La tributaria agrieta el matrimonio Duque-Uribe

La tributaria agrieta el matrimonio Duque-Uribe

La “súplica angustiosa” de ayer por twitter y en medios de Álvaro Uribe al gobierno para que en la tributaria “acuerden un texto simple” y hagan “un viraje para atender la democracia” es la muestra más visible de que la relación del expresidente y su ahijado político, Iván Duque, atraviesa por su momento más difícil.

Como hemos reportado en La Silla, Uribe no está metido en asuntos del día a día de Palacio, pero sí se mete en aquellos que considera clave. La tributaria es uno de ellos porque golpea directamente el bolsillo de potenciales votantes en 2022.

Aunque Uribe usualmente tramita sus molestias directamente con Duque y con su jefe de gabinete, María Paula Correa, con la tributaria los canales, al parecer, no funcionaron. “Que trine de esa forma es porque está desesperado”, nos dijo un congresista del Centro Democrático y en forma similar nos respondieron otros cinco compañeros de partido, tanto del ala moderada duquista como opositores al actual mandatario.

Mientras que por el lado del Gobierno, según pudo corroborar La Silla con tres fuentes (un empresario amigo del Presidente, un congresista con entrada a Palacio y un alto funcionario del Gobierno), Duque está “dolido” por el trato de su partido y su padrino.

Este distanciamiento, ahora público, vuelve a mostrar que el manejo político que le dio Palacio a la tributaria no sirvió ni siquiera para tener de su lado al autodenominado partido de Gobierno.

No obstante, ninguna de las 10 fuentes consultadas para esta historia prevé que este matrimonio termine en divorcio. Más bien, que se refuerza la estrategia –que ya había mostrado desde finales de 2020– para que el destino del uribismo en 2022 no dependa de Duque.

Un matrimonio en crisis

Aunque solo hasta esta semana Uribe mostró sus molestias públicamente, según corroboró La Silla, éstas vienen ocurriendo casi desde el mismo momento en que el Gobierno ambientó la reforma con ese partido.

El equipo económico del Gobierno, encabezado por el ministro Alberto Carrasquilla (quien fue ministro de Uribe de 2003 a 2005) y el viceministro Juan Alberto Londoño, sostuvieron tres reuniones con el partido y con Uribe.

Posteriormente, otras dos con unos “compromisarios” que escogió el Expresidente: los representantes Edwin Ballesteros, Yennifer Arias y Juan Pablo Celis; y los senadores Gabriel Velasco y Fernando Nicolás Araújo.

(Paralelamente, el ministro del Interior, Daniel Palacios, quien desde hace 20 años conoce a Uribe invitó a una reunión a la bancada completa hace dos semanas, pero la canceló a última hora porque los congresistas estaban en plenaria).

Según nos dijeron los seis congresistas uribistas consultados, desde esos encuentros ya había una “distancia con el Gobierno”. “Nos mostraron algunos puntos de la tributaria pero no los puntos polémicos”, nos dijo un miembro de las comisiones económicas, en referencia a, por ejemplo, los impuestos para servicios públicos de estratos 4, 5 y 6, que Uribe posteriormente rechazó.

“Me cansé de preguntar a los ministros con los que me reuní ‘oiga de este tema de la reforma, ¿van a ponerle IVA a la canasta? ¿qué van a radicar?’. Y la respuesta siempre fue: ‘nada está definido, no podemos adelantar cosas sin texto, evitemos la especulación’”, nos dijo el senador uribista Carlos Meisel.

Paralelamente, Uribe y sus hijos Tomás y Jerónimo mantuvieron un canal abierto con el Presidente.

Según supo La Silla Vacía por tres fuentes enteradas (dos miembros del Centro Democrático y un político de la coalición que lo supo de primera mano), Duque y Uribe han hablado telefónicamente al menos –según pudieron saber– tres veces en lo que va del mes.

“Hubo diálogo hasta hace poco. Uribe le dijo que tenía que tener cuidado con la reforma”, nos dijo un fundador del Centro Democrático que habla casi a diario con el expresidente y pidió no ser mencionado porque no es vocero de Uribe.

