Los empresarios se meten en las elecciones

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En estas elecciones para alcaldes y gobernadores la élite empresarial ha decidido meterse de lleno en la contienda. Lo está haciendo en cada región de una manera diferente: unas veces con un candidato propio, otras apoyando a quienes se enfrenten al candidato que no quieren, otras vetando candidatos.

En estas elecciones para alcaldes y gobernadores la élite empresarial ha decidido meterse de lleno en la contienda. Lo está haciendo en cada región de una manera diferente: unas veces con un candidato propio, otras apoyando a quienes se enfrenten al candidato que no quieren, otras vetando candidatos.

El caso de Antioquia es el más sonado: la negativa final de Álvaro Uribe y el Centro Democrático de darle el aval a Liliana Rendón como candidata a la Gobernación se debió, por lo menos en parte, al rechazo que entre los empresarios generaba esa candidatura.

 

Según una versión que ha sonado con fuerza en Medellín, y que en su momento le confirmaron a la Silla tres altos miembros de ese partido en el departamento, una delegación de ‘cacaos’ vinculados al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) y encabezada por el dueño de Alkosto Manuel Santiago Mejía (quien no pertenece al GEA pero es muy cercano a varias de sus cabezas) le dijo a Uribe que si su candidata era Rendón, no apoyarían a los demás candidatos del Centro Democrático en el departamento. Incluido Juan Carlos Vélez, su candidato para la Alcaldía de Medellín.

Con esa presión al poderoso ex presidente, el GEA se metió de lleno en la campaña.

Y al final, por ese motivo o por otros, Uribe tomó la decisión que le había pedido el GEA.

Aunque eso no quiere decir que estos cacaos financiarán únicamente a los candidatos uribistas, tener el veto del GEA es muy costoso políticamente.

Este grupo económico (integrado por empresas como Argos, Bancolombia, Sura y Nutresa) produce alrededor del 7 por ciento del PIB del país y es un generoso financiador de campañas.

El GEA no tiene una cabeza única y entre su cúpula hay dos corrientes fuertes. Una cercana al fajardismo (que antes lideraba Nicanor Restrepo y ahora tiene herederos en empresarios como Ricardo Sierra Moreno, presidente de Distrihogar y miembro de varias juntas directivas del grupo); y otra al uribismo (que incluye al presidente de Sura, David Bojanini).

Por eso, en la carrera a la Gobernación van a financiar al fajardista Federico Restrepo y al uribista Andrés Guerra Hoyos.

Pero su verdadera incidencia está es en su rechazo abierto a Luis Pérez Gutiérrez, el candidato que lidera las encuestas y que está agrupando a la mayoría de la clase política antioqueña.

La animadversión  del GEA contra Pérez es tan grande que a principios de año algunos de sus directivos le pidieron al presidente Juan Manuel Santos que no apoyara al ex alcalde de Medellín en su campaña, una solicitud difícil dado que Pérez fue el gerente de las campañas de Santos en 2010 y el año pasado.

La pelea con Pérez es vieja y su origen tiene dos versiones, según la orilla del que la interpreta: algunos dicen que obedece a que cuando Luis Pérez fue alcalde decidió que el municipio tuviera cuentas no solo con Bancolombia sino también con Banco de Occidente (de Luis Carlos Sarmiento Angulo) o porque decidió buscar aseguradoras diferentes a Suramericana; otros, que porque los empresarios rechazan su manera de hacer política, que señalan de estar hecha a punta de promesas y alianzas clientelistas, en el mejor de los casos.

A pesar de su presión, los cacaos no lograron bajar a Pérez del bus ni evitar que dos de los tres partidos de la Unidad Nacional (el Liberal y Cambio Radical) terminaran dándole el aval.

Pero la campaña es larga y no han perdido la partida. Lo más probable es que si entre Restrepo y Guerra se abre una brecha grande, el GEA termine financiando al que le pueda pelear la gobernación a Pérez.

Y así terminarían apoyando a un solo candidato a la Gobernación para tratar de evitar que gane otro.

Los empresarios que se la juegan unidos

En Bogotá posiblemente ocurra algo similar frente a Clara López, aunque los intentos de unidad empresarial para las elecciones fracasaron.

Aunque con la creación de Probogotá el año pasado, el empresariado bogotano empezó a organizarse para incidir de forma unificada en las políticas de la ciudad, la idea de hacer donaciones a las campañas de forma conjunta y a través de esa fundación no prosperó. Por eso, mantuvieron el esquema tradicional: cada uno definiendo por su lado.

