Duque encontró una estrategia en el Congreso, pero tiene sus límites

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La aprobación de la Ley TIC anoche en Senado y hoy o mañana en Cámara va más allá de lo que ocurre con el sector.

La aprobación de la Ley TIC ayer en Senado y posiblemente hoy en Cámara, sigue la estrategia de la reforma tributaria y el Plan de Desarrollo del presidente Iván Duque, que consiste en negociar los proyectos con los congresistas artículo por artículo, no con los jefes de partido y en sesiones de trabajo por fuera del Congreso.

Esto, aunque puede alterar la esencia de los proyectos del Gobierno, le permite conseguir votos sin abrir el tarro de la mermelada (no ha dado cupos indicativos ni representación política o cargos importantes para voltear bancadas).

Para reformas gruesas que se supone que el Gobierno volverá a presentar, como la política o la de justicia, Duque pondrá a prueba esta fórmula para sobrevivir a un parlamento sin mayorías claras.

Negociando propuestas

Duque está a 15 días de terminar su primera legislatura y el balance es malo, pues la mayoría de sus reformas banderas quedaron archivadas. Sin embargo, como contamos, en temas económicos ha mostrado que lo logra.

En el caso concreto de la Ley TIC, que lideró la ministra Sylvia Constaín junto a su equipo, la forma de salvarla fue socializando el tema todo lo que se pudiera, y sobre todo aceptando cambios sustanciales por parte de los congresistas para poder sumar apoyos a la iniciativa.

Pero esto requirió tiempo y afectó el cronograma del Ministerio, que inicialmente quería que la ley saliera antes de acabar 2018.

Para eso le metió mensaje de urgencia y logró que saliera de las comisiones sextas conjuntas (Cámara y Senado) con todos los votos a favor (los de oposición no la votaron)  a pesar de la campaña de desprestigio que tuvo.

La Pulla y el periodista Santiago Rivas movieron en redes sociales sus reparos al proyecto, que según ellos le entregaba mucho poder al Gobierno sobre el contenido de la televisión pública y abría la puerta a la censura. Un argumento reforzado por el escándalo de la censura del programa Los Puros Criollos de Señal Colombia, por orden del exdirector de RTVC, Juan Pablo Bieri.

Esto hizo que la ley fuera muy impopular y corriera el riesgo de hundirse en el Congreso. Como le dijo el presidente de la Cámara Alejandro Chacón a la Ministra ayer, en una reunión informal, “hace seis meses la ley estaba muerta”.

Por eso, y porque el Gobierno corría el peligro de que por la demora en la TIC le tumbaran la tributaria, aplazaron la discusión. Como era una ley ordinaria y tenía mensaje de urgencia le dio más tiempo al Gobierno para discutir el tema, ya que necesitaba solo tres debates para pasar, a diferencia de una reforma constitucional que necesita ocho y no se le puede poner mensaje de urgencia.

Pero lograron resucitarla en las subcomisiones de Cámara y Senado en la que como contamos en esta historia al negociar articulito por articulito con congresistas terminaron modificando partes claves de la ley como la composición del regulador convergente y los tiempos de concesión a los operadores de telecomunicaciones.

Los presidentes de la Cámara, Alejandro Chacón, y del Senado, Ernesto Macías, también le dieron una manito a la Ministra, retrasando la discusión en las plenarias, con lo que le dieron tiempo para llegar a acuerdos en las subcomisiones y conseguir los votos que necesitaba.

“Este proyecto se salvó porque lo trabajamos entre todos”, explicó la ministra Constaín anoche después de que se aprobara el proyecto en Senado.

Y ese “entre todos” implicaba que le metieran mano. De esa forma el Gobierno tenía con qué negociar con los parlamentarios y podía garantizar el apoyo de todas las bancadas.

Algo que les funcionó igual en la tributaria y en el Plan de Desarrollo, pues los proyectos se salvaron porque los congresistas incluyeron sus propuestas para favorecer sus intereses regionales o para satisfacer a su electorado, como quitar de la tributaria el impopular IVA a la canasta familiar o sacar del Plan de Desarrollo el artículo que reducía los subsidios de energía y gas a estratos 1, 2 y 3.

Estas negociaciones no se hicieron públicamente, sino a puerta cerrada, otra cara de la estrategia que le ha funcionado al Gobierno para salvar sus proyectos.  

