El Ministro de Interior pintaba como uno de los grandes ganadores del Sí. Con el resultado del plebiscito, anda de capa caída en el Gobierno y en su tierra.
La pasión de Cristo
De haber ganado el Sí en el plebiscito, aparte del presidente Juan Manuel Santos, dentro del Gobierno pocos se hubiesen podido adjudicar la victoria tanto como el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que aspira a ser candidato presidencial. Pero con la inesperada victoria del No, se desinfló.
Cristo sacó adelante las leyes para la refrendación e implementación de los acuerdo. Luego si bien no fue gerente de la campaña del Sí, el Ministro se puso a la orden de la misma: viajó al menos ocho veces a regiones en septiembre para reunirse con políticos regionales, mujeres, víctimas y universitarios cuadrando apoyos; estuvo atento a la estrategia para el día D; y, como lo contamos, dentro de la campaña algunos le endilgan haber sido el encargado de la maquinaria electoral del 2 de octubre.
Ante la derrota, que en su Norte de Santander natal le significó 123 mil votos de ventaja al No, el primero en pasarle factura fue el vicepresidente Germán Vargas Lleras, quien dijo la semana después del plebiscito que debía mirarse a los Santanderes para entender por qué se había perdido el plebiscito.
La pulla de Vargas Lleras pegó en el blanco porque durante la campaña Cambio Radical y el liberalismo estaban trenzados en una pelea que se hizo evidente cuando el director liberal Horacio Serpa le pidió la renuncia al vicepresidente, y porque Cristo, según las fuentes consultadas para esta historia, mantiene sus aspiraciones presidenciales en competencia con Vargas, que con la derrota le expuso un punto flaco.
Por ahora, según averiguó La Silla en el alto Gobierno, Cristo se mantendrá en el gabinete.
Su permanencia se debe en parte a que el presidente Santos, como nos dijo un senador de La U, “no le gustan las crisis ministeriales” y en parte a que igual su salida no hubiera solucionado la crisis de gobernabilidad, como dijo un político amigo del Ministro.
“Con él o sin él (en el Ministerio) hubiera pasado lo mismo. Cuando se está en esos cargos hay gente que dispara a sacarte”, le dijo a La Silla esa fuente.
Lo que sí ocurre es que el Presidente le bajó el perfil.
El Cristo de espaldas
Si antes Cristo se la pasaba en las regiones todas las semanas atendiendo las necesidades de los alcaldes, entregando obras o firmando convenios, una fuente del Ministerio del Interior contó a La Silla que Santos lo puso en una labor menos vistosa.
Cristo es ahora el encargado de tender puentes con los cristianos y con las víctimas que apoyaron el No; con los primeros porque el Ministerio es el encargado de los asuntos religiosos con la que tienen interlocución gubernamental, y con los segundos por ser uno de los abanderados y autor de la ley de reparación.
En cambio, y a pesar de ser el ministro de la política, no está en la renegociación del Acuerdo con Álvaro Uribe, que es el principal asunto político en Colombia. A esa tarea se dedican el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, y la canciller María Ángela Holguín.
El desinfle también le llegó en la labor legislativa, que es una de las que mide el desempeño del Ministro de la política. Aunque en este flanco, como contamos, el golpe no es por decisión de Santos sino por consecuencia de la victoria del No, ahora Cristo quedó en el papel de ayudar al Ministerio de Hacienda en los debates de la reforma tributaria.
En ese trámite, que es fundamental para el Gobierno, en el cual Cárdenas arranca con el apoyo de los conservadores y de Cambio Radical, Cristo le puede servir como mediador con los liberales, sobre todo después de que este martes esa bancada le pidió al Ministro no presentar la reforma.
Pero esa labor, que el Ministro puede tener con los congresistas de su partido, no será tan fácil para otras bancadas, sobre todo después de su actuación en la campaña.
“Se puso la camiseta del Sí, pero quemó muchas interlocuciones. Es difícil ahora que alguien del Centro Democrático o de los conservadores hablen con él”, dijo un aliado político de Cristo a La Silla.
Dos senadores, ambos del partido liberal, coincidieron con esta afirmación. Otro, conservador, dijo que “el presidente tiene que poner gente fresca” para hablar con el Congreso.
Además de que está lejos de Cambio por los rifirrafes de su partido con el del Vicepresidente, hizo declaraciones duras contra el Centro Democrático. Y es que si bien tendió puentes con el No para que una vez se aprobara el plebiscito ayudaran a implementar los acuerdos, al mismo tiempo aseguró que a los uribistas “les dolía” que Santos firmara la paz con las Farc.
Sin embargo, dos allegados a Cristo dicen que él confía en que el panorama a marzo de 2017 le permita concentrarse en su intención de su candidatura presidencial para 2018.
Dos fuentes del Partido Liberal le dijeron a La Silla que en seis meses Cristo espera consolidar el plan para lanzar su precandidatura dentro de la colectividad, junto a otras figuras como Humberto de la Calle y el hoy ya precandidato Juan Manuel Galán. La idea es que, después, el candidato que elijan los liberales se enfrente en una consulta interpartidista con el candidato de La U, que tiene como opcionados a figuras como Sergio Díaz-Granados, Roy Barreras, Juan Carlos Pinzón y Aurelio Iragorri.