En general, la tendencia de los grandes empresarios es a acercarse al liberal Rafael Pardo y al ex alcalde Enrique Peñalosa, mantener buenas relaciones con el uribista Pacho Santos pero no jugársela por él porque lo ven quedado, y a mantener distancia frente a la polista López.

“Los grandes empresarios siguen donándole a todos -menos a Clara- en cifras no exhorbitantes”, dice un directivo. Y es que López, para muchos grandes empresarios, representa ideas de izqueirda, la continuidad de unas administraciones que califican con malas notas e incluso el fantasma del 'cartel de la contratación'.

“Muchos empresarios están dispuestos a hacer muchas cosas con tal de evitar que quede Clara”, le contó a La Silla un directivo de una campaña a la Alcaldía. Y es que muchos empresarios, aunque con cautela para no quemar los puentes en caso de que ella gane, han buscado a otros candidatos para buscar cómo impedir la llegada de ella. Incluso, algunos han tratado de presionar a Pardo y a Peñalosa para que se unan con el incentivo de que así recibirían mucha más financiación, según un directivo de una de esas campañas, bajo la lógica de que si lo hacen el que quede gana las elecciones.

Como la finalidad es apoyar al candidato que le gane a López, la financiación ha ido cambiando con el tiempo.

“El tema financiero depende casi directamente de las encuestas”, dice un directivo de una campaña. Y eso se notaría en que inicialmente a donde Peñalosa llegaban poco, pero tras las encuestas que muestran un triple empate entre él, Pardo y López, empezaron a llamarlo.  También ayudó el apoyo del Vicepresidente Vargas Lleras, que este año ejecutará 19 billones de pesos.

En esa carrera, Peñalosa arranca con poco apoyo de los comerciantes (su discurso contra el carro, por ejemplo, o los recuerdos de haberle dado más importancia a las grandes obras que a las ventas de los comerciantes siguen vivos), pero con gran cercanía con los constructores.

Pardo, por su parte, tiene la ventaja de que como Ministro de Trabajo hablaba frecuentemente con los directores de gremios, además de su talante conciliador.

Pero, en últimas, lo que va a definir ese pulso es quién pinta más fuerte frente a López.

En contraste con esa lógica de convergencia para frenar a un candidato, en Cali los empresarios tienen un candidato consentido: Maurice Armitage.

Armitage viene del corazón del empresariado vallecaucano, que hace una década volvió a preocuparse por incidir en los asuntos públicos: en 2005 refundaron la Unidad de Acción Vallecaucana para hacer frente común y en 2011 lograron impulsar a Rodrigo Guerrero a la alcaldía de Cali. Eso después de casi 30 años de haber perdido el poder frente a políticos vinculados al narcotráfico, líderes de izquierda o políticos de carrera, todos distantes de ellos.

A diferencia de Guerrero, Armitage no ha hecho política en el pasado ni pertenece a ningún partido. De hecho, va por firmas. Y es tan del empresariado que su hija Christine (uno de los tres miembros del comité promotor de su recolección de firmas) está en el consejo directivo de la UAV y el anterior director de la entidad, Nicolás Orejuela, está en su campaña tras haber sido candidato a la alcaldía con Cambio Radical.

La gran apuesta de esos cacaos es mantener la Alcaldía, por lo que frente a la Gobernación se están moviendo menos.

Eso se nota en que mientras ni tienen candidato a este segundo cargo ni se han opuesto a la muy fuerte campaña de Dilian Francisca Toro, sí se han movido fuertemente para evitar que el gobierno apoye la candidatura del ex vicepresidente Angelino Garzón.

Desde un principio la candidatura de Armitage apareció como una respuesta a la de Garzón: Armitage es un empresario exitoso, dueño de una siderúrgica (Sidoc) que reparte utilidades entre sus trabajadores, que ha perdonado y se ha reconciliado con quienes lo han secuestrado (un crimen que ha sufrido dos veces), que fue una de las 60 víctimas que viajaron a La Habana para hablar con las Farc y el Gobierno y que, sobre todo, garantiza la continuidad de lo hecho por el alcalde Guerrero.

Como contó La Silla, en mayo los empresarios vallecaucanos incluso le mostraron los dientes a Santos, después de que La U avaló a Angelino y así le dio luz verde a su candidatura (que dependía de ese aval): le enviaron una carta recordándole que habían apoyado su reelección, con el mensaje soterrado de que podía perder su respaldo si impulsaba a Garzón.

Es decir, se metieron de lleno en la campaña, y todos juntos.

