Así funciona por dentro el Gobierno de Iván Duque

Silla Sur

La cercanía con los militares, la forma como toma decisiones, la relación con Uribe y con sus ministros y su círculo cercano. Radiografía del gobierno de Duque. 

El día que el ELN puso la bomba en la Escuela General Santander, el presidente Iván Duque arrancó su rutina de siempre.

Se despertó a las 5:30 de la mañana y llamó a las dos personas con las que siempre habla temprano.

Primero a María Paula Correa, su secretaria privada, para que le contara si había cambios en la agenda que tenía desde la noche anterior y si había algo urgente que necesitara saber. Después a su ministro de Defensa, Guillermo Botero, para que le diera el reporte de orden público.

No había novedades que ameritaran cambios. Tenía consejo de seguridad en Chocó con toda la cúpula militar. Salió para el aeropuerto militar de Catam, en Bogotá, y voló a Quibdó.

Cuando estaban a punto de aterrizar, que es cuando normalmente Duque aprovecha para dormir cinco minutos, comenzaron los mensajes y llamadas.

-Nos devolvemos ya- dijo, sin consultar la decisión.

Una muestra, en un caso pequeño pero en un momento clave, de cómo toma decisiones quien, si nada extraordinario pasa, será el Presidente por tres años y medio más.

El avión regresó a Bogotá y hacia el mediodía Duque llegó a la Escuela, caminó donde estalló el carro bomba y se metió a un consejo de seguridad antes de hablarle al país.

Cuando salió lo hizo con caras conocidas: Botero, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez; el Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos; el Fiscal General, Néstor Humberto Martínez; el secretario general de Presidencia, Jorge Mario Eastman; el alto consejero para los derechos humanos, Francisco Barbosa; y la cúpula militar.  

Pero hay otros menos visibles, que son su círculo más cercano y que no se le despegan.

El círculo

Seis personas acompañan a Duque en las decisiones de todos los días, que marcan en buena medida el estilo de Gobierno.

María Paula Correa: palabras más palabras menos, según 25 fuentes con las que hablamos para esta historia, es el “filtro de confianza de Duque”. Viene del corazón del uribismo, pues trabajó en la secretaría privada de Uribe, quien la llama cuando “no quiere molestar” a Duque. “Ella toma las decisiones con el Presidente”, nos dijo una fuente muy cercana a él.

Álvaro García: además que ser su alto consejero para las comunicaciones, encargado de las relaciones con los medios más grandes y sus directores, es el que le imprime la calma al combo.

Francisco Miranda: su asesor, le escribe todos sus discursos y cuida que el ‘Código Duque’- como le llaman a las palabras claves de su Gobierno- queden presentes en cada mensaje. Fue columnista de La Silla Vacía.

Alejandro Salas, el consejero de Duque de todo momento, y quien le ayuda con la lectura general del ambiente político.

Carlos Cortés: el secretario de prensa que, con Álvaro, se puede meter en cualquier reunión para mostrarle noticias y trinos de su cuenta (los chequea todos).

Víctor Muñoz: su consejero de transformación digital que, entre otras cosas, hace el análisis numérico de todo: desde mapas de calor en redes sociales para ver por ejemplo si es verdad que la gente está diciendo que se la pasa mucho en regiones y poco en Palacio, hasta cifras de impacto empresarial de cualquier decisión que tome.

Los seis trabajan a la par con Duque, lo que significa horarios largos y más en momentos como el del atentado del ELN.

El sábado siguiente, a las 8 de la mañana, todos ellos estaban en Catam, listos para viajar al Taller Construyendo país de esa semana, en Fresno, Tolima. A todos se les notaban las ojeras. Llevaban tres días prácticamente sin dormir y a punta de maní.

Antes de que llegara el Presidente, cuadraron los mensajes del día, qué palabras serían las claves y ya en la pista, cuando el Presidente llegó y se bajó de su camioneta blindada, fueron los primeros en rodearlo.

