A pesar de la masiva movilización de las comunidades organizadas, las múltiples denuncias de los ciudadanos y ante la mirada de las amedrentadas entidades del Estado y de toda la ciudadanía, no paran las construcciones en los Cerros Orientales de Bogotá.
¿Un Estado muerto del susto? ¡Qué impotencia!
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A pesar de la masiva movilización de las comunidades organizadas, las múltiples denuncias que por todos los medios los ciudadanos venimos haciendo desde mediados del 2015, no paran las construcciones ilegales en el predio Bagazal.
Se trata de cinco mansiones de varios miles de millones de pesos cada una, en pleno Barrio Rosales, en medio de la Reserva Forestal de los Cerros Orientales de Bogotá, con sellos impuestos por la Alcaldía Local de Chapinero, la CAR y la Secretaría de Ambiente desde marzo y octubre de 2015.
La Policía Nacional, la CAR, la Fiscalía, la Secretaría de Ambiente, la Secretaría de Gobierno, la Alcaldía Local de Chapinero, la Alcaldía Mayor, ……., todos manifiestan haber adelantado acciones, pero lo cierto es que las únicas acciones visibles son las de las construcciones ilegales que avanzan a todo vapor a la vista de todos.
Hoy sábado 19 de marzo una caminante de los Cerros Orientales nos hace una nueva descripción de lo que sigue ocurriendo en las construcciones ilegales de El Bagazal, dentro de la Reserva Forestal de los Cerros Orientales de Bogotá:
“Siento tristeza y a la vez rabia por la falta de acción de las entidades públicas: hoy sábado 19 de marzo subí a Las Moyas y baje por Bagazal y siguen las obras como si nada hubiera pasado y la Policía ni hace presencia:
1. En la obra ubicada en el poste #25, tapada con plásticos y por dentro trabajando a todo vapor.
2. En una obra que se presentan como "remodelación" cuando es evidente para cualquiera que es una construcción nueva, a todo vapor construyendo.
3. La ubicada a mano derecha entrando, se oía la máquina que parte mármol y llegó un camión de Latinstorehouse (se lee en el camión material de construcción) entrando a la mansión cono si nada.
Se siente uno impotente frente a tanta desidia de los funcionarios de las entidades, a quienes les pagan con recursos públicos (de todos nosotros) sin actuar y muertos del susto. ¡¡¡¡Qué impotencia!!!!”
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