Y según nos dijo una de las fuentes que lo sabe de primera mano, Duque también se movió llamando a empresarios cercanos a Uribe para “enviar el mensaje” de que la reforma era conveniente y que el partido “debía apoyarla”.

A lo que se sumó la reunión que filtró el mismo uribismo, en la que los hijos del expresidente hablaron con Duque, luego de que se conoció la impopular propuesta de gravar productos de la canasta familiar con el IVA.

Ya sea por ese encuentro, por ‘inflar’ a Tomás o por el tremendo rechazo público que generó, Duque finalmente echó para atrás públicamente esa propuesta, contrariando a lo que días antes había anunciado su propio viceministro Londoño.

Todas esas movidas no lograron el efecto deseado de las partes: Duque presentó una reforma ambiciosa de 23.5 billones de pesos de recaudo (y no una de 12 billones como quería el uribismo) y no consiguió el respaldo que necesitaba del Centro Democrático.

Dentro del partido, según nos dijeron cuatro miembros del Centro Democrático, cayó muy mal que Duque evitara responder a las críticas del uribismo en la entrevista que dio a Semana.

Cuando Vicky Dávila le preguntó por los trinos de Uribe sobre la afectación de la tributaria a la economía naranja (tema del corazón de Duque), el Presidente dijo: “no sé, Vicky, no los leo todos (los trinos)”. Y no dejó que la periodista le leyera los trinos de su jefe político.

La sensación fue que Duque ignoró a Uribe. “Eso rebosó la copa, porque Duque sí le respondió ahí (en Semana) a Vargas y Gaviria”, nos dijo uno de esos congresistas.

Ese mismo día, Uribe anunció un “texto sustitutivo” a la reforma radicada. Aunque coincide en varios puntos con la propuesta del Gobierno, sobre todo las de gasto como mantener los subsidios, busca otras fuentes de financiación, como pedir “5 billones de pesos de anticipo” al Banco de la República.

Ese texto sustitutivo se ha convertido en la base alrededor del cual el Centro Democrático, La U y el Partido Conservador buscan consensos para salvar esta tributaria, que no es la tributaria que el Gobierno inicialmente quería.

Y esta semana, Uribe ya hizo pública su molestia.

Entre lunes y miércoles, ha dado entrevistas en Caracol Radio, El Tiempo, Semana, La Fm, Blu Radio, La W y Red +. En todas ha insistido en la necesidad de un “consenso con el Gobierno” en que el Ministerio de Hacienda “revise los puntos” que propone y que “no podemos apoyar el proyecto (tal y como está)”.

“El Gobierno tiene razón pero hay que buscar otras alternativas”, dijo al canal Red +.

En twitter fue más visceral ayer.

Uno de los temores que Uribe ha expresado en público y privado con la bancada es que la tributaria aumente lo que llama “la rabia social”.

“Yo estoy angustiado pensando en esta democracia con 40 por ciento de pobreza. Eso es destructor de la democracia”, dijo ayer en el programa de su exministro Fernando Londoño.

En otras palabras, que el proyecto termine allanando el camino para que el senador Gustavo Petro sea el sucesor de Duque el próximo año.

“Desde el principio (Uribe) ha tenido una preocupación y ha sido muy vocal en esto. Sabe que hay un estallido social inminente, que hay hambre y desigualdad. Siempre ha sido muy claro con nosotros en esto”, nos dijo el representante del Centro Democrático Gabriel Santos. “El Gobierno no contribuyó en nada para que esa rabia social parara, precisamente por la falta de consenso de la tributaria”, agregó el senador Meisel.

En Palacio, según pudimos corroborar con fuentes del Gobierno, los mensajes de Uribe le molestaron a Duque.

Puntualmente, nos dijo un amigo del Presidente que habla constantemente con Duque, lo que le molestó al Presidente es que Uribe haya dicho a Blu Radio el lunes que “la reforma tributaria le hace un daño al Centro Democrático”.

“Duque dice que Uribe sabe que es estar en esa silla (la presidencial). Siente que está dedicado a la pandemia, defendiéndose solo y que el partido le da palo”, nos dijo uno de los consultados.

Otra fuente más, miembro del gabinete del Presidente, nos dijo que la sensación al interior del Gobierno es que el Centro Democrático está pensando ya en 2022 y los dejó solos.

