Gabriel Vallejo, del servicio al cliente al medio ambiente

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La misión que le encomendó el presidente Juan Manuel Santos a su nuevo ministro de Ambiente Gabriel Vallejo, que fue el palo del segundo gabinete, es “hacer compatible esta cartera con el desarrollo del país”. Esas palabras del Presidente -sumadas a la falta de conocimiento ambiental de Vallejo- han generado mucha preocupación entre los ambientalistas, que sienten que el Gobierno está haciendo un diagnóstico errado de los problemas del sector.

La misión que le encomendó el presidente Juan Manuel Santos a su nuevo ministro de Ambiente Gabriel Vallejo, que fue el palo del segundo gabinete, es “hacer compatible esta cartera con el desarrollo del país”. Esas palabras del Presidente -sumadas a la falta de conocimiento ambiental de Vallejo- han generado mucha preocupación entre los ambientalistas, que sienten que el Gobierno está haciendo un diagnóstico errado de los problemas del sector.

“Un país serio tiene que poner gente que sabe, porque la gente que no sabe hace las preguntas equivocadas. Eso hace que las instituciones técnicas y científicas no puedan generar el conocimiento que se necesita. El problema ambiental es demasiado serio en estos momentos como para dárselo a una persona sin capacitación”, le dijo a La Silla Pablo Leyva, el ex director del Ideam que pertenece a la generación que creó el Ministerio en el gobierno de César Gaviria.

Vallejo, el gerente del servicio al cliente

El nombramiento de Vallejo -un gurú del marketing y el servicio al cliente que hasta ahora era poco conocido por fuera de los círculos empresariales- cayó como un baldado de agua fría en el sector ambiental, que no solo le venía pidiendo a Santos un Ministro que supiera de ambiente sino también uno que se quede en el cargo por más de un año.

 

Al fin y al cabo, Ambiente ha sido -no solo durante Santos- uno de los ministerios de mayor rotación y donde han primado los políticos que anteriormente no habían tenido relación con el sector.

Solo en el gobierno Santos I hubo cuatro: Beatriz Uribe, Frank Pearl (que además estaba más dedicado a sacar adelante la entonces secretas negociaciones con las Farc), Juan Gabriel Uribe y Luz Helena Sarmiento. Dos de ellos altos ejecutivos, un político y una técnica, aunque -como geóloga- no exactamente del sector.

“Buen gerente”. Esas son las dos palabras que repiten todas las personas que conocen a Vallejo, a quien el mismo Santos describió como alguien que “tiene buen criterio, ha demostrado buena gestión y es un buen gerente”.

“Uno en las instituciones necesita gerentes, rara vez tienen que ser especialistas. Esto debería ser así porque el arte de la gerencia es el de administrar el recurso: humano, económico, social e incluso político”, le dijo a La Silla Roberto Prieto, el gerente de la campaña de reelección que conoce a Vallejo desde hace dos décadas y que lo recomendó hace un año para liderar el Departamento de Prosperidad Social. “El exceso de tecnicismo también es malo en el Estado. En el tema ambiental, para eso tiene expertos”. 

Si de gerentes se trata, Vallejo tiene cancha, aunque solo en el área comercial y no en otros aspectos, como finanzas, logística o estrategia, que son parte de las habilidades gerenciales.

Casi toda su carrera antes del gobierno Santos había transcurrido en el sector privado, siempre en el área de mercadeo y ventas. Fue gerente de servicio al cliente de la Compañía Mundial de Seguros, gerente de mercadeo de la cadena Hoteles Royal, vicepresidente de recursos humanos de galletas Noel, vicepresidente comercial para América Latina de la consultora HSM Group y gerente general de medios especializados de Casa Editorial El Tiempo.

Fue en este último trabajo donde se hizo muy cercano a la familia Santos, entonces propietaria del periódico. Allí llegó por intermedio de Mauricio Rodríguez, el primer cuñado de la Nación que entonces dirigía Portafolio, en donde Vallejo tuvo por mucho tiempo una columna en la que hablaba de temas gerenciales.

Pero sobre todo hizo su nombre como consultor independiente en temas de servicio al cliente y asesorando a empresas como Sura, Terpel, Claro y la ETB. Se volvió un best-seller en ese campo, escribiendo libros como “Servicio con pasión”, “Un paso adelante: cómo lograr la ventaja competitiva a través del servicio al cliente” -que, según su página web, ha vendido 13 mil copias- y la saga “La ruta del servicio”, con guías específicas para sectores económicos como el financiero, el de comunicaciones y el de servicios.

En el sector público solo ha estado dos veces, ambas cortas. Durante la Alcaldía de Enrique Peñalosa fue gerente de Canal Capital. Y ahora viene de dirigir durante un año el DPS, el 'súper ministerio' de 11 mil empleados que tiene bajo su ala las políticas sociales del Gobierno como el Icbf, la Unidad de Víctimas, Familias en Acción o la Anspe para superar la pobreza extrema.