Duque se bajó con unas carpetas blancas y uno de los libros que se está leyendo: ‘Stone’s Rules: How to Win at Politics, Business and Style’, escrito por Roger Stone, el polémico asesor político de campañas de derecha en Estados Unidos que fue detenido este viernes.

Antes de subirse al avión le entregó las carpetas y el libro a ‘Julito’, el hombre de confianza de la familia Duque, y otra de las personas que lo rodean todo el tiempo.

“Tiene las llaves de la casa de todos en la familia”, nos dijo una persona muy cercana el Presidente. ‘Julito’ trabajó con el papá del Presidente, Iván Duque Escobar, y conoce a Iván y a sus hermanos María Paula y Andrés desde chiquitos, cuando vivían en el barrio Multicentro de Bogotá.

En los viajes, Julito es el que le carga a Duque las mudas de ropa por si se ensucia, tiene una reunión importante o va a pasar la noche en algún municipio. Para Fresno le empacó tres mudas por si acaso, aunque esta vez se devolvió a Bogotá.

Otro acompañante fijo de estos talleres- que organiza Karen Abudinen, la consejera presidencial para las regiones y que son la versión 2.0 de los consejos comunitarios de Uribe- es Andrés Duque, el hermano menor del Presidente.

El hermano de Duque es profesor de historia política de Colombia en la Universidad Sergio Arboleda, de la que se graduó Duque, no se ha perdido casi ningún taller y lo mira atento desde la primera fila. También lo visita en Palacio aunque, según varias fuentes, no se mete en las reuniones.

Si les coge la noche en algún taller o consejo de seguridad en algún municipio, Duque duerme en una brigada del Ejército; pero si se queda en su casa al norte de Bogotá y la agenda del día es en Palacio, trata de llevar a los hijos al colegio.

Una agenda

A las 7 de la mañana, cuando ya dejó a sus hijos y va rumbo a la Casa de Nariño, arranca la primera tanda de llamadas a sus consejeros y ministros.

Saca el marcador ‘sharpie’ grueso y anota. Anota todo y quizás por eso es que dicen que tiene muy buena memoria.

“Es mamón a ratos porque se acuerda de cosas muy chiquitas”, nos dijo una fuente de Palacio. “Todo lo que anota lo pregunta después”, nos dijo un ministro.

 

Este año, la agenda del Presidente en Palacio arranca a las 8:30 de la mañana. Antes arrancaba más temprano, pero la corrieron en parte porque Duque decidió que antes de cualquier reunión, necesitaba un tiempo para pensar solo en su oficina.

En ese rato revisa documentos y proyectos de ley que se lee a toda porque hizo un curso de lectura rápida y hasta para firmar los decretos usa su marcador ‘sharpie’.

En su escritorio tiene dos relojes de arena que le regalaron. Uno dura cinco minutos y lo pone cuando cualquier asesor tiene una consulta rápida; otro que dura veinte, y lo voltea cuando sus ministros tienen reunión con él.

Al pie de su escritorio también tiene un ‘Batman’ del tamaño de un niño y la guitarra eléctrica que tantos memes le ha costado.

También tiene fotos de su papá, la persona que más admira y que murió en julio de 2016, cuando Duque seguía siendo senador del Centro Democrático.

Los consejos de ministros de todos los lunes en Palacio arrancan normalmente entre 3 y 4 pm. Son eternos.

Pueden durar hasta la medianoche y después de Duque, el que manda la parada ahí es el súper consejero Carlos Enrique Moreno, ex presidente del grupo Corona y cuñado del senador y ex presidente Álvaro Uribe.

Moreno reemplazó el semáforo que usaba María Lorena Gutiérrez en los tiempos de Santos, por un tablero con “metas transformacionales”, que son las prioridades transversales del Gobierno porque tocan a todas las carteras. Él llega con su tablero de indicadores y cuando hablan los ministros les recalca lo urgente. “Carlos Enrique está encima de los ministros mirando qué hay que mover, a quién hay que llamar para cumplir esos indicadores”, nos dijo una fuente de Palacio.

