Venezuela Aid Live, el jaque en el cerco diplomático a Maduro

Silla Santandereana

Un detalle que pasó inadvertido dentro de la organización del concierto, que hoy reúne a 200 mil personas en un territorio que está en medio máxima tensión, mostró una movida muy política.

En los últimos días pasó inadvertido un detalle dentro de la organización del concierto Venezuela Aid Live, que mostró una de las movidas más políticas en terreno hasta ahora de ese evento. 

Aunque inicialmente todo estaba planeado para que el concierto se hiciera en la autopista internacional, que es el principal paso terrestre entre Colombia y Venezuela, en un giro de última hora los organizadores decidieron realizarlo en el puente internacional de Tienditas, unos kilómetros hacia el oriente sobre todo el borde la línea fronteriza.

Es decir, apenas a unos pasos de territorio venezolano y militarizado. 

Que las autoridades colombianas hubieran aceptado ese cambio, hizo que en el fondo el evento se convirtiera en la primera movida directa que materializará el cerco diplomático que el presidente Iván Duque ha promovido desde su llegada al Palacio de Nariño con el apoyo del presidente estadounidense Donald Trump. 

Eso, porque aunque en esencia el concierto es una declaración de la sociedad civil contra el régimen de Nicolás Maduro auspiciada por artistas sin militancia partidista, dos fuentes que han estado dentro de la organización le contaron a La Silla bajo la condición de no ser citadas, que tras bambalinas esa decisión sí obedeció a un criterio de estrategia política. 

El problema de fondo es que en Norte de Santander hay preocupación por las implicaciones de esa movida. 

Porque si bien es mucho más simbólico realizar un concierto con 32 artistas internacionales en todo el borde de la línea fronteriza, que a un par de kilómetros (que es la autopista internacional), hacerlo ahí representa una provocación en la que estarán de por medio al menos 200 mil civiles cuando la zona es un polvorín que en cualquier momento puede estallar.

No solo porque se está militarizando en el lado venezolano por el envío de tropas de Maduro y hay incertidumbre por su reacción, sino porque en toda esa área hay control de bandas criminales y tiene presencia del ELN, guerrilla que reactivó por completo su acción militar luego de que se levantara la mesa de diálogos de La Habana, y a ninguno de esos actores les conviene el cambio en la dinámica de la frontera. 

Todo en la previa del día cero que trazó el presidente interino venezolano Juan Guaidó para entrar la ayuda humanitaria que fue enviada, en su gran mayoría, por el gobierno de Trump. 

El concierto

Desde que se anunció el Venezuela Aid Live ha sido promovido como un evento humanitario organizado por el magnate británico de la industria musical, Richard Branson. 

 

Según le contó a La Silla el empresario Bruno Ocampo, uno de los organizadores del concierto, la idea empezó a tomar forma el 28 de enero cuando Branson, de quien es amigo personal, se comunicó con él para idear la manera de apoyar la entrada de ayuda humanitaria por la frontera.

La idea del concierto se concretó tres días después cuando Ocampo lo conectó a través de una videollamada con Guaidó y Leopoldo López (otro líder de la oposición).

Bruno es hermano de Fernán Ocampo, quien hasta ahora ha sido la cara más visible de la organización del evento desde Colombia y quien es bien conocido dentro de los círculos de poder del país porque su empresa LinkTic, que se encarga de desarrollar software, estuvo metida en varios ruidos por un programa poco funcional que le vendió a la Contraloría, y por estar detrás de las ‘bodegas’ de las campañas de Juan Manuel Santos en 2010 y de Enrique Peñalosa en 2015 y durante su administración

Desde entonces empezaron a correr los anuncios sobre la nómina de artistas que asistirían  y la meta de recaudar 100 millones de dólares, a través de donaciones en todo el mundo.

El primer lugar que se propuso y que fue sugerido por las autoridades locales fue la autopista internacional que es el principal paso terrestre entre Colombia y Venezuela.

Tres fuentes conocedoras que nos lo contaron por aparte, nos detallaron que ese había sido el lugar referido porque, aunque es cercano a la frontera, no estaba sobre todo el borde.

Eso era algo particularmente importante debido a que con la escalada de la tensión en Venezuela, en palabras de una de las fuentes que nos habló, “había que evitar convertirse en el epicentro de la provocación, cuando cualquier cosa que suceda nosotros somos los que recibimos el impacto directo”.

