo tras la renegociación.
A pesar de su pensamiento de derecha - que uno de los cacaos que consultamos incluso llama “radical, sectario”-, Moreno asegura que su relación con el expresidente no es tan íntima como se podría creer. “Cada vez que nos vemos desfila con un caballo y con el otro, y hablamos de la realidad del país, pero no más”, dice.
También ha hecho parte de los negocios de sus sobrinos, Jerónimo y Tomás Uribe. En 2008 se asoció en su empresa de venta de cartón Ecoeficiencia, que por solicitud de los hermanos Uribe ayudó a consolidar, y tuvo acciones en la polémica Zona Franca de Occidente en Mosquera, Cundinamarca. Moreno le dijo a La Silla que no hace parte de esas empresas desde hace más de tres años.
También aclara que Uribe nada tuvo que ver con su decisión de trabajar en Presidencia con Duque. “Creo que se vino a enterar esta semana. Ni él me tenía que preguntar a mí ni yo a él”, resume.
Cuenta que aterrizó en la campaña de Duque porque Nubia Stella Martínez, la directora del Centro Democrático, lo llamó el año pasado para que fuera uno de los garantes del proceso de escogencia de candidato.
En ese entonces, como contamos, Uribe presentó la propuesta para escoger candidato que más beneficiaba a Duque -el ‘rolling sample poll’, una encuesta que se hace de forma repetida con las mismas preguntas- como idea de su cuñado. “Hicimos más de 10 mil encuestas efectivas, se le hizo auditoría a cada una de las encuestas”, nos contó Moreno.
Afirma que su interés de ayudar a la campaña de Duque, cuando no participó en las campañas presidenciales uribistas previas, viene de cuando conoció al hoy presidente en 2016, cuando este era senador.
Se conocieron cuando se debatía un posible racionamiento de energía. Moreno expresó sus preocupaciones en un foro y Duque las entendió como nadie, dice. “Luego, cuando empecé a conocer su programa vi que era muy bien jalado”, y por eso en abril se metió, con Luis Guillermo ‘Luigi’ Echeverri y Alicia Arango -a quienes conoce hace años- a ayudar a armar el programa de gobierno.
Con eso regresó a lo público, después de que visitó pocas veces la Casa de Nariño cuando su hermana era la primera dama, y procuró mantenerse al margen de las discusiones políticas antes del plebiscito.
Llegará a Palacio a ser superpoderoso, como un empresario exitoso, riguroso y exigente, más de 20 años mayor que el Presidente y con la fuerza política que en el uribismo da ser pariente de Uribe.
Un pariente del jefe político de Duque cuyo nombramiento, además, refuerza el carácter empresarial del nuevo gobierno.