Cómo evitar una nueva década perdida

Silla Caribe

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Las medidas para hacer frente a la crisis no deberían hacernos perder de vista, que la única manera de evitar que el covid-19 se convierta en un largo estancamiento es mediante altas tasas de crecimiento económico cuando se supere la crisis sanitaria.

Después de 19 años de crecimiento económico sostenido, las crisis económicas en Colombia se habían convertido en lejanos recuerdos o noticias internacionales. Sin embargo, cada día se hace más evidente que el país se enfrentará una recesión, que de no ser manejada adecuadamente podría pasar de ser algo transitorio, a una crisis duradera de la que nos tome mucho tiempo salir ¿Qué podríamos hacer evitar que ocurra este oscuro escenario?

Para ello, se necesitarán de dos elementos fundamentales: acceso al crédito y una aceleración del crecimiento económico una vez se termine la crisis sanitaria. Sobre el primer elemento existe un relativo consenso entre los economistas, en que un shock transitorio se puede enfrentar con endeudamiento. Esto consiste en traer recursos del futuro al presente para tratar de preservar que las relaciones de producción, como por ejemplo los vínculos laborales, lo mayor posible. Así la caída no sería tan profunda, y por lo tanto más fácil la reactivación económica. Sin embargo, sobre el segundo elemento no existe una respuesta tan sencilla, por lo que vale la pena examinar nuestra historia económica para ver que podemos aprender sobre el tema.

En 1982, Colombia se vio enfrentada a una crisis de deuda soberana que afecto a toda América latina. Las principales economías de la región experimentaron una fuerte contracción, cuyos efectos sobre el bienestar de la población se extendieron por prácticamente diez años en lo que conoció como la década perdida.

Sin embargo, Colombia tuvo un papel destacado en esa difícil coyuntura. Gracias a un buen manejo macroeconómico, Colombia fue el único país de América Latina que no incumplió sus obligaciones financieras, lo que le permitió seguir accediendo al mercado internacional de capitales en condiciones favorables y salir relativamente rápido de la recesión. El primer elemento fundamental en el manejo de la crisis, el acceso al crédito, fue manejado adecuadamente, y en ello la credibilidad de la política fiscal fue esencial.

Sin embargo, la experiencia de los 80s no fue completamente positiva. A pesar, de que el país evitó la crisis mayor, no se recuperaron las altas tasas de crecimiento económico que se habían alcanzado en los 70s. En ese sentido, la crisis significó un punto de inflexión en que nos alejó de la senda del progreso.

En 1985 el ingreso por habitante en Colombia era el mismo que el de 1980, por lo que si bien Colombia no experimentó una profunda recesión como fue el caso de Argentina o México, no pudo escapar por completo al estancamiento que significó la década perdida latinoamericana. ¿Por qué el país no fue tan exitoso en el manejo del segundo elemento?

Entre los motivos detrás del bajo crecimiento económico de los 80s, probablemente estuvo la ausencia de reformas estructurales que permitieran tanto integrar el país a la economía mundial, cómo un mayor flujo de recursos hacia aquellos sectores con mayor productividad.

En lugar abrirse al mundo e impulsar las exportaciones, Colombia decidió continuar con la estrategia de sustitución de importaciones, que consistía en proteger a la industria nacional mediante altos aranceles, y que para aquel entonces ya había evidenciado sus limitaciones.

Adicionalmente, gran parte de los créditos internacionales, fueron a parar a empresas que registraban bajos niveles de solvencia, las cuales siguieron acumulando perdidas en los años posteriores a la crisis hasta que finalmente fueron liquidadas. El resultado fue un estancamiento en la productividad, la cual es finalmente la clave del crecimiento económico.

La coyuntura actual nos enfrenta a una situación parecida a la de 1982. Las medidas para hacer frente a la crisis no deberían hacernos perder de vista, que la única manera de evitar que el covid-19 se convierta en un largo estancamiento, es mediante altas tasas de crecimiento económico cuando se supere la crisis sanitaria. En este contexto, una agenda sobre las reformas estructurales y las políticas para impulsar la productividad es más urgente que nunca.

 

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