La foto post-electoral de la paz

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La Silla le hizo seguimiento a las elecciones en los 20 municipios donde según la fundación Paz y Reconciliación, Pares, será más difícil la ejecución de lo pactado en la Habana y en ellos el resultado no es halagador para lo que vendrá el próximo año.

El tema de la paz no tuvo un impacto en estas elecciones, pero a pesar de ello, estas elecciones seguramente sí lo tendrán sobre el tema de la paz dado el enfoque territorial de lo que se negocia en la Habana.

Vistos desde la perspectiva de la refrendación e implementación de los acuerdos que arrancará en menos de seis meses si se cumple el cronograma pactado entre el presidente Juan Manuel Santos y el líder guerrillero ‘Timochenko’, los resultados del domingo son ambivalentes.

La Silla le hizo seguimiento a las elecciones en los 20 municipios donde según la fundación Paz y Reconciliación, Pares, será más difícil la ejecución de lo pactado en la Habana y en ellos el resultado no es halagador para lo que vendrá el próximo año.

En un 20 por ciento de estos municipios, ganaron los candidatos que apoyaban las Farc, el Eln el Epl o las bandas criminales, según pudo averiguar La Silla con distintas fuentes de cada región. En otro 20 por ciento, ganaron líderes sociales, enfrentados a los caciques locales.

En el resto, ganaron políticos tradicionales, la mayoría de ellos apoyados por los caciques locales que verán en el futuro su poder disputado por las circunscripciones especiales de paz, entre otras medidas incluidas en los acuerdos de participación política.

Estos son los resultados de cada uno.

El reto para las Farc

Para las perspectivas políticas de las Farc, que participarán en las próximas elecciones como partido legal y sin armas si el proceso avanza como se espera, el resultado electoral representa un gran reto.

Por un lado, los resultados del Caquetá –uno de los lugares donde han tenido su retaguardia- envían un mensaje contundente: el partido que más votos sacó a alcaldías fue el Centro Democrático, con casi el 19 por ciento de la votación total.

El partido uribista ganó la alcaldía de San Vicente del Caguán, donde las Farc reinaron durante el despeje realizado por el gobierno de Andrés Pastrana para la fallida negociación anterior. De hecho, se la ganó a Javier Soto, un histórico líder del movimiento de zonas de reserva campesinas y de la ZRC de El Pato - Balsillas en el Caguán, que se lanzó por el Polo impulsado por Marcha Patriótica.

Y también ganó el uribismo la de Florencia, donde la guerrilla intentó hacer proselitismo armado a favor de uno de los candidatos.

“No veo complicado que se fortalezcan los contradictores de las Farc en estos municipios”, dice el investigador del conflicto Juan Carlos Palou. “Esto puede conducir a un equilibrio saludable y evita que los que se oponen al proceso comiencen a usar la parainstitucionalidad para bloquear los acuerdos”.

En Toribío, Cauca, donde las Farc hicieron proselitismo armado a favor del candidato del partido de la U, ganó por siete puntos su contrincante, Alcibiades Escué, líder indígena reconocido y avalado por Mais.

En Tumaco, el candidato por el que las Farc hizo campaña como contó La Silla, sacó menos del 3 por ciento de la votación.

La salida al ruedo político de Marcha Patriótica, el movimiento que agrupa a decenas de organizaciones sociales en zonas rurales bajo influencia de las Farc, fue difícil, como también lo fue el regreso a la política de la Unión Patriótica.

La dificultad de ambas experiencias demuestran la urgencia del punto sobre participación política acordado ya en La Habana si se quiere que las Farc cambien las armas por las urnas.

El viernes pasado, los líderes de Marcha Patriótica aún no habían logrado cuantificar cómo les había ido porque sus candidatos se lanzaron a través de varios partidos. Sin embargo, el resultado general no los tenía satisfechos.

“No está en riesgo la firma de los acuerdos de paz, porque hay voluntad política de parte y parte”, dijo a La Silla David Flórez, uno de los líderes de Marcha y bloguer de La Silla. “Lo que es preocupante es el escenario de implementación porque no quedan alcaldes comprometidos con los acuerdos.  Pone un mayor reto a quienes están a favor del proceso”.

En sus cuentas, Flórez tenía a dos diputados de Marcha (en Cauca y Putumayo), la alcaldía de San Calixto, en Norte de Santander, más de 20 concejales en Cauca y la impresionante votación que sacó Judith Maldonado a la Gobernación de Norte de Santander.

“La anulación de muchas cédulas nos afectó mucho las comunidades porque por nosotros votan personas que no habían votado antes y que no están sisbenizadas”, dice Flórez. Y cita el caso de 1966 cédulas anuladas por transhumancia en la Macarena, 1455 en Puerto Concordia, Meta, y más de 10 mil en Putumayo.

“Urge una reforma política que garantice un control real a la financiación de las campañas y que garantice que la gente se pueda cedular”, dice Flórez.