Las decisiones

La mayoría de las 25 fuentes con las que hablamos para esta historia coincide en que Duque pregunta mucho para tomar decisiones; que sobre los temas que domina, es difícil que cambie de opinión, aunque pregunta por los puntos que no maneja del todo; y que cuando toma una decisión la tomó y punto.

Lo hace en un punto medio entre Uribe, que era un microgerente, y Santos, que delegaba mucho.

“Cuando uno trabaja con él es fácil entender cuál es su forma de ver los temas y en esa medida, después de que ha dado sus líneas gruesas de hacia dónde va y cómo piensa que debería uno razonar, es que se toman las decisiones”, nos dijo una alta fuente de Palacio que lo sabe de primera mano.

“Él delega, pero preserva su visión”, resume.

“Tiene una estructura mental ya definida. No es una persona de sorpresas”, nos dijo una fuente muy cercana a él. Parte de esa previsibilidad está en sus tres grandes formas de tomar decisiones y de actuar, que dependen del área que se trate.

Unas decisiones, especialmente en áreas técnicas, las toma a partir de información e ideas de otros, y suele delegar más su ejecución.

Así pasó con el paro de los estudiantes. Como contamos, aunque se sentó con los rectores, no lo hizo con los estudiantes.

Delegó la negociación con ellos primero al viceministro de Educación, Luis Fernando Pérez, que lideró la primera mesa, y después, cuando los estudiantes exigían a la ministra y no al vice, con María Victoria Angulo. Duque llegó al final a firmar el acuerdo al que llegaron en diciembre.

Otras son las decisiones que responden al corazón de la agenda uribista, como la paz y las drogas.

“Esa línea del Acuerdo no tiene que discutirla con Uribe porque el Presidente la tiene clara”, nos dijo una fuente de Palacio.

Ahí ha tomado decisiones que tienen una impronta claramente uribista.

Como explicamos en esta historia, Duque no es un “títere” de Uribe; es alguien que ya encarna la visión uribista porque cree en los ejes fundamentales de Uribe (confianza inversionista, seguridad y cohesión social) y ha mantenido esa visión sin que su mentor tenga que tomar decisiones por él ni se la pase metido en Palacio todos los días.

Por ejemplo, con el Acuerdo de paz y como mostramos en La Silla, le metió el acelerador a lo que podría evitar una mayor desbandada de ex combatientes, algo que además de no importarle a Uribe, va en línea con la forma en la que Duque entiende el Acuerdo. Como nos dijo una persona de Palacio “Para Duque el Acuerdo de paz es un Acuerdo de reincorporación”.

Pero frente a la Jurisdicción Especial de Paz, algo que sí le importa al ex presidente, Duque no se metió, ni criticó que la senadora Paloma Valencia presentara una reforma constitucional que buscaba crear nuevas salas para juzgar a los militares, porque es un punto que le importa tanto a Uribe, que incluso llegó a defender darle más impunidad a los ex guerrilleros con tal de hubiera más impunidad para los militares.

Con las drogas, Duque avanzó la agenda uribista al retomar la aspersión aérea, algo que muchos uribistas ven como la única salvación para enfrentar el aumento de los cultivos de coca, y sacó el decreto de dosis mínima, muy en la línea de su electorado más de derecha.

Hay decisiones que toma sin tener en cuenta a otros, ya sea por su envergadura o por que son temas que maneja.

Entre los temas están la economía naranja, que es de su agenda propia, trajo de sus tiempos en el BID y discute con su consejero y amigo Felipe Buitrago; o la visión económica, en la que está alineado con su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y aterrizó en su reforma tributaria, que consiste en reducir impuestos y trámites para impulsar el trabajo del sector privado.

También están las decisiones más gruesas, que aunque consulta, toma solo.