“Todos quieren tener rédito político con la reforma. Hasta el Centro Democrático quiere tumbarla”, nos dijo esa fuente. “No vamos a ceder en retirar la reforma. Retirarla es un pulso político”.

Y en el Gobierno consideran que ya están cediendo suficiente.

Cuando Uribe ayer le “suplicaba” al Ministerio de Hacienda hacer cambios y los manifestantes inundaban las calles de todo el país, el viceministro Juan Alberto Londoño ya anunciaba cambios a la reforma original.

Dijo que podrían quitar el IVA a los servicios públicos en los estratos 4, 5 y 6; el impuesto a los servicios funerarios; y que buscarían alternativas para no subir la canasta familiar.

El sector más ‘duquista’ del partido —como los senadores Ernesto Macías, Ruby Chagui, Ciro Ramírez y los representantes Yennifer Arias o Juan Pablo Celis— han mantenido su defensa a Duque.

“Que el Gobierno no haya acogido todo lo que propusimos es normal”, nos dijo el senador Macías. “De lo contrario, el Gobierno le hubiera dicho a los partidos ‘hágame el proyecto’”.

Mientras que el representante Celis, ponente de la tributaria, nos dijo que hay puntos de encuentro con el Gobierno: “el partido trabaja en posibles fuentes sin que se afecte a la clase media y esos puntos son los que queremos coordinar”.

Además, como contó La Silla ayer, el MinHacienda ya comenzó a revisar las propuestas del uribismo y de opositores como el Verde, para buscar más consensos.

Que eso sirva para que haya una pronta alineación entre Duque y Uribe no está claro aún. Lo claro para todas las fuentes es que ese matrimonio no terminará en divorcio.

Unión por conveniencia

Más allá de toda la crisis matrimonial de las últimas semanas, la unión Duque-Uribe-Centro Democrático no se va a romper.

Por un lado, porque si bien Duque no le “copia” en todo a Uribe, sí ha defendido la agenda del uribismo y agita su retórica contra la participación política de los exFarc en el Congreso y contra la JEP.

Además, porque a diferencia de Juan Manuel Santos, le ha mostrado lealtad a su jefe político. Prueba de eso es que, como revelamos, Duque le dedicó tiempo en privado de su agenda al caso Uribe cuando estuvo preso. Y usó los medios públicos para mandar un mensaje contra la Corte Suprema por su detención.

“Las peleas con Uribe son políticas pero nunca personales”, nos dijo un amigo del Presidente.

Pero más allá de eso, porque la única razón por la que Duque es Presidente es porque  Uribe lo llevó en sus hombros para retomar el poder en la Casa de Nariño y si el presidente pierde más gobernabilidad arrastrará consigo al Centro Democrático por la identificación que hay entre los dos y le entregarán el gobierno en bandeja a la oposición.

“Nadie va a quitar del imaginario del país que Duque es un instrumento de Uribe”, nos dijo el analista Carlos Suárez. “En la medida en que Uribe no se aparte de Duque, se va a quedar con ese sambenito. Y lo que queda en la retina es este gobierno, no el de Uribe, que ya pasó hace 11 años”.

“No se van a ir”, nos dijo un alto funcionario de Duque. “En el fondo todo esto es político. Dirán que el Centro Democrático ayudó a salvar a la clase media y eso les ayuda en 2022”.

“Yo no quiero echarle más sal a la herida. Ya estamos trabajando con el equipo político de MinHacienda”, zanjó Uribe ayer en una de sus entrevistas.

Dentro de los ‘purasangre’ del uribismo consideran que el Gobierno Duque “ya es un lastre que tenemos”, como nos dijo un fundador del partido. “Los votos están en las bases del uribismo y eso es a lo que apuntaremos”.

Por eso, aunque seguirán respaldando a Duque, mantendrán también las críticas a su reforma tributaria hasta que puedan capitalizar los cambios que le haga Carrasquilla como puntos a su favor para el 2022.

De todos modos, que no haya divorcio no quiere decir que exista pronto una luna de miel. “Lamentablemente las heridas que se han abierto alrededor de este proyecto entre el partido y el Gobierno serán difíciles de sanar”, nos dijo el senador Macías.

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