En la misma línea, Gabriel Becerra, directivo de la UP, considera que el tema de la financiación los golpeó muy duro porque si bien recuperaron la personería política les negaron los recursos de funcionamiento entre el 2003 y el 2012 que estuvieron fuera de la arena política.  También los perjudicó el que ellos y el Centro Democrático, que iban con listas cerradas, aparecieran en los formularios E-14 como un renglón del partido anterior y no con una hoja propia como los demás partidos porque muchos jurados no supieron dónde escribir sus votos.

“Si a la UP le hicieron genocidio y la ponen a competir en estas condiciones y ni siquiera les cuentan los votos, qué puede esperar un movimiento que venga de la lucha armada”, dijo Becerra a La Silla.

La UP participó con candidatos a seis gobernaciones, 10 listas Asamblea, 74 a alcaldes y 114 concejos.  En total, obtuvieron una votación de 110 mil votos en Concejo, 20 mil votos más de los que consiguieron a la Cámara de Representantes el año pasado.

Pusieron 25 concejales distribuidos en Riohacha, Arauca, Arauquita, Fortul, Montañita, Cartagena del Chairá, Tumaco, Cajamarca, Coyaima, Armero y Guayabal y calculan que consiguieron el 10 por ciento de los votos que ganó Clara López en Bogotá. Los mismos que sacó su ex fórmula vicepresidencial Aida Avella, a la que si le siguen saliendo votos en el reconteo de pronto entra raspando al Concejo de Bogotá, la mayor ilusión que tiene hoy la UP.

“Nos estamos reagrupando como fuerza política”, dice Becerra.

Las gobernaciones: un resultado agridulce

A nivel departamental, el resultado es agridulce para la paz.

Es dulce porque poderosos caciques cuestionados por sus vínculos con paramilitares fueron derrotados como el clan del ex coronel Hugo Aguilar condenado por parapolítica; o alguien tan polémico como el ex representante Yahir Acuña, cuya esposa fue vencida en Sucre por el candidato apoyado por las víctimas de los paras (y el condenado ex senador ‘El gordo García), como contó La Silla.

Pero es agria porque en otras regiones, las lealtades de gobernadores electos podrían ser con grupos poco interesados en las transformaciones políticas que traerá el proceso de paz: ya sea porque son ellos mismos grandes terratenientes, como Edwin Besaile en Córdoba.

O porque estuvieron acompañados por estructuras cuestionadas por vínculos con paramilitares como Rosa Cotes, en el Magdalena, cuyo esposo fue condenado por parapolítica u Oneida Pinto, en Riohacha, apoyada por el parapolítico Miguel Pinedo y los mismos Ballesteros que apoyaron al procesado por la justicia ex gobernador Kiko Gómez; o William Villamizar, el nuevo gobernador de Norte de Santander, que cuenta entre sus apoyos al ex alcalde de Cúcuta condenado Ramiro Suárez Corzo.

Aunque, como dijo un alto funcionario que conoce la política por dentro, “no hay nada más fácil que voltear a un gobernador con plata desde el gobierno”.

Quizás la derrota más grande, en términos del posconflicto, fue la del gobernador Sergio Fajardo en Antioquia, uno de los sitios en donde más se ha abonado el terreno para la implementación de los futuros acuerdos de paz.

En cambio, el mensaje de los resultados electorales en las grandes ciudades es alentador para la refrendación de los eventuales acuerdos de paz pues demuestran que hay una masa crítica de ciudadanos modernos, que votaron libremente por candidatos que derrotaron a las grandes maquinarias locales (aunque tenían ellos mismos el impulso de último momento de estructuras políticas).

Especialmente, el triunfo de Maurice Armitage, en Cali, y de Rafael Martínez en Santa Marta, pone detrás del timón de estas ciudades a dos personas con especial sensibilidad frente al tema de las víctimas y el posconflicto.

La gran incógnita

Ya a nivel más nacional, la gran incógnita de estas elecciones fue el triunfo arrasador de Cambio Radical que convierte al vicepresidente Germán Vargas en el presidenciable más opcionado hoy por hoy.

“Vargas Lleras pasaría a ser el implementador de los acuerdos de paz con sus gobernadores y alcaldes”, dice el analista político Fernando Cepeda.

Algunos de los analistas consultados ven en la victoria del Vicepresidente un riesgo para la implementación de un acuerdo de paz con las Farc por lo ajeno que se ha mantenido frente a lo que sucede en la Habana. O porque, como dijo a La Silla una persona del círculo del Vicepresidente, “Germán se va a quedar con el voto uribista sin hacer un acuedo con Uribe porque él encarna la resistencia que hay frente al proceso de paz”.

“El Vicepresidente parece creer en que se desarmen las Farc pero no le come cuento a la revolución del sector rural, al cambio en la política antidrogas, a cambios en la participación política. No parece estar comprometido con el espíritu de los acuerdos Eso es un riesgo para la implementación de los acuerdos,” dice el investigador Palou.

“La pregunta que uno se hace es quién va a estar de este lado jugándosela por los acuerdos. Esa implementación de los acuerdos sin una fuerza política que los apoye sería muy difícil”.

En los próximos años, si se firma el Acuerdo de Paz, el escenario político puede cambiar mucho. Pero esta es la foto con la que se arranca.

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