Cauca, donde una de cada cuatro personas es víctima (para un total de 290 mil), es el departamento con mayor número de líderes de víctimas apostándole a la política.
Una de las cartas más fuertes es Nilson Liz, un veterano líder campesino de El Tambo y candidato al Concejo por el Polo que ha estado vinculado desde hace dos décadas a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), la organización campesina que fue muy fuerte en los años setenta pero que luego se vio diezmada un notorio a raíz de las acciones de las guerrillas y los paras. Y en cuya representación él viajó a La Habana, como parte del quinto grupo de víctimas que conversó con los negociadores de las Farc y el Gobierno.
La historia de Liz es una de las 300 que ha documentado la Anuc de persecución contra su dirigencia que reivindicaba una reforma agraria amplia, por parte de las guerrillas, los paras (que los declararon 'objetivo militar' en el libro Mi confesión de Carlos Castaño) y el Estado, aunque esa cifra es aún nebulosa porque apenas comenzaron el proceso de reparación colectiva con la Unidad de Víctimas.
Él fue víctima de un atentado por parte de las Farc a finales de los años noventa, a los que se le vinieron a sumar una serie de sufragios, un nuevo atentado y un secuestro por parte de desconocidos en 2013. A eso se sumó que, apenas dos semanas después de su viaje a La Habana, su hijo Dayan Camilo de 17 años fue asesinado.
También está Alcibiades Escué, un líder nasa que fue amenazado tanto por los paramilitares en La Guajira y por la guerrilla en el Cauca, es otro de los líderes de víctimas del departamento y -aunque perdió en 2011 cuando se lanzó como candidato a la Cámara de Representantes por el Mais- ahora va con este mismo partido por la alcaldía de Toribío.
En 2004, Escué era el gerente en temas de salud de la EPS indígena Asociación Indígena del Cauca (AIC), y ese año, uno de los clanes wayúu en La Guajira decidió afiliarse a la entidad prestadora de salud de la asociación. Pero los paramilitares de la zona amenazaron a una de las funcionarias de la Aic en La Guajira y aunque -según cuenta él- “no íbamos a aceptar tales condiciones, no se le dio ni un solo centavo, el presidente [Álvaro] Uribe me acusó de corrupción mediante una alocución televisada, diciendo que yo había pagado a funcionarios públicos de la Aic para desviarlos a los paramilitares”. Esto después de que la Fiscalía lo detuviera.
En el Cauca, cuenta Alcibíades, la guerrilla “empezó a usar los mismos términos que Uribe: que éramos paramilitares, de ultraderecha, todas esas maneras de estigmatización y señalamiento” y desde ese año, tanto él como su familia han tenido amenazas verbales y escritas. Aunque este líder nasa tiene medidas cautelares ordenadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde octubre de 2005, las amenazas llegaron a su punto más álgido en 2013, pues las Farc lo declararon como objetivo militar.
“Por mera dignidad nunca he dicho que soy víctima, digo que lo que ha pasado es producto de la descomposición social, pero me he mantenido en el territorio”, dice Escué, que fue parte de la comisión de negociación de la minga nacional de la la Organización Nacional Indígena de Colombia y estuvo hace poco en el Grupo de Diálogo Minero (Gdiam) que reunió a distintos sectores de la industria para hacerle recomendaciones al Gobierno sobre cómo promover una minería más incluyente.
Además de ellos dos, están aspirando Gloria Amparo Meneses (una líder de la mesa departamental que es candidata al concejo de Santander de Quilichao con Cambio Radical) y John Fredy Campo (una líder de víctimas de minas antipersonal que aspira al Concejo de Caldono por el Mais), así como una veintena de personas que vienen de las mesas municipales de víctimas.