Así pasó con la terna para fiscal ad hoc que le mandó a la Corte Suprema de Justicia para investigar el caso de la corrupta Odebrecht.

“El que te diga que se sabía la terna cuando la anunció, está diciendo mentiras. Nadie sabía”, nos dijo una fuente de adentro de Palacio. Esa misma versión nos la corroboró por su lado otra persona muy cercana.

Igual pasó con la cúpula militar que definió en diciembre, algo que a la vez revela la importancia que le da a los militares y las miradas que comparte con el uribismo, como ésa.

La cercanía con los militares

“Iván le aprendió a Uribe que hay dos cosas que nunca se pueden perder: la cercanía con el pueblo y el respaldo de los militares”, nos dijo una persona que los conoce a ambos hace muchos años y que fue clave en todo el empalme.

“Con lo de la cúpula lo tenían muy acelerado en el partido, en los medios. Y lo único que lograron es que se demorara más”, agregó.

Duque quería conocer a todos los altos mandos militares antes de decidir y, como mostramos en La Silla, le dedicó sus primeros 100 días sobre todo a eventos con ellos y con gremios.

Además, como a veces se queda a dormir en brigadas, aprovechaba por las noches para comer y entrevistar a todos los altos mandos.

Duque se ha acercado tanto que los comandantes de brigadas se han ido acostumbrando a que los llame directamente, sin haber llamado antes al ministro de Defensa, como hacía Uribe pero no Santos.

Eso lo confirmamos con un comandante de la Policía a quien Duque ha llamado directamente para preguntarle sobre casos que él considera importantes en su región.

“Quería conocerlos a todos y cuando ya estaba por tomar la decisión (de la cúpula), andaba con un pliego blanco gigante con las hojas de vida de cada uno”, nos contó otra fuente de adentro.

¿Que si Uribe se metió para armar la cúpula? Hay dos versiones.

Una, que dieron dos fuentes, es que no se metió para nada; otra, en la que coinciden otras dos, es que Duque sí le consultó nombres, pero que no fue el único consultado ni tuvo la última palabra en esa decisión.

En lo que sí se mete sin duda el ex presidente, según esas cuatro fuentes, es en las relaciones con el Congreso.

La mano de Uribe

“Duque es la versión más avanzada de la visión de Uribe”, nos dijo fuente muy cercana a ambos. “Él lo consulta en lo que sabe que es necesario consultar para ver qué piensa el partido”, agregó esa fuente.

“Es una voz que escucha, que respeta, que consulta mucho, pero la relación es de Presidente a Presidente”, nos resumía una fuente de adentro. Esa relación horizontal, no de jefe a subalterno, tiene sustento en la personalidad de Uribe.

“Uribe no es un tipo de llamar a imponer. Él sugiere y hay una particularidad y es que no respeta intelectualmente a mucha gente, pero a Iván sí”, agrega otra fuente.

Eso, a pesar de que suena sorpresivo, se notó por ejemplo en la enredada elección de candidato a la Gobernación de Antioquia, cuando Uribe sólo a último momento destapó su negativa a que fuera Liliana Rendón.  

Sin embargo, en la difícil relación con los congresistas, Uribe ha sido clave. “Es el que maneja el Congreso, sin él estaríamos muertos”, nos dijo alguien de Palacio.

Eso no solo refuerza la percepción de que le ha faltado más liderazgo a la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, como nos dijeron 13 congresistas por aparte en esta historia el año pasado, sino que recuerda que el ex presidente tiene la experiencia política de la que carece Duque.

Por ejemplo, el ex presidente mantenía al tanto a Duque del trámite de su reforma tributaria.

 “Si había votación en plenaria, había contacto permanente”, agregó esa fuente.

El papel de Uribe en el Congreso como una suerte de primer ministro o de delegado del Gobierno se notó, por ejemplo, cuando en esos debates La Silla vio al viceministro técnico de Hacienda, Luis Alberto Rodríguez, pasándole datos a Uribe.

