Duque vs. Duque

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En un desayuno con corresponsales extranjeros ayer, el presidente se miró en su propio espejo. Uno mucho más amable que el que reflejan las encuestas y varios episodios.

Ayer en un desayuno con corresponsales extranjeros, el presidente Iván Duque compartió con ellos cómo ve su gestión. 

El periodista de la BBC Daniel Pardo transcribió en Twitter las principales conclusiones del evento que inicialmente era off-the-record pero que el mandatario luego quiso hacer público. 

La Silla verificó con otro corresponsal que estuvo presente si las frases transcritas por Pardo eran correctas, y salvo la mención a los proyectos productivos en el punto de paz (que en realidad se refería a los Proyectos de Desarrollo Territorial (Pdets) las demás son fieles a la conversación. 

Como es una ventana privilegiada a como el Presidente se ve a sí mismo, La Silla Vacía las transcribe aquí y ofrece la mirada alternativa que sobre los mismos puntos reflejan encuestas, hechos y episodios. El auto-diagnóstico del presidente Duque plantea el debate sobre si el país que reflejan las encuestas es excesivamente pesimista o si el Presidente está desconectado de quienes gobierna.

1. Considera que su política frente a Venezuela es exitosa

Otra perspectiva: Como contó La Silla Vacía hace un mes, desde que Iván Duque se posesionó, su política frente a Venezuela ha sido liderar un movimiento para que la comunidad internacional rompa relaciones con la Venezuela de Nicolás Maduro y, a la vez, apoyar la oposición que busca cambiar el régimen.

Aprovechando una crisis de legitimidad sin precedentes en Venezuela, donde por primera vez en 20 años de chavismo, una institución democrática, la Asamblea Nacional, decretó que Maduro estaba desacatando la Constitución y que por eso su presidente, Juan Guaidó, debía asumir los poderes presidenciales, Duque impulsó las sanciones en el Grupo de Lima; armó el concierto en la frontera y el envío de ayuda humanitaria; y logró que la atención en los dos países, e incluso más allá, se centrara en la situación y en las deserciones de militares venezolanos.

La estrategia fracasó, como dijo la actual Canciller en la grabación de su conversación con el embajador Pacho Santos, y no solo porque Maduro sigue mandando y está más atornillado en el poder que hace un año, sino porque todos los componentes de la política de Duque frente a Venezuela se han debilitado.

El Grupo de Lima tiene menos países, y no todos siguen tan cerca de Guaidó; menos sectores de la oposición venezolana sienten que el presidente interino los representa; la Casa Blanca comienza a considerar opciones de transición menos duras frente a Maduro como lo expresa este comunicado del Secretario de Estado Michael Pompeo.

Al mismo tiempo, la política del cerco diplomático ha tenido consecuencias negativas en Colombia: ha hecho más difícil una eventual negociación de paz con el ELN, frente a la cual hay ruido de que este gobierno estaría explorando; alentó el surgimiento de la disidencia de Iván Márquez, que algunos expertos consideran que es la respuesta de Maduro a la arremetida de Duque; ha hecho más difícil darle un manejo político a la migración masiva de venezolanos, que representa un desafío gigante de política pública para Colombia; y cuarto, no hay forma de lidiar con el problema de seguridad en la frontera con Arauca, como lo demostró el reciente informe de Human Rights Watch, o el de contrabando en la Guajira y Norte de Santander que tiende a empeorar.

2. Considera que tiene amplia gobernabilidad

El Presidente valora su gobernabilidad en términos de las leyes que ha podido pasar en el Congreso. Sin embargo, en el primer año no sacó dos de sus principales banderas: la reforma a la justicia y a la política.

La primera la engavetó la Cámara porque el gobierno no tenía las mayorías; la segunda se cayó (el gobierno decidió no seguir insistiendo) porque el Congreso le ganó el pulso a Duque quitándole su corazón que era la lista cerrada.

Además, el Presidente prometió sacar siete proyectos anticorrupción en sus primeros seis meses para responder a los 11 millones de votos de la consulta anticorrupción, pero tardó año y medio para sacar cuatro normas y el resto se le hundieron, en parte por errores de la exministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez.

Pero su mayor fracaso vino cuando perdió el pulso por objetar la JEP, y cuando el Senado le tumbó a su exministro de Defensa, Guillermo Botero.

Aunque Duque sacó adelante temas gruesos como dos reformas tributarias, el Plan de Desarrollo, La Ley TIC, y la reforma a las regalías, su limitada capacidad para sacar adelante las reformas que se le cayeron el año pasado, más la pensional y laboral, hizo que sus propios ministros y congresistas de su coalición le pidieran ampliarla con un remezón de gabinete que le diera representatividad a más partidos. Como en efecto hizo.

3. Ve los movimientos de ministros como "normales".

El presidente Duque ahora dice esto pero al inicio de su mandato dijo que sus ministros iban a durar los cuatro años. Sin embargo, desde junio del año pasado ha cambiado siete de los 18 ministros.