Un senador de La U que conoce la intención de hacer esa consulta interpartidista explica que el primer paso de esa alianza U-liberales está en la elección de Fernando Carrillo a la Procuraduría, una candidatura de la que ha estado muy pendiente Cristo.
No es profeta en su tierra
Cristo es el político más notorio de Norte de Santander por fuera de ese departamento, e incluso comandó la reelección de Santos en los dos santanderes en 2014, pero esto no quiere decir que en su departamento sea considerado un cacique. De hecho, es más descrito por los políticos locales como un ajedrecista que sabe mover fichas para mantenerse y escalar políticamente.
El hoy Ministro empezó a moverse desde muy joven en la política norsantandereana bajo el ala de su papá Jorge Cristo Sahium, senador por 21 años y asesinado por el ELN en 1997.
Si bien Cristo heredó sus banderas políticas y el timón del movimiento ‘Renovación liberal’, consolidado por su papá como el cacique rojo de Norte de Santander, no logró mantener cohesionado ese equipo político. Y pese a que en su primer intento de llegar al Senado recogió 40 mil votos y se quedó con la curul, los liberales se fracturaron.
“En adelante hubo muchas disidencias y como nacieron más partidos muchos terminaron en otros. Si usted mira la votación de Cristo nunca fue representativa, él siempre estuvo entre los 40 y 50 mil votos, y eso es poco. Hay que contar que durante 12 años estuvo en oposición (a Pastrana y a Uribe) pero igualmente fueron muy pocos”, le dijo a La Silla un político local que hizo parte de Renovación Liberal.
“El poder de Juancho Cristo nunca ha estado en Norte de Santander, está en Bogotá donde tiene una red de relaciones que le permiten hacer acuerdos y mandar”, remató.
Cuatro políticos más, y una fuente que conoce por dentro la movida política de ese departamento, le dijeron a La Silla que la capacidad de Cristo para hacer alianzas es la que lo ha mantenido vigente en Norte.
“Como dicen por acá, él es más acomodado que silla de teatro. Los Cristo no son grandes electores. El ‘cristismo’ que se creó con Jorge es un recuerdo. Las alianzas es lo que mejor saben hacer y tienen olfato para eso, tampoco tienen miramientos para elegir sus apoyos”, contó uno de ellos.
Las seis fuentes con las que habló La Silla en Norte de Santander coincidieron en asegurar que la alianza más reciente fue con Ramiro Suárez Corzo, el exalcalde de Cúcuta que está preso en La Picota por el asesinato de un abogado y quien desde enero volvió a manejar los hilos del poder en esa ciudad a través de César Rojas, su candidato a la Alcaldía.
Según las versiones de los políticos locales fue Suárez, quien mueve su maquinaria desde la cárcel como si estuviera libre, el que en 2014 empujó parte de los 85 mil votos que llevaron a Andrés Cristo, hermano del Ministro, al Senado.
El senador Cristo le dijo a La Silla que ha sido cercano a Ramiro Suárez Corzo desde su fallida candidatura a la Alcaldía de Cúcuta en 2011, pero aclaró que no se ha cruzado políticamente con él en todas las elecciones (en 2015 Suárez apoyó a Rojas y los Cristo a Carlos Luna).
Sobre la relación de Suárez con el Ministro, el senador Cristo le dijo a La Silla que “Juan Fernando no tiene ni buena ni mala relación con Ramiro Suárez, porque simplemente no hay ninguna relación”.
Sin embargo, en el Norte de Santander político se da por descontado que sí existe cercanía. “La ocultan porque eso no se le ve bien a un Ministro”, le dijo a La Silla una fuente que conocer por dentro el tejemaneje político de Cúcuta.
Aunque La Silla le preguntó directamente al Ministro por esa cercanía, prefirió no pronunciarse.
Cristo carga con otro lastre en su departamento natal y es que su apellido genera resistencia porque está relacionado con una casa política que se ve como más dedicada a acumular poder para sí misma que a conseguir mejoras en lo local.
Para demostrarlo señalan que si bien Santos ha hecho varias inversiones en ese departamento, no ha respondido como esperaban a la crisis del cierre de la frontera o a la creciente presencia de las bandas criminales, entre otros problemas grandes, y en general se siguen sintiendo abandonados frente a Bogotá.
“Cristo es el que le habla al oído al Presidente por la región, y que Santos hubiera salido a decir que acá estábamos felices por el cierre de la frontera deja mucho que desear. En el No también le cobraron a Cristo”, le contó a La Silla uno de los liberales de Norte de Santander.
Además el Ministro tiene a su propio partido fracturado en donde debería ser el mandamás. En los últimos dos años el representante a la Cámara liberal, Alejandro Carlos Chacón, empezó a pelearle el manejo de los liberales y ahora hay dos vertientes en los rojos locales. Es decir, ni con sus aliados naturales en lo local Cristo tiene poder de decisión absoluto, y eso con la arrasada del No, pone en entredicho aún más su poder regional.
Con todo esto, la victoria del No terminó desinflando a Cristo, que pasó de ser el presidenciable que se quería foguear al menos en la consulta liberal, a un político local que ha escalado por su sagacidad que se sabe mover más con relaciones que con votos.