Si bien, al inicio todos los anuncios se dieron en torno a ese lugar, el fin de semana hubo un giro y la información del día estuvo en que el evento ahora sería en el puente internacional de Tienditas, que es actualmente el paso más simbólico por dos razones. 

La primera es que se trata de un mega puente que se terminó de construir en 2016 y que estaba pensado para convertirse en el paso más importante entre los dos países, pero que jamás se estrenó porque desde 2015 el cruce ha sido restringido. 

La segunda obedece a que ahí fue que Maduro puso los dos containers y el camión cisterna para bloquear el paso luego de que se conociera que ese era uno de los puntos por los que querían pasar la ayuda, y es ahí donde están represadas las 200 toneladas de medicinas y alimentos.
 
Sobre cómo se dio el cambio del lugar las dos versiones de adentro coincidieron en que vino del lado de los organizadores y que las razones fueron tanto logísticas (el terreno es un semicírculo que permite visibilidad de la tarima, mientras que en la autopista los asistentes perdían de vista el escenario), como del mensaje que querían enviar.

“Es un símbolo, ahí es donde está el bloqueo y donde están acopiadas las ayudas. Pero es un mensaje totalmente pacífico el que queremos enviar”, dijo a La Silla Bruno Ocampo.

Sin embargo, trasfondo está en que las autoridades colombianas accedieron a habilitar un lugar que por las condiciones políticas representa riesgo para los asistentes.

El jaque

Una fuente de las que estuvo adentro de la organización le contó a La Silla que el riesgo de realizar el concierto en el puente de Tienditas fue motivo de discusión al interior del Puesto de Mando Unificado, que es donde confluyen todas las autoridades para coordinar los detalles del evento.

En el caso de este concierto confirmamos que existen dos. 

Uno donde se discutieron puramente los temas de logística, y otro donde tuvieron asiento todas las personas con capacidad de tomar decisiones y con intereses, entre esas, una delegación del Gobierno de Guaidó.

“Claramente fue una decisión política permitir el concierto ahí. Al final se hizo énfasis en que había que minimizar los riesgos, pero era la manera más directa de hacer presión”, explicó esa fuente a La Silla.  

La Silla también confirmó que la idea de cambiar el lugar no fue consultada con las autoridades locales.

Desde la organización del concierto y en Presidencia le negaron a La Silla que el Gobierno de Iván Duque tenga o haya tenido alguna injerencia en las decisiones administrativas del evento, y en su lugar dijeron que toda la ayuda había estado enfocada en la logística de policía, ambulancias y médicos, que es lo mismo que el Estado garantiza en cualquier evento multitudinario.

Sin embargo, y aún cuando la iniciativa tiene raíces puramente artísticas, el cambio del lugar se explica en que el concierto es funcional a la estrategia del cerco diplomático a Maduro en varios sentidos .

No solo crea condiciones para forzar el ingreso de la ayuda humanitaria a menos de 24 horas de que se cumpla la hora cero que trazó Guaidó, sino que le mete presión a los militares, cuya lealtad a Maduro se va a poner a prueba mañana cuando la oposición empiece a moverse para dejar entrar la ayuda, mientras pone la atención del mundo sobre lo que suceda.

“El concierto es un medio, más que un fin”, explicó a La Silla Víctor Mijares, profesor del Departamento de Ciencia Política en el área de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, venezolano y experto en política exterior de Venezuela. “Responde perfectamente con el cerco diplomático, donde se usa una aproximación más blanda del poder traducida en acciones pacíficas para la resolución de un conflicto”.

Y si bien, desde Presidencia no se han movido de frente, el uso político del concierto sí ha sido evidente.

Por un lado, la Cruz Roja se marginó tanto del concierto como de la ayuda humanitaria y su presidente, Christoph Harnisch, dijo que no participarían “en lo que no es para nosotros una ayuda humanitaria". 

Además, a diferencia del concierto ‘Paz sin fronteras’, que hizo Juanes en el Puente Internacional Simón Bolívar, al que no asistieron presidentes porque los organizadores no querían que el evento tuviera tintes políticos; en este, junto a Duque estarán Sebastián Piñera de Chile, Juan Carlos Varela de Panamá, Mario Abdo de Paraguay y Luis Almagro, secretario general de la OEA, que es el órgano diplomático del hemisferio que más ha presionado la salida de Maduro del poder y en enero decidió no reconocer su elección.

Además, habrá espacio para comitivas diplomáticas de varios países que ya reconocieron a Guaidó como Presidente. 