La primera en renunciar fue Gloria María Borrero, tras el hundimiento de la reforma a la Justicia.

Tres meses después, lo hizo el ministro de Defensa, Guillermo Botero, luego del debate de moción de censura en el Senado donde quedó claro que ordenó un bombardeo a un campamento de disidencias en Caquetá sin tener confirmado que había menores de edad.

Por eso le tocó mover a su canciller, Carlos Holmes Trujillo a Defensa, y nombrar a la exembajadora Claudia Blum, quien llevaba diez años lejos de la política.

En diciembre, renunció su ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, quien alegó razones personales (aunque tuvo tensiones con el superintendente de Salud, Fabio Aristizábal).

Entre enero y febrero hizo su remezón: para Salud tanteó a políticos tradicionales como Dilian Francisca Toro, pero al final el puesto quedó para el médico Fernando Ruíz, de Cambio Radical.

Movió a su ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, a la consejería de derechos humanos (no se ha posesionado) y en su reemplazo puso a Alicia Arango, quien estaba en Trabajo, para reconstruir su coalición en el Congreso.

En Trabajo nombró a su amigo y exsenador de La U, Ángel Custodio Cabrera. Sacó a su ministro de Agricultura, Andrés Valencia, y nombró a Rodolfo Zea, un técnico que fue ‘nominado’ al cargo de una lista de casi 40 nombres que le propusieron los congresistas godos para recuperar una cartera que por años consideraron como propia.

En todo caso, los cambios no garantizan que el Congreso le camine, en parte porque partidos como La U y Cambio están rotos por dentro y porque para esta legislatura, a su ministra Arango le tocará balancear la agenda de derecha del uribismo con una más de centro de su coalición ampliada. Pero, sobre todo, porque los partidos esperan que los cambios de ministros sean el comienzo de una repartición burocrática a todos los niveles y el Presidente ha dicho que no dará 'mermelada'.

4. Duque siente que está consolidando la paz

La visión del Presidente contrasta con la visión de defensores del Acuerdo como el mismo jefe del partido Farc, Rodrigo Londoño, que ayer dijo que la política de ‘Paz con Legalidad’ que encabeza el alto consejero para la estabilización, Emilio Archila, “no tiene nada que ver con el Acuerdo de La Habana”.

Y en Defendamos la Paz, una plataforma en la que hay personas que participaron en el Acuerdo de Paz como los exministros Juan Fernando Cristo y Rodrigo Rivera, y el exjefe negociador del gobierno, Humberto de La Calle, son muy críticos de la implementación por parte del Presidente. Le critican las empantanadas curules para las víctimas en el Congreso o las objeciones presidenciales a la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.

Sobre los atrasos en la implementación también hay voces clave en la oposición del Congreso, como la representante verde Juanita Goebertus, quien asesoró el punto de justicia en La Habana y que le hace un seguimiento minucioso al aterrizaje del Acuerdo. Ella ha mostrado que hay retrasos en puntos como el Plan Nacional de Salud Rural o  la visión integral de lucha contra las drogas que está en el Acuerdo. 

En La Silla también hemos mostrado que Duque ha avanzado en puntos que no le cuestan políticamente con el uribismo, como los proyectos productivos para la base guerrillera o los programas de desarrollo con enfoque territorial, pdets. 

Pero no ha avanzado en lo que más capital político puede darle a la Farc y en lo que más profundizaría la democracia, que era lo más revolucionario del Acuerdo, como sacar adelante una reforma política que cambie las reglas de juego para abrir el sistema, darles el alivio penal a su base cocalera, o que los campesinos participen en el catastro.

Cuando se ha movido en los puntos más transformadores, lo hace cuidando los intereses del uribismo, como al definir cómo será el catastro rural desvinculando del impuesto predial que golpearía a la base de terratenientes rurales del Centro Democrático.

5. Duque considera que le está dando respuesta a las protestas sociales

Las 130 propuestas es un número que sacó el Gobierno después de que el Comité Nacional del Paro le presentó 104 peticiones en diciembre derivadas del pliego de 13 peticiones que piden negociar. El Gobierno de Duque sacó esa lista porque consideró que había unas que contenían otras más.

Aunque el Presidente dice que ya está ejecutando la mitad, los dos comités nacionales del paro que ya existen no aceptan que Duque diga que ya hay asuntos “en ejecución” o “negociándose” cuando ninguno de los miembros del Comité se ha sentado a negociar con él porque Duque no acepta que la mesa se llame “de negociación”, y eso es lo que de entrada piden las cabezas del Paro.

Y, además, ni los comités nacionales del Paro ni las asambleas locales que se han armado para mantener viva la movilización (y a las que La Silla asistió para conocer su funcionamiento como contamos en esta historia) aceptan el espacio que creó Duque para discutir las peticiones de la calle, al que llamó “conversación nacional”, pues consideran que es una estrategia para fragmentar al movimiento social y para desviar la atención de lo que les interesa, que es el pliego de 13 puntos.