Fuera del Congreso es más fácil

Una de las principales críticas de la oposición a este Gobierno ha sido que muchos proyectos han tenido poca discusión en el Congreso.

Y por eso se ha dicho que tanto la tributaria como el Plan y la Ley TIC fueron “pupitreados”.

Aunque puede que la discusión en plenarias y la votación se haya dado en pocas horas, el trabajo previo para llegar a las votaciones fue de semanas y hasta meses, en los que se negociaban los puntos claves a puerta cerrada y lo que no se acordaba previamente se definía en plenaria con los votos.

Por ejemplo, el Plan de Desarrollo y la tributaria se negociaron punto a punto a puerta cerrada en el Ministerio de Hacienda con los ponentes, y esto, aunque es usual en estos proyectos, le dio munición a la oposición para decir que no fue un debate transparente, en la medida en que no fueron discusiones públicas.

A pesar de eso, le ha funcionado al Gobierno pues así no corre el riesgo de que en la plenaria el debate se convierta en una discusión sin fin, como ocurrió por ejemplo en las objeciones a la JEP, en la que sin un acuerdo previo se tomaron una semana entera para debatir el tema.

Con la ley TIC el tema llegó más que masticado al Senado, se discutió el informe de la subcomisión rápidamente, pues ya se había negociado con anterioridad, y en menos de cuatro horas votaron todo el articulado.

Y lograron esas mayorías sin tener que negociar con los pesos pesados de los partidos.

Sin los jefes de los partidos

Todas las noticias de las reuniones de Duque con los jefes de los partidos (el expresidente liberal César Gaviria, el exvicepresidente de Cambio Radical Germán Vargas, el exministro Aurelio Iragorri y ahora con el veterano conservador Omar Yepes) han sido negativas.

Esto porque como contamos hace unos meses, “sin ministerio no hay paraíso” pues esos jefes quieren que Duque les deje cogobernar con él y les entregue alguna cartera.

Aunque esta fórmula seguramente le garantizaría las mayorías a Duque, su estrategia  ha sido más bien acercarse directamente a los parlamentarios y no a sus jefes.

Esta nueva dinámica también ha causado fracturas en las bancadas liberales, de Cambio y La U, divididas entre quienes son cercanos al Gobierno y los que definitivamente no.

Como es el caso de la casa Char en Cambio Radical, Eduardo Pulgar y José David Name, en La U o Julián Bedoya en el liberal.

En el Plan de Desarrollo y en la tributaria, los de Cambio votaron a favor a pesar de que el jefe político de la bancada estaba en contra de los proyectos, al punto que demandó la tributaria y pidió expresamente votar negativo el Plan.

Y en el caso de la U y los liberales, los votos para estos proyectos no se consiguieron a través de negociaciones con Aurelio Iragorri y César Gaviria, las cabezas de los partidos, sino con los ponentes designados.

En el caso concreto de la Ley TIC, la ministra Constaín logró que se apoyara la ley aún en contra de los jefes de partido.

Como contamos se reunió con Vargas Lleras la semana pasada pero no logró convencerlo, pero en todo caso su bancada apoyó el proyecto. Por el lado de los liberales fue algo similiar, pues lograron que todos la votaran en Senado, después de una reunión la semana pasada con los senadores a la que Gaviria no asistió.

Aunque no se tomó una decisión de bancada, los liberales quedaron en libertad para votar y se salvó el proyecto.

Y con La U fue parecido pues la división es tan visible, que el Gobierno ya cuenta con una fracción del partido que le ha ayudado a mover la balanza a su favor o por lo menos a garantizar que la contraparte no tenga mayorías arrolladoras

Aunque en los corredores del Congreso se rumora que este acercamiento entre el Gobierno y los parlamentarios, en contra de sus jefes políticos, se ha endulzado con nombramientos y cuotas burocráticas en las regiones, La Silla no ha podido establecer que eso sea cierto.

Lo que sí hemos mostrado es que la entrega de cuotas regionales son para congresistas que ya apoyan al Gobierno, y no a los que necesitan asegurar para que pasen sus propuestas.

Pasar por encima de los jefes políticos no siempre funciona pues en muchos casos la decisión del jefe se impone sobre la bancada en la medida en que tiene poder sobre sus investiduras y en elecciones locales sobre los avales.

Pero por ahora, esto, junto con los debates por fuera del salón Elíptico, es lo que más le ha funcionado a Duque para que no se le hundan todas sus iniciativas en el Congreso.

 
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