También varios congresistas del Centro Democrático asistirán y estarán el día de la entrega de la ayuda humanitaria, y Juan Carlos Capacho, el único concejal de ese partido en Cúcuta, ha estado detrás de la logística del evento e incluso ha ocupado asiento en la mesa principal de los organizadores en ruedas de prensa oficiales. 

“Esta es la sede de un centro de estrategia política”, dijo a La Silla una de las fuentes de adentro que nos habló.

El polvorín

En Cúcuta la tensión sobre lo que pueda suceder está dentro de las oficinas de los que toman las decisiones y no afuera en las calles.

La Silla recorrió las inmediaciones de los puentes internacionales Simón Bolívar y el Francisco de Paula Santander, y la sensación de zozobra era más por la posibilidad del cierre de esos pasos fronterizos en los que todos los días cruzan al menos 35 mil personas, según cifras de Migración Colombia, que por lo que pueda suceder entre hoy y mañana.

Hablamos con siete comerciantes colombianos y todos nos dijeron que el principal temor era que si había un cierre, una estampida de venezolanos cruzara, generara disturbios y los saquearan. 

Los venezolanos que trabajan en la frontera, y que han improvisado negocios informales que van desde puestos de venta de comida típica venezolana, hasta la compra y venta de cabello, dicen en su mayoría que lo que esperan es que estos dos días exista una ruptura de fondo en el Gobierno de Maduro.

“Que pase lo que tenga que pasar, pero que pase algo”, dijo a La Silla Tibisai (no nos quiso dar su apellido), una desplaza de Venezuela que trabaja en la frontera cruzando maletas. Similar fue la versión de otros 12 venezolanos con los que hablamos.  

 

Institucionalmente en Norte de Santander ya lanzaron todas las alertas por el riesgo de cualquier eventualidad.

La semana pasada el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, declaró en ‘calamidad pública’ al departamento, según dice en la página oficial de su Administración, para tener margen de maniobra “basados en las acciones y situaciones que se puedan presentar en la región… cuando se tiene prevista la entrada de las ayudas humanitarias hacia Venezuela”.

Además, en todos los hospitales y centros de salud ya decretaron alertas amarillas, e incluso en los días previos hubo donatones de sangre en universidades de la región. 

“Uno sí entiende los riesgos y que la posibilidad de que esto se salga de control es muy alta”, nos dijo un alto funcionario del departamento que pidió no ser citado para no meterse en problemas con Presidencia.

Y es que más allá de la tensión por la militarización de lado venezolano de la frontera y la incertidumbre por la respuesta, en el área metropolitana de Cúcuta hay varios actores que acrecientan el riesgo de que el megaconcierto sea exactamente en la línea fronteriza.

Por un lado, está la presencia de bandas criminales que controlan el microtráfico, el contrabando, el tráfico de inmigrantes, y que están en medio de una bonanza desde que el paso entre los dos países se restringió.

También hay una fuerte presencia del ELN a través de células urbanas y del bloque nororiental, que es, como hemos contado, el nuevo mandamás del Catatumbo, una de las zonas más convulsionadas del país que es controlada por guerillas y es uno de los eslabones claves del narcotráfico (es la tercera región de Colombia con más cultivos de coca).

Todos esos grupos tienen en común que no les funciona que Venezuela se estabilice, porque ese país se ha convertido en su retaguardia y en una zona estratégica que les brinda refugio.

“Es como si usted metiera todos los ingredientes para poner una bomba y espere a ver quién la detona”, dijo a La Silla Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar, una de las ONG que estudia el conflicto con mayor credibilidad en la región. 

De hecho, desde Progresar el 19 de febrero le enviaron una carta a la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, y al director general de la Policía, Óscar Atehortúa, alertando que realizar el concierto en Tienditas creaba “un riesgo innecesario que podría desencadenar en hechos que pueden poner en riesgo la vida de los asistentes y la ciudadanía en general”.
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El concierto se realizará en paralelo a uno de tres días que Maduro ya organizó también en Tienditas, cuando ya ordenó el cierre de la frontera en Brasil y del paso marítimo en Curazao, los otros dos puntos desde los que saldrá la ayuda humanitaria de Estados Unidos. 

Habrá que ver si el Venezuela Aid Live pone en jaque a Maduro y propicia las condiciones para la entrega humanitaria del sábado, o si la decisión de reunir al menos a 200 mil personas en una zona de máxima tensión se traduce en un riesgo que no era necesario correr.

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