La ambiciosa tributaria de Duque se está desinflando antes de llegar al Congreso

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En el baile tradicional de las tributarias, el ritmo lento del Gobierno ya impactó la propuesta original. Los cambios, en el IVA y el impuesto a los más ricos, golpean su recaudo proyectado.

Las reformas tributarias, al menos las que han presentado los gobiernos de Colombia en este siglo, son un baile con una coreografía predecible.

Se anuncian casi siempre como una reforma estructural. Se filtran un par de propuestas a los medios y el Gobierno mide qué tan bien caen en la opinión pública, gremios y congresistas. Se modifica la propuesta inicial y se radica al Congreso un texto. Luego empieza otro baile, el legislativo, donde se negocia, transa y vota, muchas veces de afán.

Alberto Carrasquilla ha bailado la coreografía de la tributaria ocho ocasiones, contando esta y una que tuvo que retirar en 2004.

Pero en la tributaria que está por presentar el Gobierno, la danza preliminar se ha demorado tanto que el proyecto se ha empezado a desinflar. Y eso que la reforma empezó como la transformación más ambiciosa que ha presentado Duque al Congreso, como contamos.

El desinfle llegó primero con la caída del impuesto al patrimonio como un impuesto permanente. Luego con el anuncio del presidente Iván Duque de que mantendrían el café, el chocolate, el azúcar y la sal sin IVA de 19 por ciento, como están ahora. 

Este anuncio no solo contradijo al viceministro de Hacienda, Juan Alberto Londoño, que apenas el lunes había dicho que subiría el IVA de estos productos, también puso a correr a los técnicos de Hacienda para calcular cómo les impactará no tener estas alzas. Y de paso, a tambalear el objetivo de presentar el texto esta semana.

Por si fuera poco, el anuncio le dio espacio al hijo del expresidente Uribe, Tomás Uribe, para sacar pecho, porque fue después de una reunión que sostuvo con Duque que el presidente se echó para atrás y el Centro Democrático ofreció su apoyo a la reforma. Algo que refuerza la imagen del delfín uribista como un mediador influyente entre el Gobierno y su partido.

Y entre más se demora esta radicación, más arsenal están recogiendo gremios y congresistas para oponerse y más se podría enredar el trámite en el Congreso.

El primer tango que se alarga

La tributaria, que el Gobierno insiste en llamar “Ley de Solidaridad Sostenible”, aún no tiene un texto final. Pero viene rondando a gota a gota desde hace varias semanas entre gremios empresariales y congresistas.

Lo que se sabe hasta el momento se ha contado en lo político en reuniones del Ministerio de Hacienda con el Centro Democrático y Cambio Radical.

 

De la reunión con el Centro Democrático sabemos que se hizo antes de Semana Santa con cuatro delegados del partido: los senadores Gabriel Velasco y Fernando Araújo, y los representantes Jennifer Arias y Juan Pablo Celis.

Ellos se encargaron también de liderar una reunión, que se hizo ayer por la mañana, para discutir los puntos clave de la reforma con toda la bancada. De lo que se habló el partido sacó un comunicado que da indicios de su apoyo al proyecto del presidente, con varias condiciones.

Por ejemplo, están en desacuerdo con ampliar el número de personas que pagan renta. Un punto clave para el Gobierno, pues si se cae implica que podrán recaudar menos de los 26 billones que están calculando.

Con Cambio Radical, también se hizo una segunda socialización la semana pasada. Esta vez asistieron los senadores Richard Aguilar, Carlos Jiménez y Arturo Char, los representantes Néstor Rico y Édgar Díaz y la cabeza del partido, Germán Vargas Lleras

De ahí, según lo que uno de los asistentes a la reunión le contó a La Silla, salieron las arremetidas de Vargas Lleras contra la reforma. Y después el Gobierno se echó para atrás en su idea de que el impuesto al patrimonio fuera permanente. Y pusieron a los técnicos del ministerio a echar números para ver en qué otras de las críticas de Vargas Lleras pueden ceder, como lo confirmó el mismo viceministro Juan Alberto Londoño en esta entrevista.