“Duque tiene claro que no es el presidente de un grupo, es el presidente de un país”, nos dijo una fuente cercana.

Además de esa presión del Centro Democrático, en donde muchos ven su gestión hasta ahora como un lastre para las elecciones regionales, Duque ha tenido que sortear una presión interna en Palacio: salir a defender a sus ministros ante los medios, lo que también muestra que la relación con su gabinete ha tenido sus dificultades.

La relación con el Gabinete

Aunque Duque tiene buena relación con todos sus ministros, hay unos con los que es mucho más cercano.

Cuatro fuentes consultadas, todas de Palacio, coinciden en que Botero (Defensa), Carrasquilla (Hacienda), Angela María Orozco (Transporte), José Manuel Restrepo (Comercio) y el canciller Carlos Holmes Trujillo, son a los que más confianza les tiene.

“A ellos les suelta con tranquilidad las cosas. Hay otros a los que no tanto”, dice una fuente de adentro.

En eso coincidió otra fuente que conoce Palacio por dentro. “Hay ministros que no asumen decisiones de sus carteras porque le temen a la responsabilidad política, entonces se las chantan a Duque”.

Eso pasó, por ejemplo, con el polémico nombramiento de Claudia Ortíz en la Agencia de Desarrollo Rural.

El ministro de Agricultura, Andrés Valencia, salió a decir que ponerla ahí era por recomendación del Presidente; o cuando Carrasquilla dijo que “probablemente algunas iniciativas que he propuesto yo, no el Gobierno, resultan muy impopulares”.

Eso sin contar las veces en las que lo han confundido con Uribe públicamente, como le pasó a la ministra de Justicia, Gloría María Borrero, o a la vicepresidenta Ramírez.

Esas confusiones, más el bajonazo de Duque en las encuestas, especialmente la de Gallup de diciembre (en la que bajó de 64 a 29 puntos), hizo que, según una fuente muy cercana a él, le dijera a los ministros “que salieran a contar más lo que está haciendo el Gobierno”. Esa versión nos la corroboró un ministro.

Eso muestra que aunque la mayoría de sus ministros son muy técnicos, les hace falta cancha política y eso incluye lidiar con los medios.  

Otras fuentes en Palacio reconocen el apretón pero no creen que las encuestas lo explique; se lo atribuyen a la crisis en el Congreso, cuando se cayó la reforma a la justicia, la reforma política pasó sin su eje (la lista cerrada) y la tributaria pasó sin llenar todas las expectativas del Gobierno.

Más allá de cuál fue la razón, no solo hizo énfasis en salir a defender más al Gobierno, sino en tratar mejor a los congresistas, más cuando no les está dando mermelada.

Según le contaron a La Silla cuatro fuentes del Gobierno, Duque invitó a almorzar de fin de año a todos los viceministros en Palacio y entre otras cosas, el mensaje fue “tener un buen trato con los congresistas”, nos dijo un vice.

“Nos recordó que él había sido senador y que teníamos que atender a los congresistas. Fue un llamado a estar alineados con el ADN del gobierno para transmitirlo mejor”, nos dijo otra.

Esa forma de reacomodar su equipo muestra que un llamado de atención de Duque rara vez es fuerte. 

"No es un tipo que regañe en público y cualquier llamado de atención es muy respetuoso”, coincidieron todas las fuentes que consultamos en Palacio.

De hecho, para algunas fuentes a veces es tan amable que a quienes regaña pueden no entender su instrucción porque no es tajante. “Es alguien que se hace querer tanto que le cuesta ser duro con su equipo”, nos lo resumió una de ellas.

Sin embargo entre los altos funcionarios, y sobre todo los ministros, una llamada de Duque a las 11 de la noche sí es la señal de que algo no le gusta.

Ahí es cuando pregunta los temas más críticos, cuando va terminando su jornada de trabajo, aunque perfectamente puede trabajar hasta después de la media noche. Seguramente al otro día, en el avión, recupera algo de sueño.

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