También tuvo un breve paso por la política electoral, perdiendo por pocos votos en 2011 la Gobernación de Caldas con Guido Echeverri, el candidato de la coalición yepo-barquista que ha dominado la política de ese departamento desde hace cuatro décadas.

Con su llegada al Ministerio de Ambiente, Santos muestra que el Gobierno siente que lo que hay es un problema de gestión. Tanto que una de las primeras acciones de Vallejo como ministro, al visitar el páramo de Santurbán donde tendrá que tomar una de sus decisiones más difíciles, fue prometer a los habitantes que nombrará un gerente. Otro, pero solo para Santurbán.

La gestión ambiental, ¿tema de gerentes?

La pregunta crucial, para las personas del sector ambiental, es si las habilidades gerenciales bastan en un sector que todos saben medular, pero que al mismo tiempo es percibido como un obstáculo para los económicamente más rentables como infraestructura, hidrocarburos y minería.

Al menos esa es la interpretación que en el sector ambiental se está dando al nombramiento de Vallejo, según constató La Silla al hablar con seis ex altos funcionarios, y a la orden de Santos -el día de posesión de su nuevo gabinete- de "que trabajen coordinadamente y remando en la misma dirección".

Con el vice Germán Vargas Lleras coordinando “la ejecución” del Gobierno, apadrinados suyos en los ministerios de Transporte y Vivienda y un experto probado en Minas y Energía, sienten que Ambiente está siendo visto como una talanquera al desarrollo y que tiene todas las de perder en ese pulso. A eso se suman las quejas del sector privado de que las licencias ambientales o la consulta previa están retrasando los proyectos, algo que ha generado preocupación de que sean reformadas a las carreras y sin rigor técnico.

“Es una gran insensibilidad del presidente creer que es un tema gerencial”, dice un ex alto funcionario, que prefiere guardar su nombre porque -al igual que las otras personas con quienes habló La Silla- todavía es consultado por el Gobierno. “En estos momentos hay un debate sobre el 'fracking' y el Ministerio de Ambiente no tiene nada que decir, aparte de que lo va a gerenciar bien. Hay un liderazgo que solo te da el conocimiento y el Ministro tiene que salir, cuando menos, a decir 'estos son los riesgos ambientales'”.

“Un ministro de Ambiente es una mesa de tres patas: debe tener un conocimiento técnico ambiental, tiene que tener una capacidad probada de gestión y resolución de conflictos, y tiene que saberse mover en círculos políticos. Eso significa que tiene que ser casi un hombre del Renacimiento, porque sin cualquiera de esas tres patas, se te cae la mesa”, dice otro ex alto funcionario, que -como los demás- siente que Ambiente es un comodín donde se ubican perfiles que nunca serían considerados seriamente en carteras como Hacienda o Justicia.

Para todos, el tema de la coyuntura lo hace aún más crítico, con la llegada del Fenómeno del Niño a finales del año, los problemas de sequía y abastecimiento de agua en medio país, los efectos visibles del cambio climático (como el de la ola invernal en 2010) y una escalada en los conflictos socioambientales, como muestran los casos de Santurbán o Barbas-Bremen.

Aunque no sea visible la importancia financiera del sector, explican ellos, su impacto en las cuentas del Estado puede ser -para bien o para mal- incluso mayor que el de los renglones que jalonan la economía.

Como contó Tío Conejo, el blog ambiental de La Silla, la debacle invernal le costó al Gobierno el 2,5 por ciento de su PIB. Es decir, “el equivalente a juntar los tres desastres naturales más grandes de los últimos 30 años: el terremoto de Armenia (1,86 por ciento del PIB), la avalancha de Armero (0,29 por ciento) y el terremoto de Popayán (0,45 por ciento)”.

Varios de ellos reconocen que el proceso de licenciamiento ambiental sí es lento, pero creen que reducir el problema a un tema operativo es entender solo la punta del iceberg. “Cuando uno ve el mundo solo en términos de cuellos de botella, se le escapan las complejidades de lo que va a suceder en cinco, diez y veinte años”, dice uno de ellos, que reconoce que el mismo mundo científico es el primero que no quiere un 'ambientalista fundamentalista' en el Ministerio.

“En el fondo, estamos volviendo a ver una lógica similar a la del gobierno Uribe: que el Ministerio está para dar licencias, crear y administrar parques nacionales y hacer sustracciones de reserva forestal. Es decir, que hay que definir rápido las cosas y agilizar los trámites. Esa es una simplificación de la realidad muy grande y nociva”, dice otra persona que conoce bien el sector.

“La prioridad debería ser alguien que pueda resolver con solvencia los problemas ambientales, no atender al cliente”, dice un ex alto funcionario, a quien le preocupa que Vallejo no tendrá el peso político para -cuando sea necesario- ser un contrapeso en el gabinete de sus pares de otras áreas.

Habrá que ver si Vallejo logra ‘venderle’ el ambiente al resto del Gobierno.

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