Por eso, para el Paro, aún no hay nada resuelto, e incluso sienten que Duque ha pasado por encima de las movilizaciones con la aprobación de su reforma tributaria en diciembre, en medio de las marchas.

El verdadero balance del manejo del paro se sentirá el 25 de marzo, para cuando está programada una nueva jornada de movilización nacional que iguale o supere a la histórica del 21 de noviembre. Mientras tanto, habrá movilizaciones más pequeñas, pero que pretenden mantener caliente la calle.

6. Duque se declara en contra de la ponencia del aborto

Desde que era candidato, Iván Duque se presentó al país como un hombre conservador; su posición respecto a la posibilidad de despenalizar el aborto en todos los casos durante las primeras 16 semanas que estudia actualmente la Corte Constitucional es coherente con esa posición.

Sin embargo, su interpretación de que la Constitución es “provida”, en el sentido de oponerse a la despenalización, contrasta con la sentencia de la Corte Constitucional en 2006 en la que explicó que el derecho a la vida se manifiesta de varias maneras y que los fetos no tienen un derecho a la vida. Lo que hay es un interés del Estado en proteger la vida. Por eso, por ejemplo, se castiga el aborto forzado.

La visión del Presidente es, en todo caso, contraria a la de la Comisión Asesora de Política Criminal integrada durante el gobierno de Santos con importantes juristas.

Esta Comisión dijo que la penalización severa “no evita los abortos y en cambio genera prácticas clandestinas de aborto que afectan la salud de las mujeres, es especial de aquellas más pobres, que son las que sufren más embarazos no deseados y tienen que abortar en las peores condiciones de salubridad”.

La posición del Presidente se ha expresado en el pedido que hizo la Ministra de Justicia a la Corte de mantener la penalización del aborto salvo en las tres excepciones, y también en que menos de 24 horas después de posesionarse, el nuevo Fiscal General y ex subalterno del Presidente Duque reversara la posición de la entidad frente al tema pese a que un estudio de la Fiscalía refleja lo discriminatoria e ineficaz que es esta penalización, como lo mostró La Silla en esta historia.

7. Duque está satisfecho con la economía

En 2019, el Producto Interno Bruto de Colombia creció 3,3 por ciento, lo que pone al país en ventaja en un continente donde en promedio se creció menos del 1 por ciento, ese mismo año.

Es una ventaja porque desde afuera Colombia se ve como uno de los países más atractivos para invertir en América Latina, así que el dato de crecimiento más una reforma tributaria que bajó los impuestos de renta y de compra de maquinaria a las empresas, entre otros, puede ayudar a que compañías extranjeras inviertan en el país.

Sin embargo, los datos de crecimiento económico contrastan con los bajos indicadores de la confianza del consumidor y la percepción ciudadana sobre el comportamiento de la economía. La Gallup Poll muestra que 78 por ciento de los encuestados piensan que la economía va mal y el 89 por ciento opina que el desempleo va mal, y el nivel de satisfacción de los ciudadanos frente a su calidad de vida es el peor en la historia de la encuesta.

Hay varias explicaciones para esta aparente contradicción entre una economía que crece y unos consumidores decepcionados. Por un lado, el aumento del desempleo, que desde que llegó Duque al poder se ha mantenido por encima del 10 por ciento, impacta la percepción sobre la economía.

Aunque expertos en el tema, como el presidente del Banco de la República, Juan José Echavarría, han contado sus sospechas de que la polarización política también podría estar impactando en la percepción.

8. Duque se ve como un hombre de centro

El Presidente siempre se ha presentado como un hombre de centro, y esto le ayudó a ampliar su electorado para ganar la Presidencia en 2018.  En relación con otros miembros de su partido, el Centro Democrático, que proponen “hacer trizas el Acuerdo de Paz” como el exministro uribista Fernando Londoño, la posición de Duque es más moderada a pesar de que vía las objeciones a la JEP intentó infructuosamente de hacerle modificaciones al Acuerdo.

En su trato y expresiones públicas, Duque también es más moderado que muchos de sus copartidarios.

Pero en casi todos los demás aspectos, el Presidente ha demostrado ser un hombre de derecha: además de no implementar los puntos más transformadores del Acuerdo de Paz  y de eliminar del discurso oficial las referencias a ese Acuerdo, Duque firmó un decreto contra la dosis mínima que les permite a los alcaldes ordenarle a la policía que decomise cualquier dosis de droga; no apoya la despenalización del aborto; promovió la idea de una reglamentación restrictiva de la protesta social que no cuajó y apoyó el toque de queda en todo Bogotá ante el vandalismo que se dio el 21N; promueve la fumigación de cultivos ilícitos; impulsa políticas económicas y tributarias favorables a las empresas con la idea de que el sector privado jalone el crecimiento, algunas de ellas a consta de recortar conquistas sociales como la consulta previa, entre otras medidas propias de la derecha.

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