Otro caso en el que hay una unidad grande es en Pereira, donde los empresarios más tradicionales, como los Ángel, los Duport o los Chufi, están con el ex rector de la Universidad Tecnológica, Luis Enrique Arango, un candidato que arrancó recogiendo firmas y terminó con el aval uribista. Él tiene los apoyos y la financiación, por ejemplo, de los constructores Lucas Ossa (de Gerenciar) y Juan Alejandro Ángel.

En esa elección Arango es el candidato cívico, que desde fines del año pasado obtuvo el apoyo de otro empresario que fue gerente de las campañas de Antanas Mockus en Risaralda, Roberto Gálvez, pero no tiene caciques que lo respalden. En cambio, sus dos rivales sí tienen ese sustento político (Israel Londoño del senador de La U Carlos Enrique Soto; Juan Pablo Gallo de César Gaviria). Y ése es parte del atractivo de Arango para los empresarios.

...pero en otros lugares andan rotos

En Santander, a través de la promotora de inversiones Promisión (donde están el dueño de Vanguardia Liberal Alejandro Galvis, Rafael Ardila, el constructor Rafael Marín, Francisco Serrano, Juan Camilo Montoya y Adolfo Botero, entre otros) buena parte del establecimiento empresarial intentó ponerse de acuerdo con los políticos de la Unidad Nacional para definir candidato a la alcaldía y a la Gobernación.

Pero con la polémica decisión de los liberales de avalar a Didier Tavera a la Gobernación y a Carlos Ibáñez a la alcaldía de Bucaramanga, esa iniciativa fracasó y los empresarios quedaron sin candidatos - todo un contraste frente a 2011, cuando tenían en Martha Pinto de de Hart una candidata propia a la alcaldía.

Para la Gobernación algunos igual se están moviendo. Por ejemplo, Virgilio Galvis apoya a Holger Díaz, el candidato que apoya el grupo del gobernador Richard Aguilar con el aval de La U,  y Víctor Castillo a Carlos Fernando Sánchez, el candidato del ex gobernador y parapolítico Hugo Aguilar.

Lograron mantener la unidad solo en un municipio más pequeño, aunque importante.

Eso ocurre con el apoyo al conservador Édgar Higinio Villabona a la alcaldía de Floridablanca, hasta el punto de que hicieron una campaña para que las personas que viven en Florida (un municipio adyacente a Bucaramanga y donde cada vez hay más barrios de clases medias y altas) pero votan en la capital, se inscribieran para votar en el municipio en el que viven. Villabona está sobre todo apoyado por Rafael Marín, cabeza del grupo constructor Marval y conservador de larga data.

Pero donde la ruptura es políticamente más significativa es en Caldas, pues durante los últimos veinte años los empresarios incidieron en política con un frente unido que puso varios alcaldes de Manizales como el ex ministro Germán Cardona.

Ahora andan están rotos, apoyando a la uribista Adriana Gutiérrez y al santista Luis Roberto Rivas.

Tanto Gutiérrez como Rivas vienen de ese frente empresarial que, aliado con el grupo conservador de Luis Emilio Sierra y lo que hoy en día es La U caldense, se opuso a la rosca yepobarquista y les quitó la alcaldía de Manizales.

Por esos orígenes similares de dos de los candidatos, la clase empresarial no está decidida. Con excepciones como el ex director de la Corporación Taurina William Ruiz con Rivas, o el presidente de la Lonja de Manizales, Guillermo Hurtado, con Gutiérrez, los demás no han definido con quién se van. Incluso, según una fuente de ese sector empresarial, hablan poco de a quién apoyan.

Lo que sí está claro es que si los empresarios se sentirían tranquilos con cualquiera de los dos, se oponen al liberal José Octavio Cardona. Por eso, es bien probable que si Rivas (quien quedó de tercero en la única encuesta que ha salido, la del Centro Nacional de Consultoría) o Gutiérrez (a quien no le ha ido bien en los foros, y ha espantado empresarios al hacer campaña con su viejo enemigo, el ex congresista Ómar Yepes) se rezagan, el empresariado se unifique de nuevo.

A dos meses largos para el día de las votaciones, todavía hay espacio para que los empresarios incidan en el resultado final. Y como las necesidades de financiación de las campañas aumentan a medida que se acerca el día de elecciones, muchos cacaos se reservan parte de su contribución para ese momento. Por eso aún no es fácil saber qué tanto van a pesar en el resultado final, aunque en la mayoría de casos lo que sí está claro es quiénes son sus favoritos o sus rechazados.

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