Algo va de Jineth Bedoya a Camilo Gómez
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Mientras el presidente Duque le exige a la JEP atención a las víctimas de violencia sexual, se hace el sordo ante el caso de Jineth Bedoya, periodista víctima de secuestro, violación sexual, tortura y amenazas, y quien lleva veintiún años reclamando verdad, justicia y reparación a la justicia colombiana
La distancia ética entre Jineth Bedoya y Camilo Gómez, director de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, estuvo presente en la Audiencia Pública en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que se llevó a cabo entre el 15 y el 23 de marzo. El coraje y la dignidad de la víctima frente a la impunidad del Estado llevaron el caso al tribunal internacional.
El pedido de perdón a Jineth por el representante estatal hacía pensar que por fin se encausaría la justicia para ella, pero la falta de voluntad política del señor Gómez para responder incondicionalmente por veinte años de impunidad fue mayor que la estatura moral que el momento le exigía.
El caso emblemático puso al descubierto la magnitud de la violencia sexual en el marco del conflicto armado y le dio una dimensión internacional. Al mismo tiempo, evidenció la inoperatividad de la justicia y la desestimación social de un crimen de guerra que afecta profundamente la dignidad, la integridad y la libertad femeninas.
Este crimen obedece al continuum de violencias de género contra las mujeres y las niñas, toleradas socialmente y silenciadas la mayoría de las veces, lo que significa que se puede cometer contra cualquiera de ellas y solo diferirán las circunstancias que puedan rodearlo.
El desgarrador testimonio de la periodista debería servir a las autoridades colombianas para tomar medidas especiales de cara a la atención integral y oportuna a miles de mujeres que cargan el estigma de ser las responsables de este crimen y que soportan la impunidad de los perpetradores.
Bien haría Camilo Gómez en comprometer al Estado colombiano con la toma urgente de medidas de reparación integral para Jineth Bedoya, empezando por el castigo a todos los culpables (incluidos los agentes del Estado) en vez de defender lo indefendible.
Como dice Hannah Arendt: "El castigo es necesario para defender el honor y la autoridad de aquel a quien el delito ha lesionado, para que la ausencia de castigo no le degrade mayormente".
Y es esto lo que pide la periodista Jineth Bedoya para ella y las víctimas de violencia sexual que carecen de voz pública. Ahora tiene la palabra la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esperamos que su veredicto trascienda la posición del señor Gómez y subsane la impunidad estatal.
Adenda: la justicia ordinaria debería crear un Tribunal de Justicia de Género con personal especializado en violencias de género para atender oportunamente todos los casos de violencia sexual y otras violencias y, así, erradicar la revictimización de las mujeres y las niñas. Cuánta falta nos hacen la Magistrada Clara Inés Vargas y magistradas como ella.
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