Hoy se reunirá la bancada del Partido Conservador, también de la coalición del Gobierno, para definir una posición frente a lo que se sabe de la reforma. De acuerdo con el representante Armando Zabaraín (de la Comisión Tercera) será difícil aprobar un aumento a los impuestos a las pensiones.

Además de enflacar la reforma, las reuniones de socialización están levantando molestias entre congresistas que se han enterado de lo que trae la reforma por los medios de comunicación. Esto incluso lo han resentido congresistas del Centro Democrático, como Gabriel Santos.

Y también en la oposición. 

Catalina Ortiz, del partido Verde y representante en la Comisión Cuarta, es una de ellas: “es el colmo que están socializando con todo el mundo menos con las comisiones económicas” y que “el Gobierno se está echando para atrás cada vez que le sale un obstáculo”, dijo a La Silla.
Esta misma opinión la comparte su colega, el senador Verde Iván Marulanda

La danza de los gremios

Con los gremios, que fueron los primeros que se reunieron con el Gobierno y también los que filtraron los puntos claves de la reforma, la presión también ha arrancado dura y ha tenido su efecto.

En la caída del IVA influyó por ejemplo la molestia pública de voceros gremiales como la presidenta de Asocaña, Claudia Calero, que dijo en medios que subir el IVA al azúcar lo haría un 13 por ciento más caro. O como la del presidente de la Sociedad Colombiana de Agricultores (SAC), Jorge Bedoya, que al subir el IVA la clase media sería la más perjudicada.

A los impuestos verdes, en especial al impuesto al carbono, le han salido al paso las generadoras térmicas de energía y los industriales grandes consumidores de energía. Los gremios de ambos grupos también han salido a medios para decir que el alza subirá los costos de la electricidad.

Desde la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), Javier Díaz le dijo a La Silla que su mayor preocupación es el tema del impuesto al patrimonio, que le parece excesivo. Y agregó que, aunque digan que va a ser temporal, “en Colombia no hay nada más permanente que los impuestos temporales”.

Todos los gremios consultados están en las mismas que los congresistas: esperando el texto de la tributaria. Pero mientras esperan, también van contándole sus preocupaciones a la opinión pública, a través de los medios y a los congresistas directamente.

Y a la larga les da tiempo para aumentar su capacidad de influir en el texto final.

El riesgo para entrar al ritmo legislativo

El recuerdo amargo del trámite de la reforma de 2018 fue lo que llevó al Gobierno a arrancar primero con una socialización extensa de lo que querían presentar al Congreso. 

Como contamos, el presidente propuso recaudar cerca de $14 billones con la unificación del IVA, incluyendo productos de la canasta familiar. Al final el Congreso terminó aprobando un proyecto desinflado, que incluyó puntos claves del Gobierno, pero recaudó menos de la mitad de lo que proponía.

Además les terminaron metiendo goles como una sobretasa para los bancos que incluyó el congresista Conservador David Barguil, a la que el Gobierno se opuso. Al final la discusión en el Congreso tuvo los tiempos tan apretados, que el Ministerio de Hacienda y el Congreso obviaron un trámite para acelerar la aprobación y la Corte Constitucional terminó tumbando toda la reforma por vicios de procedimiento

Por eso, según nos confirmaron dos fuentes de Hacienda, la idea en esta reforma era socializar antes las bases del proyecto, para ganar apoyos de congresistas y empresarios antes de radicarla. Contaban también con que, a diferencia de 2018, el Gobierno tiene una coalición más sólida después de darles Ministerios a personas cercanas al partido de la U, Cambio Radical y Conservador.

Sabían que algunas cosas, como el IVA y el impuesto al patrimonio —dos propuestas que ya habían filtrado a través de La FM— iban a estar difíciles de pasar, y que probablemente tendrían que hacer ajustes. Pero el plan era tenerla radicada antes de Semana Santa, con varios apoyos asegurados.

Pero la reacción ante la filtración de los puntos claves de la reforma fue mayor a la calculada.

De hecho, ayer, en un foro de la Anif —un centro de pensamiento financiado por bancos, principalmente el Grupo Aval del magnate Luis Carlos Sarmiento— el ministro Carrasquilla no ocultó su frustración ante la recortada de su propuesta de unificar el IVA.

“Insistir en no pasar del 39 % al 46 % (de productos de la canasta familiar gravados con IVA) y haber rechazado la propuesta de ir al 56 %, es tremendamente inequitativo”, dijo.

Incluso su presentación aún no tenía el ajuste de lo que implica para el Ministerio de Hacienda no aumentar el IVA al café, la sal, el azúcar y el chocolate como se comprometió el presidente.

“Van por dos carriles distintos”, dijo a La Silla el analista y exviceministro de Hacienda Andrés Escobar, quien en el Gobierno Santos estuvo al frente de una reforma tributaria.

Escobar reconoce que, hasta cierto punto, por el tamaño y la ambición de esta reforma tiene sentido que se tomen algún tiempo en buscar consensos antes de presentarla al Congreso. Pero eso tiene su riesgo.

“Una cosa que me parece complicada es que a medida que pasan los días el rechazo a la reforma se vuelve más evidente. Y uno ve que el Gobierno está empezando a ceder en la parte del recaudo y el Congreso ya está enamorado del lado del gasto”, dice.

Es decir, esta reforma es clara en que el Gobierno quiere recaudar una plata para balancear el déficit fiscal (15 billones), para aumentar los subsidios de ingreso solidario (8 billones), compensar el IVA que pagan los pobres (1,5 billones de pesos), y otros programas sociales (300 mil millones). 

Y que para eso necesita recaudar más, principalmente IVA (10,6 billones), renta de personas (17 billones) y empresas (3 billones). Si terminan aprobándose más gastos que recaudo nuevo, podría crear un problema mayor: un presupuesto más desbalanceado.

El decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Carlos Sepúlveda, observa que es deseable que el Gobierno ponga a prueba sus propuestas en la opinión, para evitar un desgaste en iniciativas que no tienen futuro político. Pero le preocupa que tanta demora termine afianzando las posiciones de cada uno de los gremios afectados por un proyecto que quiere eliminar beneficios para la mayoría de ellos.  

Las posiciones de los gremios económicos en medios de comunicación son una muestra de ello. 

Además, para el analista y panelista de Blu Radio, Andrés Mejía, la demora les está dando tiempo a miembros de la oposición, empresarios y organizaciones sociales a que se organicen y ejerzan más presión sobre los congresistas. Algo que pesa mucho más en un año como el 2021, previo a elecciones parlamentarias y presidenciales.

Esta organización de grupos de interés en contra de la tributaria ya se está empezando a sentir. Las centrales obreras y organizaciones estudiantiles convocaron para el 28 de abril un paro nacional en contra de la tributaria. 

Es posible, por los tiempos que van, que para esa fecha todavía no haya una ponencia en firme. Es decir, el texto definitivo radicado y agendado para el trámite en el Congreso.

Y aunque por lo general los sindicatos hacen marchas, paros y manifestaciones en contra de las reformas tributarias (eso también hace parte de la coreografía), esta vez La Silla pudo confirmar que incluso han hecho acercamientos con algunos gremios económicos, de los que suelen ser rivales en otros temas, para que se unan a sus protestas.

Para el profesor de la Universidad Javeriana César Attilio Ferrari toda esta discusión está calculada por el Gobierno. 

“Eso lo hacen en todas partes del mundo, no creo que sea algo creativo. Pretenden mandar 200 para recoger 10, no más, porque es en realidad lo que en principio buscaban”, dijo a La Silla. 

Pero lo que está en juego no es menor.

El Gobierno todos los años está gastando 15 billones más de lo que le entra. Si no corrige ese error, sumará una deuda que en el largo plazo será impagable. Así que, por lo menos, del trámite del Congreso la reforma debería ser capaz de recoger ese monto, y de no hacerlo, el próximo presidente seguramente tendrá nuevamente que afinar los instrumentos para arrancar el baile de nuevo.

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